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“Estoy sucia”.
Una caso de TOC
Francisco de Sande Díaz
MIR Psiquiatría
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EPIDEMIOLOGÍA
4ª enf. Psiquiátrica. (10% consultas)
Prevalencia: 2-3 personas de cada 100.
= probabilidad por sexos.
Varones a edades más tempranas.
Adultos: alrededor de las 20 años.
40% comienzo en infancia y
adolescencia.
Niños: 7-8 años (casos a partir de los 2).
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Etiopatogenia
Modelo Psicoanalítico (Freud)
fracaso para defenderse de agresiones inconscientes en
etapa anal. Ego débil para defenderse de las
prohibiciones del superego.
Adaptación con obsesiones/compulsiones.
Regreso a posición sádico-anal
No confirmados en estudios. Casos de TOC sin
circunstancias traumáticas. Terapia P. No eficaz en
síntomas obsesivos
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Etiopatogenia
Modelo Cognitivo-Conductual.
actividad vegetativa—Intensa ansiedad-tensión.
Rituales-------- Ansiedad.
Opción terapéutica preferente (aislada o combinada)
NO aclara: etiología, comienzo, evolución y mecanismos
fisiopatológicos
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Etiopatogenia
Modelo Cibernético.(M. Esteve)
Cibernética: c. del control y la comunicación todo sistema funcional
consta de 4 unidades relacionadas entre sí;
Receptor; recibe.(corteza cerebral)
Operador; selección del mensaje, fijación en la memoria.
Elige una respuesta y decide la estrategia.
Motivador
Motivador; colabora con operador. Significado de la infor.
Efector.(vías eferentes motrices).
fenómeno obsesivo– nivel de alerta por baja actividad de la
formación reticular---DUDA trata de llegar a la certeza a través de
repetición.(vertiente psicol
vertiente psicológica)
Fallo en la regulación de los procesos de excitación e inhibición.
Fallos en la conmutación (vertiente neurofisiológica
gica).
No explica: selectividad de los síntomas
mejoría y exacerbaciones en curso cl
a y exacerbaciones en curso clínico.
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Factores genéticos
Lewis (1936). Alta incidencia neurosis obsesiva en
familiares de TOC.
Rasmussen (1992)concordancia 32 pares monocigóticos.
Discordancia 19 pares.
Pauls. 8% de familiares formas subclínica/2% control.
Los factores hereditarios no lo explicarían todo. Hablar
de vulnereabilidad genética.
Relación con Gilles de la Tourette.
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Patología infecciosa y TOC
TOC coincidiendo con inf. Streptococo B
hemolítico del grupo A o exacerbación de clínica
al presentarla.
También con infecciones víricas.
Similitudes comienzo (brusco) y evolución
(fases) con trastornos de tics y c. de Sydenham
(frecuentemente asociadas a TOC)—posible
mecanismo autoinmune.(Ac contra n. caudado)
Tto con penicilina-plasmaféresis—mejora clínica
1/3 C.deS.—presentan TOC.
¾
“ .--síntomas obsesivos y compulsiones
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Factores Neuroquímicos
Hipótesis serotonérgica
-
Eficacia de ISRS y clomipramina.
-¿hipofunción serotonérgica?:
-correlación clínica-niveles plasmáticos clomipramina--disminución
niveles 5-HIAA en LCR.
-empeoramiento con antagonista serotonérgico.(no siempre)
-M-CCP(metabolito
CCP(metabolito trazodona) casos de empeoramiento
.
hipersensibilidad receptores Ser.
-exceso de actividad de los receptores con agonistas
-exceso de inhibición con antagonistas.
-ISRS sensibilidad de recep. por exposición mantenida altas dosis Ser.
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Factores neuroendocrinos y
neuropsicológicos
Test supresión del cortisol---discordancia en estudios
EEG---Vigilia; anomalías inespecíficas.
---Sueño; despertares.(= depresión.)
nº receptores 5-HT2 en ganglios basales.
TAC--- ventrículos cerebrales sin relación
= tamaño ventrículos-- tamaño núcleos caudados.
RMN---alt. en el giro cingulado ant., núcleo lenticular,
estriado.
PET-- metabolismo corteza frontal, giro orbitario, n.
caudados.
SPECT—hiperperfusión c. frotoorbitaria, córtex cingulado, l.
frontal.
Sexo, edad,
gravedad, tiempo evol.
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Factores neuroanatómicos
Hipótesis Disfunción selectiva de los ganglios
basales.
G.basales: centro conductas motoras innatas.
puerta de entrada de estímulos sensoriales.
1.
“conducta de vacío”:respuesta en ausencia de estímulo.
2.
“desplazamiento de la respuesta”: conflicto entre 2
impulsos fuertemente activados.
No explica curso clínico, predominio de 1ó2 obsesiones.
TOC sin demostrar afect. G. basales.
Enf. y traumatismos con TOC sin afect. G. basales.
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Factores neuroanatómicos
C. Frontoorbitario Á. asoc Cortical reconoc. Sonidos/objetos
C. Cingulado anterior Á temporales sup. e inf.
S. Estriado Ser. (+)
n. estriado (detectores del estímulo)
( “
de motivaciones internas).
de motivaciones internas).
(-)
Pálido
(-)
Tálamo
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CLÍNICA
Obsesiones: pensamiento, idea, sentimiento o sensación
intrusivo y recurrente que el individuo reconoce como
absurdos , aunque sabe que son producto de su mente.
Compulsión: actos motores o mentales irreprimibles,
repetitivos con aparente finalidad que no es otra que
producir o evitar un determinado acontecimiento y se
traduce en un descenso de la tensión del sujeto.
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Obsesiones Compulsiones
Lavarse (1)
Repetir (2)
Comprobar (3)
Tocar
Contar
Ordenar (4)
Almacenar
Rezar
Evitación de daños.
Contaminación
Lavarse
Miedo a sucesos terribles
Agresiones
Sexo
Escrúpulos/religiosidad
Pensamientos prohibidos
Simetría/orden
Decir/preguntar/confesar
os.
Decir/preguntar/confesar
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CLINICA ASOCIADA
Disforia—irritabilidad y/o agresividad
a.v. 1º motivo de consulta.
Relaciones conflictivas Padres 60% =o.p. psi.
Hermanos < “
Otros adultos 1,4%
Compañeros 2,8%.
Retraimiento social 65% frente 25% o.p. psi.
Sólo 15% rendimiento académico correcto.
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CLÍNICA
ESTADO
DISFÓRICO
SITUACIONES ESTRESANTES,
TOC
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TRASTORNOS ASOCIADOS
Trastorno de ansiedad

afectivo
.(+frec. Depresión mayor)
Tics /Tourette.
Anorexia nerviosa.
Riesgo de conductas suicidas.
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Complicaciones médicas
Dermatitis.
Alopecia.
Onicopatía.
Gingivitis.
Síntomas somáticos depresivos:
estreñimiento.
alt. Del apetito.
alt. Del sueño.
cefaleas, náuseas…
Sospecha de TOC ante consultas por esta clínica.
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EVOLUCIÓN (Goodwin)
1.
Crónicos, sin remisiones.
2.
Fásicos, con periodos de remisión completa.
3.
Fásicos o episódicos, con remisión incompleta
pero con funcionamiento social bueno.
Leonard: eventos estresantes y comorbilidad— contribuyen mala
evolución.
Signos de mal pronóstico (Rapoport).
a) persistencia/gravedad síntomas tras 5 semanas tto.
b) enf. Psiquiátrica padres.
c) excesiva implicación familiar/alta expres. Emocional.
d) comorbilidad.
e) eventos estresantes.
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TRATAMIENTO
IRS—clomipramina
ISRS
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Tto. Cognitivo-Conductual.
Probablemente de elección.
Menor tasa de recaída que tras suspensión de ISRS.
70% reducción de síntomas.
51% de cumplimiento.
25% rechazan continuar con este tratamiento.
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Tto. Cognitivo-Conductual.
Evaluación conductual
Obsesiones: A) señales externas.
b) señales internas.
C) consecuencias de ambas.
Patrones de evitación.
a) evitación pasiva.
b) rituales.
c) relación comportamientos evitación/señales miedo.
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Tto. Cognitivo-Conductual.
Técnicas exposición y/o prevención de
respuesta.
Técnicas operantes
.(eliminación de refuerzos +)
Modelado y moldeamiento
.(refuerzo
aproximaciones graduales a conducta final)
Estrategias de control de ansiedad.
Técnicas cognitivas.
Intervención familiar.
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“Estoy sucia”
CASO CLÍNICO
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Antecedentes
PERSONALES
a) Somáticos: no referidos. No IQ.
b) Psiquiátricos: diagnosticada de
TOC y personalidad obsesiva.
Tto previo con sertralina y
terapia cognitivo-conductual .
FAMILIARES
a) Somáticos: no referidos.
b) Psiquiátricos: hermano con hª
de gesto autolítico, posterior
seguimiento psiquiátrico con
buena evolución.

