Robbie Williams Better Man - SUBTITULADO AL ESPAÑOL



Robert Peter Williams nació en Stoke-on-Trent, Staffordshire, el 13 de febrero de 1974.[3] En Exposay aparece una cita suya en la cual señala "Fui criado como católico, y todavía tengo el sentimiento de culpa, pero estoy en contra de las religiones organizadas. Eché un vistazo a la Kabbalah en internet solo por curiosidad, pero no iría a una de sus reuniones" Los padres del cantante se separaron cuando él tenia tan solo 3 años. Tiene una hermana mayor llamada Sally. Vivia cerca de un club de fútbol y de ahí proviene su fanatismo a ese deporte.[4]

En 2006 apareció en el documental sobre el trastorno bipolar de la BBC "The Secret Life of the Manic Depressive" (La Vida Secreta de los Maniaco Depresivos), conducido por Stephen Fry donde el cantante habló de su experiencia con la depresión.

En algunos casos, el temor a padecer estas enfermedades y morir es tan grande, que pueden apropiar cualquier situación y personalizarla en sí mismos.


Centro de Estudios Especializados en Trastornos de Ansiedad (CEETA), con sede en Pilar, en este último tiempo aumentaron los casos de trastornos de ansiedad y recrudecieron cuadros de pacientes que estaban en tratamiento, debido a la aparición de pandemias como son la Gripe A y el Dengue.

“Aparecieron nuevos pacientes y también, en personas que ya estaban en tratamiento, sobre todo aquellos que sufren trastornos por ansiedad, recrudecieron algunos de sus cuadros por temor a contagiarse tanto de Dengue como de la Gripe A”, afirma la licenciada Gabriela Martínez Castro, Directora del CEETA

En algunos casos, el temor a padecer estas enfermedades y morir es tan grande, que pueden apropiar cualquier situación y personalizarla en sí mismos y temen que todo esto les llegue a ellos mismos o a sus seres queridos.

“Si bien estas son enfermedades que realmente nos acosan a nivel mundial y nacional, también es cierto que gran parte la de población mundial padece algún tipo de trastorno de ansiedad. Hay mucha gente que tiene miedo a contar que son temerosos de padecer esto, porque los coloca en una situación de fragilidad ante otras personas”, explica Martínez Castro.

Sin embargo agrega “también hay mucha gente que nunca ha tenido un trastorno de ansiedad, que ha seguido una vida totalmente normal y que, de pronto, por el desencadénate de éstas enfermedades, están tan temerosos que esto hace de factor desencadenante de un trastorno de ansiedad”.

Los trastornos más frecuentes

Según la especialista los trastornos más frecuentes, que desencadenan este tipo de hechos, son: el Trastorno por Ansiedad Generalizada, donde la persona vive preocupada permanentemente, por distintos temas, y no puede despreocuparse; el Trastorno Obsesivo Compulsivo, donde la persona padece de obsesiones o compulsiones, y para realiza rituales. Por lo general estas temen mucho a la contaminación y a las enfermedades. Son personas que saben que no están bien, entonces ocultan sus rituales.

Finalmente, el Trastorno de Pánico, que consiste en una aparición temporal y aislada de miedo o malestar intensos, acompañada de cuatro o más síntomas que se inician de forma brusca y alcanzan su máxima intensidad a los diez minutos de haber comenzado: “la persona en ese momento realmente está tranquila, manejando, caminando, comiendo, y de pronto hay un montón de síntomas que se inician de forma brusca, y siente que se muere o que se está volviendo loca”.

Recomendaciones para seguir adelante

Según Martínez Castro “se debe intentar un contacto con la realidad que sea lo más firme posible; y no dejarse guiar por pensamientos, fantasías y temores. Hay que tratar de tener un pensamiento lo más realista posible, y contrastar ese pensamiento con la realidad. Por ejemplo, si creo que tengo Gripe A, debo pensar si realmente estuve en contacto con alguien que pudiera tenerla, si tengo síntomas o recurrir al médico, hasta descartar lo que sólo es un pensamiento negativos, que lo único que logrará es imposibilitar la vida normal de la persona.

El Centro de Estudios Especializados en Trastornos de Ansiedad (CEETA) está ubicado en el Edificio Concord-Sector los Almendros-piso segundo Oficina 202. Km 50 de la ruta Panamericana ramal Pilar. Teléfono: 02322-667175 www.ceeta.com.ar

(TOC)


Trastorno obsesivo-compulsivo (TOC)

El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) es un trastorno de ansiedad. Se trata de una enfermedad que puede durar toda la vida de una persona. Las personas con TOC pueden verse atrapadas en un modelo de pensamientos y comportamientos repetitivos que carecen de sentido y resultan angustiantes, pero extraordinariamente difíciles de superar. Sus síntomas pueden variar de benignos a graves, y si no se trataran, un TOC grave puede destruir la capacidad de una persona para rendir en el trabajo, el colegio, e incluso en el hogar.

El trastorno obsesivo-compulsivo implica pensamientos de ansiedad (obsesiones) o rituales (compulsiones) que la persona tiene la sensación de no poder controlar. Las personas con TOC suelen estar acosadas por pensamientos o imágenes desagradables y persistentes, o por la necesidad urgente de participar en ciertos rituales. Por ejemplo, una persona con TOC podría estar obsesionada con los gérmenes o la suciedad, y lavarse las manos una y otra vez. Otras personas pueden hacer comprobaciones reiteradas o estar preocupadas por pensamientos violentos. En personas con TOC se observa con frecuencia la manía de calcular obsesivamente.

Durante muchos años, los médicos creyeron que el TOC era una enfermedad rara, porque veían pocos pacientes que la padecieran. Sin embargo, muchos de los que la padecían no eran identificados, pues la gente con TOC tratará de mantener en secreto sus pensamientos y su comportamiento repetitivo, y no tratan de buscar tratamiento.

Ahora se piensa que aproximadamente dos de cada cien personas están afectadas, lo que significa que el TOC es más corriente que las enfermedades mentales tales como la esquizofrenia, el trastorno bipolar, o el trastorno de pánico. El TOC afecta a personas de todos los grupos étnicos, y a hombres y mujeres por igual.

