Obsesivos compulsivos avergonzados




Obsesivos compulsivos avergonzados
La condición conocida como Desorden Obsesivo Compulsivo (OCD por sus siglas en inglés) es la enfermedad mental más frecuente después de la depresión.

El desorden obsesivo compulsivo es la enfermedad mental más frecuente después de la depresión.
Sin embargo, las personas afectadas por el síndrome -caracterizado por el desarrollo de una serie de comportamientos obsesivos, como lavarse las manos con frecuencia- se sienten avergonzadas de hablar al respecto, incluso con sus familiares.

Gillian Knight, londinense de 43 años de edad, quien después de muchos años y un tratamiento adecuado controló la enfermedad, compartió su experiencia con la BBC.

Con tan solo 13 años de edad descubrí que había algo extraño en mi comportamiento.

Empecé a preocuparme porque las cosas que hacía -o que dejaba de hacer- podían ocasionar algún accidente o causar algún daño a mis seres queridos.

¿Había apagado las hornillas de la cocina?, ¿había desenchufado la plancha?, ¿había dejado todas las cosas organizadas adecuadamente en la casa?

Yo no quería hacerle daño a nadie, pero los pensamientos de que accidentalmente pudiera hacerlo, aparecían en mi mente todo el tiempo, así que para deshacerme de ellos, tenía que revisar que todo se encontrara en perfecto orden.

No hubo ningún detonante, sencillamente fue algo que ocurrió.


Gillian Knight, diagnosticada con OCD.
Yo no quería hacerle daño a nadie, pero los pensamientos de que accidentalmente pudiera hacerlo, aparecían en mi mente todo el tiempo, así que para deshacerme de ellos, tenía que revisar que todo se encontrara en perfecto orden
Gillian Knight
Una vez pasé una hora en el baño tratando de que la alfombra quedara totalmente lisa, para que nadie la pisara y se resbalara. Pero mientras más trataba de que quedara lisa, menos lograba que así fuera.

Al principio revisar las cosas genera un sentimiento de tranquilidad en la persona, sin embargo, esas revisiones se vuelven más frecuentes en la medida en que los pensamientos obsesivos aumentan.

El tiempo pasa y se desarrollan rituales que pueden ser muy embarazosos, por eso es muy difícil abrirse y hablar de ellos. Me sentía ansiosa y en los peores momentos, suicida.

Pasaba tardes enteras llorando en mi cuarto, me aislé totalmente.

Adicionalmente se encontraba el problema del diagnóstico y el tratamiento adecuado. Yo lo recibí a los 26 años, después de años de infructuosas visitas a médicos que me aseguraron que sufría de depresión.

El efecto de tomar los medicamentos adecuados para mi condición fue impresionante. Todavía tengo mis días malos, los pensamientos que solía tener no desaparecen totalmente, pero al menos ya no me molestan más.