Cómo vivir con alguien que sufre Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC)


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Una persona que no puede dejar de lavarse las manos de una forma determinada, que debe controlar si está cerrada la puerta, o si la llave del gas está abierta. Una persona que teme, sufre y se angustia por la posibilidad de que le pase algo a un ser querido. Una persona que sufre este tipo de rituales que no puede controlar, ni evitar, es alguien que sufre el Trastorno Obsesivo-Compulsivo o Desorden obsesivo compulsivo (TOC).

Por favor NO piense en elefantes rosas. Le dije que no lo haga, quítese esa imagen de la cabeza. No puede. Este es el típico ejemplo para que alguien se imagine cómo es tener TOC. La clave está en que la mayoría de las personas no podrá dejar de pensar en los elefantes rosas, no podrá quitarse esa imagen de su cabeza aunque les hayan dicho que no la imaginaran.

Esto se llama la “Paradoja de la Evitación del Pensamiento”, y en las personas que tienen TOC esto sucede a diario, sin importar el esfuerzo que pongan e intentar quitar de su mente imágenes molestas o pensamientos, los sentimientos de angustia y ansiedad predominan. Una persona normal puede tener este tipo de situaciones, pero al rato se pasan. En una persona con TOC eso no sucede.

La vida para estas personas no es sencilla, y no sólo por lo que tienen que afrontar, sino por el entorno. La gente suele creer que exagera, que actúa, que quiere llamar la atención. No le suelen prestar atención a que la persona con TOC sufre, y necesita de que la comprendan y que la ayuden.

hand wash rebel attack
¿Qué es el Trastorno Obsesivo Compulsivo?

El TOC es un desorden de ansiedad, ¿y qué es la ansiedad? Es tener angustia y miedo ante el temor de perder algo preciado, como la vida propia o de alguien querido. Aunque la angustia también es temer perder un objeto. El caso es que todo el mundo sufre angustia, es un estado que se caracteriza por un incremento en las facultades de precepción. Pero en los desórdenes de ansiedad lo que sucede es que esta se incremente hasta un grado desagradable para la persona.

El TOC no es una enfermedad mental, sino lo dicho un desorden de ansiedad, que le ocurre a más de 100 millones de personas en el mundo, se cree que afecta al 2% de la población. El OMS la incluye entre las 5 enfermedades psiquiátricas más discapacitantes.
Tratamientos

Hoy en día hay tratamientos con fármacos psiquiátricos y con terapias que pueden ayudar a una persona con TOC a vivir una vida casi normal. Casi, porque los síntomas bajan, pero no desaparecen. La persona con TOC sufre menos la angustia, pero la sigue sufriendo, y los rituales se calman pero siguen estando allí.
¿Cómo sabemos si alguien tiene Trastorno Obsesivo Compulsivo?

Los síntomas pueden aparecer a una edad temprana, a partir de los 6 años de edad. Gran parte de quienes lo sufren suelen tener una inteligencia por sobre el promedio, puesto que la propia naturaleza de la enfermedad precisa de patrones mentales complicados. Es importante que si se detecta alguno de los síntomas la persona sea tratada por un profesional, ya que el TOC sin tratar es puede ser uno de los trastornos más irritantes y frustrantes.

Para una descripción detallada de los posibles síntomas pueden ir a Webtoc. Pero aquí diremos que el enfermo típico de TOC realiza tareas (o compulsiones) para buscar un alivio de la ansiedad relacionada con las obsesiones.

Los dos términos dentro del nombre de este trastorno nos dan una pista. Obsesivo, habla de las obsesiones, que son ideas, pensamientos, imágenes o impulsos recurrentes y persistentes que no son producidos de forma voluntaria, sino que invaden la conciencia del individuo y son vistos por el como repugnantes o sin sentido. La persona intenta reprimirlos o ignorarlos, pero no puede evitarlos.

Compulsivo, tiene que ver con las conductas de las personas con TOC, que son compulsivas, repetitivas con un aparente fin y según unas reglas determinadas que pueden ser estereotipadas. Suelen ser conductas que parecen tener un fin en sí mimo, pero en realidad están “diseñadas” para prevenir o evitar alguna situación futura. Por ejemplo, lavarse las manos, miedo a enfermarse; cerrar la puerta 10 veces, miedo que alguien entre, y así.

Aquí también la persona con TOC intenta resistirse pero no puede. La persona sabe que es una conducta sin sentido, y no tiene ningún placer por llevarla a cabo, más bien todo lo contrario, si bien le produce un alivio de tensión.
Cómo tratar a un familiar o amigo con TOC

Una persona con TOC es identificable de forma sencilla. Los familiares o amigos cercanos se dan cuenta de todos los rituales, es lo primero que notan. Pero suelen descuidar o ignorar la parte de la angustia y los miedos.

Lo principal es apoyar a la persona con TOC, darle nuestra comprensión y aceptación. Que no siente una carga adicional de nuestra parte, como por ejemplo un rechazo hacia su enfermedad.

La persona con TOC se da cuenta de lo que sufre, no es algo inconsciente. Ahí radica otro de los problemas, la persona se ve lavándose las manos decenas de veces pero no puede evitarlo y sufre . Y muchas veces también se sienten culpables por ello.

La familia suele reaccionar de mala manera ante los síntomas de una persona con TOC. Suelen criticarlo porque no pueden dejar de repetir un ritual, no comprenden que no es algo que ellos puedan elegir, es algo que no pueden controlar. Incluso sufre burlas o retos.

Otras veces no se enfadan, pero tratan de evitar que realicen los rituales, o hacen de cuenta que no pasa nada, o algo peor es que colaboren con esos rituales.

Todas estas actitudes son contraproducentes para las personas que sufren de TOC. Ellos suelen sentirse mal por su problema, y tratan de ocultarlo para no llamar la atención de forma negativa.

Hay veces que podemos ayudar a quienes sufren TOC. Una de las características TOC es que sobrevaloran las ideas, y a veces esa exageración que hace su mente puede ser rechazada gracias a la ayuda de otra persona. Por ejemplo pueden tener el pensamiento de que existen muchas posibilidades de que un ser querido vaya a sufrir un daño, sin embargo esas posibilidades no existen, son sólo una exageración de su mente. Así que si alguien le explica racionalmente por qué es imposible que eso que teme suceda, puede ser que se convenza que su miedo es infundado.

Esto es posible porque muchas veces quienes sufren de TOC tienen dudas y se sienten inseguros de si sus compulsiones son irracionales o no. Con la opinión de alguien extra, puede luchar contra la compulsión.

También se puede ayudar al TOC con comentarios de aliento cuando vemos que está sufriendo la desesperanza típica que suele darles cuando la ansiedad es mucha. Si esto se intensifica puede degenerar en depresión, por eso es bueno que no sólo uno ayude al TOC en casa, sino que haya un tratamiento profesional.
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El Aviador Visiones por encima de las nubes





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El Aviador
Visiones por encima de las nubes
Por Héctor Mendoza

Después de ver la película basada en la vida del magnate, cineasta, inventor y aviador Howard Huges, una pregunta se impuso ¿por qué decir que se trata del caso de una persona que padece de trastorno obsesivo compulsivo (T.O.C.)? ¿Cómo se relaciona esto con lo propuesto por el psicoanálisis con respecto a lo obsesivo? Se que muchos dirán que resulta innecesario hablar de diagnósticos psiquiátricos, pero justamente el seguir la pista de las excentricidades de Huges, más allá de llamarlas “manifestaciones de su T.O.C.”, nos permiten reconocer el genio y el carácter visionario como características intrínsecas en este caso. Así, en lugar de ser la historia de un hombre contra la enfermedad, es la historia de un hombre visionario, donde la enfermedad es la forma que tiene de ser hombre.

