Del enamoramiento al amor


http://www.hoymujer.com/amor-y-sexo/enamoramiento,amor,101529,11,2009.html

Del enamoramiento al amor

Isabel Menéndez

Del enamoramiento al amor

Autor: M. NIEBLA

Cuánto tiempo dura una pasión? ¿Por qué se rompen algunas parejas tras las primeras decepciones? ¿En que se diferencia el enamoramiento del amor? Elsa llevaba cinco años enamorada. Cinco años enferma de una tontería que no le había dejado darse cuenta de cómo era su marido. No entendía qué había pasado para que ya no le gustara. Lo mismo que al principio le atraía, ahora le parecía molesto. ¿Qué le estaba pasando?

Lo había conocido en la calle. Ella se cayó y Alberto fue a su encuentro y le preguntó si se había hecho daño y cómo se sentía. A Elsa dejó de dolerle el alma. Llevaba toda la vida esperando que un hombre le preguntara cómo se sentía. Fue un flechazo. Se miraron y, sin saber cómo, Elsa acabó en casa de Alberto. Él le puso una venda no sólo en su tobillo, sino también en su corazón. Diez meses después planeaban su boda.

Palabras y silencios

Alberto era médico. Se interesaba mucho por sus pacientes, pero era poco hablador. Esto, que al principio había cautivado a Elsa, ahora le molestaba. Le reprochaba que no le hablara de sus cosas, pero no veía el valor de sus silencios. Él sabía escucharla, algo que ella nunca había sentido cuando hablaba con su padre. Elsa era la menor de tres hermanas. En una psicoterapia comprendió que había tratado de calmar con Alberto la carencia afectiva que había sentido hacia su padre, que nunca se había interesado por sus preocupaciones. La actitud del marido señalaba aún más lo que el padre no había podido hacer. Cuando pudo aceptar las carencias paternas y llegar a quererle como era, dejo de recriminar a Alberto lo que no le daba y supo reconocer lo que sí le ofrecía: escucha y atención. Claro que para ello también tuvo que reconocer lo que ella podía ofrecerle y lo que no.

En una nube

El éxtasis que siente el enamorado se debe a la ilusión de sentirse pleno. Se imagina que nada le falta, que todas sus carencias están cubiertas. Se siente en una nube, en un mundo donde todo lo que le interesa está a su alcance. Puede perder la voluntad junto a su amado: pierde el sentido crítico y se somete a él. Freud comparó el enamoramiento con la sugestión hipnótica. La percepción de la realidad es distorsionada por la imagen ideal que el enamorado proyecta sobre el objeto de su devoción. ¿Dónde queda él ante una persona tan magnífica, tan ideal? Por lo general se siente inferior, a disposición de su amor. Este estado provoca una sobreestimación de la persona amada y un empobrecimiento del “yo”. La energía vital se halla focalizada en el otro. Ya nada importa, sólo él o ella. Los amantes crean un mundo propio y sólo él les interesa.

La transformación de la pasión en un amor duradero requiere profundos cambios internos. El que vive una pasión niega los defectos y las carencias; los protagonistas del amor reconocen las debilidades del otro y le quieren por ellas. La pasión nos hace altivos; el amor, humildes. La primera excluye todo lo demás; el segundo incluye lo que es enriquecedor. La pasión es rápida y el amor se logra día a día. Pero es preciso que en la pareja se hayan aceptado las carencias de ambos.

La vida de pareja es como una planta, que requiere luz, cuidado y paciencia: la luz da el conocimiento de algunas características del amor; el cuidado implica darle el tiempo que necesita; y la paciencia, atención y energía. A veces, tras un flechazo, el amor muere muy rápido. En otras ocasiones, crece. Depende mucho de la manera en que ambos lleven su relación. Ahora bien, para manejarla mejor hay que conocerla.

En el amor es necesario aceptarnos incompletos y limitados. Esto nos facilitará aceptar los límites del otro y así la pareja podrá acompañarse mutuamente y, tras las inevitables decepciones, podrá afrontar los necesarios reajustes que la conduzcan al amor. Si aceptamos que siempre nos faltará algo, quizá lo que no nos falte sea el amor. Habremos dejado atrás la omnipotencia de suponer tenerlo todo cubierto con el amado y no le pediremos más de lo que nos puede dar. El amor es generoso y no espera de la pareja lo imposible. Tiene más en cuenta al otro en su realidad y en sus limitaciones, pero, para que esto se produzca, tenemos que haber aceptado las nuestras.

¿QUÉ PODEMOS HACER?

• Si piensas que el amor no es como antes, pregúntate: ¿Por qué elegí a mi pareja? ¿Cómo la he idealizado? ¿No soporto sus defectos? ¿Cuáles son los míos?

• Valorar las cualidades del otro es lo opuesto a idealizarlo. Reconoce sus cualidades y su subjetividad, no intentes “poseerle”. Esto requiere que aceptes tus dificultades y que no le uses para tapar tus frustraciones.

• Un cierto grado de idealización del otro siempre existe. Si es excesivo, lleva a una decepción, cuando descubres en él lo que tu mirada infantil y exigente había suprimido.

• Si tu autoestima es baja, idealizas al otro para reparar las dificultades de adecuar tu ideal a nuestra realidad. Así, al identificarte con él, reparas imaginariamente tus fallos.