Historial Psicobiográfico
Embarazo y parto normales.
Sin enfermedades durante la infancia.
Desarrollo psicomotor normal.
Relación conflictiva con hermana mayor en la
infancia(“es muy dócil y la otra no”). No actualmente.
12 años—comienza a salir con su novio actual.
14 años—cerca de la menstruación se acostaba, creía
que se moría, con náuseas,necesidad de compañía para
sentirse segura. Es atendida para enrevista preliminar de
terapia familiar sin figurar seguimiento posterior.
16 años— Es remitida por el servicio de neurología con
síntomas de “anorexia, fobias y cbsesiones”.
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Historial Psicobiográfico
obsesiones de contaminación y rituales de lavado que dificultan la
convivencia familiar, especialmente con la madre. Ésta en una
ocasión la golpea porque quería ducharse. Es atendida por psicólogo
particular después de haber sido atendida anteriormente por
psiquiatr
psiquiatría y psicolog
a y psicología tb. particular( sin informes). La paciente se
desvincula del tto. al poco tiempo siendo diagnosticada de TOC y un
trastorno alimentario (no especificado; caprichos, pérdida de
apetito, rituales).
apetito, rituales).
18 años--la situación empeora en casa. Se marcha a vivir con novio
y familia del mismo. Mejora la relaci
y familia del mismo. Mejora la relación con su madre. Buenas
relaciones en la nueva casa. Continúa la clínica TOC.
nica TOC.
Obsesiones: sensación de suciedad cuando la rozan o la
tocan…Egodistónicas siempre.
Rituales: Come en la habitación, lava la ropa todos los días, no
as, no
puede acostarse sin ducharse y lavarse el pelo… Rituales de
evitación. Compulsiones de limpieza de manos..
Esto complica las relaciones con compañeros de clase e incluso con
su pareja.
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Historial Psicobiográfico
Comienza a estudiar psicología en otra ciudad.
Comparte habitación en un piso de estudiantes.
A los 4 meses vuelve a casa incapaz de
continuar debido a la clínica. Al regresar
consulta por 1º vez en ESM. Lleva
aproximadamente 2 años con clínica TOC.
Comienza tto. farmacológico (sertralina) y TCC.
Se descarta la presencia de un TCA. La clínica
remite y la paciente es dada de alta sin
tratamiento tras un dos del mismo.
Previamente había reanudado estudios (T.
Ocupacional) en otra ciudad compartiendo piso
de estudiantes.
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HISTORIA DE LA ENFERMEDAD ACTUAL
Paciente diagnosticada de TOC que es dada de
alta sin tratamiento por mejoría clínica hace 6
meses aproximadamente. A partir del verano
comienza con síntomas de ansiedad,
decaimiento y tristeza. Como desencadenante
del nuevo cuadro aparece un problema en la
relación con su pareja que motiva una pérdida
de confianza por parte de este. La clínica se
mantiene así. Ultima revisión en octubre03, no
se refiere clínica en esa consulta( vista por otro
psiquiatra). Vuelve a la ciudad donde estudia
desde hace dos años compartiendo piso con
otras compañeras con las que el trato es bueno.
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HISTORIA DE LA ENFERMEDAD ACTUAL
Allí comienza a notar, al encontrarse en lugares
cerrados, rodeada de gente, en particular
autobús urbano y aulas, necesidad de orinar que
desaparecen al ir al servicio y otros síntomas
somáticos de ansiedad (rubor, temblor…). Todo
esto motiva su vuelta a casa con abandono
momentáneo de los estudios. Durante la
Navidad apenas sale de casa y finalmente acude
al S. de Urgencias desde donde se deriva a su
ESM solitando la paciente ser tratada por su
psiquiatra previo.
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EXAMEN MENTAL
Consciente, orientada, colaboradora.
Ansiedad flotante psíquica y somática.
Tristeza. Sentimientos de culpa. Baja autoestima. Apat
Tristeza. Sentimientos de culpa. Baja autoestima. Apatía no anergia,
anhedonia. Labilidad emocional.
Pérdida de apetito y sueño.
No presencia de rituales o compulsiones.
Sin alteraciones de la sensopercepci
Sin alteraciones de la sensopercepción.
No ideación delirante de perjuicio, ruina…Pensamientos rumiativo en
torno a su situación.
Lenguaje contextualizado, tono adecuado.
Ideas de muerte no estructuradas sin ideación suicida.
Rasgos obsesivos de personalidad( perfeccionismo, rigidez) y
Rasgos obsesivos de personalidad( perfeccionismo, rigidez) y
dependientes.
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Definición personal
Trabajadora.
Estricta.
Sincera.
Perfeccionista, necesidad de control/seguridad.
Dependiente (pareja fundamentalmente).
Limpia.
Depresiva.
Obsesiva.
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JUICIO CLÍNICO
TRASTORNO DE ANSIEDAD NO ESPECIFICADO.
Page 34
Tratamiento
Sertralina 150 mg/día
Clonazepam 1mg/día