La historia bien ser podría llamar “apuesta por una visión”, y es justamente en lo concerniente de la apuesta que ya no nos encontramos en el terreno de la vulgar neurosis obsesiva (resaltamos lo vulgar en animo de devolverle al obsesivo lo cochino y obsceno de su pulcritud), ya que lo que brilla de esta es la incapacidad de apostar, siempre se juega a lo seguro, lo cual no es jugarse nada.

¿Por qué Huges necesita 26 cámaras para filmar su secuencia de vuelo? “¿No le parecen que ya tiene bastantes?” pregunta un ejecutivo cuando Huges le pide prestadas dos cámaras más. Huges responde que no, que necesita 26 para que sea perfecta. Muy bien podríamos decir, “¡claro, el típico obsesivo perfeccionista!” frase que borraría el carácter básico de la perfección del obsesivo, que se acomoda perfectamente a las convenciones sociales. El niño que le dice a la maestra que ese día había dicho que sería el examen, ya que no puede soportar el olvido, el error, la falla, la imperfección que puede pernear la ley, así que se vuelve el soporte de ayuda a la ley. Una cosa es no soportar la aparición de la falla y otra cosa es apostar por una visión “personal”. Huges le apuesta al futuro, Huges ve el futuro en tiempo presente. De hecho se anticipa a la forma de hacer películas en Hollywood, recordemos que la escena que nos presenta una imagen del mundo virtual, la tan recordada escena “bullet time” en “The Matrix”, fue filmada con 120 cámaras.

Tal vez el único problema de Huges es no poder parar de pensar, de ver y hacer. En los momentos de triunfo donde todos están celebrando, Huges sigue ideando. De nuevo podríamos pensar que muy obsesivamente no disfruta, la perfección impide que sienta placer lo cual se aplica a mucha gente pero no a Huges, en él se da el fenómeno de dos posibilidades, o el producto final no se asemeja a la visión que tenía o ya tuvo una nueva visión que seguir. La diferencia sustancial entre la reacción de Huges y la del neurótico obsesivo es que la culpa-deuda-pena-duda característica de este último no aparece en el aviador.

Precisemos que obsesión, o conducta compulsiva no dice nada por si misma, sino solo nos dice que alguien esta preso entre las redes de un determinado discurso que implica la relación del sujeto con respecto a un objeto, sea el de la “adrenalina” estilo el “Mocha-orejas”, sea la deuda del padre estilo el “Rat-Man” o sea las visiones del futuro estilo “Aviador”.

Lo interesante del caso que construyen DiCaprio y Scorssese en “el Aviador” son los recuerdos, podríamos decir, la fantasme de Huges siendo un niño con su madre. Los recuerdos nos muestran una escena donde un niño es bañado por su madre mientras ésta le explica que las infecciones que puede contraer por las enfermedades que hubo en el sur del país. Lo que más llama la atención es que no aparece la actitud frenética de aquella “psicosis del ama de casa” de la que habla Freud. Vemos a una mujer que tiernamente enjabona y limpia a su hijo, de manera erotizante. No es la escena de “¡limpia tu mancha!” culposa de los neuróticos, sino del acto erótico con tema de previsión y prevención, es decir, acto con la mirada puesta en el futuro. Lo que nos trae a dos reacciones de lavarse las manos. Desde la neurosis regulada por la culpa, “me lavo las manos porque me siento sucio”, hasta la paranoia, “me lavo las manos porque me atacan, me persiguen y me infectan por no compartir mi visión”, el lavarse las manos no podemos decir simplemente que es una compulsión por la limpieza.

El aspecto más significativo de que Huges dista mucho de ser un obsesivo compulsivo es la relación con el dinero. Huges tiene mucho pero nunca es lo más importante sino solo en relación con la visión. La gran diferencia entre los obsesivos y Huges es que él apuesta el todo por el todo y “no esta saliendo de una cuando ya se metió en otra”. Para los obsesivos la mejor palabra clínica y técnica que los define es la expresión mexicana de ser “culo”. Cuando se dice que alguien es “bien culo”, se alega a lo cobarde y lo mezquino, es decir, se alude aquel que no apuesta, ni presta; que no juega por temor a mancharse y quedarse sin nada y que prefiere no ganar con tal de no arriesgar; cuya fantasía de si estuviera en el campo de guerra (el campo de la vida podríamos decir) se haría el muerto para sobrevivir.

Las obsesiones de Huges, aquello que lo toma, que lo encanta, son lo que lo coloca como fuera de serie, fuera de este mundo. Huges fluctúa entre este tiempo y el futuro. Filma la película más cara, en realidad establece un record de apuesta en el terreno del arte cinematográfico y abre el campo para otros cineastas visionarios. Cuando Huges vuela, lo hace por encima de las nubes y establece la forma de ir más allá, se aleja del centro cómodo de la realidad por lo que todo en él son excentricidades. Sus viajes y “sus viejas” dan cuenta de que se la puede pasar demasiado bien. De nuevo el gran villano de la película en el caso de los visionarios es esta figura todopoderosa que atrapó a Huges, la Corporación, podríamos precisar, el Estado Corporativo. Por más emprendedor que fue Huges topó con el sistema Estado-Corporativo y su ideología base, el monopolio[1]. No es extraño que el momento en el filme cuando Huges se recluye sea cuando El Estado-Corporativo lo quiere incorporar y succionar su visión como parte de La visión y La misión de la Empresa, lo que conlleva a la muerte de los sueños al establecer el “sueño oficial”.

Si tuviéramos que terminar con un diagnóstico para Huges le adjudicaríamos el sanbenito de “visionario”, al estilo de otros como Daniel Paul Schreber, John Nash y Newton, reconociendo en su discurso uno que ciertamente se aleja de la realidad. Cerramos este escrito recordando el slogan del caso construido por DiCaprio y Scorssese: “algunos hombres sueñan con el futuro, él lo construyo”.

Una visión más

En el documental “La aflicción de Howard Huges: Trastorno Obsesivo Compulsivo”[2] se mencionan frases interesantes por parte del Médico que asesoró a DiCaprio en la realización de la película. Una de estas frases es la siguiente: “Lo perverso del TOC es que cuando intentas alinearte haciendo lo que ese mensaje erróneo te ordena te desalineas aún más”. El mismo DiCaprio nos presenta algo del porqué le agradó y llamó este personaje de la vida real: “quise comprender cómo era tener esos rituales y tener en la mente cosas que necesitas hacer hasta lograr una sensación de paz…traté de hallar la sensación correcta, consiste en ser capaz de armar esa frase de manera... tiene que ver con la fonética y la forma de decirlo para que la frase salga de tu boca de manera perfecta.”

El médico consultor de la película Jeffrey M. Schwartz menciona “el punto clave para entender el Trastorno Obsesivo Compulsivo es que la razón por la cual la persona tiene estos pensamientos intrusos y necesidades es debido a un desequilibrio químico en su cerebro. Se puede ver la actividad excesiva. Hasta que no se los enseñas, no lo saben.”

Otro dato del caso lo proporciona Donald L. Barlett, co-autor del libro “Howard Hughes: His life and Madness”: “uno de los detalles sobre las fobias por los gérmenes es que su madre era particularmente obsesiva al respecto. Hay cartas que ella escribió a las colonias de verano a las escuelas privadas…” y completa el otro co-autor James Stele: “le escribió al jefe de exploradores toda clase de cartas sobre: “asegúrese de que no se acerque a nadie con enfermedad contagiosa.” Y siempre le preguntaban a él: ¿Notaste algún cambio en tu bienestar? Estaban muy preocupados por su bienestar. Así que a muy temprana edad se dio cuenta de que los gérmenes, los insectos y cosas por el estilo pueden causarle problemas Eso es lo que le inculcaron.”

