Principales Tratamientos Naturales Propuestos


Enfermedades:
Trastorno Obsesivo-compulsivo (OCD)

Principales Tratamientos Naturales Propuestos

Otros Tratamientos Naturales Propuestos
• Inositol; Hierba de San Juan; 5-HTP; Magnetoterapia

Tratamientos Naturales Propuestos
Hierbas y Suplementos que Puede Usar Sólo con Precaución
Referencias


El trastorno obsesivo-compulsivo (OCD, por sus siglas en inglés) es una enfermedad psicológica que involucra pensamientos o imágenes recurrentes y persistentes (obsesiones) que son experimentadas como intrusos y provocan angustia. Estas obsesiones no son simples preocupaciones excesivas sobre los problemas de la vida real, sino que adquieren una calidad poco realista. Con el fin de combatir sus obsesiones, las personas con OCD se involucran en conductas repetitivas (compulsiones), a menudo seguidas de reglas rígidas auto impuestas.

Se desconoce la causa del OCD. A menudo, los medicamentos antidepresivos que afectan los niveles de serotonina, como los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (SSRI), con frecuencia alivian los síntomas significativamente, pero no están claras las razones para ello. Los métodos psicoterapéuticos y de la conducta también podrían ayudar.

Tratamientos Naturales Propuestos

Se considera que el suplemento inositol incrementa la sensibilidad del cuerpo a la serotonina y, con base en esto, ha sido estudiado para su uso en un número de enfermedades psicológicas, incluyendo el OCD.

En un pequeño ensayo doble ciego, el uso de inositol a una dosis de 18 gramos (g) diarios, durante 6 semanas, mejoró significativamente los síntomas del OCD, en comparación con el placebo.1 Sin embargo, cierta evidencia sugiere que el inositol no incrementa la efectividad de los medicamentos estándar para el OCD.2, 3

Un estudio encontró que las personas con OCD tienen niveles más bajos de lo normal de vitamina B12.4 Esto sugiere, pero definitivamente no prueba, que los suplementos de vitamina B 12 podrían ser útiles para la enfermedad.

La hierba de San Juan tiene propiedades antidepresivas y se considera que afecta los niveles de serotonina. Con base en esto, ha sido evaluada para el OCD,5 pero hasta ahora no hay evidencia confiable de que sea efectiva. Sobre una base similar, el suplemento 5-HTP se ha sugerido como un tratamiento para el OCD, pero nuevamente no hay evidencia significativa para que sea considerado.

Una forma de magnetoterapia llamada rTMS se ha mostrado prometedora para el tratamiento de la depresión. Sin embargo, un estudio doble ciego controlado por placebo, de 18 personas con OCD, no encontró evidencia de beneficio mediante el uso de rTMS.6

Hierbas y Suplementos que Puede Usar Sólo con Precaución

Varias hierbas y suplementos pueden interactuar con los medicamentos usados para el OCD. Para más información sobre estos riesgos potenciales consulte el artículo de cada medicamento en la sección Interacciones Con Otros Medicamentos, de esta base de datos.

LA DEPRESION MENTAL, TRASTORNO OBSESIVO COMPULSIVO= A ENFERMEDAD MENTAL



LA DEPRESION MENTAL, TRASTORNO OBSESIVO COMPULSIVO= A ENFERMEDAD MENTAL


La Depresión Mental es una de las mayores causas y que más absentismo laboral produce en el enfermo. Esta epidemia se cree que será la segunda causa de enfermedad para el año 2020 según la O.M.S., después de las patologías cardiovasculares.
Según algunos estudios serios han descubierto que la administración, y carencia de la Vitamina B12 es causante de los niveles de Serotonina circulante a nivel neuronal por nuestro cerebro y en los depresivos, alcohólicos y la fibromialgia los niveles de B12 suelen estar bajos o nulos. Si la serotonina es igual que la insulina para los diabéticos, hace pensar obviamente, en paliar la enfermedad depresiva con vitamina B12 + y sus interacciones con el resto de vitaminas hidroxolubres de grupo "B". Sin embargo, la práctica médica no lo tiene tan claro o quizás la presión de las multinacionales farmacéuticas prefieren imponer otros productos químicos, desde el Litio, Fluoxetina, etc., y sus derivados a un sinfín de anestesiantes cerebrales que actuan sobre la mente. En los primeros estadios de la enfermedad el placebo funciona igual o mejor que los fármacos. Aún así la depresión mental sigue aumentando al igual que sus paliativos químicos. ¿Entonces cuales son las causas?
La neurocirugía aporta algunas soluciones a los trastornos psíquicos y cuyos resultados han sido en muchos casos satisfactorios desde que el Dr. Burzaco acometiese la osadía de meter el bisturí en el alma misma del enfermo: seccionado circuitos neuronales causantes de los trastornos. Ahora, en nuestra Asociación Tubal para Ayuda y Autoapoyo a los Enfermos Depresivos de Euskadi hemos "aconsejado" a uno de nuestros asociados y con objeto de que estudien los especialistas el caso con la intención de optar por la técnica quirúrgica, como posible solución.
Manolo, que así se llama el enfermo, ha decidido recientemente cambiar su nombre de pila y además de su nombre su aspecto físico ya está siendo transformado: a cambiado su pelo negro por mechas rubias, se ha depilado con láser, se siente bisexual unas veces y otras homosexual; algunos días se siente mujer. Manolo tiene 48 años de edad separado, padre de dos hijos y la evolución de su enfermedad que sufre: un Cuadro Obsesivo Compulsivo de larga data con sintomatología depresiva. Casi toda su vida ha estado internado en los psiquiátricos y ha agotado todas las técnicas y tratamientos desde los farmacológicos, Terapia Electroconvulsiva, Terapia interpersonal, etc.
realizarCitaré algunos de sus síntomas: pensamientos intrusos, como "que se le tuercen los dientes, que se le rompen..." "que tiene bultos debajo de los párpados","quitarse los lunares y demás imperfecciones", "que tiene que se exploraciones de los pies y de todo su cuerpo por medio de un scanner.."
Tras tantos años de tratamiento farmacológico combinado co T.E.C. (corrientes eléctricas), que han traspasado su cerebro laceradamente como lanzas inquisitoriales. y a pesar de tantos esfuerzos realizados por la ciencia médica, Manolo, sigue lamentablemente en un estado de vivencial con fases descompensadas que le hacen imposible vivir con dignidad. Su imaginación desde una mente enferma que no se sabe si degenerativa en su propio proceso o por la acción de la farmacología administrada durante décadas: le han dejado como un "hombre de paja" como un espantapájaros. Sin embargo, a pesar de todo, desde que esta Asociación ha tratado a Manolo con psicoterápia, mucho cariño..., y su autoestima a aumentado considerablemente. Ahora llama por un teléfono móvil a sus familiares explicándoles su enfermedad y sus obsesiones y lo hace de una forma educada, con fluidez verbal, ante le costaba articular las palabras y sus pensamiento, estaba mucho más confusos y antisocial con tendencia al aislamiento; le hemos devuelto la dignidad y aunque persisten sus síntomas Obsesivos Compulsivos los controla mucho mejor. Y por ésta causa está decidido en acudir al quirófano "para extirpar sus neuronas rebeldes, causantes de sus trastorno obsesivos compulsivos". Y lo que más nos asusta es su decisión asumida mansamente, inocentemente, como los corderos cuando van al matadero y a la vez barruntan el olor misterioso de la sangre causádole cierta reticencia a la operación quirúrgica. Y nos sentimos en cierta medida responsable si se produce el fracaso. Esta técnica quirúrgica, que los neurocirujanos comienzan a dominar, tras casi quince años de práctica. Pero, en los quirófanos existen riegos. Riesgos evidente; quizás el Láser o bisturí acaben con las perniciosas neuronas de Manolo que le han convencido en que cambie su nombre y ya... viejas y somnolientas por la química aún no han interferido en Manolo en la idea de operarse o no, pero de seguro lo harán.
Algunos críticos se refieren a esta técnica como "matar moscas a cañonazos" poque, algunos de los operados después de algunos años de mejoría, sus neuronas han creado nuevos circuitos y la enfermedad fantasma, ha aparecido con nuevos brotes, al igual que los árboles cuando los podan y, por la primavera brotan aún más vigorosos.
Me contaba Manolo que quiere dejar de sufrir. Que desde que le brotó su enfermedad ha trascurrido casi veinticinco años de un infierno embaldosado de buenas intenciones y de nulo resultado terapéutico. Manolo es un ser sentimental y sus sentimientos sutiles, y pese a su enfermedad no han quedado opacos, afloran con abundantes en cascada de lágrimas a la vez que profiere palabras amenazantes con el suicidio, como válvula de escape ante tanto y desgarrante dolor. Es una forma de pedir ayuda y prefiere encerrarse en su sufrimiento, lesionando el más pura esencia del alma. Porque Manolo es un ser pacífico, como casi todos los enfermos mentales.