APROXIMACIÓN PSICOBIOLÓGICA AL TRASTORNO OBSESIVO-COMPULSIVO


.
Marisa Arnedo1, Lola Roldán y José Manuel Morell2
Universidad de Granada
Resumen
El trastorno obsesivo-compulsivo representa en la actualidad un tema central
dentro de la psicopatología. Investigaciones recientes sugieren la participación de
variables genéticas, bioquímicas y neuroanatómicas en el origen del problema. En
este artículo se revisan las principales aportaciones psicobiológicas que se han realizado
dentro de este tema, con especial incidencia en la relación que se ha establecido
entre el trastorno obsesivo-compulsivo y alteraciones en el sistema
frontobasal.
PALABRAS CLAVE: Trastorno obsesivo-compulsivo, sistema frontobasal.
.
«Debo reconocer que todavía no he conseguido desentrañar
sin residuo alguno la complicada estructura de un caso grave
de neurosis obsesiva...Los fragmentos de conocimientos, trabajosamente
extraídos, que aquí ofrecemos, podrían parecer
poco satisfactorios, pero la labor de otros investigadores se enlazará
a ellos, y el esfuerzo común podrá conseguir aquello que
para uno solo es demasiado arduo»
(Freud, S. Obras Completas, pp. 1441)
308 Marisa Arnedo, Lola Roldán y José Manuel Morell
María es una licenciada universitaria de 28 años. A pesar del tiempo transcurrido,
todavía acude a la consulta con cierta inquietud porque no quiere recordar
aquellos días, hace ahora cuatro años, en que se entregaba desde la mañana a la
noche a una extraña y urgente necesidad de lavar y limpiar todo lo que le rodeaba.
Teme que puedan volver aquellas ideas absurdas que le impulsaban, a pesar de su
resistencia, a organizar auténticos rituales de lavado: «tres veces una mano, dos la
contraria...», y esto sólo para empezar. Luego, tras cambiar la secuencia, presionaba
con fuerza su piel con detergentes cáusticos. María repetía esta ceremonia muchas
veces al día, aunque siempre procuraba aislarse y ocultarse incluso de sus familiares
más próximos.
Al final sólo obtenía un alivio momentáneo de su tensión, y no pasaba mucho
tiempo antes de que se viera embargada por intensos sentimientos de incompetencia
y tristeza, y, peor aún, por creencias de «estar volviéndose loca»... Como alternativa,
aprendió a evitar situaciones y objetos que pudieran precipitar el inicio de un
nuevo ritual.
María presenta un cuadro psicopatológico típico denominado Trastorno Obsesivo
Compulsivo.
Características del trastorno obsesivo compulsivo
Las obsesiones se definen como pensamientos, impulsos o imágenes recurrentes
y persistentes que causan estados de ansiedad y malestar de una intensidad considerable
(Tallis, 1995). Es importante matizar que no se trata de simples preocupaciones
insistentes, generadoras también de malestar, que suelen guardar relación
con acontecimientos de la vida diaria del individuo y cuyo contenido puede cambiar
de un día para otro. Por el contrario, el contenido de las obsesiones tiene un carácter
más estable, aunque varíe entre individuos, y siempre surge en la mente del
paciente de manera reiterativa una y otra vez (Foa y Wilson, 1992).
La aparición de pensamientos obsesivos, fuente importante de ansiedad o malestar,
impele al individuo a una urgente necesidad de ignorarlos, suprimirlos, o bien,
neutralizarlos mediante otros pensamientos o actos. Y así surgen las compulsiones
(Botella y Robert, 1995).
El componente compulsivo del Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) incluye
comportamientos o actos mentales (estos últimos serían considerados también como
obsesiones en el CIE-10), que aparecen recurrentemente y que, en general, son
patrones fijos y estereotipados, elaborados de manera idiosincrásica por el paciente.
Estos se pueden manifestar como conductas abiertas (lavarse las manos) o encubiertas
(contar). En la mayoría de los casos el individuo se ve abocado o impulsado
a la necesidad urgente de ritualizar para reducir el malestar que lleva asociado una
obsesión. Aunque no siempre consiga su objetivo, la no realización del ritual le supondría
un malestar incluso mayor (George, 1991).
El acto compulsivo puede también cumplir una función preventiva en tanto que
protege de potenciales situaciones temidas. En este sentido, aunque lo más frecuente
es que el comportamiento ritualista surja como consecuencia de una obsesión, se
pueden encontrar actos compulsivos sin pensamientos obsesivos, cumpliendo en
Aproximación psicobiológica al trastorno obsesivo-compulsivo 309
estos casos una función más de evitación que de escape del contenido obsesivo.
Asimismo, existen obsesiones que no se asocian a compulsiones y que, en general,
suelen ser bastante resistentes al tratamiento (Labrador, Cruzado y Muñoz, 1995;
Zohar e Insel, 1987).
En cualquier caso, el miedo, la aversión y la vergüenza que experimenta el paciente
como consecuencia de sus obsesiones y rituales, le impulsan a aprender un
repertorio, cada vez más amplio, de conductas de evitación que le permitan protegerse
de las situaciones que teme. La no exposición a dichas situaciones se convierte
así en una forma, aunque transitoria, de reducir la ansiedad y los sentimientos de
culpa (Turner y Beidel, 1994).
Criterios diagnósticos del trastorno obsesivo compulsivo
Aunque históricamente se viene considerando al TOC como una patología a medio
camino entre la neurosis y la psicosis, en las últimas ediciones de los Manuales de
Clasificación de los Trastornos Mentales (CIE-10 y DSM-IV) se le ubica dentro de los
denominados Trastornos de Ansiedad, un criterio que no todos los investigadores
comparten (Montgomery, 1993; Jakes, 1994).
Uno de los aspectos más importantes a tener en cuenta en la evaluación del
TOC es la determinación del grado de certidumbre que el paciente otorga a sus
obsesiones y compulsiones, hasta el punto de calificarlas a veces de absurdas e
irracionales (Botella y Robert, 1995). No obstante, la obsesión en estos casos se
caracteriza por presentar cierta cualidad egodistónica, ya que, aunque, en general,
el individuo llega a asumir que las ideas que aparecen son fruto de sus elaboraciones
mentales, no puede evitar mostrar cierta perplejidad ante el contenido de sus pensamientos,
como si no los reconociera en consonancia con su sistema de creencias.
La resistencia que el individuo opone para aceptar y asumir como propias las
obsesiones se ha venido considerando como característica esencial que diferencia al
TOC de las simples preocupaciones persistentes, por una parte, y de las ideas delirantes,
por otra (Botella y Robert, 1995). Este criterio de resistencia, que obviamente
no se aplica al diagnóstico de TOC en población infantil, está siendo también
cuestionado en la actualidad en el adulto, ya que no se encuentra en todos los casos
y, aunque pueda surgir en fases iniciales del trastono, parece ir desapareciendo gradualmente
durante su evolución (Tallis, 1995).
Epidemiología del trastorno obsesivo-compulsivo
El TOC es un trastorno crónico, de inicio gradual, grave y relativamente frecuente.
Se estima una prevalencia de más de 2.5% en Estados Unidos y de, aproximadamente,
2 % en Europa (Freeman, 1992; Olivier, 1992; Tallis, 1995). Estos índices de
prevalencia suelen ser constantes en los diferentes países en donde se han estudiado,
con independencia de la cultura o la localización geográfica, y son mayores que
los estimados para otras psicopatologías, como, por ejemplo, la esquizofrenia, los
ataques de pánico o la anorexia nerviosa (Kolada, Bland y Newman, 1994; Zohar,
Zohar-Kadouch y Kindler, 1992).
310 Marisa Arnedo, Lola Roldán y José Manuel Morell
Aunque habitualmente su inicio suele situarse en la adolescencia, sobre todo en
varones, y algo más tarde (alrededor de los 26-35 años) en mujeres, no es infrecuente
su aparición en población infantil (Freeman, 1992; Jenike, 1989). Resulta
sorprendente comprobar las enormes similitudes que guarda el modo de presentación
del TOC en todos los grupos de edad.
Con respecto al contenido de las obsesiones, las ideas de contaminación son
los temas más frecuentes. También suelen aparecer constantes dudas patológicas,
necesidades exageradas de simetría, preocupaciones somáticas e impulsos agresivos
y/o sexuales (Botella y Robert, 1995) (Tabla 1).
En cuanto a las compulsiones, la comprobación es el comportamiento que se
observa con mayor frecuencia, seguido de los rituales de aseo, necesidades imperiosas
de contar, preguntar o confesar, y tendencia al acaparamiento (Freeman, 1992)