Los pacientes que salen a cuadro hablan un tanto diferente con respecto a su obsesión y compulsión con relación al tema compulsivo de Hughes. Uno de ellos menciona que no tiene el “síntoma del sentimiento de contaminación” sino otros, por ejemplo el “síntoma de la repetición”. Si reducimos el síntoma como signo médico solo palomeamos en el recuadro que dice “conducta compulsiva”, sin embrago cuando es un discurso nos encontramos algo diferente. Este mismo paciente lo dirá así: “Me preocupa lastimar a alguien. Al salir de una tienda o un lugar público miro hacia atrás o regreso para ver si todo esta bien, y lo hago una y otra vez.” Otra paciente, Zog, menciona: “Al principio me arrancaba el pelo y luego tuve miedo del pecado, cualquiera que sea mi definición de pecado, pasaba horas y horas rezando.” La tercera paciente dice: “toda mi vida ha sido una llena de ansiedad y concentración en fragmentar cosas. Por ejemplo, detrás de ti hay un póster y en mi mente se esta dividiendo y… trata de ordenarlo de una forma simétrica.”

Sin embargo para estos pacientes, la terapia que ha funcionado es la más paradójica posible, el doctor Schwartz la explica así: “En la nueva era, lo que es particularmente poderoso es saber que puedes utilizar la percepción consciente (mindful awareness) y el poder de la atención focalizada para cambiar lo circuitos cerebrales. Y cuando se usan los medicamentos son para mejorar la concentración conciente, no solo para tratar los síntomas.”

En un panel de discusión sobre el Trastorno Obsesivo Compulsivo realizado el 2 de diciembre de 2004[3], varias sorpresas anunciadas aparecieron, algunos sabían lo que decían otros afortunadamente no lo sabían. Leo DiCaprio dice: “Recuerdo que de niño caminaba de regreso por una cuadra para pisar una grieta por ese mismo sentimiento (hacer algo una y otra vez). En cierto momento de mi adolescencia me dije a mi mismo: Esto es completamente innecesario. Llegarás tarde a la escuela. Basta.” El doctor Schwartz, el anfitrión del panel llega con dato impresionante: “Aunque tu cerebro por conexión genética te envía estos sentimientos en lo que trabajé tan duro con Marty y Leo fue que en esta época sabemos que el cerebro invalida estas señales y que nos permite cambiar el funcionamiento del cerebro y cambiar cómo se expresa el genoma. Estamos en la época de la conciencia cuidadosa (mindful awarness)…Lo que queríamos que hicieran no era imitar, no era arremedar no ver a la persona con trastorno obsesivo compulsivo como se ve desde fuera sino ser una persona con trastorno obsesivo compulsivo…Y ahora sabemos de múltiples estudios de la imagen del cerebro de los cuales algunos los hizo mi amigo Mario Beauregard de la Universidad de Montreal que cuando un actor interpreta a un personaje, la sangre fluye en su cerebro y la serotonina de su cerebro adopta las misma características, del paciente que representa. Su cerebro, en una palabra, se convierte el cerebro del que lo padece.” Con esta declaración el doctor Schwartz ubica fuera del campo de la psiquiatría el problema que encuentran en el trastorno obsesivo compulsivo. El cerebro se vuelve una expresión del sujeto, no el sujeto en sí. El doctor Scwartz dijo sin querer que la tendencia de la psiquiatría y lo psi institucionalizado de cada vez más fundirse con la neurología van por mal camino, ya que solo tendrá “cerebro de TOC” quien actúe, ejecute ritos y siga el discurso del “TOC”.

Serán las aportaciones del cineasta Martín Scorsese las que arrojan lecturas importantes en el tema. Las primeras son de orden artístico. Comenta que le importaban los puntos de vista de los objetos, por ejemplo la escena donde Hughes mira hacia unas toallas y después las toallas lo miran a él. “Cómo el ambiente lo mira a él” eran las escenas que le importaron a Scorsese. Pero un nuevo elemento introduce: “Creo que todo se convirtió en un ritual religioso. Y luego lees Golden Bough y entiendes esos elementos básicos. El concepto de la magia, ¿Qué es primitivo en la magia? ¿Qué es la efigie de cierta persona? Y la idea de un muñeco vudú que se convierte en algo. Parece que es algo que esta presente en cada cultura. Parece haber algo en nosotros como seres humanos que se relaciona con eso. Que tiene una necesidad del sentido “mágico”. Algún tipo de indulto o repliegue del caos del Universo.” Para después ser interrumpido por los comentarios del Doctor Meter Whybrow, director del Instituto de Neuropsiquiatría de UCLA que interpreta lo dicho por Scorsese como: “Creo que los seres humanos estamos desesperados por el control.” Ahí estriba la gran diferencia entre el arte y la ciencia. Mientras una apunta a lo místico y mágico del humano la otra busca, analiza y controla el control. ¿Será que la única forma de no tratar al obsesivo es por medio del control sino de no-control? Ciertamente Hughes, esta por encima de eso.

visualizacion



Emparentadas con la autohipnosis, la visualización (“guided imagery”, en inglés) y la imaginería mental son técnicas que buscan poner en marcha los recursos de la mente, la imaginación y la intuición para potenciar un mayor bienestar. Aunque los dos términos se utilizan a menudo indistintamente, generalmente se establece la siguiente diferencia: mientras que en la visualización se imponen imágenes precisas a la mente, la imaginería quiere hacer emerger las representaciones que pertenecen al inconsciente del sujeto.

Las dos técnicas poseen numerosos campos de aplicación y, a veces, se utilizan conjuntamente. Existen recursos en el terreno deportivo (actualmente, estas técnicas forman parte del entrenamiento de todo atleta de alto nivel). En el terreno terapéutico, pueden ser de utilidad en situaciones fuertemente dependientes del psiquismo, para modificar un comportamiento o reducir el estrés, por ejemplo. En lo que concierne a la cura del malestar o las enfermedades, actúan, generalmente, como complemento a los tratamientos médicos. Ambas técnicas forman parte de lo que en adelante denominaremos la “psiconeuroinmunología”, que comprende técnicas como la meditación, la hipnosis o el biofeedback (retroinformación), con las que se utilizan a menudo.

INDICACIONES:

Reducir y prevenir el estrés y la ansiedad. Reducir los efectos indeseables de la quimioterapia. Reducir el dolor. Mejorar las funciones motrices. Reducir la ansiedad preoperatorio y el dolor y las complicaciones postoperatorio. Mejorar la calidad de vida ante el cáncer. Reducir los síntomas de migraña. Potenciar la creatividad. Eliminar las verrugas.

LA VISUALIZACIÓN

La visualización es esa capacidad mental que tenemos de representarnos un objeto, un sonido, una situación, una emoción o una sensación. Según su intensidad, esta representación puede originar más o menos los mismos efectos psicológicos que tendría la realidad. Cuando, por ejemplo, sentimos mucho miedo en la oscuridad, las manifestaciones corporales del miedo son prácticamente las mismas que si un monstruo nos amenazara realmente. Por el contrario, pensar en una situación agradable conduce al cuerpo a un estado de calma.

HAGA LA PRUEBA

Imagínese cortando un limón en cuatro partes, oler una de ellas y después morderla con ganas, el zumo deslizándose por su boca… Si saben lo que es un limón y han realizado el ejercicio a conciencia, es probable que hayan sufrido una reacción psicológica provocada por la fuerte acidez del fruto, aunque dicha acidez no fuera sino imaginaria.

Nos servimos de la visualización para provocar cambios en el comportamiento o en el metabolismo. Para ciertos objetivos, las representaciones mentales de la visualización deben ser acordes a la realidad. Es el caso de una persona que se prepara para afrontar una actividad que le resulta arriesgada o difícil (por ejemplo, ¡saltar desde un trampolín de 10 metros de altura!). El sujeto se representa todos los elementos de la actividad de forma sistemática: el lugar, la actitud deseada, los detalles precisos de cada elemento del salto, las etapas tal como deben desarrollarse y al sujeto en sí, superando las dificultades. Si se repite de forma intensiva, este ejercicio tendrá un efecto condicionante sobre el organismo, que será, por tanto, más susceptible de adaptarse al escenario previsto, durante el salto verdadero.