Los síntomas del TOC suelen comenzar en la adolescencia o una edad adulta temprana, pero algunos niños pueden desarrollar la enfermedad a edades más jóvenes, incluso en los años pre-escolares. Al menos un tercio de los adultos con TOC sufren por primera vez la enfermedad durante la niñez. El TOC tiene tendencia a persistir durante años, incluso décadas. Los síntomas pueden hacerse menos graves de vez en cuando, y pueden existir intervalos prolongados en que los síntomas son leves, pero para la mayor parte de los individuos, los síntomas son crónicos.
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Síntomas del TOC

Obsesiones

Las obsesiones son ideas o impulsos no deseados que aparecen repetidamente en la mente de la persona que padece TOC. Los pacientes suelen tener miedo a sufrir daño ellos mismos, o alguien al que quieren, se preocupan irracionalmente por no contaminarse, o tienen una necesidad excesiva de hacer las cosas correctamente o con perfección. Una y otra vez, la persona piensa algo que le inquieta, como por ejemplo, "Mis manos pueden estar contaminadas--debo lavarlas" o "Puedo haber dejado el gas abierto" o "Estoy haciéndole daño a mi hijo." Estos pensamientos angustiosos se inmiscuyen con los otros pensamientos del paciente, y causan ansiedad. A veces, las obsesiones son de carácter violento o sexual, o tienen que ver con enfermedades.
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Compulsiones

En respuesta a sus obsesiones, la mayoría de las personas con TOC recurren a comportamientos repetitivos llamados compulsiones. Los más frecuentes son los rituales de limpieza y las comprobaciones. Otros comportamientos compulsivos incluyen recuentos (a menudo al mismo tiempo que se realizan otras acciones compulsivas, tales como lavarse las manos), hacer repeticiones, acaparamiento, y recolocaciones sin fin de objetos en un esfuerzo para mantenerlos perfectamente alineados. También son corrientes los problemas mentales, tales como repetir frases mentalmente y hacer listas. Estos comportamientos, en general, tienen por objeto proteger de peligros a la persona que padece TOC, o a los otros.

Algunas personas con TOC tienen rituales establecidos; otros tienen rituales que son complejos y cambiantes.

El ejecutar estos rituales sólo proporciona alivio temporal de la ansiedad, pero no hacerlos incrementa la ansiedad de la persona.

Resistencia

La mayoría de las personas con TOC luchan por desterrar sus pensamientos obsesivos, y por evitar caer en la trama de comportamientos compulsivos. Muchos son capaces de mantener sus síntomas obsesivos-compulsivos bajo control cuando están en el trabajo o en el colegio, pero con el paso de los meses o los años, su resistencia puede debilitarse. Cuando esto ocurre, los síntomas pueden agravarse tanto que los tediosos rituales llegan a dominar su vida, haciendo imposible que continúen con sus actividades fuera del hogar.
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Vergüenza y secreto

Los pacientes que sufren TOC intentan con frecuencia ocultar sus trastornos en vez de solicitar ayuda y, muchas veces, consiguen ocultar sus síntomas obsesivos-compulsivos a sus amigos y colaboradores. Desafortunadamente, esto significa que las personas con TOC de ordinario no reciben ayuda psiquiátrica profesional hasta años después de la aparición de su enfermedad. Para entonces, es posible que ya hayan aprendido a manejar sus vidas, y sus relaciones con los familiares y amigos, en lo referente a sus rituales.

Las personas con TOC no deben confundirse con las personas a las que se puede llamar 'obsesivas' porque ellas mismas se sitúan a muy alto nivel y son perfeccionistas y muy organizadas y meticulosas en su trabajo y actividades recreativas. Este tipo de obsesividad con frecuencia tiene un fin útil, contribuyendo a la autoestima personal y al éxito en el trabajo. A ese respecto, difiere de las obsesiones que pueden arruinar la vida y los rituales de las personas con TOC.
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Enfermedades que coexisten con el TOC

Algunas personas con TOC también pueden sufrir depresión, trastornos alimentarios, abuso de ciertas substancias, trastorno por déficit de atención e hiperactividad (ADHD), u otros trastornos de ansiedad. Cuando una persona tiene otros trastornos, el TOC suele ser el más difícil de diagnosticar y de tratar. Los síntomas del TOC también suelen verse en otros trastornos cerebrales, como en el síndrome de Tourette. El diagnóstico y tratamiento correctos de estos trastornos es importante para que tenga éxito el tratamiento del TOC.
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Causas

En el pasado, se pensaba que el TOC estaba causado por experiencias vitales, pero ahora hay cada vez más evidencia de que están implicados factores biológicos, y que el TOC está relacionado con una anomalía en el funcionamiento de los circuitos de las células nerviosas en zonas específicas del cerebro. El TOC no se debe a problemas familiares ni a actitudes aprendidas en la infancia, tales como la insistencia en la limpieza, o la creencia de que ciertos pensamientos son peligrosos o inaceptables.

Usando técnicas que permiten ver lo que ocurre en cerebro de personas vivas, tales como la Tomografía por Emisión de Positrones (PET), los médicos han comparado a personas con y sin TOC. Las personas con TOC tienen esquemas de actividad cerebral que difieren de los de personas con otras enfermedades mentales o de los de personas sin enfermedades mentales. Además, los escáners PET indican que en pacientes con TOC, tanto la terapia conductual como los fármacos, producen cambios en el cerebro. Estos cambios pueden ser una explicación de la mejora clínica conseguida con la psicoterapia y con la medicación.

Otros estudios de la estructura cerebral usando imágenes de resonancia magnética (MRI) indican que las personas con TOC tienen menos materia blanca que los sujetos normales, lo que sugiere una anomalía cerebral ampliamente repartida.