(Tabla 1).
Suele ser frecuente encontrar en un mismo paciente distintos tipos de obsesiones
y compulsiones asociadas.
Tabla 1.
Frecuencia de síntomas obsesivo-compulsivos en una muestra de 250 sujetos (Freeman, 1992)
OBSESIONES % COMPULSIONES %
Contaminación 45 Comprobación 63
Dudas patológicas 42 Aseo 50
Somatizaciones 36 Contar 6
Necesidad de simetría 31 Preguntar o confesar 31
Impulsos agresivos 28 Simetría 28
Impulsos sexuales 26 Acaparamiento 18
Otras 13 Compulsiones múltiples 48
Obsesiones múltiples 60
Trastornos obsesivo compulsivo y patologías relacionadas
El TOC es un trastorno incapacitante, que llega a interferir significativamente
con el desarrollo de la vida laboral, social y personal del paciente. El individuo con
TOC sufre mucho a causa de su patología, pero es un gran simulador y oculta su
problemática incluso a los familiares más próximos (Jenike, 1989). Suele limitar sus
rituales compulsivos a momentos de intimidad y restringe al máximo las situaciones,
principalmente sociales, que pudieran poner al descubierto su sintomatología.
La tendencia del individuo con TOC a ocultarse de su entorno, junto con su reticencia
a solicitar ayuda externa, hace que en muchos casos no se recurra a la
consulta profesional hasta que no surgen complicaciones adicionales (dermatitis,
migrañas, depresiones...) y para entonces el TOC ya puede estar bien instaurado.
Entre las psicopatologías con las que el TOC más se ha relacionado está la depresión:
Aproximación psicobiológica al trastorno obsesivo-compulsivo 311
Juan es un chico que camina siguiendo una imaginaria línea recta. Tiene que
realizar sus desplazamientos laterales formando un perfecto ángulo recto. No están
permitidas las curvas. Gira sobre sí mismo un número preciso de veces antes de
entrar en la consulta, y necesita sentarse en sillas determinadas —hasta en cuatro
diferentes— antes de pasar al despacho. Su voz ha de ser bien timbrada y el contenido
de su discurso correctamente expresado. De ahí que pregunte insistentemente
«¿Me he expresado en el castellano más correcto?». Con frecuencia necesita repetirse
en su interior «1-verde limón, 2-rojo corazón, 3 naranja...».
No obstante, su preocupación actual no es tanto por el contenido de sus pensamientos
como por el hecho de constatar que sus rituales ya no tienen tan buena
calidad como al principio. A veces, cuando se le pregunta, reconoce que todo lo
que piensa y lo que hace es absurdo, pero otras veces no parece tenerlo tan claro.
Cuanto más considera lo irracional de su comportamiento más sentimientos de tristeza
le embargan. Incluso ha habido épocas en las que ha estado muy deprimido...
Si bien durante mucho tiempo se ha considerado la coexistencia de depresión y
TOC como posible evidencia de que comparten un sustrato bioquímico común (a
través de la serotonina), estudios recientes indican que los síntomas depresivos pueden
surgir como consecuencia de la desestructuración personal y social que provoca
el TOC y, en estos casos, como ocurre en otras patologías, pasarían a considerarse
secundarios a la presencia del trastorno (Rasmussen y Eisen, 1992). Aún así, investigaciones
actuales estiman en, aproximadamente, un 33% los pacientes con TOC
que no manifiestan nunca depresión en el transcurso de su vida. En todo caso, cuando
la depresión aparece, se puede observar un empeoramiento en las obsesiones, que
no consiguen mejorar hasta que el estado depresivo se ha resuelto (Ricciardi y McNally,
1995).
Existen, sin embargo, otras patologías en donde la relación con el TOC sí podría
tener un origen más primario. Así, por ejemplo, se ha detectado una alta incidencia
de tics en los pacientes con TOC (Rapoport y Leonard, 1993). Algunos pueden presentar
el Síndrome de la Tourette (Cohen, Riddle y Leckman, 1992), y, en muchos
casos, el TOC coexiste con otros trastornos de ansiedad (agorafobia, ataques de
pánico, tricotilomanía...) (Freeman, 1992; George, 1991; Jenike, 1989; Rasmussen
y Eisen, 1992; Swedo, 1993; Tallis, 1995). Se hipotetiza, incluso, una posible relación
entre TOC y algunas alteraciones del comportamiento nutritivo, como la bulimia
(Turner y Beidel, 1994) o la anorexia nerviosa (Kaye, Weltzin y Hsu, 1993; Yaryura,
Jose y Neziroglu, 1995).
Por último, mencionar que también en el TOC se han descrito características de
personalidad premórbida que incrementarían en algunos individuos la vulnerabilidad
para adquirir esta psicopatología. Entre los rasgos de personalidad que parecen
caracterizar a los pacientes con TOC a lo largo de su vida se citan el perfeccionismo,
la escasa tolerancia a la frustración, la falta de resolución en la toma de decisiones,
la frecuente aparición de sentimientos de culpa y cierta rigidez y obstinación mental
(Tallis, 1995; Turner y Beidel, 1994).
312 Marisa Arnedo, Lola Roldán y José Manuel Morell
Factores biológicos en la etiología del trastorno obsesivo-compulsivo
Los resultados de los estudios que abordan las posibles etiologías del TOC sugieren
la implicación de factores biológicos en el origen del trastorno.
Existen, principalmente, cuatro grupos de datos que apoyarían esta relación:
1. Estudios Genéticos
Diversos estudios han detectado mayor incidencia de síntomas neuróticos y trastornos
de ansiedad en familiares próximos al paciente con TOC (Botella y Robert,
1995; Rapoport, 1989; Tallis, 1995). Asimismo, el índice de concordancia en la aparición
del TOC parece ser más elevado entre gemelos monozigóticos que dizigóticos
(Cryan, Butcher y Webb, 1992).
Aunque aún no se ha podido identificar ningún gen relacionado con el trastorno,
la hipótesis genética ha cobrado especial relevancia en los últimos años, al demostrarse
la coexistencia de TOC y determinadas patologías genéticas, como tics, el
síndrome de la Tourette y coreas como la de Sydenham o la de Huntington (Cohen
et al., 1992; Cummings y Cunningham, 1992; Rapoport, 1991). Más aún, en algunos
casos se ha llegado a considerar a todos estos trastornos como manifestaciones
fenotípicas diferentes de una alteración genética común (Tallis, 1995).
2. Estudios Bioquímicos
El tratamiento farmacológico más eficaz en el TOC es aquel que emplea
inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina, tales como clomipramina,
fluvoxamina y fluoxetina (Hewlett, Vinogradov y Agras, 1992; Lelliott y Monteiro,
1986; McTavish y Benfield, 1990; Piccinelli, Pini, Bellantuono y Wilkinson, 1995;
Rapoport, 1989; Zohar e Insel, 1987; Zohar et al., 1992).
Si bien la efectividad de estos fármacos ha sido repetidamente confirmada, aún
se discute su mecanismo de acción sobre la bioquímica cerebral del paciente con
TOC.
Así, por ejemplo, la hipótesis inicial, formulada por Yargura-Tobías y Bhagava en
1977, atribuía la aparición de los síntomas obsesivos-compulsivos a una reducción
de la serotonina cerebral (Turner y Beidel, 1994). Si éste fuera el caso, los inhibidores
de la recaptación incrementarían la disponibilidad de este neurotransmisor en los
receptores postsinápticos, logrando así una mayor efectividad (Piccinelli et al., 1995;
Zohar e Insel, 1987).
Estudios más recientes cuestionan esta hipótesis, al demostrar que los agonistas
de la serotonina exacerban los síntomas del TOC, un cuadro que sólo se logra invertir
tras la administración de antagonistas. Estos resultados apuntarían más a un incremento
que a un déficit de serotonina en el origen del problema (McTavish y
Benfield, 1990; Tallis, 1995).
Por su parte, el análisis de metabolitos de la serotonina en el líquido
cefalorraquídeo de los individuos con TOC ha resultado poco clarificador, al aportar
resultados a veces contradictorios y difíciles de interpretar (Tallis, 1995).
Aproximación psicobiológica al trastorno obsesivo-compulsivo 313
En cualquier caso, sí parece haber acuerdo entre los distintos investigadores al
considerar poco probable que síntomas tan complejos, como los que aparecen en el
TOC, puedan atribuirse a la acción de un solo transmisor. Antes bien, la explicación
bioquímica del TOC tendrá que considerar, como ocurre en otras patologías, no sólo
la posible interacción entre varios neurotransmisores, sino también los diferentes
mecanismos de acción que un mismo transmisor tiene sobre distintas áreas del sistema
nervioso. En este sentido, estudios recientes han empezado a administrar, en
pacientes resistentes al tratamiento convencional, una combinación de inhibidores