En otras situaciones, es preferible que la visualización se extrapole al terreno de la metáfora. La visualización curativa emplea, a menudo, el siguiente enfoque: se trata de dar una forma simbólica a la enfermedad y a aquello que va a hacerla desaparecer. En este registro, existen visualizaciones positivas y negativas. Tomemos el caso de una quemadura en el brazo: una visualización positiva consistiría, por ejemplo, en imaginar un animal fantástico y bienhechor (sólo si el sujeto ama los animales) que lama la herida para hacerla desaparecer. Servirá también, simplemente, representarse a uno mismo con el brazo completamente reestablecido. Una visualización negativa, por el contrario, podría recurrir a un ejército de obreros que trabajaría sin descanso para capturar los agentes infecciosos que se crean en la herida y aplastarlos hasta convertirlos en inofensivos.

Existe un debate entre los teóricos y los practicantes por saber si las visualizaciones son más eficaces cuando son negativas o positivas. Sin embargo, parecen imponerse algunas reglas:
* el sujeto debe sentirse a gusto en el escenario representado.
* la imagen elegida para representar la enfermedad (o el problema) no debe causar temor.
* si se trata de una enfermedad, no es necesario representarse los detalles psicológicos del proceso de curación, aunque sigue siendo necesaria una precisión mínima (enviar a los obreros a atacar las células del estómago cuando la enfermedad se localiza en el hígado no sería de ninguna utilidad).

VISUALIZACIÓN PARA DESAHCERSE DE UNA PENA

Supongamos que un incidente ya pasado sigue contaminando nuestra existencia más allá de lo deseable, sin que lleguemos a olvidarlo. Un ejercicio apropiado podría ser el darle una forma simbólica al sentimiento: una botella llena de lágrimas, por ejemplo. Hay que representársela al detalle (forma, color, textura, peso, etc.) y, a continuación, decirle explícitamente que debemos separarnos de ella para continuar nuestro camino. Representarse, entonces, caminando por un bosque hasta encontrar un pequeño claro, cavar un agujero con ayuda de una pala, depositar en él la botella y decirle adiós con convicción (“te dejo aquí para siempre”) antes de tapar el agujero con tierra y colocar de nuevo la hierba y las plantas silvestres que crecían encima. Después, nos representamos abandonando el claro, desandando el camino a través del bosque y regresando a casa, con el corazón aliviado.


EL ORIGEN

Al doctor Carl Simonton, cancerólogo americano, se le reconoce el haber concebido y popularizado el uso de la visualización con fines terapéuticos. Desde el comienzo de la década de 1970, intrigado por el hecho de que, a pesar de tener un diagnóstico idéntico, algunos pacientes fallecían y otros no, exploró el papel del psiquismo en la historia médica de sus pacientes. Observó, sobre todo, que los enfermos que se curaban eran luchadores capaces de persuadirse de que podían curase y se veían curados. También el médico que cree en la curación de su paciente y que logra comunicarle a éste dicha esperanza, obtiene mejores resultados que el colega que no cree en ello. Simonton conocía, por supuesto, los trabajos del doctor Robert Rosenthal (v. nota 1 final) sobre la “realización automática de las predicciones”, publicados algunos años antes. Estos trabajos demostraban cómo las personas adoptan a menudo comportamientos que los conducen a aumentar la probabilidad de que algo deseado se realice, ya sea positivo o negativo.

Convencido de la necesidad de enseñar a los pacientes a convertirse en luchadores, el doctor Simonton integró un entrenamiento con tal fin dentro de su programa médico de cuidados. Dicho entrenamiento comprende varios elementos, como ejercicios de visualización, durante cuya realización los pacientes se representan el tratamiento médico en forma de pequeñas entidades (se le sugiere utilizar Comecocos, popularizado en la época de los primeros videojuegos), que van devorando sus células cancerosas. El método Simonton ha sido concebido en todo momento como complemento al tratamiento médico clásico y aún hoy se sigue practicando de la misma manera.

LA IMAGINERÍA MENTAL

La función de lo que normalmente llamamos “imaginería mental” es hacer surgir en la mente imágenes producidas por la imaginación y el inconsciente, como lo que sucede en los sueños. La idea es recurrir a la “inteligencia” del inconsciente y a la capacidad del organismo de “saber” lo que vive y lo que es bueno para él. La mayor parte del tiempo, la imaginería mental se realiza con ayuda de un interventor que puede guiar el proceso y ayudar a descodificar el sentido, para extraer de él aplicaciones concretas.

Esta técnica se utiliza en diferentes contextos más o menos terapéuticos: conocer mejor diversos aspectos de uno mismo, estimular la creatividad en todos los aspectos de la vida, comprender las causas de una enfermedad y encontrar los medios de curación. Para alcanzar el estado de calma mental necesaria mediante la emergencia de imágenes que no sean dictadas por el consciente, hay que comenzar por un periodo de relajación más o menos importante y liberar la mente de las preocupaciones habituales. A continuación, el sujeto inicia una “aventura mental” que aporta un contexto favorable y permite que las situaciones se concreticen en su mente.


IMAGINERÍA MENTAL PARA DESCUBRIR LAS SUBPERSONALIDADES

Imagínese sentado a una mesa sobre la que se han dispuesto los platos que más le gustan. Hay otros individuos a la mesa, que comparten su comida. ¿Cuántos son? ¿Cómo se le presentan? ¿Cómo se siente en su presencia? Los observa detenidamente, ¿cómo están vestidos? ¿Qué carácter manifiestan? ¿Qué cuentan?

Pudiera ser que en estos personajes se escondieran algunas de sus subpersonalidades, del tímido al más glotón, pasando por el juez y el vividor… Guiado por un terapeuta, podrá dejarles dialogar y descubrir el modo de dar más espacio a unos y reaccionar frente a los indeseables.

Según la capacidad del individuo para relajarse y solicitar su imaginación y según la complejidad de la información buscada, el ejercicio puede llevarnos 30 minutos o más. Algunos sujetos se rebelan contra esta técnica y pueden necesitar un acompañamiento, ya sea de un terapeuta o de grabaciones que dicten el proceso. Las técnicas sugieren, a veces, continuar el ejercicio mediante un dibujo o un relato escrito del “sueño despertado” para intensificar el impacto psíquico de la experiencia.


ELEMENTOS DE BASE

A pesar de la gran simplicidad de la visualización y la imaginería mental, estas técnicas responden a algunos parámetros que es importante respetar para obtener éxito:
* El respeto a sí mismo: no hay que aventurarse en territorios en donde uno se sienta incómodo, ni en escenarios que contradigan nuestros valores.
* Escuchar al cuerpo: como las técnicas requieren recursos de todo el organismo, las informaciones que éste aporte (contradicciones, nerviosismo, tensiones, emociones, etc.) deben marcar el ritmo y la orientación de los pasos a seguir.
* Reducir los grandes objetivos a otros muchos más pequeños: todo proceso de curación, tanto psicológica como física, puede desgranarse en varias etapas.
* Confiar en uno mismo: estos enfoques se basan en el poder de persuasión y ésta sólo puede ejercerla una persona que confíe en sus posibilidades.


APLICACIONES TERAPÉUTICAS

Sin duda, las situaciones en las que la visualización o la imaginería mental pueden desempeñar un cierto papel son ilimitadas. Pero, en numerosos casos, el impacto no puede ser evaluado de forma subjetiva. Hay que mencionar, también, que estos enfoques se utilizan, a menudo, junto a otras técnicas similares (la autohipnosis y la relajación, por ejemplo), y que, a veces, resulta difícil separar la acción específica de cada de ellas. La visualización es una práctica exenta de riesgo, (esperemos que no se escoja en detrimento de un tratamiento susceptible de ser más eficaz); no existen riesgos al probarla en todo tipo de situaciones. El doctor Andrew Weil (v. nota 2 final) la sugiere, en particular, en casos de enfermedades en las que se intuya un importante componente psicológico, como enfermedades de la piel, problemas pulmonares, lupus, disfunciones sexuales, etc.