Otras teorías sobre las causas del TOC hacen hincapié en la importancia de la interacción entre el comportamiento y el entorno, y sobre las creencias y actitudes, así como en la forma en que se procesa la información. Tanto las teorías conductuales como cognitivas y las razones biológicas son explicaciones importantes de diferentes aspectos de la enfermedad.
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Tratamiento con fármacos

Los fármacos que afectan la acción de la serotonina neurotransmisora (5-HT) en el cerebro pueden reducir significativamente los síntomas del TOC. Más de tres cuartas partes de los pacientes consiguen ayuda con estos fármacos, al menos en parte, y en más de la mitad de los pacientes, la medicación alivia los síntomas del TOC al reducir la frecuencia y gravedad de las obsesiones y compulsiones. La mejoría suele tardar al menos tres semanas o más. Si un paciente no responde bien a uno de estos medicamentos, o tiene efectos secundarios inaceptables, otro fármaco podría dar mejor resultado. La medicación ayuda a controlar los síntomas del TOC, pero, a menudo, si el paciente deja de tomarla, tendrá lugar una reaparición de los síntomas. Incluso después de que los síntomas hayan amainado, la mayoría de las personas tendrán que continuar con la medicación indefinidamente, pero quizás a una dosis más baja.
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Terapia conductual

La psicoterapia tradicional, cuyo objeto es ayudar al paciente a hacerse una idea de su problema, en general no sirve de ayuda para el TOC. Sin embargo, una terapia conductual específica, llamada 'exposición y prevención de respuestas' resulta eficaz para muchas personas. Con este enfoque, el paciente se enfrenta deliberada y voluntariamente al objeto o idea de sus miedos, ya sea directamente o imaginándolo. Al mismo tiempo se alienta al paciente a que se abstenga de efectuar rituales, con los conocimientos y apoyo del terapeuta y, posiblemente, de otras personas a las que el paciente ha recurrido en busca de ayuda. Por ejemplo, se podría alentar a una persona que se lava las manos compulsivamente a que toque un objeto que cree está contaminado, y después prohibirle que se lave las manos durante varias horas, hasta que la ansiedad haya disminuido. Después, el tratamiento sigue paso a paso, guiándose por la habilidad del paciente a tolerar la ansiedad y a controlar sus rituales. A medida que progresa el tratamiento, la mayoría de los pacientes experimentan generalmente menos ansiedad causada por los pensamientos obsesivos y son capaces de resistirse a los impulsos compulsivos.

Estudios de terapia conductual en el caso del TOC han demostrado que se trata de un tratamiento que tiene éxito en la mayoría de los pacientes que lo completan. Es beneficioso para el paciente estar muy motivado y tener una actitud positiva y decidida. Los efectos positivos de la terapia conductual continúan una vez acabado el tratamiento.

La terapia cognitiva-conductual (TCC) puede ser eficaz para el TOC. Esta forma de terapia conductual hace hincapié en cambiar las creencias y la forma de pensar de los pacientes con TOC.
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Las repercusiones del TOC en las familias

El TOC afecta no solo al individuo que lo padece sino también a sus familiares y amigos. Las familias con frecuencia atraviesan momentos difíciles para aceptar el hecho de que la persona con TOC no pueda poner freno a su comportamiento angustiante. Si los familiares muestran su enfado y resentimiento, podrían contribuir a que aumente el comportamiento TOC. Por otra parte, con el fin de mantener la paz, podrían asistirle en los rituales o tranquilizarle continuamente. Sin embargo, las familias pueden esforzarse en aprender formas de animar a la persona con TOC para que persevere con los programas de terapia conductual y/o medicación.

El problema obsesivo-compulsivo se incluye en los trastornos denominados de ansiedad


fuente:todoexpertos
El problema obsesivo-compulsivo se incluye en los trastornos denominados de ansiedad, porque precisamente esa ansiedad está en el origen y el mantenimiento o causa del problema. Todos necesitamos un cierto nivel de estrés, de ansiedad para poder estar activados y funcionar en la vida diaria; pero a veces esos niveles se disparan, suben enormemente y entonces si no sabemos eliminarla o no podemos, la ansiedad buscará formas de salir y una de ellas son las compulsiones debidas a las obsesiones previas en forma de pensamientos que parece que irrumpen sin control en nuestra cabeza, elevan nuestra ansiedad o miedo a alguna cosnecuencia desagradable y entonces al comprobar como haciendo algún movimiento o conducta (un "ritual" repetitivo) esa ansiedad decae, se forma un círculo vicioso que hace que cada vez que vuelva a ocurrir volvamos o repitamos ese ritual para que esa ansiedad descienda.
Es importante observar esos primeros pensamientos, intentar averiguarlos porque a veces están demasiado automatizados y no sabemos encontrarlos.
Ten en cuenta que esa ansiedad o miedo que experimentas no dura siempre, es decir, si cuando ocurre en lugar de hacer esos rituales o conductas, permaneces sin realizarlas, intentando aguantar veras como esa ansiedad sube y sube pero luego se estabiliza y finalmente desaparece. Esto es así siempre y solo hace falta aguantar el empujón primero para darnos cuenta de que ocurre de esta forma. Ahroa bien, no siemrpe uno puede afrontar solo esa "exposicion" ya que se necesita primero analizar en profundidad el problema, evaluarlo correctamente, dotar de herramientas para afrontarlo (como la relajación, que es incompatible con al ansiedad, es decir, no se puede estar tenso y relajado al mismo tiempo)
Observa como en cuanto realizas esos rituales esa ansiedad decae, por eso vuelves a repetirlos cada vez más.
Sería interesante que una vez dicho lo anterior, si ves que te está afectando demasiado, que interfiere en tu vida de forma intensa acudieses o intentases acudir aun profesional de forma presencial y directa para que pueda orientarte y ayudarte a encontrar la cusas y los diferentes factores que influyen en el problema, cosa dificl de hacer por este medio, y que te servirá para poder eliminar el problema antes de que aumente en intensidad. Así, estadísticamente, es cierto que la terapia cognitivo-conductual suele dar buenso resultados si se realiza correctametne en este tipo de problemas, siendo predominante la técncia de "exposición con prevención de respuesta", es decir, se presentan al sujeto en consulta situaciones que disparan esa ansiedad y se l eimpide realizar el ritual que habitualmnetne ocurre, pudiend oasí comprobar como esa ansiedad, como ya dijimos anteriormente, sube hasta un punto en el cual decae poco a poco. Ello servirá para romper ese círculo vicioso, además de intervenir, por supeusto, a nivel cognitivo en las creencias que disparan la ansiedad, etc. Asi, "trucos" no hay pero sí un trabajo que bien llevado y realizado dará los resultados que esperas y mereces.
Un saludo cordial.