Poca luz científica alumbra a la psiquiatría como instrumento paliativo en los procesos mentales que interfieren en el hombre. Sin embargo, algo se sabe: cuando un terapeuta habla a un paciente y éste escucha, el terapeuta no solamente realiza contacto visual y verbal, sino que la actividad neuronal del profesional ejercería un efecto sobre la actividad neuronal en el cerebro del paciente y viceversa. Resulta muy probable que las intervenciones psicoterapeutas provoquen cambios en el cerebro del paciente y desde esta perspectiva la aproximación biológica y social está muy cercana.
El hombre ha perdido el norte en cuanto a valores morales y religiosos y a dejado de orar, también de confesarse y por tanto con la conciencia cargada los problemas psíquicos se desencadenas y si esto no sirve, el vivir día a día es un puro acto de sobrevivencia, una especie de selva cuyos paisaje amenaza con depredadores variados y que todos conocemos. Producen en el hombre lo que será una de las mayores epidemia: la enfermedad mental. La figura del confesor (cura) ha pasado o está pasando a la del psicólogo o psiquiatra. El cerebro es sugestionables y el poder de la oración es un instrumento lícto y válido que el hombre nunca debería de abandonar; es así como hemos sido moldeados y nuestros genes y neuronas están adaptado a tales circunstancias, los cambios son muchas veces consustancialmente peligrosos.
fuente:Antonio Valcárcel Domínguez

Preocupaciones y obsesiones: cómo librarse de ellas


Preocupaciones y obsesiones: cómo librarse de ellas


La personalidad del preocupado.

Se trata de personas concienzudas, dedicadas al trabajo, al cual dedican mucha energía, y tienen un gran sentido de la ética y la moral. Se esfuerzan siempre en hacer lo correcto de la manera correcta, lo que la mayoría de las veces quiere decir "a su manera", ya que suelen tener bastante claro cómo hay que hacer las cosas. Son perfeccionistas y detallistas. Les gusta el orden y la limpieza, la planificación y la rutina, catalogar, hacer listas. Nunca cometen imprudencias ni excesos y no les gusta tirar las cosas, ya que en un momento dado pueden llegar a necesitarlas. Les gusta trabajar y esforzarse y no les atraen las cosas fáciles de hacer. Debido a que se rigen por el intelecto y no por sus emociones o deseos, les cuesta perdonarse los pequeños errores que toda persona puede cometer y es entonces cuando aparece la culpa y la preocupación.

La duda

La toma de decisiones les resulta difícil. Quieren tomar la decisión correcta, la mejor alternativa posible y cuando se encuentran con opciones similares, donde no hay ninguna opción mejor ni peor, aparecen las indecisiones y las dudas. Como jamás se permiten guiarse por impulsos, pueden quedarse estancados analizando la misma cuestión una y otra vez.

El estrés

Su excesiva preocupación les lleva a estar bastante más estresados que la mayoría de las personas. Se llevan el trabajo a casa, se toman pocas vacaciones y siempre tienen que estar ocupados en algo. Quedarse sin trabajo es un golpe tremendo para ellos, aunque en seguida se ponen en marcha y no paran hasta encontrar uno nuevo.


Los atormentados: el trastorno obsesivo de la personalidad

Cuando todos estos rasgos se exageran, nos encontramos con el llamado trastorno obsesivo de la personalidad. Se trata de personas tan preocupadas por los pequeños detalles que es posible que hasta llegue a perderse el sentido inicial de la tarea que se traen entre manos o que no sean capaces de terminarla nunca, porque leen una y otra vez lo que han escrito para asegurarse de que no han cometido ningún error, se ahogan en posibilidades interminables e incluso pueden dedicar más tiempo a hacer listas u horarios que a realizar la tarea en sí. Están tan dedicados al trabajo que no tienen tiempo para las amistades o el placer. Son rígidos e inflexibles en cuanto a la ética y la moral, pudiendo llegar hasta el fanatismo. Son incapaces de desprenderse de objetos sin valor y jamás delegan tareas a nadie. Nunca reconocen que están equivocados. En muchas ocasiones, pueden resultar insoportables para los demás, a quienes no perdonan ni el más mínimo fallo. Viven continuamente atormentados por las preocupaciones, el miedo al trabajo y por estar dándole vueltas siempre a lo mismo. No pueden tomar decisiones ni terminar el trabajo porque nunca está perfecto del todo.

De la preocupación a la obsesión: el trastorno obsesivo compulsivo

Quienes tienen una personalidad obsesiva son los más propensos a desarrollar este tipo de trastorno. Cuando esto sucede, ya no estamos hablando de preocupaciones molestas e insistentes, sino de obsesiones. La principal diferencia es que las obsesiones se centran en un mismo tema o idea que se repite continuamente, incluso durante años, causando una gran ansiedad o hasta vergüenza, mientras que las preocupaciones insistentes cambian de un día para otro y causan un menor malestar que las obsesiones.

Las obsesiones pueden consistir en ideas, imágenes o impulsos a hacer algo que no queremos y nos resulta aterrador (como matar a alguien). Aparecen como intrusos en la mente y producen una gran angustia, miedo o vergüenza. Intentas sacarla de tu mente pero es imposible. Entonces te ves impulsado hacer algo para combatirla y sentirte mejor (la compulsión).

El resultado catastrófico: "algo terrible sucederá".

La gran preocupación o angustia que acompaña a una idea obsesiva refleja la posibilidad de que suceda una catástrofe: "si no me aseguro bien de que todas las puertas están cerradas puede que entre alguien, haga daño a mis hijos y se lleve todo lo que poseo". "Si toco algo contaminado con gérmenes y no me lavo podré enfermar y morir o contagiar a otra persona". Para evitar que sucedan esos resultados temidos, se lavan sin descanso o verifican una y otra vez que todo es correcto.