-Reducir y prevenir el estrés y la ansiedad y mejorar el bienestar: dos síntesis de estudios concluyen que la visualización, a menudo junto con otras técnicas similares, puede reducir el estrés y la ansiedad (v. nota 4 final) y contribuir al bienestar general de las personas en buen estado de salud (v. notas 3-4 final) y de las que padecen enfermedades graves como el cáncer o el sida (v. nota 5 final). Puede contribuir a aliviar las manifestaciones de la mayoría de los problemas de salud asociados al estrés o susceptibles de agravarse por él, de la hipertensión al insomnio, pasando por la artritis y el infarto de miocardio.

-Reducir los efectos indeseables de la quimioterapia: tras las conclusiones de tres síntesis de estudios, se reconoce que las técnicas de relajación (entre ellas, la visualización) reducen de forma significativa los efectos secundarios indeseables de la quimioterapia, como las náuseas y los vómitos (v. notas 4-7 final), así como los síntomas psicológicos: ansiedad, depresión, cólera y sensación de impotencia (v. notas 3,4,7 final).

-Reducir el dolor: una síntesis de estudios reciente (v. nota 8 final) sobre las terapias “cuerpo-mente” en el control del dolor concluye que estos enfoques (entre ellos, la visualización y la imaginería) pueden resultar beneficiosos, especialmente cuando interactúan. Se citan casos de dolores de espalda crónicos, artritis, migraña y dolores postcirugía.

-Mejorar las funciones motrices: la imaginería mental y la visualización parecen tener un impacto positivo en la mejora de las funciones motrices. Según las conclusiones de dos síntesis de estudios (v. notas 9,10 final), se aplican tanto al terreno deportivo como al de la fisioterapia. Según otro estudio (v. nota 11 final), un entrenamiento “virtual” podría, en algunas circunstancias, ser tan eficaz como un entrenamiento real a la hora de inculcar habilidades motrices complejas en pacientes con problemas de aprendizaje. No obstante, será necesario llevar a cabo otros estudios para confirmar estos resultados.

-Reducir la ansiedad preoperatorio y el dolor de las complicaciones postoperatorio: tres estudios clínicos (v. notas 14-16 final) y dos artículos descriptivos (v. notas 12,13 final) indican que la visualización, entre otras mediante la escucha de una grabación antes, durante y después de la cirugía mayor, podría reducir la ansiedad a la que está ligada. También se han constatado una mejora del sueño, un mejor control del dolor y un uso menor de analgésicos. Un estudio enmascarado controlado (v. nota 18 final), realizado con 208 sujetos operados de una hernia inguinal o de paperas ha permitido constatar, incluso, que aquellos que se habían beneficiado de las técnicas de visualización antes de la cirugía habían presentado menos hematomas postoperatorio, menos dolor y menor uso de analgésicos.

-Mejorar la calidad de vida ante un cáncer: numerosos estudios de diversas calidades metodológicas (v. notas 19-25 final) concluyen que la visualización, entre otras mediante grabaciones sonoras, mejora la calidad de vida de los enfermos de cáncer. Se señala una reducción de la ansiedad, una actitud más positiva, más vigor y mejores relaciones sociales.

-Potenciar la creatividad: según un metaanálisis (v. nota 26 final) de nueve estudios llevados a cabo en cerca de 1500 sujetos, la visualización podría desempeñar un cierto papel en los individuos creativos. Se señala, sin embargo, que la creatividad es un fenómeno eminentemente complejo y que la visualización no es sino uno de los muchos elementos que participan en ella.

-Reducir los síntomas de la migraña: dos estudios, uno prospectivo (v. nota 27 final), llevado a cabo en 260 sujetos, y otro enmascarado (v. nota 28 final), llevado a cabo en 40 sujetos, indican que la escucha regular de grabaciones permitiría reducir los síntomas desagradables asociados a la migraña, sobre todo en lo que concierne al dolor y a la vitalidad. Por el contrario, no tendría un impacto importante en la frecuencia o la intensidad de esta afección.

-Eliminar las verrugas: parece ser que es posible deshacerse de las verrugas mediante la práctica de la visualización. El doctor Andrew Weil (v. notas 29-30 final) afirma, incluso, que es el primer tratamiento a tener en cuenta. Pero ningún estudio científico ha confirmado estas alegaciones.

-Contribuir a curar el cáncer: aunque se practican para este fin desde hace más de 30 años y se recomiendan ahora en numerosos centros oncológicos, aún no se ha demostrado científicamente que las técnicas de visualización puedan contribuir a curar el cáncer directamente, a aumentar el tiempo de supervivencia ni, tampoco, a mejorar la eficacia de los tratamientos convencionales (v. notas 31-32 final). Según la Agencia del Cáncer de la Columbia Británica (Canadá), este enfoque cuenta con muchos defensores en el cuerpo médico, ya que impulsa al paciente a desempeñar un papel activo en su tratamiento, lo que mejora su calidad de vida (v. nota 33 final). La Agencia del Cáncer señala, no obstante, que cuando se deteriora el estado del paciente, éste puede llegar a culparse por su incapacidad para cuidarse, algo que puede afectarle negativamente.


EN PRÁCTICA

Parece que todo el mundo podría beneficiarse de estas técnicas. Los niños responderían a ellas particularmente bien; sin embargo, los adultos que sean muy racionales podrían resistirse al aspecto “puesta en escena”.

Muchos profesionales de la salud utilizan la visualización o la imaginería mental como complemento a sus técnicas de base. Pero es raro que un interventor se especialice únicamente en visualización. Podemos experimentar la técnica en nosotros mismos, iniciándonos con ayuda de libros prácticos que aborden el tema.

No existe una asociación formal que rija la práctica de la visualización, pero la Academy for Guided Imagery (Academia de Visualización) ofrece a los interventores de la salud una formación acreditada en Visualización Interactiva. La lista de practicantes titulados por países se encuentra en su sitio web (v. Enlaces de Interés)

Encontramos en el mercado numerosos documentos en audio sobre imaginería y visualización que inducen a la relajación y que persiguen todo tipo de objetivos: desde la simple relajación a la lucha contra enfermedades específicas, pasando por la maximización de las actuaciones deportivas o en contacto con el yo interior.

LIBROS

Charles Rachel. Les pouvoirs de la visualisation-Développez la puissance de votre imagination, (traducción de “Your Mind's Eye”), Le jour, éditeur, Canadá, 2001.
La visualización como herramienta para el desarrollo personal.

Reid Louise. La paix intérieure par l'imagerie mentale, Les Éditions Quebecor, Canadá, 1996.
Sobre el control del estrés, la angustia y las crisis de pánico.

Simonton Carl, Henson Reid. L'Aventure d'une guérison-Un médecin, sa méthode, un malade, son expérience, J'ai lu, France, 1999.
El doctor Simonton explica cómo se utiliza la visualización en su programa de tratamiento. Por su parte, su paciente relata su combate contra el cáncer.


ENLACES DE INTERÉS

Academy for Guided Imagery (Academia de Visualización)
Abundante información general. Formación en Visualización Interactiva. Lista de practicantes por países.
www.academyforguidedimagery.com
fuente:http://www.medicosdescalzos.es

¿Puede la psicoterapia producir cambios físicos en el cerebro?


¿Puede la psicoterapia producir cambios físicos en el cerebro?
El artículo que vamos a presentar en este número de Digitalis nos hace especial ilusión, ya que corrobora y demuestra que sí es posible estudiar y evaluar de manera científica el efecto biológico y beneficioso de terapias tan “poco tangibles” como la terapia psicológica (específicamente, el estudio que resumiremos a continuación estudió el efecto de una de las modalidades de terapia psicológica más ampliamente utilizadas en la actualidad, denominada “psicoterapia cognitivo conductual”). Se trata de un estudio muy importante en el campo de la salud mental, que ha marcado un importante hito, ya que ha establecido mediante evidencia científica que la psicoterapia es un tratamiento válido, efectivo y que produce cambios físicos objetivables en nuestro cerebro, de igual forma que otros tratamientos considerados más “físicos”, como los fármacos, fitoterapia, etc.