de la recaptación de la serotonina con fármacos que actúan sobre otros
neurotransmisores con los que podría estar relacionada dicho transmisor, como la
dopamina (neurolépticos, IMAOS) o GABA (ansiolíticos). Aunque aún son pocos los
ensayos clínicos de los que se dispone, los datos preliminares muestran mejorías significativas
en las obsesiones tras el tratamiento (Piccinelli et al., 1995; Zohar et al., 1992).
3. Estudios anatómicos: hacia la delimitación de un circuito neuroanatómico implicado
en el Trastorno Obsesivo Compulsivo
Durante los últimos años, se ha venido incrementando el número de estudios
que describen una correlación significativa entre la aparición de síntomas obsesivocompulsivos
y alteraciones en áreas cerebrales concretas, especialmente aquellas que
afectan al sistema fronto-basal. Así, por ejemplo, se ha observado que lesiones en
determinadas regiones del lóbulo frontal o en estructuras de los ganglios basales,
producidas como consecuencia de tumores, traumatismos craneoencefálicos, accidentes
cerebrovasculares, patología infecciosa o epilepsias, pueden precipitar el inicio
de sintomatología obsesiva, o bien, agravar el cuadro si el sujeto ya presenta
rasgos obsesivos subclínicos en fases premórbidas (Baer et al., 1995; Levin y
Duchowny, 1991; Rapoport, 1989).
Asimismo se ha registrado una mayor incidencia de TOC en patologías relacionadas
con procesos degenerativos que afectan al sistema frontobasal, como
parkinsonismo secundario, corea de Huntington o corea de Sydenham (Cummings
y Cunningham, 1992; Eslinger y Damasio, 1985; Laplane et al., 1989).
Estos resultados han impulsado el desarrollo de una importante línea de investigación,
cuyo objetivo es explorar más específicamente la relación entre sintomatología
obsesivo-compulsiva y disfunción cerebral, mediante técnicas de neuroimagen y
empleando como sujetos experimentales pacientes con TOC que no presentan ninguna
patología neurológica asociada.
Aunque las imágenes obtenidas con Tomografía Axial Computadorizada (TAC) y
la Resonancia Magnética (RM) muestran ciertas anomalías en alguna de las estructuras
implicadas en el circuito frontobasal, como, por ejemplo, reducción en el volumen
del nucleo caudado (Rapoport, 1989; Robinson et al., 1995), las alteraciones
más significativas que se observan en pacientes con TOC no afectan tanto a la estructura
como al metabolismo de estas regiones cerebrales. En este sentido, las técnicas
de neuroimagen funcional (Tomografía por emisión de fotón simple (SPECT) y
Tomografía por emisión de positrones (PET)) muestran hipermetabolismo, especialmente
localizado, en la corteza órbitofrontal y en ganglios de la base, que, en muchas
314 Marisa Arnedo, Lola Roldán y José Manuel Morell
ocasiones, se extiende también al cíngulo y a núcleos talámicos (Baxter et al., 1992;
Martinot et al., 1990; Nordhal et al., 1989; Rubin et al., 1992; Swedo et al., 1992).
Este hipermetabolismo en el circuito frontobasal no puede considerarse como
un efecto inespecífico que se produce en el cerebro por la presencia de una patología
crónica, como es el TOC, sino que parece asociarse de manera particular con la
sintomatología obsesivo-compulsiva. En efecto, los resultados de investigaciones
recientes que miden el metabolismo cerebral con técnicas de PET mientras el sujeto
siente el impulso de realizar el ritual (lavarse las manos), muestran un incremento de
la actividad en las regiones cerebrales antes citadas (McGuire, et al., 1994). Más
interesante aún son los resultados que McGuire y colaboradores obtienen al
correlacionar el patrón de actividad cerebral y la intensidad de los síntomas, medida
a través de una escala jerarquizada de elementos contaminantes que provocan en
el individuo un incremento progresivo del deseo de iniciar el ritual. Los datos reflejan
una correlación positiva entre estas dos variables en áreas órbitofrontales, basales
y talámicas, así como en regiones hipocampales del hemisferio izquierdo y en el giro
cingulado posterior. Según los autores, estas dos últimas áreas podrían estar más
relacionadas con la ansiedad que provoca el trastorno, mientras que el circuito frontobasal
y talámico podría ser responsable del trastorno obsesivo-compulsivo en sí.
Por otra parte, estos mismos autores muestran correlaciones negativas entre la
sintomatología obsesiva-compulsiva y la actividad metabólica en áreas témporoparietales,
que están funcionalmente implicadas en el análisis del espacio
extrapersonal. Según McGuire et al. (1994), estos datos podrían ser el resultado de
la atención focalizada y preferente que el individuo con TOC tiene sobre sus demandas
internas, frente a la estimulación del medio externo que, obviamente, va a
resultar menos atendido.
Finalmente, mencionar que la especificidad en la relación entre hipermetabolismo
frontobasal y sintomatología obsesivo-compulsiva puede quedar definitivamente
demostrada en los resultados de las investigaciones que describen la normalización
en el patrón de actividad de estas zonas cerebrales tras la intervención farmacológica
o el tratamiento con terapia cognitivo-conductual. Las anomalías en la actividad
cerebral persisten, sin embargo, en aquellos individuos que no responden a ninguna
intervención (Baxter et al., 1992; Swedo et al., 1992).
4. Estudios Neuropsicológicos
Los resultados de estas investigaciones confirman la presencia de alteraciones en
pruebas que miden la actividad funcional de dos grandes regiones cerebrales: el
sistema frontobasal y las áreas témporo-parietales, especialmente del hemisferio
derecho (Christensen, Kim, Dysken y Hoover, 1992; Flor-Henry, Yeudall, Koles y Howart,
1979; Insel, et al., 1983; Levin y Duchowny, 1991).
Entre las funciones temporales y parietales más afectadas por el TOC se incluyen
memoria visual inmediata, reconocimiento y memoria tactil, orientación de líneas,
percepción espacial y praxias visoperceptivas y visoconstructivas (Tabla 2).
Con respecto a las funciones superiores mediadas por el circuito frontobasal, las
que sufren más deterioro con el TOC son: velocidad de procesamiento, capacidad
Aproximación psicobiológica al trastorno obsesivo-compulsivo 315
de cambio y flexibilidad cognitiva, razonamiento y planificación de nuevas estrategias,
atención, fluencia fonética, denominación y programación y regulación del
movimiento (Abbruzzese, Bellodi, Ferri y Scarone, 1995). Observaciones cualitativas
muestran en estos sujetos un descenso en la actividad espontánea y en la motivación
(Laplane et al., 1989), así como la aparición de frecuentes perseverancias e
intrusiones, falta de iniciativa y desorganización en la búsqueda y planificación de
estrategias para la resolución de problemas (Levin y Duchowny, 1991). (Tabla 3)
Tabla 2.
Pruebas neuropsicológicas que muestran deterioro en áreas témporo-parietales de
pacientes con TOC
ESTUDIO REALIZADO PRUEBAS ALTERADAS
Flor-Henry et al. (1979) Test de Ejecución Táctil
Insel et al. (1983) Test de Ejecución Táctil
Examen Perceptivo (Halstead-Reitan)
Laplane et al.(1989) Copia y Recuerdo de la Figura de Rey
Levin y Duchowny (1991) Test de Retención Visual de Benton
Test de Orientación de Líneas de Benton
Cubos (WAIS)
Rompecabezas (WAIS)
Christensen et al. (1992) Prueba de Memoria Visual de Wechsler
Cubos (WAIS)
Test de Ejecución Táctil
Tabla 3.
Pruebas neuropsicológicas, mediadas por el circuito frontobasal, que muestran deterioro
en pacientes con TOC.
ESTUDIO REALIZADO PRUEBAS ALTERADAS
Flor-Henry et al. (1979) Clave de Números (WAIS)
Prueba de Categorías (Halstead-Reitan)
Prueba de Purdue
Laplane et al. (1989) Dígitos Inversos (WAIS)
Pruebas de Fluencia Fonética
Ejecuciones premotoras
Test de Wisconsin
Levin y Duchowny (1991) Test de Denominación de Boston
Christensen et al. (1992) Test de Wisconsin
Fluencia Fonética
316 Marisa Arnedo, Lola Roldán y José Manuel Morell
Significación funcional del circuito neuroanatómico implicado
en el trastorno obsesivo-compulsivo
De acuerdo con los resultados neuroanatómicos y neuropsicológicos obtenidos
en pacientes con TOC, se han formulado varias teorías que intentan explicar la relación
entre la aparición de síntomas obsesivos-compulsivos y la afectación del circuito
frontobasal.
En este sentido, son bien conocidas las proyecciones anatómicas que llegan al
núcleo caudado procedentes de la corteza órbitofrontal y del cíngulo. El caudado, a
su vez, envía fibras inhibidoras al globo pálido, vía preferente de salida de la información