Terapia cognitiva conductual para el manejo del TOC en niños y adolescentes con TDAH


Terapia cognitiva conductual para el manejo del TOC en niños y adolescentes con TDAH Imprimir E-Mail

Lic. Patricia Flores Figueroa


El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) es un trastorno de ansiedad con base fisiológica que se caracteriza por la presencia de obsesiones y compulsiones que interfieren de forma significativa en la vida diaria de la persona que lo padece. Las obsesiones son pensamientos, imágenes o impulsos recurrentes que generan niveles altos de ansiedad y que son experimentados por la persona como intrusivos, inapropiados y carentes de sentido. Las compulsiones son comportamientos repetitivos (ejemplo: lavarse las manos, ordenar, chequear, repetir una acción, repetir en voz alta preguntas o frases, etc.) o actos mentales (ejemplo: rezar silenciosamente, contar mentalmente, repetir palabras o frases en silencio, reemplazar un pensamiento o imagen por otra silenciosamente, etc.) que la persona considera que debe realizar, siguiendo ciertas reglas auto impuestas, para reducir la ansiedad generada por las obsesiones y/o para prevenir o revertir algún daño o catástrofe que pudiera producirse como consecuencia de los pensamientos obsesivos.

Las obsesiones y compulsiones en niños y adolescentes, al igual que en el caso de los adultos, giran en torno a temas como: la contaminación, la duda y el daño (agredir o matar a los padres o a algún miembro de la familia), y algunas veces se presentan obsesiones de contenido sexual. Los niños, a diferencia de los adultos, no suelen ser muy conscientes de lo irrazonables y excesivas que son sus obsesiones y/o compulsiones dado que su nivel madurativo y escaso desarrollo cognitivo muchas veces no se lo permiten. De ahí que el problema generalmente es identificado por los padres, quienes son los que buscan ayuda psicológica y llevan al niño a tratamiento. De no existir un diagnóstico y un tratamiento adecuado a través del tiempo, las obsesiones y las compulsiones adquieren mayor complejidad y disfuncionalidad.

Diversos estudios han validado la comorbilidad que existe entre el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) y el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) en niños y adolescentes. La presencia de un TOC en un paciente con TDAH suele complicar el curso del TDAH y demandar un tratamiento bastante complejo. Dicho tratamiento en la mayoría de casos combina el uso de fármacos (principalmente inhibidores de la recaptación de la serotonina) y el uso de la Terapia Cognitiva Conductual.

La Terapia Cognitiva Conductual es una terapia centrada en el presente (en el “Aquí y Ahora”) y que tiene como objetivo principal ayudar a la persona a desarrollar un conjunto de herramientas que le sean útiles para manejar y/o superar sus problemas emocionales y de comportamiento. Se utilizan técnicas cognitivas, emotivas y conductuales con la finalidad de generar un cambio profundo a nivel de las cogniciones (pensamientos, creencias y esquemas mentales) que conlleve a la disminución y/o desaparición de emociones perturbadoras (ejemplo: ansiedad) y de comportamientos desadaptativos (ejemplo: compulsiones, conductas de escape y evitación, etc.).

El terapeuta cognitivo conductual antes de empezar el tratamiento del TOC debe realizar una evaluación minuciosa del estado psicológico del paciente, y especialmente explorar de manera detallada todo lo relativo a sus obsesiones, a sus compulsiones y a su ansiedad. Asimismo es importante identificar las cogniciones que tiene el paciente con respecto a su problema y al tratamiento, evaluar la presencia de comorbilidad (identificar la presencia de otros desórdenes típicamente asociados al TOC: desórdenes de ansiedad, desórdenes del ánimo/depresión, desorden del apetito, o de algún desorden de personalidad) y explorar otras áreas importantes como la autoestima y las habilidades sociales del paciente.

Una premisa importante del trabajo terapéutico con niños y adolescentes es incorporar en el tratamiento a los padres y a las personas claves del colegio (ejemplo: tutor, profesores, psicólogo del colegio, etc.). Tanto los padres como las personas claves del colegio recibirán apoyo u orientación psicológica y serán capacitados para actuar como colaboradores del tratamiento.

Desde el primer contacto con el niño o adolescente con TOC y con sus padres hay que ir construyendo un vínculo basado en la confianza. Asimismo, es importante señalar que la mayor responsabilidad del cambio está en ellos y no en el terapeuta y que el éxito del tratamiento en gran parte va a depender del nivel de compromiso que ellos demuestren tener durante todo el proceso terapéutico.

Dado que el TOC es un trastorno mental que se produce por la disminución de los niveles de serotonina en el cerebro y que suele interferir de forma significativa en la vida del paciente, el terapeuta cognitivo conductual desde el inicio debe informar a los padres sobre la necesidad de que el niño o adolescente con TOC reciba un tratamiento farmacológico paralelo a la terapia. De ahí que resulta conveniente desde la primera entrevista con los padres derivarlos a un psiquiatra infantil para que, luego de confirmar el diagnóstico de TOC, proceda a administrar el fármaco más indicado para el caso.

Otro aspecto fundamental al inicio de la terapia es brindar información completa y adecuada sobre el TOC tanto al niño o adolescente que lo padece como a sus padres (psicoeducación sobre el TOC). Hay que dar información sobre qué es el TOC y sobre el tratamiento, y también generar expectativas realistas de cambio (no se puede ofrecer que con la terapia el niño o adolescente nunca más va a presentar obsesiones y compulsiones, pero sí se puede ofrecer que va a tener más herramientas para poder manejarlas cuando se presenten).

En las sesiones de apoyo psicológico a tener con los padres, además de trabajar todo lo relativo a la psicoeducación sobre el TOC, se les da las siguientes recomendaciones:

• Tener una actitud de paciencia y comprensión con el niño o adolescente con TOC. Tener presente que el niño es el que más padece por tener el TOC y que sus síntomas escapan a su control.