Este estudio fue publicado en la revista Molecular Psychiatry, una de las revistas más prestigiosas en el campo de la psiquiatría y psicología, y fue llevado a cabo por un profesor del Departamento de Psicología de la Universidad de Gales Bangor, en el Reino Unido (ver Ref 1 para consultar los detalles del artículo original).

Se trata de una revisión extensa de todos los estudios científicos existentes hasta la fecha de realización de dicha revisión sobre el estudio de los cambios cerebrales producidos por la psicoterapia, evaluados mediante neuroimagen funcional. La neuroimagen funcional es la aplicación de las técnicas de neuroimagen (los diversos tipos de “escáner” cerebral incluyendo la tomografía computerizada y la resonancia magnética) para el estudio de las funciones cerebrales, incluyendo el pensamiento, las emociones, el comportamiento, etc.

Desde hace ya tiempo se sabe que la psicoterapia cognitivo conductual puede cambiar de una manera profunda las creencias “negativas” (o, como se utiliza en la jerga técnica, creencias desadaptativas) de las personas, incluyendo aspectos sobre su manera de pensar, su estado anímico o ciertos patrones de comportamiento. Sin embargo, los mecanismos o cambios biológicos en el cerebro que subyacen a estas terapias no habían sido estudiados en profundidad hasta muy recientemente.

Los hallazgos de este estudio tienen implicaciones importantes por dos razones. Por un lado, el disponer de una compresión de los mecanismos biológicos de estos tratamientos ayuda a mejorar las intervenciones o incluso puede ayudar a desarrollar nuevas técnicas en base al conocimiento de estos mecanismos. Por otro lado, es importante establecer, como con otros tratamientos médicos o terapias, posibles efectos adversos y poder mesurarlos y entender exactamente dónde y cómo se producen.

Una de las posibles razones por las que no se habían podido estudiar los mecanismos biológicos de acción de la psicoterapia hasta bien recientemente es porque el estudio de los cambios neuronales requiere de técnicas no invasivas (es decir, no podemos “abrir” y mirar el cerebro), de las que disponemos desde hace menos de dos décadas. Actualmente, las técnicas de neuroimagen cerebral funcional (las que miran cambios dinámicos en el cerebro, es decir, cambios en la activación de diferentes zonas del cerebro en función de los pensamientos, emociones o tareas que estamos realizando) son capaces incluso de estudiar y detectar los cambios cerebrales producidos por el aprendizaje o entrenamiento de una determinada tarea o concepto en personas sanas.

La terapia cognitivo conductual se centra en modificar pensamientos (parte “cognitva” y comportamientos (parte “conductual”). La terapia cognitivo conductual no tiene como objetivo principal brindar al individuo la oportunidad de “descargar” sus sentimientos hablando con el psicólogo o terapeuta, sino que se centra en el análisis de los patrones de pensamiento y conducta, analizándolos y proponiendo cambios en ellos para conseguir la mejoría deseada en los aspectos disfuncionales por los que ésta solicita ayuda (depresión, ansiedad, timidez, adicciones, y en general prácticamente cualquier problema de salud mental).

Uno de los objetivos principales de la psicoterapia cognitivo conductual en general es la reducción de la frecuencia o intensidad (llegando en ocasiones incluso a la desaparición) de determinados síntomas, como una fobia social, una obsesión, sentimientos depresivos, etc. Así pues, para poder investigar el funcionamiento de esta terapia se puede estudiar “cómo funciona el cerebro” (es decir, los circuitos cerebrales que conectan unas zonas con otras y regulan la activación cerebral) antes (con el síntoma en cuestión) y después (sin el síntoma).

Para investigar estos cambios cerebrales es posible analizar la función cerebral mediante resonancia magnética funcional. La resonancia magnética nuclear funcional (RMNf) es una técnica que obtiene imágenes cerebrales y registra pequeños cambios metabólicos que ocurren en una parte activa del cerebro cuando se realiza una tarea concreta. La RMNf permite la detección e identificación de áreas del cerebro durante su actividad, este hecho la diferencia de las imágenes tradicionales de resonancia magnética que solo aportan una visión anatómica del cerebro.

AEn el estudio que comentamos se observó que, por ejemplo, en el tratamiento de las fobias (miedo a un determinado objeto, situación, etc.) se activaba una zona cerebral implicada en emociones básicas, como es el área límbica (se trata de un área del cerebro situada justo debajo de los hemisferios cerebrales). Tras el tratamiento mediante psicoterapia cognitivo conductual de dicha fobia, cuando se exponía al sujeto previamente con fobia a determinado objeto (por ejemplo, arañas, serpientes, etc.), se observaba que el área límbica no se activaba ante la visión de dicho objeto. Curiosamente se observó que determinados cambios cerebrales producidos tras psicoterapia en el tratamiento de diferentes síntomas eran similares a los cambios cerebrales producidos por el tratamiento farmacológico de dichos síntomas.

Estos hallazgos tienen importantes implicaciones, ya que se corrobora que una terapia no farmacológica puede tener efectos sobre el cerebro igual de efectivos que la medicación. Esto nos tiene que hacer reflexionar que es importante validar y estudiar mediante estudios científicos los efectos de las terapias alternativas y complementarias, no solo para que la comunidad científica las acepte, sino para realmente entender los cambios fisiológicos que producen en el organismo y entender las bases de dichas terapias.

Es importante desarrollar una curiosidad por entender los mecanismos que subyacen a la eficacia de los diferentes tratamientos o terapias, ya que esto nos ayuda a ser conscientes de las capacidades y limitaciones, así como de efectos adversos, de dichas terapias.

Es interesante resaltar, en relación al estudio que presentamos, otros estudios científicos publicados muy recientemente sobre el estudio de los cambios cerebrales que se producen durante los estados de meditación. En 2010 se ha publicado un estudio de neuroimagen cerebral durante la meditación, en la revista Brain Research Bulletin. No entraremos en detalles, ya que el estudio se centra en concreto en las zonas cerebrales concretas que cambian durante este estado, pero sí es interesante resaltar varios aspectos. Por un lado, se observó una reorganización de los patrones cerebrales, sobre todo en la zona de la corteza frontal (zona más anterior y evolutivamente más avanzada del cerebro). Por otro lado, de nuevo confirmamos que se pueden estudiar los efectos sobre el organismo de terapias consideradas “alternativas o complementarias”, y que es muy interesante entender los mecanismos biológicos que subyacen a las mismas.

Esperamos que con este artículo a algunos de nuestros lectores se les haya despertado la curiosidad sobre entender los mecanismos últimos de las terapias alternativas y complementarias, ya que el conocimiento de dichos mecanismos aportaría nuevas e importantes vías de estudio y desarrollo.
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FUENTE: http://www.e-digitalis.com/articles.php?id=130

Evolución a Largo Plazo y Resultados en Pacientes Obsesivo-Compulsivos luego de Terapia Cognitivo-Conductual en Combinación con Fluvoxamina o Placebo


Introducción

El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) es una enfermedad grave e incapacitante, frecuentemente asociada con considerables impedimentos psicosociales y una reducida calidad de vida, comparables a los de los trastornos psicóticos. El curso de la enfermedad sin un tratamiento apropiado es la mayoría de las veces crónico, con síntomas de intensidad variable. El desarrollo de terapias cognitivo-conductuales (TCC) así como de los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) proveyó una efectiva opción terapéutica. Aunque ambas modalidades han demostrado su efectividad, sólo unos pocos estudios compararon la combinación de farmacoterapia y TCC con TCC aislada, con resultados disímiles.