que se procesa en los ganglios basales. Del globo pálido la información,
principalmente inhibidora, llega al tálamo, que la proyecta de nuevo a la corteza,
cerrando así el circuito (Cummings, 1993). Una anomalía en las estructuras basales
podría originar una desinhibición general, que conduciría a un sistema hiperactivo y
reverberante.
Desde diferentes teorías se intenta explicar el modo en que esta hiperactividad
cerebral podría relacionarse con la aparición de síntomas obsesivo-compulsivos. Algunos
de estos modelos suelen incorporar en sus planteamientos conceptos
neuroetológicos que se adaptan bien a los contenidos de las obsesiones. En este
sentido, se sabe que las ideas obsesivas más frecuentes suelen estar relacionadas
con comportamientos de higiene, agresión, sexualidad o peligro, que algunos autores
consideran como patrones instintivos que se instauran en el cerebro por su alto
valor adaptativo. En cierto modo se les ha equiparado con las conductas de acicalamiento
y lavado («grooming») que se observan en varias especies, y que incluso
se han investigado en modelos animales de TOC porque también tienden a incrementar
su aparición de manera compulsiva en situaciones de ansiedad o miedo
(Olivier, 1992).
La primera teoría acerca de la etiología del TOC que incorpora concepciones
neuroetológicas es la de de Rapoport (1989, 1991). Para esta investigadora las funciones
que desempeñan los ganglios de la base en el cerebro pueden constituir un
hecho clave para explicar el cuadro de obsesión-compulsión. Por una parte, se les
considera estructuras que contienen el repertorio de patrones fijos de acción típicos
de la especie que tienen significado adaptativo de autoprotección y, por otra, constituyen
un sistema de integración de estímulos sensoriales. Según Rapoport, en
condiciones normales, un patrón determinado sólo se desencadenaría ante estímulos
específicos (por ejemplo, el lavado de manos ante la presencia de la suciedad),
y, una vez cumplido su objetivo, señales sensoriales apropiadas (comprobación de
que las manos están limpias) serían también las que provocarían la inhibición de
este comportamiento.
En esta teoría, las áreas corticales controlarían, mediante la estimulación sensorial
adecuada que envían al estriado, el inicio, mantenimiento y, finalmente, la inhibición
de un determinado patrón de comportamiento. Un fallo en el sistema provocaría
que, por una parte, estos patrones se desencadenaran ante cualquier estímulo
que el sujeto advirtiera como peligroso, aunque no fuera el apropiado, y, por
otra, sería más difícil interrumpirlos una vez que se hubieran desencadenado. El
Aproximación psicobiológica al trastorno obsesivo-compulsivo 317
individuo se convierte así en un escéptico que no concede crédito a sus datos sensoriales
ni confía en poder refutar la obsesión por medio de la lógica (Rapoport,
1989).
También para Baxter et al. (1992), la modulación de estos patrones fijos de comportamiento
se llevaría a cabo a través de la intrincada red de conexiones que se
establece entre ganglios basales y área orbital. Una hiperactividad en los ganglios
basales, como la que se produce en el TOC, originaría la aparición de las secuencias
repetitivas que se observan en los rituales compulsivos. Por otra parte, la
hiperfrontalidad, sobre todo de áreas orbitales, podría exacerbar funciones que
normalmente son mediadas por estas zonas cerebrales, provocando algunos de los
síntomas que se observan en el TOC, como el incremento en la rigidez mental, la
excesiva preocupación y los sentimientos de culpa que caracterizan las obsesiones.
La escasa flexibilidad para el cambio de comportamientos que muestran estos
sujetos, junto con la dificultad en el control de las interferencias estimulares, podría
conducir a la aparición repetitiva de una misma conducta, sobre la que el sujeto ya
no tendría control (Insel, 1992; McGuire et al., 1994). Es como si la hiperactividad
en estas áreas cerebrales pudiera generar estimulación interna, de carácter obsesivo,
con una intensidad relevante. A este respecto, se han descrito casos de sujetos
con focos epilépticos frontales (no necesariamente orbitales) que comunican episodios
transitorios de pensamientos que les impulsan a actuar de manera compulsiva,
sin que puedan controlar sus actos (Insel, 1992).
Las teorías que implican al sistema frotobasal en el origen del TOC pueden incorporar
perfectamente los datos bioquímicos y farmacológicos más relevantes hasta
el momento, ya que los ganglios de la base son áreas cerebrales con alta concentración
de serotonina procedente, entre otras estructuras, del rafé dorsal (Molliver, 1987).
Cualquier déficit o exceso en la bioquímica de la serotonina repercutiría en la actividad
funcional del circuito frontobasal.
Asimismo las técnicas de psicocirugía que mayor eficacia han demostrado
en el control del TOC, como la cingulotomía o la capsulotomía, podrían apoyar
también estos planteamientos, ya que se han dirigido específicamente a interrumpir
vías excitadoras para reducir la hiperactividad en el sistema frontobasal
(Baer et al., 1995).
Tratamiento del trastorno obsesivo-compulsivo
Las intervenciones que en la actualidad más eficacia terapéutica obtienen, principalmente
en cuanto al mantenimiento de logros conseguidos mediante la terapia,
son aquellas que están apoyadas en modelos conductuales o cognitivo-conductuales
asociadas, según el caso, a tratamiento farmacológico (James y Blackburn, 1995;
Labrador et al., 1995; Turner y Beidel, 1994).
En la elección de la intervención terapéutica que se aplique a un paciente con
TOC van a confluir un gran número de variables, entre las que cabría destacar: la
presencia o ausencia de estímulos externos que originen pensamientos obsesivos, la
naturaleza de las obsesiones y compulsiones (manifiestas o encubiertas), el grado
de interferencia que produce el TOC en la vida del paciente, la cronicidad del tras318
Marisa Arnedo, Lola Roldán y José Manuel Morell
torno, expectativas del paciente respecto a la terapia, el grado de generalización de
comportamientos de evitación que posee y, sobre todo, la presencia de otros trastornos
mentales asociados con el TOC.
Los tratamientos psicológicos que se aplican van dirigidos, por una parte, a reducir
el malestar asociado a las obsesiones mediante técnicas de exposición, y, por
otra, a disminuir la frecuencia de aparición de actos compulsivos u obsesiones, utilizando
técnicas de prevención de respuesta (Grayson, Foa y Steketee, 1985).
Las técnicas de exposición consisten en poner en contacto al paciente, de forma
deliberada y progresiva (se parte de estímulos que generan niveles medios de malestar)
con aquellas situaciones (se incluyen pensamientos) que evitaba con anterioridad
o cuya presencia provoca altos niveles de ansiedad, hasta que el malestar vaya
remitiendo de manera significativa.
El cambio de expectativas (la comprobación de que no ocurre nada nocivo) si no
se ejecuta el ritual tras la exposición a tales estímulos suele conseguir la extinción
final del ritual.
Por su parte, la prevención de respuesta tiene como objetivo el bloqueo riguroso
de cualquier maniobra relacionada con la ejecución del ritual durante el proceso de
exposición (Echeburúa y Corral, 1992). En función de las características que presente
el TOC podemos aplicar una amplia gama de variantes de estas técnicas, tales
como la exposición prolongada en vivo, exposición con intención paradójica,
saciación, parada de pensamiento, etc. El empleo de estas técnicas muestra índices
de mejoría en torno al 75% de los casos tratados (Cruzado, 1993; James y Blackburn,
1995).
Conclusión final
Como se puede apreciar por los resultados expuestos, y aunque aún se este lejos
de ofrecer una explicación global del Trastorno Obsesivo Compulsivo, las investigaciones
que desde la neurociencia y la psicología clínica se están realizando contribuyen
de manera decisiva a avanzar en el conocimiento y en el abordaje terapeútico
de esta patología. Pero aún son muchas las cuestiones que quedan por resolver...
En estos casos, como decía Freud, «no queda más posibilidad que comunicar las
cosas tan imperfectas e incompletas como las sabemos y podemos hacerlas
públicas...Sólo el esfuerzo común podrá conseguir en un futuro desentrañar su
complicada estructura» http://www.psicologiaconductual.com/private/revista/93/Aproximacion%20psicobiologica.pdf