Por tanto, se trata de personas que se centran excesivamente en todo lo malo que puede suceder, no soportan la incertidumbre ni el hecho de no poder controlar todos los acontecimientos y tienen gran propensión a sentir culpa o vergüenza, lo que significa que cometer un error les hará sentirse sumamente ridículos, asustados o avergonzados; algo demasiado terrible para ellos que hay que evitar a toda costa.


Seis tipos de obsesivos.

Los lavadores

Una de las ideas obsesivas más frecuentes es la de contaminación, que empuja a estas personas a lavarse una y otra vez o a limpiar la casa compulsivamente para librarse de una suciedad o gérmenes que no parecen irse nunca. Algunos se lavan las manos durante horas, hasta que hasta llegan a sangrarles.

Los verificadores

Para Nacho, conducir se convertía en un calvario. Pensaba que podría haber atropellado a alguien, tal vez le dio un pequeño golpe que apenas notó pero que habría dejado a esa persona tirada en el asfalto. Esa posibilidad le resultaba tan aterradora y era tan persistente que al final tenía que volver sobre sus pasos para comprobarlo. Cuando seguía su camino, después de haber hecho la comprobación, pensaba que tal vez no miró bien, que podría estar inconsciente tras unos matorrales, y seguía dándole vueltas y más vueltas angustiado y llegando tarde a donde quiera que fuese, sobre todo si, cuando regresaba a hacer esa verificación, encontraba algún bulto en la calzada y pensaba en otro posible atropello.

El orden perfecto

Otros están obsesionados con el orden. Las cosas tienen que estar justo en su sitio y no un centímetro más allá. Puede que incluso ordenen sus pastillas colocándolas formando un diseño determinado que nunca puede variar o de lo contrario se sentirán terriblemente mal. La mayoría de las veces no pueden explicar porqué las cosas tienen que estar ordenadas de ese modo, simplemente sienten que ese es el orden correcto, que tienen que estar así y no de otra forma. La ropa de los armarios, los zapatos, los libros, los adornos sobre la mesa..., todo tiene que estar en su debido orden, lo cual requiere una gran cantidad de energía y tiempo.

El coleccionista

Un tercer grupo acumula cosas. Nuria tenía tantas revistas , papeles y periódicos en su casa que ella y su familia tuvieron que abandonarla y comprarse otra donde poder vivir. Ya apenas quedaba nada más que estrechos pasillos laberínticos entre montones de papeles que llegaban hasta el techo. Pero no podía dejar de hacerlo, obsesionado con la idea de que en algún momento podría hacerle falta alguno de los artículos.

El diálogo obsesivo

Otros se limitan a un diálogo obsesivo, una charla consigo mismos en la que tratan de combatir el pensamiento obsesivo diciéndose cosas tranquilizadoras. "Murió por tu culpa", dice una voz en su mente. "Eso no es cierto", responde otra voz, hice todo lo que pude". "Pero tendrías que haber hecho más, tendrías que haber actuado más rápido, que haber estado allí". "Sin embargo, yo no podía saber lo que estaba sucediendo... ¿O tal vez sí?"... De esta forma, el diálogo interno puede durar años, yendo y viniendo continuamente varias veces al día, sin detenerse nunca, sin poder evitarlo...

El obsesivo puro

Estas personas no hacen nada para tratar de eliminar la angustia provocada por su pensamiento obsesivo (como las comprobaciones de los verificadores, el lavado de manos, ordenamiento de objetos, etc). A veces puede tratarse de ideas o imágenes violentas, como matar a su hijo. Te preguntas si podrías llegar a volverte loco y apuñalarlo y le das vueltas y vueltas aterrorizado ante esta posibilidad, incluso aunque la veas muy lejana y adores a ese hijo. Otros se obsesionan con la idea de cometer algo vergonzoso de manera incontrolable, o por preocupaciones cotidianas, como la posibilidad de ser despedido y todas sus consecuencias catastróficas ("si me despiden no tendré bastante dinero para pagar la hipoteca, perderé el piso, me vendré abajo, no podré encontrar otro trabajo...")

¿Cómo librarse de obsesiones y preocupaciones insistentes?

En primer lugar, cada vez que aparezca ponle una etiqueta: preocupación absurda u obsesión irracional. El siguiente paso será aceptar esos pensamientos, después controlarlos voluntariamente y, por último, librarse de ellos. Veamos estos pasos con más detalle.

A. Acepta tu obsesión

Cuando estas ideas, imágenes o impulsos aparecen en tu mente te resultan sumamente desagradables y quieres librarte de ellas, resistirte, luchar y sacarlas de tu cabeza para siempre. Pero no puedes; es algo que escapa a tu control y si no puedes controlarlo tampoco puedes eliminarlo. Pero, ¿cómo controlar lo que parece incontrolable? Lo primero que tienes que hacer, aunque resulte paradójico, es aceptarlo y no tratar de combatirlo. Deja que esos pensamientos prosigan libremente. No los juzgues ni los analices. De este modo los estás transformando en voluntarios, (ya que has decidido libremente que está bien tener ese pensamiento y está bien que sea obsesivo), aumentando así tu dominio sobre ellos.

B. Controla tu obsesión

Una vez que estos pensamientos son voluntarios puedes empezar a controlarlos. Para ello puedes hacer dos cosas:

1. Déjalo para más tarde.

Si estás trabajando y empiezas a preocuparte con algo, posterga tu preocupación para dentro de un rato, eligiendo una hora determinada para obsesionarte. Pueden ser 5 minutos después, o una hora o incluso por la noche, dependiendo de la severidad de tu problema y lo insistentes y frecuentes que sean tus pensamientos obsesivos. Si has decidido dejarlo para cinco minutos después, por ejemplo, trata de posponerlo de nuevo cuando hayan pasado esos cinco minutos y así sucesivamente.

2. Cambia tu forma de preocuparte.

Otra manera de adquirir mayor control sobre tu pensamiento es cambiando la forma que tienes de responder a la obsesión. Para ello puedes hacer varias cosas:

Anota tus pensamientos exactos en una libreta cada vez que aparezcan, incluso si aparecen unos minutos después de haberlos anotado y tienes que volver a escribir lo mismo una y otra vez. Esto te ayudará a darte cuenta de lo absurdos que son y el esfuerzo de escribirlos continuamente disminuirá su aparición por puro aburrimiento.

Cambia la situación. Si tu obsesión o preocupación consiste en una imagen mental, trata de modificar esa imagen. Por ejemplo, si consiste en ver tu casa ardiendo, ponle un marco a esa imagen y luego imagina que dicho marco se encoge poco a poco hasta ser demasiado pequeño como para distinguir lo que hay en su interior. Si tu pensamiento obsesivo consiste en imaginar que golpeas a alguien con un martillo, transfórmalo en un enorme martillo de goma espuma incapaz de hacer daño a nadie.

Canta tu obsesión: elige una música alegre y canta: "me van a despedir", "no llegaré a fin de mes", o cualquier frase que resuma tu preocupación. Esto hará que disminuya tu ansiedad, ya que el hecho de cantar es incompatible con ella y te ayudará a distanciarte de esas emociones desagradables. Cuando te sientas mejor deja de cantar y centra tu atención en otra cosa.

C. Librarse de la obsesión

Hasta aquí has conseguido aceptar esos pensamientos y controlarlos. Ahora llega el momento de librarse de ellos.

Un tiempo para preocuparse.