Los datos provenientes de algunos trabajos sugieren que la combinación de TCC y fluvoxamina es superior a la TCC aislada en lo que se refiere a los resultados en el corto plazo, cuando el cuadro clínico es dominado por obsesiones y/o cuando se asocia una depresión secundaria grave. Sin embargo, no se ha publicado hasta la fecha ningún estudio de seguimiento que investigue el curso de la enfermedad luego de la finalización del ensayo.

En este artículo, los autores presentan los resultados del seguimiento por 7 años de una serie de pacientes que entre 1993 y 1995 fueron tratados según un diseño doble ciego y aleatorizado en el Hospital Universitario de Hamburgo. Los objetivos principales fueron, en primer lugar, evaluar el desarrollo de psicopatología en el largo plazo, el desempeño social y la frecuencia de tratamiento adicional y de reinternaciones durante el curso natural del seguimiento y, en segundo término, examinar la relación entre rehospitalización y remisión completa/falta de remisión de los síntomas durante el seguimiento y variables sociodemográficas o clínicas. Un objetivo secundario fue comparar los resultados de ambos grupos de tratamiento (TCC y fluoxetina; TCC y placebo) en el corto y largo plazo.

Métodos

Entre 1993 y 1995, 37 pacientes con TOC se asignaron aleatoriamente a dos grupos experimentales: además de TCC, un grupo recibió fluvoxamina y el otro placebo durante 9 semanas. Todos los sujetos fueron tratados por terapistas experimentados mediante TCC multimodal. Pasados 7 años desde la finalización del estudio se había logrado completar el seguimiento de 30 de los 37 pacientes (81%).

El diagnóstico psiquiátrico había sido realizado al comienzo del ensayo empleando la entrevista clínica estructurada del DSM-III-R. La severidad de los síntomas obsesivo-compulsivos se evaluó mediante un sistema apropiado como el Y-BOCS. Asimismo, se determinó la severidad de los síntomas depresivos asociados (frecuentes en los TOC) y se asignaron dos subpuntajes: para compulsiones y obsesiones. El diagnóstico psiquiátrico durante el seguimiento fue determinado mediante una entrevista estructurada del DSM-IV y el ICD-10. Para el análisis estadístico se calculó la influencia del factor "grupo de tratamiento" (TCC y fluvoxamina vs. TCC y placebo).

Resultados

Los 7 pacientes sin seguimiento no mostraron diferencias desde el punto de vista sociodemográfico ni psicométrico, antes ni después del tratamiento, con los 30 que sí fueron evaluados durante el seguimiento. La edad promedio de los participantes, 12 hombres y 18 mujeres, fue de 32.4 años. El 60% estaban casados o en pareja. El TOC había comenzado a una edad promedio de 24.0 años y habían transcurrido 8.3 años en promedio hasta el comienzo del tratamiento. El 80% de los pacientes tenía obsesiones y compulsiones severas.

Modificación de los síntomas

El seguimiento fue de 7.2 años en promedio. Al final del tratamiento los síntomas obsesivo-compulsivos habían mejorado en forma importante: el puntaje total medio del Y-BOCS se había reducido un 45%. Los autores afirman que estos puntajes medios disminuyeron muy significativamente con el tratamiento, sin cambios de significación desde su finalización en adelante.

Desde el período pretratamiento hasta ya una vez finalizada la terapia, estos síntomas presentaron una tendencia significativa hacia los niveles moderados y no hubo agravamiento en ninguno de los pacientes. A partir del postratamiento, el 40% permaneció estable, el 30% mejoró y el 30% empeoró. Se determinó que el 67% de los pacientes mostraba respuesta en el corto plazo y 60% en el largo plazo. Los síntomas depresivos disminuyeron significativamente, no sólo a lo largo del tratamiento sino, además, desde el postratamiento en adelante.

Durante este ensayo aleatorizado, 19 pacientes recibieron fluvoxamina y 11 placebo, además de TCC. Antes del tratamiento, no existían diferencias significativas en el sexo, edad, educación, empleo, estado civil, duración del TOC ni severidad de los síntomas obsesivo-compulsivos ni depresivos entre los dos grupos. Ni los síntomas obsesivo-compulsivos ni los depresivos mostraron influencia de grupo ni interacciones significativas.

Período de seguimiento

Reinternación. Durante este período, el 37% de los participantes fue rehospitalizado por lo menos una vez. Antes del tratamiento, estos pacientes tenían un mayor puntaje medio de depresión y era menos habitual que estuvieran casados o en pareja.

Indice de mejoría de los pacientes. El 57% de los participantes se autoevaluó como "mejor" o "mucho mejor", comparado con el pretratamiento. La diferencia en el puntaje de la escala Clinical Global Improvement fue altamente significativa entre los pacientes que respondían al tratamiento y los que no lo hacían.

Cambios laborales y de estado civil. El número de pacientes que estaban casados o viviendo en pareja mostró un incremento leve, del 60% antes del tratamiento al 67% en el seguimiento. El número de participantes que consiguió empleo también aumentó, del 43% al 57%. Los pacientes que estaban con licencia por enfermedad disminuyeron del 17% al 7% y los jubilados o incapacitados lo hicieron del 30% al 23%.

Medicación y/o psicoterapia. Durante el seguimiento, 29 de 30 pacientes fueron tratados con psicoterapia o medicación por al menos 3 meses. Sólo 9 participantes permanecieron sin medicación durante la totalidad del período. Diez pacientes recibían antidepresivos (2 de ellos en combinación con benzodiazepinas), y 3 eran tratados con benzodiazepinas.

Asociación entre remisión completa y variables psicopatológicas y sociodemográficas. La remisión durante el seguimiento fue definida como la falta de criterios diagnósticos para el TOC de acuerdo con las escalas Y-BOCS y del DSM-IV. Los pacientes sin remisión completa de los síntomas durante este período tenían antes del tratamiento una duración significativamente mayor del TOC.

Análisis

Para establecer en detalle el curso de los síntomas obsesivo-compulsivos durante el seguimiento de 7 años, los autores tomaron en cuenta: modificaciones en el puntaje Y-BOCS; en la gravedad de la patología; e índices de respuesta y remisión en el corto y largo plazo. El número de pacientes en remisión (con síntomas obsesivo-compulsivos subclínicos y sin criterios para el TOC) en el seguimiento comparado con el postratamiento indica una leve mejoría durante aquel período. Por el contrario, el número de pacientes que no respondía aumentó levemente durante el seguimiento.

Los índices de 67% de los pacientes que respondieron en el corto plazo y de 60% de aquellos que lo hicieron en el largo plazo, coinciden con numerosos estudios previos. La relevancia clínica de los resultados a largo plazo de este estudio, se manifiesta por su correlación con la forma en que se autoevaluaron los pacientes: 57% manifestaron que habían "mejorado" o "mejorado mucho".

No se encontraron diferencias significativas entre los dos grupos de tratamiento (TCC más fluvoxamina; TCC más placebo) en lo referente a los síntomas obsesivo-compulsivos o depresivos. En contraste con la estabilidad de los síntomas obsesivo-compulsivos durante el seguimiento, los síntomas depresivos disminuyeron entre el pretratamiento y el postratamiento, y también durante el seguimiento.

Casi todos los pacientes recibieron tratamiento adicional durante el seguimiento, lo que podría indicar que los sujetos con TOC crónico usualmente necesitan soporte terapéutico adicional luego de una terapia efectiva para mantener los resultados en el largo plazo. Probablemente, concluyen los autores, tal tratamiento adicional es muy relevante en la evolución a largo plazo.



