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un millon de cicatrizes

Un gen que protege al cerebro de la ansiedad y el estres



Un gen que protege al cerebro de la ansiedad y el estres

Editor Dr. Francisco Gil el 20 Agosto 2008

Instituto Cajal
Un equipo del Instituto Cajal de Madrid, perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha descubierto que el gen ‘adrenomedulina’ protege al cerebro de la ansiedad y el estrés, según el estudio que han publicado en la revista Proceeding’s de la Academia Nacional de Ciencias estadounidense (PNAS).

Para llegar a esa conclusión, los investigadores han elaborado una batería de pruebas de comportamiento del cerebro de ratones a los que se les había suprimido este gen del sistema nervioso.

Los resultados han demostrado que los individuos sin el gen ‘adrenomedulina’ se movían más que los otros y presentaban una mala coordinación motora. Pero, además, los animales modificados tenían más ansiedad y presentaban movimientos estereotipados, característicos del síndrome obsesivo-compulsivo.

Los autores del estudio han determinado que los animales que carecen de adrenomedulina cerebral son más sensibles a los agentes que dañan el cerebro. Según el estudio, la ausencia de este gen hace que las neuronas de áreas concretas del cerebro tengan un citoesqueleto, estructura supramolecular que contribuye a la integridad de la célula, más rígido, lo que tiene consecuencias perjudiciales en el comportamiento animal.

Según Alfredo Martínez, director del trabajo, gracias a esta investigación se ha detectado que muchos de los efectos psicológicos causados por la ausencia del gen adrenomedulina se corrigen con la edad, de manera que en humanos de más de 30 años no se pueden apreciar las consecuencias perjudiciales explicadas anteriormente. Todo indica que tiene que haber un mecanismo de compensación dependiente de la edad responsable de esta normalización, según señala el CSIC.

Los investigadores habían descrito con anterioridad que el cerebro, en condiciones normales, presenta niveles altos de adrenomedulina, los cuales aumentan en situaciones de daño cerebral.

Con éste último estudio, el equipo del Instituto Cajal ha determinado que la adrenomedulina es un factor que protege al cerebro tanto frente a las agresiones externas (isquemias, traumatismos, etc.), como a las internas (exceso de estrés y ansiedad).

“En la actualidad estamos trabajando en la búsqueda de sustancias de aplicación farmacológica que puedan aumentar la acción de la adrenomedulina cerebral, y, de ese modo, poder frenar el daño producido por el estrés y la ansiedad excesiva”, ha explicado Martínez.
fuente:http://www.cienciaysociedad.info/salud/un-gen-que-protege-al-cerebro-de-la-ansiedad-y-el-estres/

ASCO Y PSICOPATOLOGÍA: NUEVA FRONTERA EN PSICOLOGÍA CLÍNICA


foto:lemur
extracto de el articulo:ASCO Y PSICOPATOLOGÍA: NUEVA FRONTERA EN PSICOLOGÍA CLÍNICA
Un tipo de vinculación psicopatológica del asco ha sido con el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC). Diversas investigaciones recientes han constatado que ciertos tipos de pacientes con TOC, i.e., aquellos en los que predominan las obsesiones de limpieza y/o las compulsiones de lavado (cerca de la mitad de todos los pacientes con TOC), suelen experimentar sentimientos de asco, más que sentimientos de miedo o ansiedad, asociados a los objetos "contaminantes", lo cual también podría interpretarse a partir del modelo de evitación de la enfermedad. Las fobias y el TOC son los trastornos cuya relación con el asco ha sido claramente demostrada. Otros trastornos mentales sobre los que se ha referido evidencia preliminar que los vincula con emociones de asco son los trastornos alimentarios y las disfunciones sexuales. No es de extrañar que se sospeche de un papel importante del asco en los trastornos alimentarios, toda vez que en éstos son frecuentes los síntomas de asco hacia la comida y hacia el propio cuerpo.

Finalmente, algunos datos recientes indican que la sensibilidad al asco interfiere con el placer sexual y parece estar implicada en varias disfunciones sexuales relacionadas con el deseo sexual (deseo sexual hipoactivo, etc.), la excitación sexual y la aversión al sexo y el vaginismo. El asco podría estar implicado en muchos otros trastornos mentales, aparte de los aquí indicados. Es posible también que las implicaciones del asco no se reduzcan al campo de la psicopatología y la Psicología clínica, sino también a otros ámbitos de la Psicología. Las variantes de asco interpersonal y sociomoral pueden asociarse a fenómenos de rechazo social (racismo, marginación, rechazo de personas enfermas, etc.) y a cuestiones de tipo moral (incesto, abuso infantil, homosexualidad, etc.).