Dedica cada día un periodo de 15 ó 30 minutos para preocuparte y durante ese tiempo céntrate sólo en tus preocupaciones y en todo lo malo que podría suceder, intentando sentirte lo más angustiado posible. La mayoría de las veces no resulta fácil llenar un periodo de 10 ó 30 minutos con preocupaciones cuando no tratamos de combatirlas, sobre todo teniendo en cuenta que la mayoría consisten en una idea específica, lo que significaría pasar esos 15 minutos repitiendo lo mismo una y otra vez de forma voluntaria. Esta técnica te ayudará también a posponer tus preocupaciones cuando aparecen en un momento inadecuado.

Graba tus preocupaciones.

Selecciona una frase que resuma tu preocupación, grábala en una cinta de corta duración de las que repiten una y otra vez su contenido y escúchala cada día durante un periodo de 30 minutos. Si cuando aparece ese pensamiento espontáneamente te produce cierto grado de ansiedad, al escucharla tienes que sentir exactamente lo mismo, o no servirá de nada. Escúchala sin desviar tu pensamiento hacia otros temas. Descubrirás que al cabo de un tiempo tu ansiedad ha disminuido debido a que te has habituado a esa situación y ha dejado de producirte angustia. Si al cabo de 30 minutos tu ansiedad no ha disminuido al menos a la mitad sigue escuchando la grabación o no surtirá efecto.

No huyas.

Afronta las situaciones que pueden provocar tus obsesiones o preocupaciones y que tiendes a evitar para no sentirte mal. Por ejemplo, si te preocupa demasiado el hecho de cometer un error es posible que eludas hacer determinadas tareas. Deja de huir, métete de lleno en la situación y cuando en tu mente empiecen a dar vueltas y vueltas las ideas desagradables, utiliza las técnicas antes expuestas.

Aprende técnicas de relajación.

La más sencilla consiste en la respiración profunda. Aspira por la nariz llenando los pulmones de aire por completo. Después expulsa el aire lentamente mientras imaginas cómo tu cuerpo se va relajando cada vez más. Cuenta cada espiración empezando por el número diez hasta llegar a uno. Repite esto varias veces al día para practicar y para que te sea más fácil utilizar la relajación en los momentos de tensión que suelen acompañar a tus preocupaciones.

Utiliza frases tranquilizadoras

Se trata de frases que te ayuden a relajarte o a posponer tus obsesiones, como "cálmate"; "no voy a preocuparme ahora por esto; lo haré más tarde"; "sé que mis pensamientos son exagerados"; "tiendo a centrarme demasiado en el lado malo de las cosas y en todas las catástrofes que podrían suceder"; "está bien cometer errores"; "está bien que haya tenido este pensamiento; no tengo por qué darle mucha importancia"; "esto no es una emergencia, aunque yo esté pensando en ello como si lo fuera".

Obsesión, ordenalidad y perfeccionismo1


Obsesión, ordenalidad y perfeccionismo1
Hugo Marietán 2 www.marietan.com



Introducción

Este trabajo intenta diferenciar la génesis de tres tipos de conductas donde el afán de orden, de detalle, de meticulosidad pueden ser compartidos, pero devienen de cuadros patológicos y rasgos de personalidad disímiles, según la opinión del autor. El poder distinguirlos facilita el encuadre terapéutico específico.

El estilo de pensamiento obsesivo

En el estilo de pensamiento obsesivo se caracteriza por la presencia de ideas que, reconocidas por la persona como propias de su capital ideativo, pertenecientes a su yo, son vivenciadas como que se imponen en el campo de la conciencia. Suele considerarlas como absurdas, irracionales, pero fracasa en su intento de reemplazar este tipo de pensamiento por otro y no encuentra explicación al por qué de esa imposición.

Las tres claves a tener en cuenta para tipificar una idea obsesiva son: primero el peso impositivo de la idea; segundo el rechazo por considerarla absurda, no deseada; y tercero el reconocimiento como propia. Genera angustia, tensión, y el paciente utiliza el rito, un mecanismo conductual repetitivo, para neutralizarla o aliviarla.

La idea obsesiva, como toda idea, tiene capacidad ideopráxica, es decir puede traducirse en conducta, ese es el sentido de la expresión clásica "condiciona la conducta" ¿Por qué condiciona? Porque el individuo trata de neutralizar la idea obsesiva ejerciendo su voluntad pero no puede y debe llevar a cabo el rito, que es una conducta igualmente considerada absurda, tonta, que se realiza con displacer, pero que alivia la angustia. La obsesión "quiebra" la voluntad y la autonomía del paciente que se ve sometido a sí mismo y por sí mismo a realizar el rito. Alivia la angustia, pero a su vez desagrada. Bajar así la tensión tiene un precio también displacentero, pero a otro nivel, a nivel del autoreproche. Mas si no lo hace no puede seguir, porque la ideación obsesiva paraliza.

Cuadro 11

Contenido obsesivo: la duda y el presagio

Dice Ferrater Mora que "el término «duda» significa primariamente «vacilación», «irresolución», «perplejidad». Estas significaciones se encuentran ya en el vocablo latino dubitatio. En la dubitatio hay siempre (por lo menos) dos proposiciones o tesis entre las cuales la mente se siente fluctuante; va, en efecto, de una a otra sin detenerse. Por este motivo la duda no significa falta de creencia, sino indecisión respecto de las creencias. En la duda hay un estado de suspensión del juicio."

El estado de duda llevaría a la persona a la paralización, al no poder optar. Sin embargo, este elemento, muy importante por cierto, no es suficiente para explicar la conducta obsesiva. Es preciso otro partícipe necesario que impulse hacia una decisión por el estado de tensión que genera, y éste es el presagio. El diccionario define "presagio" como "señal que indica, previene y anuncia un suceso favorable o contrario. Especie de adivinación o conocimiento de las cosas futuras por las señales que se han visto o por movimiento interior del ánimo que las previene".

El presagio, producto del pensamiento mágico, y la duda, lo más excelso del pensamiento lógico, coactúan para dar esta resultante que llamamos "obsesión".

Preferimos utilizar el término "presagio" por su connotación mágica en vez de los términos "anticipación" o "planificación", que designan pensamientos que se orientan a las posibilidades futuras pero analizando lógicamente las variables presentes.

Lo que deviene de la magia se neutraliza mágicamente. Por eso la tensión displacentera que genera el presagio se neutraliza con el rito. En el rito no se pronuncia cualquier palabra ni se realizan movimientos al azar, sino que estos últimos responden a una ceremonia establecida.

"Antes de salir debo besar a todas las estampitas y crucifijos. No por mí, sino para proteger a los que no están en ese momento en casa. Si no lo hago les puede pasar algo a mis parientes. Beso a un ángel, que está vestido de celeste, para los varones, al vestido de rosa para las mujeres y a la virgen grande para las personas mayores. Me molesta hacer eso, es algo absurdo. A todo esto lo veo como un ritual, pero no puedo dejar de hacerlo. Es como si tuviera el cerebro divido en dos: uno razona y el otro no. El que no razona lo domina. Me digo, «no lo voy a hacer», pero al final lo hago".

Absurdo y parásito

El pensamiento obsesivo tiene la particularidad de que el contenido le resulta absurdo al propio generador de este pensamiento. Es la característica básica que lo distingue de la idea delirante. Otra característica es que la persona no cree que le sea impuesto ese pensamiento absurdo. O sea que deviene de su propio Yo, lo reconoce como parte de sí misma, para diferenciarlo del pensamiento delirante de los esquizofrénicos que muchas veces lo ven como un pensamiento impuesto desde afuera.