• Manejar su propia ansiedad frente al TOC de su hijo y sus sentimientos desesperanzadores en lo que se refiere a sus posibilidades de llegar a manejar el problema. Es importante que los padres brinden apoyo a su hijo con TOC pero que también cuenten con recursos que los ayuden a relajarse.

• Evitar las críticas, comentarios negativos, llamadas de atención y todo tipo de castigo. Las críticas y otros tipos de castigo llevan a que al niño o adolescente se le haga más difícil resistir el TOC y por lo general empeoran el curso del trastorno.

• No presionar ni pedirle al niño o adolescente con TOC que deje de hacer la compulsión o ritual. Tener presente que si el niño o adolescente pudiera evitar hacer la compulsión ya lo hubiera hecho. Cuando un padre presiona o le pide a su hijo con TOC que deje de hacer la compulsión esto no sólo no ayuda al niño o adolescente sino que conlleva a que se sienta más angustiado y frustrado por no poder atender su pedido.

• Ignorar los rituales o compulsiones cada vez que el niño o adolescente con TOC los presente. Recordar que ignorar estas conductas maladaptativas es diferente a ignorar al niño o adolescente con TOC.

• No hacerle recordar al niño o adolescente con TOC que sus obsesiones y compulsiones son exageradas, tontas, ridículas o carentes de sentido. El niño con apoyo de su terapeuta va tomando mayor conciencia de lo poco razonables y exagerados que son sus síntomas.

• Evitar sobreproteger al niño o adolescente con TOC. No tratarlo como un enfermo o inválido. Muchas veces los niños con TOC al ver que sus padres los sobreprotegen terminan inutilizándose u obteniendo alguna ganancia secundaria de su TOC (ejemplo: evitar cumplir con responsabilidades en el hogar, faltar al colegio, no hacer las tareas escolares, etc.). El niño o adolescente con TOC necesita, al igual que todo hijo, que sus padres le pongan límites a su comportamiento y lo disciplinen.

• Hacerle recordar al niño o adolescente que cada vez que presenta compulsiones o conductas de escape y evitación lo único que logra es bajar su ansiedad en el momento (ganancia a corto plazo) pero a la larga está contribuyendo a que su TOC se mantenga o empeore.

• Identificar, junto con el niño o adolescente, actividades divertidas y relajantes que pueden hacer juntos mientras que los síntomas del TOC desaparecen. Practicar estas actividades mientras que transcurre el tratamiento y sobre todo en los momentos en que el niño o adolescente está ansioso o presentando los síntomas del TOC. No conviene que la vida del niño y de su familia gire en función al TOC, hay que darse un tiempo para hacer cosas divertidas juntos.

• Focalizar su atención en las fortalezas de su hijo e identificar aspectos positivos de su vida en los que el TOC no ha afectado.

• Dar apoyo y aliento al niño o adolescente con TOC cuando esté enfrentando una situación que dispara sus obsesiones y compulsiones. Hacerle recordar que la ansiedad pronto va a bajar y reforzar la idea de que él es capaz de enfrentar bien dicha situación sin tener que hacer la compulsión (apoyo de los padres en la aplicación de la Técnica de Exposición con Prevención de la Respuesta, técnica que se explicará más adelante).

• Reforzar o premiar al niño o adolescente por todo intento que haga por resistir el TOC. Elogiarlo, felicitarlo y entregarle premios tangibles.

• Mantener una comunicación permanente y estrecha con el terapeuta. Hacerle saber cualquier duda o inquietud que tengan con respecto al TOC y al tratamiento.

Las recomendaciones que se suele dar al colegio son prácticamente las mismas que se dan a los padres pero además se le pide a los profesores que conversen con los compañeros del niño o adolescente con TOC (de preferencia sin que él esté presente) para lograr los siguientes objetivos: (1) explicarles de forma breve y utilizando palabras simples su problema (ejemplo: “Carlos está muy nervioso, tiene miedo a que sucedan cosas muy feas y por eso está teniendo manías”), (2) pedirles que no le hagan ningún comentario feo ni se burlen de él cuando lo vean hacer los rituales o “manías”, (3) pedirles que no le pidan ni presionen a no hacer las “manías” e (4) ignorar los rituales o “manías” cada vez que el niño o adolescente los presente.

El tratamiento cognitivo conductual con el niño o adolescente con TOC abarca básicamente los siguientes aspectos:

• Ayudar al niño o adolescente a ver al TOC como un problema externo a él. Se le enseña que las obsesiones son como “hipos cerebrales” que vienen de un momento a otro sin que uno las llame, se quedan un rato y luego se van. Se busca que vea a sus obsesiones como temporales, que las acepte y no luche contra ellas. Resulta útil que el niño le ponga un apodo o sobrenombre a su TOC (ejemplo: “Muñeco de Tasmania”, “Mono Saltarín”, etc.). Los adolescentes suelen llamar al TOC por su mismo nombre (“TOC”).

• Ayudar al niño o adolescente a comprender que el TOC conforma una pequeña parte del YO o de su vida. Ayudar a identificar áreas o aspectos de su vida que el TOC no ha afectado (ejemplo: amigos, familia, estudios, deporte, etc.).

• Construir junto con el niño o adolescente una serie de auto instrucciones que pueda utilizar cada vez que aparezca el TOC con la finalidad de no prestarle atención ni darle tanta importancia, disminuir su tendencia a reaccionar de forma emocional o intensa frente a la aparición de los síntomas del TOC y entender que la ansiedad y las obsesiones vienen y se van por sí solas sin necesidad de hacer los rituales o las compulsiones. Ejemplos: “Hola TOC”, “Mi cerebro otra vez está con hipo”, ”Estos hipos no son importantes”, “Mejor me pongo a hacer algo divertido hasta que el hipo o TOC se vaya”, etc.