Nos encontramos ante una nueva frontera que afecta a la Psicología clínica y de la salud y a otros campos de la Psicología. Es posible que muchos trastornos de ansiedad tengan más relación con reacciones de asco que con las propias reacciones de ansiedad o miedo. Algo similar podría ocurrir con otros trastornos mentales. Si esto es así, es necesario modificar muchos de los presupuestos aceptados actualmente tanto para la psicopatología como para el tratamiento de un amplio rango de trastornos mentales. Así mismo, esto implica que los tratamientos de muchos trastornos podrían beneficiarse incluyendo en los protocolos componentes dirigidos a corregir las respuestas de asco. Aunque esto ya ha comenzado a llevarse a cabo para algunos trastornos (fobias y TOC), los datos son aún preliminares y deben extenderse a otros trastornos mentales. Otro reto de esta nueva frontera consistiría en (a) delimitar conceptual y empíricamente los tipos de asco y sensibilidad al asco de otros constructos psicológicos emparentados, tales como la sensibilidad a la ansiedad, el afecto negativo, la ansiedad y el neuroticismo, y (b) clarificar qué tipos de asco o sensibilidad al asco se asocian a qué tipos de síntomas y trastornos mentales. Datos iniciales sobre esta cuestión han sido publicados recientemente por nuestro grupo
http://www.infocop.es/view_article.asp?id=2384