El obsesivo hace la autocrítica, dice: "Es una tontería, yo lucho pero no puedo dejar de hacer tal rito".

Para Jaspers en la obsesión "el Yo se sitúa frente a un contenido que quiere expulsar, pero no puede expulsar en pie de lucha. Los límites de la obsesión posible están allí donde están los límites de mi voluntad. El individuo está convencido de lo infundado de la angustia, de lo absurdo del impulso, de la imposibilidad de la idea".

Para J. Vallejo "la obsesión es un tipo de cognición intrusa, parásita, repetitiva, pasiva y egodistónica que genera rechazo por parte del sujeto que la padece, mientras que la compulsión es un fenómeno activo, ya que supone una pugna entre la tendencia a la acción (motora o verbal), y la resistencia a ésta (hacer-no hacer, decir-no decir, etcétera), de forma que no siempre el acto llega a realizarse." La resistencia es la lucha interna del paciente contra el impulso o el pensamiento intruso.

"Las ideas obsesivas constituyen el núcleo de la patología obsesiva. Su carácter intruso y repetitivo, la vivencia angustiosa que el paciente experimenta y que emana de sí mismo (a diferencia de lo que ocurre con el delirante) y la imposibilidad de controlarlas eficazmente, si no es de forma transitoria a través de rituales, constituyen las características básicas de estas ideas".

Para Pujol y Savy (1983), las características esenciales de las obsesiones son:

1) Carácter insólito y parásito. El sujeto las reconoce como patológicas procedentes de sí mismo, aunque se oponga a ellas. El origen endógeno de las obsesiones configura su carácter fatalista, que el paciente experimenta con profunda desazón, ya que escapan al control voluntario e invaden progresivamente su actividad cognitiva de forma agobiante.

2) Carácter repetitivo y punzante.

3) Lucha ansiosa del psiquismo. El agobio psíquico que crean las obsesiones origina una intensa ansiedad, que el paciente intenta conjurar a través de defensas de diversa índole (rituales), que configuran y complican la sintomatología inicial.

4) Atmósfera de duda.


Cuadro 23

El DSM IV

Criterios para el diagnóstico de F42.8 Trastorno obsesivo-compulsivo [300.3]

A. Se cumple para las obsesiones y las compulsiones:

Las obsesiones se definen por (1), (2), (3) y (4): (1) pensamientos, impulsos o imágenes recurrentes y persistentes que se experimentan en algún momento del trastorno como intrusos e inapropiados, y causan ansiedad o malestar significativos (2) los pensamientos, impulsos o imágenes no se reducen a simples preocupaciones excesivas sobre problemas de la vida real (3) la persona intenta ignorar o suprimir estos pensamientos, impulsos o imágenes, o bien intenta neutralizarlos mediante otros pensamientos o actos (4) la persona reconoce que estos pensamientos, impulsos o imágenes obsesivos son el producto de su mente (y no vienen impuestos como en la inserción del pensamiento)

Las compulsiones se definen por (1) y (2): (1) comportamientos (p. ej., lavado de manos, puesta en orden de objetos, comprobaciones) o actos mentales (p. ej., rezar, contar o repetir palabras en silencio) de carácter repetitivo, que el individuo se ve obligado a realizar en respuesta a una obsesión o con arreglo a ciertas reglas que debe seguir estrictamente

(2) el objetivo de estos comportamientos u operaciones mentales es la prevención o reducción del malestar o la prevención de algún acontecimiento o situación negativos; sin embargo, estos comportamientos u operaciones mentales o bien no están conectados de forma realista con aquello que pretenden neutralizar o prevenir o bien resultan claramente excesivos

B. En algún momento del curso del trastorno la persona ha reconocido que estas obsesiones o compulsiones resultan excesivas o irracionales. Nota: Este punto no es aplicable en los niños.

C. Las obsesiones o compulsiones provocan un malestar clínico significativo, representan una pérdida de tiempo (suponen más de 1 hora al día) o interfieren marcadamente con la rutina diaria del individuo, sus relaciones laborales (o académicas) o su vida social.

D. Si hay otro trastorno del Eje I, el contenido de las obsesiones o compulsiones no se limita a él (p. ej., preocupaciones por la comida en un trastorno alimentario, arranque de cabellos en la tricotilomanía, inquietud por la propia apariencia en el trastorno dismórfico corporal, preocupación por las drogas en un trastorno por consumo de sustancias, preocupación por estar padeciendo una grave enfermedad en la hipocondría, preocupación por las necesidades o fantasías sexuales en una parafilia o sentimientos repetitivos de culpabilidad en el trastorno depresivo mayor).

E. El trastorno no se debe a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (p. ej., drogas, fármacos) o de una enfermedad médica.

Especificar si: Con poca conciencia de enfermedad: si, durante la mayor parte del tiempo del episodio actual, el individuo no reconoce que las obsesiones o compulsiones son excesivas o irracionales respecto de una enfermedad del sistema nervioso central. También se debe distinguir de los síntomas que se pueden presentar en asociación con el consumo crónico de sustancias (p. ej., el trastorno relacionado con la cocaína no especificado). Los rasgos obsesivo-compulsivos de la personalidad en un grado moderado pueden ser especialmente adaptativos, en particular en las situaciones que recompensan el rendimiento elevado. Estos rasgos sólo constituyen un trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad cuando son inflexibles, desadaptativos y persistentes, y ocasionan deterioro funcional significativo o malestar subjetivo.

Relación con los Criterios Diagnósticos de Investigación de la CIE-10Los Criterios Diagnósticos de Investigación de la CIE-10 y los criterios del DSM-IV son diferentes, pero definen en líneas generales el mismo trastorno. En la CIE-10, esta entidad está recogida con el nombre de trastorno anancástico de la personalidad.


Cuadro 33

Criterios para el diagnóstico de F60.5 Trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad [301.4]

Un patrón general de preocupación por el orden, el perfeccionismo y el control mental e interpersonal, a expensas de la flexibilidad, la espontaneidad y la eficiencia, que empieza al principio de la edad adulta y se da en diversos contextos, como lo indican cuatro (o más) de los siguientes ítems:

(1) preocupación por los detalles, las normas, las listas, el orden, la organización o los horarios, hasta el punto de perder de vista el objeto principal de la actividad (2) perfeccionismo que interfiere con la finalización de las tareas (p. ej., es incapaz de acabar un proyecto porque no cumple sus propias exigencias, que son demasiado estrictas) (3) dedicación excesiva al trabajo y a la productividad con exclusión de las actividades de ocio y las amistades (no atribuible a necesidades económicas evidentes) (4) excesiva terquedad, escrupulosidad e inflexibilidad en temas de moral, ética o valores (no atribuible a la identificación con la cultura o la religión) (5) incapacidad para tirar los objetos gastados o inútiles, incluso cuando no tienen un valor sentimental (6) es reacio a delegar tareas o trabajo en otros, a no ser que éstos se sometan exactamente a su manera de hacer las cosas (7) adopta un estilo avaro en los gastos para él y para los demás; el dinero se considera algo que hay que acumular con vistas a catástrofes futuras (8) muestra rigidez y obstinación

La duda

En la base de la duda está la inseguridad. El mecanismo obsesivo deviene de dos elementos: la duda y el presagio. La duda que es lo más excelso del pensamiento analítico. Y el presagio, el pre sentir que algo va a ocurrir, que es uno de los elementos del pensamiento mágico. Hay una amalgama de estos dos elementos.