Es un trastorno de ansiedad por el cual una persona se encuentra inmersa en un sistema de ideas, pensamientos y conductas recurrentes, constituyendo una experiencia muy angustiante. Ese sistema, que carece de sentido para el resto, conforma una estructura mental poderosa, muy difícil de contrarrestar, pudiendo acompañar a la persona a través de toda la vida. En casos severos, la falta de tratamiento médico puede interferir gravemente con las actividades y relaciones personales tanto en el trabajo o la escuela, como en la familia.

Durante mucho tiempo se pensó que este trastorno era poco frecuente, ya que el número de consultas era relativamente escaso. Sin embargo, en las últimas décadas del pasado siglo pudo comprobarse que son más las personas que padecen trastorno obsesivo-compulsivo que otras enfermedades mentales como la esquizofrenia o trastorno causado por pánico. También se pensó que el trastorno obsesivo-compulsivo tenía sus causas sólo en experiencias personales traumáticas. Pero se ha demostrado que existe una incidencia del factor biológico, aceptándose hoy la interacción de factores neurobiológicos e influencias ambientales, así como procesos cognitivos.

Muchas de las personas afectadas por obsesiones y compulsiones no consultan a profesionales por temor o vergüenza de mostrar sus ideas obsesivas. Pero, gracias a la paulatina desmitificación de las terapias mentales, cada día son más las personas que pueden beneficiarse con tratamientos por lo general eficaces.

El trastorno obsesivo-compulsivo afecta por igual a hombres y mujeres. Sus síntomas comienzan por lo general en la adolescencia o en la edad adulta temprana, pero existen algunos niños que desarrollan la enfermedad a edad temprana.


Obsesiones y compulsiones

Las obsesiones son pensamientos o ideas angustiantes, que aparecen recurrentemente en la conciencia de una persona que sufre un trastorno obsesivo, causándole un gran temor y ansiedad. Son comunes las obsesiones cuyo tema es la limpieza. Muchas personas necesitan lavarse las manos a cada momento, y siempre pensarán que están sucias. Y es que las ideas obsesivas no se ajustan a la realidad fáctica, sin que por ello pierdan fuerza de verdad para quien las padece. Otras personas estarán siempre desconformes con el modo en que han hecho alguna cosa. Esa obsesión por la perfección, sea en el trabajo, las tareas del hogar o la escuela puede acarrear problemas de relación.

Otros temas frecuentes de obsesión son los relacionados a la sexualidad o el temor a padecer diversas enfermedades (hipocondriasis).

Las compulsiones, por su parte, son conductas recurrentes causadas por las obsesiones. Una obsesión por la higiene puede originar la conducta compulsiva de lavarse las manos aunque no estén sucias, sin que sea casi posible al individuo abstenerse de hacerlo. El ordenar diversos objetos, repetir ciertas palabras o frases o chequear el estado de algo, como por ejemplo la cerradura de una puerta, pueden ser conductas compulsivas que respondan a obsesiones.

Existen muchos individuos que parecen tener una actitud compulsiva por tener un nivel alto de actividad, ser perfeccionistas o muy organizados en su trabajo. Pero difieren de una persona con TO-C porque ésta tiene conductas lo suficientemente extremas como para interferir negativamente en su cotidianeidad.

El desarrollo de estas conductas suele estar regido por complicados rituales. Una característica constante es que estas acciones son desarrolladas para aliviar la ansiedad que provocan las ideas obsesivas, sin que logren ese alivio por mucho tiempo. En esos lapsos, la persona muchas veces reconoce que sus ideas y conductas no tienen demasiado sentido lógico, a lo cual se llama "percepción". Sin embargo, la idea recurrente volverá, y el individuo desarrollará nuevamente esa conducta en forma compulsiva.

Es habitual que las personas que padecen este trastorno puedan mantener sus impulsos bajo control durante buena parte del tiempo, en especial las horas que comparten socialmente. La percepción antes mencionada los impulsa a esconder esas ideas y conductas, y desarrollarlas en el ámbito de lo privado. Aprenderán a manejar las situaciones y adquirirán habilidades que les permitan manejar no sólo sus vidas, sino muy frecuentemente también a quienes los rodean. Es probable que una persona viva de esa manera muchos años, o aún toda su vida.

Vivirá su obsesión en secreto, lo cual le impedirá, lamentablemente, solicitar una ayuda que podría aliviar los síntomas hasta curar el trastorno.


Tratamientos

Muchas veces el TO-C está acompañado por depresión, problemas alimentarios, abuso de drogas, trastorno de personalidad, déficit de atención, u otros de los trastornos de ansiedad. Esta coexistencia de diversas alteraciones puede hacer más difícil un diagnóstico y posterior tratamiento.

Algunos estudios han propuesto que los pacientes con este trastorno tienen esquemas de actividad cerebral diferentes a los de otras personas.

Las experiencias de tratamientos con medicación podrían producir cambios en la actividad cerebral. Por otra parte, se sabe que la psicoterapia logra una mejoría clínica.

La medicación puede ayudar a ganar control sobre los síntomas al disminuir la frecuencia e intensidad de las obsesiones y compulsiones, aunque los efectos cesarían al abandonar la administración.

Es necesario, por lo tanto, iniciar una terapia bajo la guía de un profesional de la salud mental. En la mayoría de los casos las personas responden al tratamiento, el cual las ayuda a controlar la ansiedad causada por los pensamientos obsesivos y aprendiendo a resistir los impulsos compulsivos.

A diferencia del tratamiento farmacológico, los efectos positivos de la psicoterapia perduran una vez que se ha dado el alta.

Por último, dado que el TO-C afecta no sólo a la persona sino a su núcleo familiar, es probable que el terapeuta aconseje algún tipo de terapia conjunta.

"Vamos hacia un mundo de zombies"

Diario La Capital, Suplemento Educación, Sábado 10 de mayo de 2008. Rosario, Argentina
Por Andrés Abramowski

"Vamos hacia un mundo de zombies"


“Lacan decía que el psicoanálisis tiene ética y la ciencia no. Si hay que reventar una ciudad para probar una bomba, la ciencia lo hace. Y la labor científica suele estar pagada por el poder económico, que en este caso está interesado en el mercado de consumidores de medicinas. Pero algunos no nos dejamos corromper”. La definición del psicoanalista Juan Pundik es una muestra de la postura política que sustenta su trabajo de más de tres décadas contra el maltrato a los niños. Tarea que en los últimos años lo llevó a encabezar acciones contra la medicalización de la infancia, un fenómeno que en la última década viene creciendo en todo el mundo al calor de cuestiones de mercado que omiten sus graves consecuencias.
Pundik, argentino residente en España desde su exilio en 1976, viajó a su Buenos Aires natal para presentar su trabajo en un congreso de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. Esa visita lo acercó a Rosario, donde disertó en la Sede de Gobierno de la UNR. “Medicalización no es medicar sino abusar de la medicación de manera generalizada y a partir de los intereses y presiones de la industria farmacéutica, de la que pocos pueden escapar”, sostuvo el profesional en una entrevista con La Capital.
Las aseveraciones van más allá su opinión. Desde 2006, luego de que la Agencia Europea del Medicamento (Emea) autorizara la administración de Prozac a menores de 18 años, encabeza la Plataforma Internacional contra la Medicalización de la Infancia para denunciar “esa aberración que tuvo en cuenta los informes realizados por los mismos fabricantes de la sustancia antes que los estudios que alertaban sobre sus riesgos”.
Para Pundik, el hecho de que se permita a los laboratorios ser “juez y parte” da una idea del peso de la industria farmacéutica y sus intereses económicos. Eso lo motivó a denunciar esta situación cinco veces ante el presidente de la Comisión Europea, pero al esperar por una respuesta que nunca llegó decidió llevar la presentación ante el parlamento europeo, que le dio lugar y ahora “está en trámite” mientras la plataforma sigue juntando firmas y adhesiones.
La tendencia de medicar a los niños ya preocupa tanto a médicos como pedagogos que no ven en el suministro de drogas la solución a los trastornos de atención en el aula, rotulados genéricamente —como si se pudiera— como trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad (TDAH).
“Es un problema globalizado, funciona igual en muchos países. Los docentes citan a los padres y les dicen: «O medican a este chico o llévenselo»”, resumió Pundik en alusión a una práctica al parecer cada vez más común en las aulas: el etiquetamiento de los niños en función de sus supuestos trastornos como panic attack, ADD, ODD, TGD, sin detenerse en las causas.
Los detractores de esta modalidad con aires de moda dicen que la medicación, en lugar de tratar las causas de la desatención de los chicos, encubre el síntoma. Si el niño revoltoso o distraído es un genio o atraviesa por problemas familiares queda fuera de discusión al suministrarse la pastillita para portarse bien, que puede ser una anfeta o un antidepresivo. Pero también suelen omitirse los efectos secundarios de las drogas en los niños, que pueden aparecer cuando ya es demasiado tarde.
“Hice la prueba de consumir metilfenidato durante 30 días y pude constatar los efectos por los cuales muchos la llaman la «cocaína pediátrica». Esa sustancia se le está suministrando a niños de cualquier edad, tanto acá como en Europa y Estados Unidos”, advirtió Pundik.