Espectro y tratorno obsesivo-compulsivo



fuente:J.M. Menchón
Servicio de Psiquiatría. Hospital de Bellvitge. Barcelona.
El espectro de los trastornos obsesivo-compulsivos es un concepto que se ha introducido recientemente y en el que se considera que pensamientos obsesivos y rituales compulsivos también se pueden encontrar en otros trastornos además de en el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC). A partir de ello, Hollander ha propuesto que estos trastornos están relacionados entre sí. Entre los trastornos propuestos Hollander destaca trastornos de tics (síndrome de Gilles de la Tourette), trastornos neurológicos(corea de Sydenham, corea de Huntington, epilepsia, autismo, enfermedad de Parkinson), trastornos del control de los impulsos (tricotilomanía, juego patológico,compulsiones sexuales, cleptomanía, conducta autolesiva, compra compulsiva), trastornos de personalidad impulsivos (trastorno antisocial de la personalidad, trastorno límite de la personalidad), trastornos somatomorfos(hipocondría, trastorno dismórfico corporal), trastornos disociativos (despersonalización), trastornos de la conducta alimentaria (anorexia nerviosa, trastorno por atracón), trastornos delirantes (trastorno delirante subtipo somático), trastornos esquizo-obsesivos (TOC delirante, TOC esquizotípico). Para obviar el problema de relacionar tan dispares categorías de trastornos, Hollander propone utilizar una aproximación dimensional que la concreta en las siguientes dimensiones: compulsividad-impulsividad (o evitación de riesgo versus búsqueda de riesgo), cognitiva-motora, incertidumbre-certidumbre (o delirante) de las ideas. Hollander fundamenta la relación entre los trastornos principalmente en la similitud de la sintomatología, relación que apoya en la superposición entre estos trastornos de otros aspectos como características asociadas (curso clínico, historia familiar), neurobiología (respuestas hormonales a estimulación, neuroimagen), respuesta a las terapias de conducta y a las farmacológicas. Finalmente, presupone que estos trastornos pueden compartir aspectos etiológicos. La cuestión de este planteamiento –considerar un espectro de los trastornos obsesivo-compulsivos– es si este abordaje nosológico es válido y útil. En primer lugar, la consideración de que comparten sintomatología similar puede ser controvertida. La impresión es que la característica principal en la que se basa la relación propuesta es la presencia de repetición, bien de protopulsiones, bien de compulsiones, bien de conductas repetidas, bien de preocupaciones exageradas (como en la hipocondría). El análisis fenomenológico de estos fenómenos excede de la intención de la presente discusión y se encuentra ampliamente detallada y descrita en otros lugares. Es importante distinguir en el análisis el nivel en el que se considera el fenómeno esencial subyacente –la obsesión– del nivel en que se consi-deran las manifestaciones aparentes –la conducta–. En este sentido, el análisis debe realizarse desde un marco conceptual único, pues el considerar conductas (sin su referente fenomenológico) y fenomenología conjuntamente va a implicar un aparente solapamiento de manifestaciones. Otro argumento en que se apoya el solapamiento sintomático de estos trastornos es la presencia de casos en los que es difícil establecer el carácter de las manifestaciones (p. ej., obsesiones o delirios) o bien que ambos fenómenos (obsesiones y delirios) aparecen en el mismo caso. Si bien es cierto que se observan estas situaciones en la clínica, no cabe considerarlas como la norma, por lo que no puede tomarse la parte por el todo o apoyarse en excepciones para substanciar la norma general. Con otro ejemplo, la presencia de depresión post-psicótica en un esquizofrénico o la presencia de delirios en una depresión delirante no se considera en general (excepto quizá para los defensores de la psicosis única) como pertenecientes a una misma esfera de trastornos. Respecto a los datos neurobiológicos, se sugiere que hay estudios en los que se muestran hallazgos a partir de los cuales se podrían relacionar los trastornos. Por ejemplo, los trastornos en los que se han hallado datos que implican al sistema serotoninérgico son tantos que pronto será más práctico listar aquéllos en los que no están implicadas alteraciones del mismo. Además, los estudios neurobiológicos no han mostrado alteraciones similares para todos los trastornos incluidos en el espectro de TOC. Similares objeciones pueden señalarse a los aspectos terapéuticos de estos trastornos. Para la muchos de estos trastornos no hay estudios bien controlados y replicados que sustenten la eficacia de determinadas terapéuticas, en muchos casos, los estudios han sido escasos y no adecuadamente controlados. No debe olvidarse que el problema que se plantea es fundamentalmente nosológico. Si el espectro del TOC debe considerarse como una categoría, no parecen haber datos suficientes que avalen esta posición. Es más, incluye trastornos tan dispares como la hipocondriasis, la personalidad antisocial, la compra compulsiva o el autismo, que se hace difícil concebirlos como pertenecientes a la misma categoría; no es sencillo pensar que puedan haber mecanismos etiopatogénicos similares subyacentes a estos tratornos. Si la posición es a considerar que no constituyen un solo espectro sino que son varios los espectros, ello nos conduce a la posición clásica de diferentes categorías de trastornos. Si se propone una organización dimensional de la psicopatología a partir de las características observadas en el TOC, aparte de ser un proyecto probablemente muy ambicioso, se está considerando la psicopatolgía desde otro enfoque. En tal caso, los datos que deberían aportarse no tienen que provenir a partir de similitudes (biológicas o clínicas) entre categorías sino que debería sustentarse en las relaciones entre dimensiones (p. ej., compulsividad-impulsividad o cognitiva-motor) y las características en estudio (antecedentes familiares, pruebas biológicas), independientemente de la categoría diagnóstica a la que pertenecieran los individuos (TOC, epilepsia o compra compulsiva). Esto daría validez a dicho enfoque; sin embargo, no hay datos sólidos que sustenten tal aproximación y las consideraciones son, hasta la fecha, especulativas. En conclusión, no parecen que hayan suficientes datos que validen en la actualidad la presencia de un espectro de TOC. Asimismo, la utilidad clínica o heurística es probablemente escasa. Por ejemplo, en una reciente revisión de uno de los trastornos que podrían considerarse más próximos al TOC como es el trastorno dismórfico corporal, Phillips concluye que si bien hay muchas similitudes,sus diferencias sugieren que no son trastornos idénticos aunque, dadas sus similitudes, puedan entrar en el concepto de espectro; sin embargo, indica que deben ser diferenciados tanto en los ámbitos clínicos como de investigación. Todo ello no impide que los hallazgos que se puedan establecer, por ejemplo, entre sistemas neurotransmisores o neuroanatomía y psicopatología, puedan ayudar a comprender mejor los mecanismos etiopatogénicos subyacentes en otros trastornos; no obstante, más dudoso es que ello representara una significativa relación entre ambos trastornos. Más que una crítica al espectro de TOC, lo que se pretende en esta discusión es poner en evidencia las carencias de esta posición y que, al menos para una parte de clínicos, no está todavía suficientemente sustentada. En cualquier caso, es de esperar que en un futuro cercano aparezcan estudios que puedan confirmar o desestimar el interés de mantener esta consideración nosológica del espectro del TOC.