Elegir implica perder algo: lo opción no elegida. La duda es la oscilación entre las posibilidades de pérdida. Es una inacción reflexiva en el intento de cuantificar la opción menos "perdidosa". Nadie quiere perder nada, pero la capacidad de adaptarse a las pérdidas es lo que diferencia a un ejecutivo de un dubitativo.

La duda, como toda incertidumbre, siempre va acompañada de un grado de tensión, vivenciado como displacer. Eso se observa en la conducta que va desde la simple visualización muscular de la tensión, pasa por lo gestual (tocarse la barbilla, rascarse la cabeza, mover lo pies, refregarse las manos, etcétera), por los movimientos simples de vaivén (caminar sin finalidad de un lado al otro, etcétera), por los movimientos más complejos de la repetición, de la verificación incesante, hasta llegar a conjuntos de conductas fijadas que determinan rasgos pusilánimes

El rígido, mantiene lo ganado, su patrimonio, tanto de ideas como material. Porque sabe que dar entrada a una opción (la posibilidad de cambio) genera la duda y su cortejo de malestares. Cuando se adaptó, trabajosamente, a una pérdida, se mantiene férreamente en lo optado y es muy difícil sacarlo de ese esquema

Siempre acompaña a la duda, en el obsesivo, el presentir, el pensamiento mágico de que algo malo o dañoso para sí mismo o para otros puede ocurrir si no realiza tal acto, tal acción.

Idea obsesiva vs. idea impuesta

¿Cuándo decir que una idea es obsesiva y cuándo diferenciarla de otro tipo de ideas, por ejemplo de las ideas impuestas de la esquizofrenia?

En las ideas vivenciadas como impuestas de la esquizofrenia el paciente no considera que esa idea proviene de su propio yo y a veces no la considera absurda, porque no es de él, es de otro y sí condiciona la conducta, como en la idea obsesiva.

Obsesión vs. perfeccionismo

Se debe denominar ideación obsesiva cuando se reunen los criterios anteriores y evitar el concepto vulgar del término que designa obsesivo a aquella persona que sólo es excesivamente meticulosa y pulcra. Tenemos que diferenciar lo que es una ideación obsesiva de lo que es el perfeccionismo. ¿Cuál es el concepto diferencial?

El perfeccionista no considera absurdo lo que está realizando, inclusive no le produce angustia, al contrario, en ocasiones le es placentero, lo considera absolutamente propio de su yo, integrado a su personalidad.

Por ejemplo un pintor, que en unos centímetros cuadrados de tela, con un pincel está buscando el detalle, la luz, que el color sea exacto. Pero lo hace con placer, con ganas, es esforzado, es detallista, es constante, pero no lo considera absurdo el accionar, al contrario, cree que está haciendo una cosa de perfección, algo bueno, siente placer al hacerlo y corresponde a su personalidad. Su accionar va tras un resultado, una finalidad que él considera provechosa.

El deportista, que pasa ocho horas ejercitándose, es un perfeccionista. O la mujer ama de casa que limpia muy pulcramente porque le da placer tener una casa limpia. Es cierto que también hay mujeres que utilizan la sobretarea en el hogar para no pensar alguna problemática emocionalmente costosa, esta forma de negación o de bloqueo por la acción, ya es otra cosa. Y hay personas que consideran realmente absurdo y tonto volver a limpiar una y otra vez lo mismo, y aquí sí vemos el rasgo obsesivo.

Si lo diferenciamos así, en la práctica del consultorio nos vamos a encontrar con algo interesante: los obsesivos que consultan son pocos. Son complejos de tratar; carga al terapeuta de angustia porque se encuentran con un paciente que le resulta muy difícil sacarlo de su ideación obsesiva.

En realidad encontramos con más frecuencia al perfeccionista descompensado. Cuando el perfeccionista se descompensa, se deprime, porque se frustra si no le salen bien las cosas, entonces si rápidamente lo consideramos como obsesivo y le damos medicación, instrumentamos una técnica, armonizamos un poco el esquema de vida del paciente, es posible que tengamos éxito y mejore. Y nos ponemos contentos pensando que tratamos acertadamente a un obsesivo y no, simplemente volvimos a equilibrar a un perfeccionista.

Un caso de obsesión

Me contaba una paciente que el marido llegaba a la casa, y que todo debía estar cronometrado. Él venía a las seis de la tarde y ella a las seis menos tres ya estaba mirando la ventana para abrir la puerta porque él venía contaminado de la calle, entonces, toda la casa se predisponía para el rito. Todos los hijos tenían que permanecer a un costado y no saludar al padre, había un camino prefijado; cuando llegaba la mujer abría la puerta para que no tocase el picaporte, pasaba siempre exactamente por el mismo lugar e iba al baño, que estaba abierto, la ducha abierta y una bolsa grande de residuos, donde colocaba toda su ropa "contaminada", y se duchaba. En otro lugar estaba la ropa limpia, mientras la mujer limpiaba las pisadas del hombre hasta el baño. Una vez que estaba "descontaminado" recién ahí los chicos podían saludarlo. Condicionaba así, no sólo la conducta de él, sino también la de toda la familia.

Un caso de perfeccionismo

Juan estaba preparado, como todos los días a las seis de la mañana para correr 10 kilómetros por el camino anexo a las vías. La noche anterior había preparado su atuendo deportivo perfectamente ordenado cerca de su cama: las medias de algodón, las zapatillas especialmente diseñadas para el tipo de carrera en que él se ejercitaba, los pantalones, el buzo, la camiseta, el reloj cronómetro, etcétera. Seguía una dieta estricta y tres veces por semana se sometía a los rigores de su entrenador. Su meta inmediata: estar rankeado entre los diez más veloces en los 100 metros llanos de Argentina. Sus posibilidades de lograrlo eran factibles, por su estado físico, su velocidad, y la evaluación de se entrenador. El esfuerzo, el rescindir ciertos placeres, eran soportados por la ilusión del triunfo. Había días de alegría, cuando se conseguían las metas, y de revisión de errores y sobre exigencia, cuando no. Una distensión ligamentosa le impidió presentarse en una prueba decisiva. Eso lo derrumbó. Cuando lo trajeron a consulta presentaba todos los criterios de un síndrome depresivo. Tres meses después, tratamiento y psicoterapia de apoyo mediante, volvía a entrenar.

La consulta del perfeccionista y del obsesivo

¿Cómo se diferencia la forma del discurso de consulta del perfeccionista y del obsesivo? El perfeccionista suele consultar por un síndrome depresivo derivado de frustraciones o vicisitudes de la vida. Su estructura rígida le impide la plasticidad necesaria para adaptarse a estas modificaciones, Pero su discurso versa sobre el problema circunstancial y no sobre su rasgo de personalidad, el cual es egosintónico. El obsesivo consulta por la angustia que le genera su estado obsesivo y su discurso se centra en lo obsesivo, y con cierto displacer, vergüenza, suele narrar sus ritos y compulsiones. Este epifenómeno le resulta egodistónico. En ambos es muy útil la consulta complementaria de los familiares quienes aportan detalles esclarecedores, que es omitido por el perfeccionista por no considerarlos de importancia para su caso, y por el obsesivo por valorarlos como vergonzosos. Así pueden narrar que el desorden puede provocar en el perfeccionista un estado de reproche y protestas de variado grado de agresividad, pero es una tormenta de verano, ya conocida por los familiares. En el obsesivo, centrado en el orden, esto provoca un crisis de angustia y la descompensación es tal que el familiar aprende que eso "no se puede" hacer y colabora para que no se repita.

