Algunas personas sólo viajan en el primer vagón del metro, y otras duermen con flores junto a su cama.


María Jesús Ribas/MCM/EFE - REPORTAJES

Algunas personas sólo viajan en el primer vagón del metro, y otras duermen con flores junto a su cama. Muchos artistas evitan vestirse con cierto color antes de desarrollar su actividad. Hay escritores que reescriben un párrafo para que no quede una palabra aislada en la última línea. Mucha gente no sale de su casa sin pañuelo, reloj o pulsera determinados.

Todos tenemos pequeñas obsesiones y compulsiones que consideramos normales. Pero las manías, que pueden formar parte de la personalidad, se convierten en una pesadilla cuando se viven como algo molesto e interfieren en la vida cotidiana. Conforman el Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC).

Es el caso de una persona que imagina que se asoma con su hijo por la ventana, perdiendo el control, con lo que el niño cae al vacío. Para aliviar el malestar que le ocasionan esas ideas inapropiadas, intenta suprimirlas o neutralizarlas con otros pensamientos o con acciones a las que da un valor casi mágico.

Si acaba con la idea, diciéndose que es una tontería o pensando en otra cosa, dejará de importarle, pero si ésta repite y no logra controlarla, inicia una conducta para protegerse de lo que piensa, por ejemplo rezar cada vez que tiene ese pensamiento. Este es un comportamiento característico del TOC.

Las obsesiones son ideas, pensamientos o imágenes que se repiten en la mente. Causan malestar y nerviosismo y la persona se siente incapaz de controlarlas, aunque sabe que son absurdas. No son preocupaciones, ya que alguien puede preocuparse por lo que hace su hijo fuera de casa, sin llegar a obsesionarse.

EN UN CÍRCULO VICIOSO

Los pensamientos obsesivos pueden dar paso a una compulsión: una o varias acciones que repiten o intentan evitar para reducir el malestar. La persona intenta oponerse a ellas, pero como así se siente peor, se comporta compulsivamente, aliviándose y relajándose. Cada vez que la obsesión reaparece, repite la compulsión para mitigar la molestia.

Otro componente del TOC son los rituales: una serie de compulsiones encadenadas o de actos efectuados de modo repetitivo, por ejemplo atravesar tres veces el umbral antes de entrar en la casa o sentarse en el sillón de determinada manera.

Un paciente con TOC puede apagar la luz, salir a la calle, volver a subir a su casa y volver a comprobar si estaba apagada, muchas veces, y aún así se queda con la duda de si lo ha hecho.

El TOC se caracteriza por “la presencia de obsesiones o ideas que acuden repetidamente a la mente y que el sujeto reconoce como propias, aunque las rechaza porque interfieren su actividad, y que a veces se acompañan de compulsiones y rituales.

Es un trastorno muy frecuente, que suele iniciarse en la adolescencia y afecta igualmente a mujeres y varones. Si no se trata, llega a invalidar la vida del paciente, ocupando todo su tiempo y tiranizando a las personas de su entorno.

Los pacientes ocultan su enfermedad durante años, creyendo que pueden controlarla, por miedo a estar enloqueciendo o debido a la vergüenza. Por ello omiten comentar el problema a sus allegados o consultar al médico, hasta que ya no pueden disimular.

La importancia de las obsesiones depende del grado en que afecten la vida cotidiana: si alguien tiene miedo a enfermar y deja de salir, relacionarse y trabajar, tiene un problema grave.

El límite a partir del cual las obsesiones se consideran patológicas y requieren un tratamiento, lo establece el paciente a partir del grado de pérdida de libertad que le producen.

Los rasgos obsesivos como el perfeccionismo, la puntualidad, el orden, los escrúpulos o la reiteración, se encuentran en muchas personas normales. El TOC se diagnostica cuando el enfermo rechaza sus ideas obsesivas y quiere librarse de ellas.

El origen de este desorden es incierto. Algunos expertos creen que tiene una base neurológica y se sabe que existe cierta predisposición hereditaria. La muerte de un ser querido, las tensiones en el trabajo, los problemas en la pareja o con el sexo, el agotamiento y el estrés, pueden desencadenar ideas obsesivas.

Asimismo, haberse educado en un ambiente restrictivo y carecer de un buen entorno social y de habilidad para comunicarse hacen a la persona más vulnerable a padecer ese trastorno.

INTERFERENCIA Y MALESTAR

Además de causar malestar, las obsesiones y compulsiones suponen una pérdida de tiempo. El hecho de tener continuamente unos pensamientos determinados, puede hacer que surjan dificultades para concentrarse en tareas como la lectura o el cálculo e interferir en la actividad laboral o profesional, así como en las relaciones con otras personas.

El individuo obsesivo sabe que sus pensamientos no tienen demasiado sentido, pero se siente incapaz de controlarlos. Puede ocultar su trastorno mucho tiempo porque evoluciona lentamente.

Finalmente, el paciente suele acudir al psicólogo por los síntomas asociados al TOC, como la ansiedad o la depresión.

La administración de antidepresivos, junto con la psicoterapia, es el principal tratamiento del TOC, efectivo en siete de cada 10 casos.

CUATRO PASOS

1. Diferencie obsesión de preocupación. Pregúntese: ¿Me vienen a la mente ideas, pensamientos o imágenes fuera de control? ¿se repiten a menudo? ¿me crea un gran malestar pensar en ello? ¿son ideas que no debería pensar? ¿realizo algún ritual o evito situaciones para eliminarlas? Si la respuesta a estas interrogantes es afirmativa, quizá sea una obsesión.

2.Busque las causas del malestar. Aunque las ideas obsesivas pueden hacerse realidad y son algo probable, conviene analizar ese pensamiento para contribuir a disminuir el malestar. Es importante enfrentarse a aquéllo que nos crea temor con el fin de descubrir que no tenemos de qué preocuparnos.

3.Acote sus pensamientos. No pase todo el día pensando en la idea o imagen obsesiva. Para seguir con su vida normal, propóngase pensar en lo que le preocupa sólo durante un lapso determinado: por ejemplo en la media hora que tiene libre en algún momento del día, nunca fuera de ese horario.

4.Hable con un profesional. Si la obsesión es frecuente, le produce malestar y es incapaz de controlarla, consulte su problema con un psiquiatra o psicólogo.

PARA ALIVIARLAS

Posponga. Propóngase cumplir algo más tarde los rituales como comprobar la puerta del coche o la llave del gas. Así desarrolla una habilidad para controlarlos, mientras se enfrenta durante más tiempo al pensamiento que le preocupa.

Desacelere. En vez de comprobar rápidamente el coche o el gas, vaya caminando despacio, andando sin correr. Así podrá tener más control sobre la situación.

Modifique. Si se lava las manos del mismo modo, cambie algo que le haga descubrir que controla su conducta.

Interrumpa. Busque apoyo, una tarea que le distraiga o algo incompatible con el ritual, para no practicar el ritual. .

fuente:la prensa revista