http://www.psiquiatria.com/articulos/trobsesivo/etiologia/3240/

Como los chorros del plomo


fuente:JOSÉ MARÍA ROMERA :: MARTÍN OLMOS
La esclavitud de las tareas domésticas puede llegar a ser un camino de perfección, una vía ascética que colma de satisfacciones a quien se aplica a ella con disciplina y sin tregua. Mientras para muchas personas la limpieza del hogar forma parte de esos engorrosos inconvenientes de la vida práctica, para otras constituye todo un hobby, un placer y una dedicación gustosa que llega a adquirir los rasgos de un síndrome adictivo. Más allá del deseo de mantener un ambiente acogedor en el hogar y del razonable cuidado de la higiene, la obsesión por la limpieza convierte la casa en un desafío permanente a la perfección, al esfuerzo y a la voluntad. El hecho de tener la vivienda limpia deja de ser un objetivo utilitario para presentarse como un ejercicio que conduce a la realización personal.
El brillo de los muebles devuelve, como un espejo mágico, la imagen satisfecha del triunfo. Pero al mismo tiempo pone en alerta. No hay que dormirse en los laureles. Para mantener nuestra estancia como los chorros del oro no hay que concederse el menor descanso porque las motas de polvo acechan por doquier. Como nuevas Penélopes, las amas de casa tejen y tejen a todas horas el mismo telar pues saben que la suciedad vuelve a hacer de las suyas en cuanto se baja la guardia.
Según observa la psicología, el ciclo TOC -el del trastorno obsesivo-compulsivo- convierte la limpieza doméstica en una sucesión de reiterativos rituales, aunque no siempre respondan a las mismas motivaciones. Así como para algunas personas tener la casa en perfecto estado es una manera de contribuir al bienestar de la familia, para otras representa una manera de lucirse ante el visitante o de competir con los otros en el campeonato del hogar modélico. Aunque suene a paradoja, se limpia hacia adentro para exhibirse hacia afuera. Eso explica que en muchas casas los miembros del hogar -los beneficiarios, en principio, del confort perseguido- tengan prohibido ver la tele en el salón o usar uno de los cuartos de baño: son espacios-escaparate conservados en perfecto estado de revista con el único fin de deslumbrar a los extraños.
Otras veces la obsesión limpiadora tiene más que ver con la inseguridad personal. En la medida que dominamos los objetos forzándoles a mantenerse exquisitamente aseados y en estricto orden, obtenemos la recompensa de vernos seguros. Pero eso obliga a extremar las manías de forma repetitiva para evitar los sentimientos de angustia y malestar. No es desdeñable, no obstante, el papel terapéutico que en algunos casos ejerce la limpieza de la casa. Así como hay gente que después de pesadas jornadas de trabajo llega a casa pensando sólo en el descanso, deseosa de encontrar refugio en esa 'república independiente' donde no debe rendir cuentas a nadie, también otros se relajan gracias a unas ocupaciones que les permiten olvidar el estrés de su trabajo 'oficial'. Para ellos, cada pasada del aspirador es un gratificante barrido que se lleva los problemas. Frente a los contratiempos causados por una actividad laboral tantas veces enajenadora, las tareas domésticas revierten en beneficios propios. Así que tener la casa limpia como una patena puede ser duro, pero a menudo ahorra dos gastos: el de asistente y el de psiquiatra.
Pero, bromas aparte, la obsesión por la limpieza tiene unas dimensiones patológicas indiscutibles. Los aficionados a inventar palabras han acuñado el vocablo 'cleanaholic' para designar a estas personas -mujeres, en su mayoría- que han convertido la limpieza y el orden en una adicción tan insuperable como el alcohol, el juego, las compras o el tabaco. O tal vez más grave que el resto, pues presenta una apariencia virtuosa que la hace irreconocible como trastorno. ¿Cómo podemos censurar a alguien que aspira a hacer las cosas lo mejor posible? Es sencillo convencer a un fumador de que debe abandonar su dependencia-vicio, pero no hay modo racional de argumentarle a un 'cleanaholic' que, cuanto más acentúa sus manías, más cerca se halla de un cierto ideal de perfección bendecido por la cultura y, en cierto modo, por el sentido común. Estaría bueno, criticar a alguien por ser más limpio que nadie.
Hay quienes hablan del 'síndrome del ama de casa' puesto que, debido al tradicional reparto de papeles entre los dos sexos, afecta mucho más a las mujeres que a los hombres. Pero cada vez son más los 'cleanaholics' masculinos que presentan los mismos síntomas. Aunque adopte la apariencia de una pequeña manía tolerable, la obsesión por la limpieza es un devastador impulso que daña tanto a quien lo padece como a quienes -también pacientes- acaban haciendo la vida en la cocina para que no caiga ni un pelo en el resto de estancias de esa inmaculada mazmorra que alguna vez fue un hogar. Impuro, pero hogar.
http://www.elcorreodigital.com/vizcaya/20091213/opinion/como-chorros-plomo-20091213.html