La diferencia entre la ordenalidad de Tellenbach y el perfeccionista

H. Tellenbach2 describió que en las interfaces de los depresivos podía existir una forma de comportamiento donde se priorizaba el afán de orden. Pero Tellenbach se apresura a declarar que dicho afán de orden no debe ser considerado anormal. Reconoce que en esta ordenalidad subyace lo angustioso, lo culpable, el sentido del deber y la formalidad, la voluntad de servicio y la disposición a ayudar. Hay respeto por la jerarquía, la autoridad, la fidelidad y lo moral. Es decir hay mucho esfuerzo del individuo hacia los otros. El perfeccionista se caracteriza por trabajar, esforzarse, por sí mismo, para sí mismo y por su obra. Y muchas veces trabaja en contra marea de las opiniones de los demás, incluso con una actitud de rebeldía. Priorizando sus concepciones por sobre sus pares como la historia del arte lo ejemplifica en muchos casos. El perfeccionista quiere ser ordenado, meticuloso, detallista. El melancólico, en la ordenalidad, "debe" ser ordenado, puntilloso, rendidor.

Un caso de ordenalidad

Cristina había pasado por dos fases, con un intervalo de 3 años, de depresión mayor a pesar de sus 36 años, cada una de ellas había durado 7 penosos meses. Tenía como antecedente que su padre se había suicidado a los 45 años. Reconocía que el único tratamiento efectivo, luego de probar toda la gama de antidepresivos, había sido el electroshock. Venía a consulta por la provisión y control del antidepresivo de mantenimiento que se le administraba en el período interfases. Vestía con elegante sobriedad, era de trato respetuoso pero mantenía con firmeza sus ideas cuando las consideraba correctas. Odiaba los imprevistos y verse obligada a cambiar de planes: me cuesta mucho, tengo que planificar todo de nuevo, se quejaba. Mantenía un orden impecable en su casa y en su trabajo, donde era muy querida y respetada como profesional. Pero todos sabían que era muy tolerante y comprensiva en muchos aspectos, menos en el desorden, la impuntualidad y la desidia. En esas ocasiones se mostraba inflexible y francamente desagradable. Verificaba los mínimos detalles en su afán de que su trabajo, y el de los que estaban bajo su responsabilidad, sea eficiente. Para lograrlo solía quedarse horas extras, no remunerables. En su casa, la lucha era con su hija adolescente, con un criterio muy distinto respecto al orden y en cuyo dormitorio "era imposible entrar". Vivía ocupada, cansada y planificando tareas. Era difícil hacerla reír con ganas. Pero ese era el tipo de vida que ella consideraba normal. El entrecejo a veces denunciaba la omega melancólica. La mirada, ciertos gestos y algunas frases, hacían entrever el temor de que la depresión se repitiera, a pesar de su esfuerzo por disimularlo.

El tratamiento

El tratamiento del obsesivo es complejo, azaroso, de resultado incierto. Se instrumentan variadas técnicas psicoterapéuticas, farmacológicas, incluso quirúrgicas, como recurso extremo, cuando falló todo: los fármacos, el psicoanálisis. Y a veces se consiguen remisiones parciales, alivios temporarios. Otras, el cuadro permanece inmodificable.

El perfeccionista no se trata, ya que no es patológico, sino una forma de ser, un rasgo de personalidad. Puede sufrir descompensaciones como cualquier otro humano por fracasos, frustraciones o aconteceres negativos de la vida, que lo llevan a manifestar un síndrome depresivo. Éste puede ser compensado por psicoterapia y/ o antidepresivos. Entonces el terapeuta, desprevenido, puede ilusionar que alivió a un "obsesivo".

El melancólico, en ocasiones, suele oscilar entre la fase depresiva y la ordenalidad. La ordenalidad para él es "estar sano", displacenteramente sano, ya que es el estado interfase entre una crisis y otra. No suele consultar en este periodo, de algún modo paradisíaco comparado con el infierno melancólico.

Bibliografía:

1. Marietán, Hugo, Semiología psiquiátrica. Editorial Ananké, Buenos Aires, 1998

2. Tellenbach, H. La melancolía, Ediciones Morata, Madrid, 1976

3. DSM IV, APA, Masson, Barcelona, 1995.



Nota al pie:

1 Este trabajo está basado en una clase dictada por el autor para el Curso de Semiología Psiquiátrica (1999) en el Hospital Borda. Por lo que se pide tolerancia para el lenguaje coloquial y ciertas imperfecciones propias del dinamismo de estas exposiciones.

2 Médico Psiquiatra. Hospital Borda. Docente Adscripto de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. (hugo@marietan.com) (www.marieta

El trastorno obsesivo-compulsivo engloba entidades con diferentes caras


El trastorno obsesivo-compulsivo engloba entidades con diferentes caras
Tradicionalmente encuadrado en los desórdenes de ansiedad, el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) parece una enfermedad bastante más amplia de la que debería hablarse en plural. Así, cada tipo de TOC requiere un tratamiento específico, tal como ha puesto de manifiesto uno de los especialistas que más ha trabajado en esta enfermedad, Joseph Zohar.
Sonia Moreno 20/03/2007
El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) nos remite a la imagen de un paciente lavándose compulsivamente las manos. Ciertamente, los rituales de lavado, así como los de comprobación y de puesta en orden de objetos son síntomas característicos de esta entidad psiquiátrica, pero no son los únicos: "El TOC, aunque sería mejor hablar de los TOC, es la enfermedad del Y si...; los pensamientos negativos se suceden en el paciente, que no puede evitar imaginar la peor posibilidad ante un hecho cualquiera y actuar como si esa suposición fuera real", ha explicado Joseph Zohar, director de la División de Psiquiatría del Centro Médico Chaim Sheba, en Israel, y de la Clínica de Ansiedad y TOC de este centro.

Zohar, que se encuentra en Madrid con motivo del XV Congreso Europeo de Psiquiatría, es uno de los mayores especialistas en TOC y, de hecho, codirige el grupo que está elaborando los nuevos criterios para el diagnóstico del espectro de conductas obsesivas-compulsivas que se incluirán en el DSM V-ICD.

"Uno de nuestros propósitos para el DSM V es abandonar el término trastorno obsesivo-compulsivo y acuñar el de trastornos, porque, en realidad son varios: por ejemplo, está el TOC que se combina con los trastornos del tic -como el síndrome de Tourette, una enfermedad caracterizada por movimientos y vocalizaciones involuntarios-; si tienes TOC y un trastorno de tic, el tratamiento es diferente al de otros tipos de TOC: habría que administrar una combinación de inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina y de agonistas dopaminérgicos".

Además, el TOC se considera parte de los trastornos de ansiedad según la clasificación DSM IV, cuando "no creemos que deba constreñirse sólo a un desorden de la ansiedad, sino considerarse una enfermedad bastante más amplia". Zohar cita entre las diferencias que alejan al TOC de los trastornos de ansiedad la prevalencia según el sexo: "En general, los trastornos de ansiedad se producen con más frecuencia en las mujeres, mientras que en el TOC, cuya prevalencia en la población general es de un 2 por ciento, la proporción es 1:1; tampoco hay respuesta a los fármacos noradrenérgicos ni a las benzodiacepinas, como en cambio sí ocurre con los trastornos de ansiedad".