• Ayudar al paciente a identificar los pros y contras de sus pensamientos negativos (ejemplo: “Soy peligroso… puedo hacer daño”) y a compararlo con los pros y contras de un pensamiento adaptativo (ejemplo: “Tengo un pensamiento que se mete sin que yo lo quiera, pero no es peligroso, por pensarlo no voy a hacer daño a nadie”).

• Discutir con el paciente el costo–beneficio de hacer las compulsiones y de las conductas de evitación y de escape. Tanto las compulsiones como las conductas de evitación y de escape reducen la ansiedad del momento pero contribuyen a mantener y aumentar el TOC.

• Técnica de Exposición con Prevención de la Respuesta: Esta técnica apunta a lograr los siguientes objetivos: (1) que el paciente aprenda a tolerar su ansiedad y a darse cuenta que la ansiedad sube pero luego baja sin que él tenga que hacer nada, (2) que la ansiedad disminuya, (3) que las obsesiones aparezcan menos y (4) que la persona se dé cuenta que no necesita hacer las compulsiones para que su ansiedad baje ni para prevenir un daño o catástrofe. Primero se discute con el paciente la utilidad de las exposiciones (imaginarias y en vivo) versus las conductas de escape y evitación. Luego se establece una jerarquía de situaciones de exposición a trabajar, ordenadas de acuerdo al grado de ansiedad que le produzcan al paciente. Se empieza por aquellas situaciones que le generan menos ansiedad y se va avanzando hacia aquellas que le generan mayor ansiedad. Se le pide al paciente que se exponga a una determinada situación, que focalice su atención en la obsesión, que tolere la ansiedad que experimenta en esos momentos (no debe hacer nada para bajar la ansiedad) y que no haga la compulsión. Se pasa a trabajar la siguiente situación cuando la ansiedad haya disminuido significativamente. El paciente practica la técnica de exposición dentro de la sesión en compañía del terapeuta y en casa hace una exposición autodirigida y apoyado por sus padres (práctica diaria). Hay casos en los que el terapeuta tiene que trasladarse a otro escenario o lugar para trabajar la técnica de exposición.

• Antes de trabajar la técnica de exposición con prevención de la respuesta resulta útil identificar si el niño tiene un diálogo interno negativo que contribuye a aumentar su ansiedad en general y a disminuir su motivación hacia el tratamiento (ejemplo: “El TOC es más fuerte que yo, yo no le puedo ganar”, “No voy a ser capaz de no hacer el ritual”, etc.). Ayudar al niño a corregir este diálogo interno negativo y a reemplazarlo por un diálogo interno constructivo que enfatice su capacidad o sentido de poder para enfrentar al TOC (ejemplo: “Salte TOC, yo mando aquí, yo soy el jefe”, “Esta vez no me vas a ganar”, “Es difícil evitar hacer el ritual pero no imposible”, “Sí voy a ser capaz de tolerar mi ansiedad y de no hacer el ritual”, etc.).

• La principal técnica cognitiva que se utiliza en el manejo del TOC se llama Reestructuración Cognitiva: Tiene como objetivo ayudar al paciente a establecer una diferencia entre la realidad y sus obsesiones (su realidad). Para lograr este objetivo se utilizan preguntas y algunos experimentos que ayudan a que la persona entienda lo siguiente: (1) que no puede concluir algo de lo cual no tiene pruebas, (2) que el sólo pensar o imaginarse las cosas no lleva automáticamente a que estas sucedan y (3) que el hacer las compulsiones no tiene ningún rol en prevenir que el daño o catástrofe ocurra. Es importante sobre todo identificar pensamientos distorsionados, tales como: pensamientos de tipo catastrófico, pensamientos en los que la persona exagera el grado de negatividad de los hechos y pensamientos en los que se atribuye erróneamente la responsabilidad de la ocurrencia de hechos negativos. Luego de identificar estos pensamientos hay que ayudar a la persona a que los cambie y reemplace por pensamientos racionales (pensamientos lógicos y con base en la realidad).

• Existen otras técnicas cognitivas que pueden utilizarse para el manejo del TOC, pero son menos efectivas que la Reestructuración Cognitiva (ejemplo: bloqueo de pensamiento y técnicas de distracción).

• La autoestima de un niño o adolescente con TDAH de por sí suele verse muy afectada, la situación se torna más crítica aún cuando además tiene un TOC. Es común que los pacientes que tienen TOC acostumbren a ponerse a sí mismos una serie de calificativos negativos (ejemplo: “Soy un enfermo”, “Soy un loco”, “Soy malo”, “Soy tonto”, “Soy peligroso”, etc.). En estos casos es importante ayudar al paciente a desarrollar una visión realista de sí mismo (ejemplo: “No soy loco ni tonto… lo que tengo es un problema psicológico que puede mejorar”, “El que yo piense que puedo hacer daño a mi mamá no significa que yo sea peligroso, es sólo un pensamiento”, etc.). Esto se logra haciendo uso de la Reestructuración Cognitiva (ejemplos de preguntas: “¿Qué características hace a una persona loca, mala, tonta o peligrosa?”, ¿Si eres loco o malo por qué tienes amigos?, ¿Si eres peligroso por qué la gente te busca para conversar o jugar?, ¿Qué características tienes tú que a los otros les gusta?) y de los Role Play (“¿Pensarías lo mismo de un buen amigo que tuviera TOC?, ¿por qué sí o por qué no?”).


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La psicóloga Patricia Flores Figueroa desarrolla su práctica privada en psicoterapia cognitiva conductual con niños, adolescentes y adultos.
Teléfonos: 448-9383, 9737-4504 y 405*2048 (Nextel). Correo electrónico: florespg@yahoo.comEsta dirección de correo electrónico está protegida contra los robots de spam, necesita tener Javascript activado para poder verla

Artículo aparecido en el boletín electrónico n.º 16 del APDA,
Contáctenos: apda@deficitdeatencionperu.org

«Los adolescentes son ahora más inexpertos pero también más autónomos»


Josep Toro Trallero, Servicio de Psiquiatría Infantil y Juvenil, Hospital Clínico de Barcelona: «Los adolescentes son ahora más inexpertos pero también más autónomos»

Cuando Josep Toro empezó a especializarse en la salud mental de niños y adolescentes, la psiquiatría infantil era poco más que una quimera. Autor de numerosos libros sobre trastornos de la conducta alimentaria, comportamientos obsesivo-compulsivos y pautas educativas para padres y educadores, este psiquiatra es hoy una referencia obligada en todo discurso de salud mental pediátrica en nuestro país. En la actualidad dirige una unidad hospitalaria por la que transitan medio millar de menores al año, así como un equipo de investigación sobre el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC).