Actualizar los miedos para que desaparezcan


fuente:elmundosalud
BORRAR MALOS RECUERDOS
Actualizar los miedos para que desaparezcan
Un grupo de investigadores elimina miedos sin necesidad de técnicas invasivas
La terapia podría ser útil en el tratamiento de trastornos de ansiedad

La terapia funciona sin necesidad de fármacos Cuando un recuerdo se evoca, se abre una ventana temporal en la que es posible alterarlo. Así, al reactivar un miedo, es posible hacerlo desaparecer mediante una sencilla técnica de condicionamiento. Esto es lo que un grupo de científicos ha demostrado en un experimento detallado en las páginas de la revista 'Nature'.

"Nuestro trabajo sugiere que durante la vida de una memoria existen ventanas de tiempo en las que se vuelve susceptible para ser cambiada de forma permanente", ha explicado Daniela Schiller, autora principal del trabajo, procedente de la Universidad de Nueva York (Estados Unidos). "Comprendiendo la dinámica de la memoria podremos, a largo plazo, abrir nuevas vías para el tratamiento de trastornos causados por recuerdos emocionales anormales", concluye.

John Watson, fundador del conductismo, llevó a cabo un controvertido experimento en el que un niño adquirió miedo hacia las ratas mediante las técnicas de condicionamiento clásico. Cada vez que el pequeño Albert acercaba su mano para tocar al animal, Watson y su ayudante, Rosalie Rayner, emitían un sonido atronador. Al cabo de ciertas repeticiones, el niño exhibía una reacción miedosa ante la simple visión del roedor, al asociarla al incómodo ruido.

En los planes de Watson y Warner estaba llevar a cabo el descondicionamiento de este miedo, pero el experimento nunca se realizó ya que el pequeño Albert recibió el alta del hospital. La cuestión de si es posible o no borrar, bloquear o alterar las memorias de miedos sigue despertando el interés de médicos y científicos, especialmente por su utilidad a la hora de tratar trastornos de ansiedad o postraumáticos.

El conocimiento sobre los mecanismos de la memoria ha avanzado en las últimas décadas. Los recuerdos no son elementos inamovibles, como sugiere la visión tradicional. Al contrario, según señala la teoría de la reconsolidación y tal y como han demostrado varios estudios, los recuerdos se consolidan -casi se vuelven a formar- cada vez que se evocan.

Durante este periodo de reconsolidación, que dura unas seis horas, las memorias se pueden actualizar. Es decir, es posible incorporar nueva información a las mismas, un fenómeno que desde el punto de vista evolutivo sería útil como mecanismo adaptativo. De hecho, numerosos experimentos confirman que este proceso es compartido por distintas especies, como los humanos y los roedores.

Seis horas para cambiar los recuerdos
Siguiendo esta senda, Schiller y su equipo diseñaron un experimento para comprobar si es posible interferir en la reconsolidación de los recuerdos para cambiarlos y hacer que los miedos dejen de ser tales. Se trataba de un condicionamiento clásico. Los participantes observaban varios objetos, uno de los cuales se asociaba con un estímulo doloroso (una descarga eléctrica). Tras varios intentos, los sujetos mostraban una reacción de miedo ante ese elemento sin necesidad de sufrir una descarga.

Un día después de creado ese miedo, se procedió a su reactivación (es decir, se inició su reconsolidación). Se presentó de nuevo el objeto pero esta vez no estaba asociado a un estímulo incómodo para tratar así de alterar esa memoria, de actualizarla. Al tercer día, el objeto que antes les provocaba aversión ya no causaba reacción alguna en los participantes. El miedo había desaparecido, pero sólo en aquellos en los que el entrenamiento de extinción, como se conoce este procedimiento, se realizó en las seis horas posteriores a la reactivación.

"Esta visión capta la fluidez de la memoria y sugiere la existencia de un proceso dinámico a través del cual los recuerdos se forman, actualizan y mantienen", explican los autores en las páginas de 'Nature'.

Hasta ahora, ha sido posible detallar los mecanismos moleculares que están involucrados en la reconsolidación de la memoria emocional, lo que ha permitido alterar este proceso mediante fármacos, tanto en roedores como en humanos. El problema es que algunas de estas sustancias no son seguras y no se pueden emplear en personas, y otras, las que sí, obtienen resultados dispares en función del individuo.

http://www.elmundo.es/elmundosalud/2009/12/10/neurociencia/1260432891.html