- ¿Cómo trata el psicoanálisis a los niños hiperactivos?
- Para el psicoanálisis no existe el niño hiperactivo. Se cataloga como hiperactivo al chico que no es fácil y no tiene buen rendimiento escolar. Pensar que hasta Borges decía que su educación había terminado cuando entró a la escuela.

- Pero la niñez no es la de antes.
- Los niños son cada vez más inteligentes e inquietos, curiosos, pero evidentemente dan más trabajo que los niños atontados. También está la acción de los laboratorios que promueven campañas contra la depresión infantil mediante las cuales, en lugar de investigar por qué un chico está triste, lo drogan.

- ¿Pero qué efectos tienen estos medicamentos para que sean aplicados desde el aula?
- Las anfetaminas, que tomábamos cuando éramos estudiantes para estar mejor concentrados, hacen que el desatento preste más atención por su acción sobre los transmisores neuronales. Los chicos están más tranquilos, menos rebeldes, y mientras tanto sufren una destrucción neuronal, cambios de conducta, alteraciones hormonales, una serie de efectos ilimitados que pueden llevar hasta la muerte.
Dominar. Pero Pundik no sólo ve en este fenómeno un simple negocio: “Hay una intencionalidad de someter, de que el poder siga siendo detentado por los mismos de siempre condenando al resto a la pobreza”.

- ¿Es una intencionalidad política o económica?
- No hay diferencias, el poder y el dinero van juntos.

- El hecho de dopar al alumno revoltoso, al que cuestiona o molesta, ¿significaría que la educación consiste en aprender a callarse?
- Vamos hacia un mundo de zombies, drogado. Quieren chicos obedientes y sumisos, para que después cuando sean grandes sean capaces de cumplir órdenes y así tal vez avalar tranquilamente una dictadura. Al parecer, los más rebeldes son muy preocupantes.
Psicoterapeuta y abogado

Juan Pundik es psicoterapeuta, psicoanalista y abogado. Nació y vivió en Buenos Aires hasta que en 1976 se exilió en España. Desde 1977 desarrolla en ese país la institución llamada Filium (Asociación para la Prevención del Maltrato del Niño), con el aval de su fundador en la Argentina, el psicoanalista Arnaldo Rascovsky. También lidera el Comité Ejecutivo de la Comisión Nacional del Día del Niño desde 1990, integrado por personalidades del mundo universitario, político, científico, de la educación y la cultura. Coordina gabinetes de orientación para padres y adolescentes. Entre sus últimos libros se destacan “No quiero estudiar”, “No quiero pensar” y “Prozac, ¿sí o no?”


¿Entrega demorada o presión del mercado?
Por Marcela Isaías
El 8 de junio próximo se cumplirá un año de la fecha en que el Ministerio de Educación de la Nación anunciara la publicación de documento sobre la problemática de los llamados “niños desatentos e hiperactivos”. El anuncio lo realizó ante más de 1300 asistentes a un simposio internacional que discutía el tema.
El texto en cuestión fue preparado por un grupo de especialistas de la salud y la educación que vienen dando batalla a lo que llaman “la patologización de la infancia” y se reúnen en el sitio www.forumadd.com.ar. La propuesta de elaborar este material había sido aceptada por el ex ministro de Educación de la Nación, Daniel Filmus y por la entonces subsecretaria de Calidad y Equidad nacional, Alejandra Birgin.
También se anticipó en ese encuentro realizado en Buenos Aires que el tema sería planteado a los ministros provinciales y que se preparaba una capacitación para los 880 mil docentes de todo el país para orientarlos a trabajar en esta problemática. Agosto se prometía como el mes posible de la presentación de estas iniciativas (ver La Capital 16/06/2007).
En la ocasión, el mismo Filmus advirtió que “de lo que no se ocupa el Estado lo hace el mercado”. Antes, en diciembre de 2006, Birgin había anticipado a este medio que el tema formaría parte de la agenda educativa del año siguiente. Durante el año pasado y en lo que va de éste —cambio de gestión de por medio— se sucedieron desde La Capital las consultas sobre el destino de ese material. La respuesta no pasó de decir que está demorado. La sensación del fantasma del “mercado”, en este caso, la presión de los laboratorios, está más presente que nunca.

Fuente: Diario La Capital
Foto: N. Juncos para La Capital
http://www.lacapital.com.ar

Hiperactividad y déficit de atención Recomiendan una evaluación cardíaca a los chicos medicados

Hiperactividad y déficit de atención
Recomiendan una evaluación cardíaca a los chicos medicados

Lo indica un documento que se publica en "Circulation"

Los chicos que padecen desorden de hiperactividad y déficit de atención (ADHD, según sus siglas en inglés) -un desorden que padece entre el 3 y el 5% de la población infantil- deberían ser cuidadosamente evaluados y controlados en su función cardíaca antes de recibir un tratamiento con drogas estimulantes, recomienda la Asociación Cardiológica Americana.

El documento científico sobre Monitoreo Cardiovascular de Chicos y Adolescentes con Enfermedad Cardíaca que reciben drogas estimulantes se publica online en Circulation.

Diferentes estudios mostraron que las medicaciones estimulantes, como las que se utilizan para tratar el ADHD, pueden aumentar el ritmo cardíaco y la presión sanguínea. Estos efectos colaterales son insignificantes en la mayoría de los niños; sin embargo, hay que tenerlos en cuenta para los chicos que tienen trastornos cardíacos. Algunas afecciones aumentan el riesgo de muerte súbita, que sobreviene cuando el ritmo cardíaco se hace errático y el corazón no bombea suficiente sangre.

Los médicos usualmente utilizan un examen físico, y la historia clínica del paciente y su familia para detectar el riesgo o la presencia de problemas cardíacos antes de iniciar nuevos tratamientos. Pero algunas condiciones cardíacas pueden pasar desapercibidas durante un examen clínico de rutina. Muchas de ellas son sutiles o tienen síntomas vagos, tales como palpitaciones o dolor de pecho.

Por eso, el grupo que redactó esta recomendación insta a agregar un electrocardiograma a las evaluaciones. Este estudio mide la actividad eléctrica del corazón y frecuentemente puede identificar las anormalidades en el ritmo cardíaco que pueden llevar a un ataque o a la muerte súbita.

Tests periódicos

"Después de que se diagnostica el ADHD, pero antes de comenzar la terapia con estimulantes u otros fármacos, sugerimos realizar un electrocardiograma para identificar las condiciones cardíacas que pueden poner al chico en riesgo", dijo Victoria L. Vetter, presidenta del comité que redactó el documento científico y profesora de Pediatría de la Escuela de Medicina de la Universidad de Pensilvania, en Filadelfia.

Vetter también dijo que los médicos deberían evaluar a los chicos y adolescentes que ya están tomando este tipo de fármacos, si no hubieran sido evaluados antes de comenzar el tratamiento.

Si el examen detectara problemas cardíacos, los chicos deberían ser remitidos a un cardiólogo pediátrico. Una vez que el tratamiento haya comenzado, los chicos deberían ser evaluados periódicamente, midiéndoles la presión sanguínea entre uno y tres meses después, y luego hacerles un seguimiento cada seis a 12 meses.

Sin embargo, la imposibilidad de someterse a un electrocardiograma no debería ser impedimento para que los chicos reciban el tratamiento. "Aunque pensamos que el electrocardiograma es una herramienta razonable y útil para identificar a chicos con problemas cardíacos que pueden llevar a la muerte súbita, si en opinión de su médico ellos requieren tratamiento inmediato con fármacos estimulantes, esta recomendación no debería impedir que lo reciban", dijo Vetter.

En 2003, alrededor de 2,5 millones de chicos tomaron medicación para el ADHD en los Estados Unidos. Según datos de la FDA, entre 1999 y 2004, 19 chicos que estaban tomando este tipo de fármacos fallecieron súbitamente y 26 tuvieron problemas cardíacos.

Fuente: Diario La Nación
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