Como Peter Pan, usted decidió dedicar su profesión a los niños perdidos.

No diría tanto. Lo cierto es que empecé en el Hospital Clínico haciéndome cargo voluntariamente de los casos que no interesaban a los psiquiatras ya arraigados y que, por entonces, solían tener que ver con niños y adolescentes. Poco se había escrito sobre psiquiatría infantil y casi nada había sido estudiado.

Y la palabra TOC sería sólo una onomatopeya, claro.

La obsesión forma parte de la propia historia de la psiquiatría, por lo menos en lo que respecta a las obsesiones adultas. En el siglo XIX los psiquiatras abordaban con profusión las obsesiones y, pese a que muchos pacientes referían que éstas habían debutado en su infancia o adolescencia, no se concedía ninguna importancia a este dato. Recuerdo que en 1973, poco después de acabar la carrera, acudí invitado al primer congreso español en que se abordó el TOC, y allí precisamente se encargó al grupo del que formaba parte un estudio pionero sobre este trastorno en la infancia. Tras revisar la bibliografía al respecto, indagamos cuántos casos había consignados en los cuatro hospitales más importantes de Barcelona y sólo pudimos registrar la existencia de tres casos. Hoy, cada uno de estos centros diagnostica por lo menos tres casos cada mes. Hoy sabemos que el TOC afecta al 1% de la población.

Pues sí que ha aumentado.

«Los trastornos obsesivos de niños y adolescentes llegan siempre tarde a la consulta por vergüenza o por no saber identificar los síntomas»

La explicación es otra: se conoce mucho mejor y se identifica, por tanto, más a menudo. La prevalencia no experimenta cambios significativos. En un estudio que llevamos a cabo hace 10 años demostramos que el tiempo medio que transcurre entre la aparición de los primeros síntomas de TOC y la primera consulta al médico es de tres años. Por vergüenza o por inadvertir los síntomas obsesivos, el TOC siempre llega tarde a la consulta.

¿Quién está más capacitado para advertir un posible TOC?

Los médicos de atención primaria casi nunca ven a los pacientes adolescentes, salvo que se trate de un accidente o de una enfermedad grave. Esta circunstancia preocupa mucho y los médicos estamos dialogando con las administraciones sobre la mejor manera de poder hacer cribados de enfermedades en la población adolescente y, de este modo, intervenir a tiempo en muchos casos.

¿Y con respecto a maestros o a los padres?

Los maestros tampoco son los mejores identificadores de un TOC. Nuestro aliado principal deben ser los padres, puesto que la mayor parte de las conductas obsesivas se lleva a cabo en el seno de los hogares y, más concretamente, en el dormitorio. Mediante un canal comunicativo corriente, la simple conversación entre padre-madre e hijo-hija puede dar con pensamientos de naturaleza obsesiva o rituales reiterativos que aconsejan la consulta con un especialista.

Los trastornos de conducta alimentaria, ¿mantienen también una misma prevalencia a lo largo del tiempo?

No, aquí hay que hablar de un claro aumento, pese a que en los últimos años tienda a estabilizarse; sobre todo en lo referente a la bulimia y la anorexia nerviosa.

¿A qué se debe el aumento?

Hasta la mitad del siglo XX el modelo estético femenino no tenía nada que ver con el actual. La mujer que se tiene a todas luces por bella, la modelo, habita un cuerpo extremadamente delgado. El cine, la publicidad y los medios de comunicación no hacen sino socializar ese gusto por la delgadez femenina.

¿Por qué no abundan los muchachos anoréxicos?

Es posible que exista una mayor predisposición neuro-bioquímica en la mujer con respecto a este trastorno. Lo que es seguro, no obstante, es que los cánones de belleza masculinos no han variado mucho de la Grecia clásica a nuestros días. El hombre cachas vende más que el sumamente delgado.

Desespera la lentitud con la que se avanza a la hora de tratar estos trastornos.

«En una anorexia nerviosa no se puede hablar de curación sólo por haber normalizado el peso o la menstruación»

Hay que especificar de cuál se trata. Todos son abordables con garantías de eficacia, pero la anorexia nerviosa, por ejemplo, es mucho más difícil de tratar. Esto no significa que sea incurable. El problema principal es que la paciente no quiere curarse, no considera que esté enfermo y considera al médico más como un enemigo que como un aliado terapéutico. En las demás enfermedades, lo normal es que el enfermo desee fervientemente su curación. No ocurre igual con la bulimia, en este caso el paciente es más colaborador porque desea vencer su trastorno.

¿No es cierto que se recae con cierta frecuencia?

Hay recaídas, pero lo más habitual son los casos mal curados. En una anorexia nerviosa no se puede hablar de curación sólo por el hecho de haber normalizado el peso o la menstruación. Hay problemas mentales que subyacen y que, de no resolverse, pueden desencadenar una repetición del patrón de conducta.

¿Pueden el estrés de un desamor, una mala convivencia familiar o un mal rendimiento escolar desencadenar una anorexia?

Pueden influir sin ser la causa. Al igual que en la etapa adulta, todo estrés nos hace más vulnerables. Así como en la bulimia todos estos precipitantes tienen una influencia clara, en la anorexia nerviosa su influencia es más relativa; hablamos de una enfermedad que debuta de manera muy lenta y progresiva.

¿Es hoy más difícil ser adolescente que hace 40 años?

Sí, por circunstancias tanto sociales como biológicas. Entre estas últimas pesa el hecho de que la menarquia debute hoy cuatro años antes que entonces. En otras palabras, los adolescentes ingresan en la adolescencia a una edad sensiblemente menor que hace 40 años y con mucha menos experiencia de la vida. No es lo mismo decir «ya eres una mujer» a una muchacha de 16 años que a una niña de 12, pese a que ambas se enfrenten a un mismo cambio biológico.