Ref: PSIQ

El cerebro también miente


El cerebro también miente. Intenta recordar que desayunaste esta mañana. El lugar donde comiste, la secuencia de pasos que seguiste… Seguro que tienes en mente una imagen de la situación.

images1 El cerebro humano es la estructura más compleja que conocemos. Está formado por cien mil millones de neuronas interconectadas entre sí, que suponen la sede de memorias, sentimientos, percepciones, razonamientos, conciencia y el control de innumerables procesos fisiológicos. Cualquier pretensión de entender por completo su funcionamiento aún desborda a los científicos.

Pero, cuidado: aunque estemos programados para no dudar de la información que nos trasmite el cerebro, no siempre nos podemos fiar de él. En ocasiones también nos engaña. Algunas veces a consecuencia de una lesión —o porque, en el fondo, no es una máquina perfecta—, pero otras nos miente adrede, consciente de que su función última no es reproducir el mundo exactamente como es, sino sobrevivir. Y si considera que para ello debe inventarse recuerdos, o modificarlos, tener alucinaciones e interpretar lo que le dicen los sentidos de la forma que le conviene, nos engaña sin remordimientos.

No se fíe de la memoria

Intente recordarse desayunando esta mañana. El lugar donde comió, la secuencia de pasos que siguió… Seguro que tiene en mente una imagen de la situación. Pero analice esta imagen que «recuerda»: ¿está convencido de que coincide realmente con lo que sus ojos percibieron? ¿Está viendo una imagen global que le incluye realizando dichas acciones? ¿O lo que «recuerda» son primeros planos de la galleta mojándose, la mantequilla o la puerta de la nevera? Si se trata del primer caso —que es lo más probable—, no hay más remedio que aceptar que su cerebro se ha inventado descaradamente esa imagen, porque es imposible que se haya visto a sí mismo dentro de la secuencia, como si fuera una cámara colgada del techo. Y si su cerebro se lo ha imaginado, ¿quién le puede asegurar que así sucedió exactamente?

La idea de la memoria como fiel reflejo de lo sucedido está obsoleta. Somos conscientes de que olvidamos muchas cosas, pero generalmente asumimos que lo que recordamos es correcto. Nada más lejos de la realidad. Muchos de nuestros recuerdos son falsos o han sido modificados con el tiempo, influidos por nuestras vivencias, posteriores relatos de los hechos y, más que nada, por el deseo de que hubieran transcurrido de una forma determinada. Cuando vemos dos personas defendiendo versiones diferentes sobre una misma situación pasada, no es necesariamente que uno mienta, sino que sus memorias les traicionan hasta convencerles de que eso ocurrió como querían que ocurriera.

En Estados Unidos se han empezado a replantear casos legales cuyos veredictos se basaron en el testimonio de testigos oculares. Se ha demostrado que las víctimas, familiares indignados y testigos influenciados —sobre todo en situaciones violentas, de shock o con una carga emocional fuerte— exageran lo ocurrido y dan versiones de la realidad que no coinciden con otras pruebas más fidedignas.

Pero los engaños de la memoria van más lejos. A veces incluso confundimos hechos imaginados con reales. El neurólogo Oliver Sacks explica que cuando era pequeño, durante la II Guerra Mundial, cayeron dos bombas en su jardín. Años más tarde, mientras recordaba las dos explosiones con su hermano mayor, éste le dijo: «Pero tú no viste caer la segunda bomba», a lo que Sacks respondió: «¡Claro que sí! ¡Tengo la imagen grabada en mi mente!». Su hermano replicó: «No. Tú y yo estábamos dentro de casa cuando cayó la segunda bomba. Fue nuestro hermano pequeño el que la vio y vino enseguida a contárnoslo. Recuerdo que a ti te impresionó mucho». Oliver Sacks había reproducido esas imágenes en su cerebro y las guardó como si hubieran sido un hecho real. Lo mismo ocurre con personas que tienen alucinaciones, apariciones de seres o experiencias sobrenaturales. Como dice el neurocientífico Rodolfo Llinás, se activan las mismas áreas cerebrales al imaginar una manzana que al verla, e incluso asegura que algunos fragmentos de sueños se pueden incorporar a nuestra memoria como si fueran recuerdos de la vida real.

Pero hay algo que el cerebro sí se encarga de guardar con cierto rigor: las emociones que acompañan nuestras experiencias. No importa recordar qué comimos en un restaurante determinado —de hecho, lo olvidamos fácilmente—, pero cuando alguien nos pregunta si nos gustó, enseguida recordamos si era mediocre o malo, porque ésa es la información realmente útil para sobrevivir, el detalle específico de lo que comimos es indiferente. Lo mismo pasa con la relaciones personales: tenemos un grato recuerdo de un amigo, sin necesidad de una justificación racional. La brújula que en última instancia guía nuestras vidas y nos conduce a repetir una acción o evitarla es recordar si fue placentera o desagradable. Los humanos somos seres más emocionales que racionales.

Obsesiones cerebrales

Los engaños de los sentidos son quizá los que con menos reparo aceptamos. Todos hemos observado aquellas típicas imágenes de líneas que no parecen paralelas, pero en realidad sí los son, o figuras más o menos oscuras en función del fondo sobre el que estén. Incluso la Luna nos parece más grande y cercana cuando se encuentra en el horizonte, cerca de alguna referencia terrestre, que cuando está perdida en medio del cielo nocturno. Pero más allá de estas ilusiones ópticas, existen disfunciones en la percepción de la realidad mucho más sorprendentes. Una de las más chocantes es la llamada «visión ciega».

La padecen pacientes que, tras una lesión en el cerebro, han perdido una parte de su campo visual. Lo increíble es que si en esa zona se sitúa un objeto o punto de luz y se les fuerza a señalarlo, aunque repliquen que no ven nada, levantan el brazo y aciertan. Sus ojos sí que ven, lo que han perdido es la conciencia de ver.

Otro caso curioso es el síndrome de Capgras, en el que se rompen las conexiones entre el córtex visual y la zona del cerebro responsable de las emociones. Los afectados no pueden asociar emociones a imágenes y, por ejemplo, cuando se les muestra a sus padres los niegan y aseguran que se trata de impostores. Al no experimentar ninguna sensación de apego hacia ellos, deducen que se trata de otras personas físicamente muy parecidas.

La anasognosia es otra enfermedad todavía más pasmosa, ya que la negación se efectúa sobre uno mismo. Son pacientes que sufren una parálisis, pero durante un tiempo no la reconocen como tal. Son capaces de estar inválidos y asegurar que pueden caminar. O tener un brazo paralizado y negarlo. Si se les pide que hagan el nudo de su corbata, lo intentarán sin éxito, pero creyendo que están utilizando las dos manos. En realidad no están intentado engañarnos, es su propio cerebro el que les engaña a ellos.

Parecen casos absurdos, pero son reales y contrastados por muchos neurólogos. Quizás el que ha descrito estos trastornos de forma más divulgativa sea Oliver Sacks en su libro El hombre que confundió a su mujer con un sombrero. Allí describe cómo un paciente, después de un accidente, se cayó de la cama al intentar tirar su propia pierna porque estaba plenamente convencido de que no era suya. O el caso que da título a su libro: se trataba de otro paciente que percibía correctamente las formas, colores, texturas, pero no era capaz de relacionarlos en conjunto para darles un sentido global. Confundía objetos con formas parecidas, hasta que un día, justamente al salir de la consulta del médico, llegó a coger a su mujer de la cabeza confundiéndola con un sombrero.

Todos estos inverosímiles trastornos, lesiones y engaños cerebrales son para los neurólogos una herramienta muy útil con la que intentar ahondar en el conocimiento del cerebro, entender sus funciones y descifrar su naturaleza. Una tarea con un profundo impacto que se escapa del campo de la ciencia y penetra en el de las humanidades y filosofía. Llevamos miles de años haciéndonos preguntas sobre la mente humana, el origen de la conciencia, el libre albedrío, pero es desde hace poco que los neurocientíficos puede contribuir con sus investigaciones a abordar las respuestas.

Fuente: www.algarabia.com
http://radiocontempo.wordpress.com