metafora del autobus:la inutil lucha contra los pensamientos


Es difícil resistirse cuando la distancia entre obtener y sentir algo (aunque sea inútil o absurdo) y quedarse a dos velas sin que ocurra niente es tan sólo darle a una tecla. Si eliges pulsar demuestras estar ávido de experiencias, de que te pasen cosas, de saltarte las reglas. Pero esa misma acción también puede revelar debilidad, capricho, la insana curiosidad morbosa que mata al gato y te deja peor de lo que estabas, para qué me metería yo en estos fregaos. Total, que si le das, malo, y si no, peor. Como me comentó ayer el Rodolf, un madrileño y sin embargo amigo, parece que “elijas lo que elijas eres un pringao”.

Al final todo parece una cuestión de decisión sobre el estilo de vida, entre uno más arriesgado y hedonista basado en indagar, experimentar, cambiar, probar y fracasar o tener éxito; y otro más conservador y estoico centrado en mantener, no necesitar, sacarle partido a tu situación actual y esperar, sin ganar ni perder. ¿Cuál es el adecuado? Seguramente el que te funcione y te haga sentir mejor a medio y largo plazo. Siempre perderás algo y siempre ganarás algo, el balance lo haces tú.

Otro tema relevante es por qué nos resulta tan dificil no hacer o no pensar en algo cuando nos han sugerido que así lo hagamos. Sólo hace falta que te digan “no pienses en elefantes rosas” para que te pases toda la tarde revoloteando entre ellos. ¡Joé, me está volviendo a pasar¡

Y es que luchar contra los pensamientos negativos “teniéndolos en cuenta” es la forma de alimentarlos más, de aumentar el mal rollo y la ansiedad. Si a uno le deja la novia empieza a decirse que no va a encontrar nunca a nadie que le guste tanto y deja de salir por “miedo al fracaso”; o se dedica a intentar ligar como un desesperado para no sentirse solo. Si se preparan unas oposiciones se puede empezar a pensar que es imposible sacarlas y que se van a perder muchos años en el intento, y eso puede ser la “excusa” para dedicarse menos y sentirse más tranquilo. Es curioso cómo siempre se nos ocurren tantas cosas que hacer cuando nos ponemos a estudiar…

Lo peor de todo es que no tiene que pasar nada especialmente grave para que uno le dé vueltas al coco y esa charla con sus pasajeros negativos se convierta en una forma de vivir y de tomar decisiones. La cuestión es cómo enfrentarse a estos elefantitos cabrones, si hablando con ellos e intentando “racionalizar”, o dejándolos estar, sin intentar controlarlos aunque sigan dando la lata para dedicarnos a lo que tenemos que hacer.

En fin, creo que ya he mencionado en alguna ocasión que yo me quedo con la segunda opción. Y si después de todo este rollo te sigue interesando profundizar en las ventajas de aceptar en lugar de debatir con tus elefantes puedes seguir leyendo la METÁFORA DEL AUTOBÚS Y LOS PASAJEROS. Ya está publicada en orientacionprofesional.org pero aquí te la pongo más a mano. Ya sabes, la vida es pulsar o no pulsar. Pero que no decidan tus pasajeros por ti. Hasta el lunes.

Metáfora del autobús y los pasajeros

Imagínese que usted es el conductor de un autobús con muchos pasajeros. Los pasajeros son pensamientos, sentimientos, recuerdos y todas esas cosas que uno tiene en su vida. Es un autobús con una única puerta de entrada, y sólo de entrada. Algunos de los pasajeros son muy desagradables y con una apariencia peligrosa.

Mientras usted conduce el autobús algunos pasajeros comienzan a amenazarle diciendole lo que tiene que hacer, dónde tiene que ir, ahora gire a la derecha, ahora vaya más rápido, etc., incluso le insultan y desaniman, eres un mal conductor, un fracasado, nadie te quiere… Usted se siente muy mal y hace casi todo lo que le piden para que se callen, se vayan al fondo del autobús durante un rato y así le dejen conducir tranquilo.

Pero algunos días se cansa de sus amenazas, y quiere echarlos del autobús, pero no puede y discute y se enfrenta con ellos. Sin darse cuenta, la primera cosa que ha hecho es parar, ha dejado de conducir y ahora no está yendo a ninguna parte. Y además los pasajeros son muy fuertes, resisten y usted no puede bajarlos del autobús. Así que resignado vuelve a su asiento y conduce por donde ellos mandan para aplacarlos.

De esta forma, para que no le molesten y no sentirse mal usted empieza a hacer todo lo que le dicen y a dirigir el autobús por dónde le dicen para no tener que discutir con ellos ni verlos. Usted hace lo que le ordenan y cada vez lo hace antes, pensando en sacarlos de su vida. Muy pronto, casi sin darse cuenta, ellos ni siquiera tendrán que decirle “gire a la izquierda”, sino que usted girará a la izquierda para evitar que los pasajeros se echen sobre usted y le amenacen.

Así, sin tardar mucho, empezará a justificar sus decisiones de modo que casi cree que ellos no están ya en el autobús y convenciéndose de que está llevando el autobús por la única dirección posible. El poder de estos pasajeros se basa en amenazas del tipo “si no haces lo que te decimos, apareceremos y haremos que nos mires, y te sentirás mal”. Pero eso es todo lo que pueden hacer. Es verdad que cuando aparecen estos pasajeros, pensamientos y sentimientos muy negativos, parece que pueden hacer mucho daño, y por eso usted acepta el trato y hace lo que le dicen para que le dejen tranquilo y se vayan al final del autobús donde no les pueda ver.

¡Intentando mantener el control de los pasajeros, en realidad ha perdido la dirección del autobús¡ Ellos no giran el volante, ni manejan el acelerador ni el freno, ni deciden dónde parar. El conductor es usted.
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