¿Qué consecuencias comporta este cambio?

La adolescencia se ha caracterizado siempre por una progresiva independencia de la vida familiar a cambio de una progresiva dependencia del dictado de grupo o la vida entre los amigos. En los últimos 40 años la vida familiar se ha vuelto menos estricta, más abierta y algo más desestructurada, toda vez que la vida social de grupo ha ganado abundantes argumentos y goza de una mediatización constante, sobre todo por parte de la publicidad. Este cambio tiene aspectos positivos y negativos. Los negativos son que los grupos de ahora los integran criaturas mucho más vulnerables a los accidentes de circulación, conductas violentas, consumo de sustancias tóxicas o conductas sexuales de riesgo. Entre los aspectos positivos, quisiera destacar el hecho de que una buena coherencia de grupo, un buen encaje con los amigos, evita que el estrés emocional de una separación de los padres o de un desarraigo familiar cause mella en la mente adolescente. Los adolescentes son ahora más inexpertos, pero también más autónomos.

Un adolescente inmigrante, ¿tiene el mismo carácter que un adolescente nativo por el simple hecho de haberse escolarizado juntos?

En España carecemos aún de estudios al respecto, pero datos recabados en Francia, Inglaterra o Estados Unidos nos hablan de un riesgo importante en los adolescentes hijos de padres inmigrantes y que deben hacer frente a un proceso importante de aculturación. El inmigrante llega al país como adulto, mantiene un buen arraigo con los miembros de su etnia o comunidad y no cambia su mentalidad, su concepto de la vida. Los hijos de inmigrantes, en cambio, tienen la misma nacionalidad y los mismos derechos o deberes que sus compañeros de escuela, pero deben hacer frente al reto de un determinado origen o de un determinado condicionante familiar. En el Reino Unido se ha descrito que las niñas hijas de inmigrantes tienen más riesgo de trastornos de conducta alimentaria que las inglesas. En Francia se ha visto que los hijos de inmigrantes también despliegan patrones de conducta disruptiva o antisocial con más frecuencia que los hijos de franceses.
EL CUERPO COMO DELITO

«El cuerpo como delito: anorexia, bulimia, cultura y sociedad» (Editorial Ariel; Barcelona, 1996) es el título de uno de los libros más emblemáticos en la trayectoria de Josep Toro. Con un prólogo a cargo de Ignacio Morgado Bernal, el autor se adentra en un lenguaje somero en la relación de las comidas y el comer con los trastornos del comportamiento alimentario. Define la anorexia nerviosa y la bulimia por medio de una introspección histórica en la imagen de lo que denomina «santas anoréxicas», doncellas milagrosas y muchachas ayunadoras que frecuentan algunos relatos míticos.

El autor aborda psiquiátricamente el miedo a engordar, y lo hace repasando el papel social que en pleno siglo XX ejerció el cuerpo humano, el vestido (la moda) y la mujer. Analiza la transición de las etapas prehistóricas con sus diosas pletóricas y fértiles al mundo clásico, los cánones renacentistas, el modelo estético victoriano y las costumbres actuales. También se detiene en la visión de la delgadez o la obesidad según la procedencia: Asia, Oceanía, África, América y Europa.

En el drama anoréxico, describe Toro, pervive un desajuste entre la realidad, la imagen real, y una forma utópica de belleza. Se refiere asimismo a la obesidad y a su «satanización» social, condenando el rechazo pero incluyendo pautas de control y una justificación médica de los valores ponderales más adecuados.

Dieta y ejercicio ofrecen ventajas de control pero también algún que otro riesgo psicológico que el experto identifica con meridiana claridad. Sus últimas reflexiones son en tono cultural, con referencias al papel del feminismo, la homosexualidad, sin dejar de lado las averiguaciones médicas más recientes en torno a los trastornos de la conducta alimentaria.

Las fobias de los famosos: el agua, los pájaros, los huevos, el matrimonio...


Las fobias de los famosos: el agua, los pájaros, los huevos, el matrimonio...


Las celebrities no están exentas de padecer fobias, algunas de ellas tan llamativas como experimentar pánico y sudores fríos ante la sóla visión de un huevo (ovofobia) como le sucedía al cineasta Alfred Hitchcock.
Cameron Díaz siente pavor ante el matrimonio, y Jennifer Aniston odia volar

No es el único personaje conocido que sufre miedos irracionales: Billy Bob Thornton, ex marido de Angelina Jolie, tiene aversión por el mobiliario antiguo; Jennifer Aniston, a volar; el actor Roger Moore, por los colores claros y los cubiertos de plata, Paquirrín , por los pájaros, y Johnny Depp no puede ni con las arañas ni con los payasos, según recoge Europa Press.

La fobia a los payasos o claurofobia es más común de lo que se cree. Depp explica que se debe a "su cara pintada y a su risa falsa y exagerada que parece que esconde el mal". También Puff Diddy siente aprensión por los clowns.

El agua es lo que más asusta a Carmen Electra, quien pese a haber interpretado un papel de vigilante de la playa, no sabe nadar, y David Beckham conoce de primera mano qué es la ataxofobia, un miedo extremo al desorden. El astro guarda en el armario las camisas por colores y las latas de Coca-Cola deben estar pefectamente alineadas en la nevera si no se quiere ver al futbolista nervioso.

Sin embargo, nadie gana a Woody Allen en manías: el actor confiesa a una oveja en una de sus películas que siente aberración por los insectos, la luz del sol, los niños, los perros, la multitud, las habitaciones pequeñas o los cangresjos.

Por su parte, los miedos de actrices como Jennifer López o Cameron Díaz no obedecen a estímulos físicos: la primera ha confesado que teme perder su talento y no ser capaz de adaptarse al ritmo frenético de trabajo al que estaba acostumbrada antes de quedarse embarazada.

Lo de Cameron Díaz es, sin embargo, alergia "al compromiso" y al "matrimonio". Al menos, así lo ha manifestado a la revista OK!