En la esquizofrenia
Otro de los tipos de TOC, identificado por el propio Zohar y Juan José López Ibor, es el trastorno esquizo-obsesivo. En alusión al psiquiatra español, Zohar ha recordado que "fue el profesor López Ibor el primero en describir el papel de los inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina (ISRS) en el TOC, la base actual del tratamiento del trastorno, aunque siempre en dosis mayores de las que empleamos con otros tipos de enfermedades psiquiátricas para las que también se indican los ISRS".

Ahora, estos psiquiatras han comprobado que el 20 por ciento de los pacientes con esquizofrenia tienen síntomas obsesivo-compulsivos.

En estos pacientes, tenemos que tratar ambas enfermedades. Esta alteración es un ejemplo más de las diversas caras del TOC, que pueden despistar al clínico: "Si un médico no está obsesionado por el TOC y no hace preguntas específicas no lo detectará".

Las preguntas recomendadas son: ¿se lava mucho? ¿Lo comprueba siempre todo? ¿Se preocupa por la simetría y/o el orden? ¿Suele tener pensamientos de los que le gustaría deshacerse pero no puede? ¿Tiende a acumular cosas o a coleccionarlas?. "Mi experiencia es que sin ellas no puedes diagnosticar un TOC. No es cuestión de que contesten afirmativamente a un número concreto, tan sólo son la base para empezar a hablar del tema".

Hechos vitales que conducen al TOC
El origen neurobiológico del TOC no significa que haya factores vitales que puedan contribuir a desencadenarlo en los sujetos predispuestos. Así, Zohar se ha referido a dos hechos biográficos que favorecen la aparición del trastorno: un episodio traumático y el embarazo. Durante este último y después del parto, se produce un aumento del riesgo de desarrollar conductas obsesivo-compulsivas.

"Es menos conocido, y también menos frecuente que la depresión postparto, pero también se produce; al parecer con el aumento de la oxitocina, una hormona que se ha relacionado con el trastorno".

En cuanto al trastorno por estrés postraumático, se calcula que un 30 por ciento de los afectados desarrollará el TOC. "El estrés postraumático es uno de los cuadros psiquiátricos donde se puede realizar tratamiento preventivo, evitando en el afectado la memoria emocional que lo desencadene".

Fenomenología de los delirios y las ideas obsesivas


Fenomenología de los delirios y las ideas obsesivas

A pesar de que el TOC siempre ha estado claramente clasificado como una neurosis, la realidad clínica nos muestra que muchos pacientes no perciben sus síntomas como excesivos o irracionales, y que sus ideas entrarían en el campo de las ideas sobrevaloradas o delirantes (1-3). La nosología contemporánea del TOC se debe mucho a la definición que fue dada por Esquirol, en 1838:

Es la idea recurrente o persistente, el pensamiento, la imagen, el sentimiento o movimiento que es acompañado por un sentido subjetivo de compulsión y un deseo a resistírselo y el evento es reconocido por el individuo, como ajeno o extraño a su personalidad y dentro de la anormalidad. De lo cual se dice que él tiene conciencia de enfermedad. (2)

Esta definición ha persistido con pocas modificaciones; el punto de vista que se mantiene en el momento es que el paciente con TOC puede pensar racionalmente sobre sus preocupaciones obsesivas y le es posible reconocer que éstas no tienen sentido (2). Este hecho se ha venido cuestionando últimamente en la literatura psiquiátrica, ya que se ha observado cómo en el TOC existen grados de conciencia de enfermedad dentro de la validación de sus creencias, que se extienden desde lo puramente obsesivo hasta llegar a una intensidad delirante (1-3,11).

Todo este movimiento hizo que en el DSM-IV se realizará algún reconocimiento a esta situación y apareciera la expresión con pobre conciencia de enfermedad:

Sí, durante la mayor parte del tiempo del episodio actual, el individuo no reconoce que las obsesiones o compulsiones son excesivas o irracionales. Siendo útil esta especificación en situaciones que se encuentren a mitad de camino entre la obsesión y el delirio. (1)

Otro aparte de el DSM-IV también comenta: “No obstante, algunos individuos presentan síntomas de TOC y esquizofrenia a la vez, lo que justifica el diagnóstico simultáneo de ambos trastornos” (1). Por su parte, la Clasificación internacional de las enfermedades (CIE-10) se dirige a estos temas diciendo sólo que los síntomas O-C en presencia de esquizofrenia deben ser considerados parte de la esquizofrenia (1).

Michael J. Kozak expone que la línea divisoria entre obsesiones, ideas sobrevaloradas y delirios es clara sólo en la teoría, pero no en la práctica, por lo cual han perdido utilidad diagnóstica los criterios del DMS-IV y el CIE-10, en algunos casos, y ha llevado a que estos términos se usen de una manera intercambiable. Al igual, afirma que parte de esta confusión surge debido al deseo de continuar considerando el TOC una neurosis y de rechazar la observación de pacientes con TOC y pensamiento psicótico (2).

Alexandra Bottas y cols. sugieren emplear algunas herramientas para hacer claridad sobre este tema (véase Cuadro 1).

Antonio, tienen treinta y cuatro años, y desde hace tres empezó a preocuparse por la posibilidad de contraer una enfermedad, concretamente pensaba en el S.I.D.A. Después de hacerse tres pruebas, sigue dudando sobre la posibilidad de estar infectado o poder llegar a estarlo. Se aleja de sus amigos cuando ve que tienen una pequeña heridita, por ejemplo en un dedo, ya que empieza a dudar de ellos y piensa que le pueden contagiar. Cada vez sale menos a cenar con su mujer, porque no confía en la higiene del restaurante, con lo que antes de empezar a comer, limpia los cubiertos y copas que le ponen en la mesa. Si viaja en autobus no se atreve a tocar el posamanos porque "a saber quien lo ha tocado antes".

Su vida, cada vez es más complicada. Empezó con una pequeña preocupación, probablemente justificada, pero ahora lo duda todo, realmente está obsesionado con la higiene y seguridad de él y los suyos.

Síntomas de las obsesiones

* Una idea, pensamiento o imagen se repite en tu mente..
* Sabes que es exagerado, que no tiene sentido pero no lo puedes controlar.
* Generalmente, crea malestar y nerviosismo.
* Para evitar o neutralizar ese pensamiento, tienes que realizar un rito determinado. Por ejemplo comprobar una y otra vez que has cerrado con llave la puerta de su casa, teniendo incluso que abandonar el trabajo para ir a casa y comprobarlo. Levantarte varias veces de la cama por la noche, para comprobar que todas las luces están apagadas o los grifos cerrados...

Algunas sugerencias

* Hay que distinguir entre una preocupación normal, y una obsesión o preocupación excesiva. Es normal preocuparse si un hijo llega tarde a casa, pero hay que ser capaz de desconectar y pensar en otra cosa hasta que llegue. En una obsesión es realmente imposible distraerse, el pensamiento se impone una y otra vez.
* La importancia de la obsesión dependerá del grado en que afecte a tu vida cotidiana.
* Si la obsesión es muy frecuente, te crea un gran malestar y te sientes incapaz de controlarla, consulta personalmente con un profesional.

fuente:Silvia Bautista. PSICÓLOGA