pensar en algo no significa que eso que se piensa sea cierto


Las obsesiones

¿Quién no ha tenido alguna vez ideas o preocupaciones que de forma repetitiva le asaltan sin que sepa alejarlas para vivir sin su pernicioso influjo?
No son pocos quienes dudan sistemáticamente si han cerrado bien la puerta, desconectado el gas, apagado la luz... y vuelven una y otra vez a confirmar que, efectivamente, sí lo habían hecho. Otras personas ritualizan su vida cotidiana con manías como contar las baldosas de las cocinas o los peldaños de las escaleras, no pisar las rayas del suelo, retener las matrículas de los coches, ocupar siempre el mismo asiento en las reuniones o comidas, portar un objeto inútil en el bolsillo... Pero esto no son sino manifestaciones casi anecdóticas de unas costumbres que pueden convertirse en un verdadero problema psicológico. Todos tenemos hábitos que, a pesar de que merezcan el calificactivo de manías, consideramos normales. Pero cuando estos pensamientos o manías hacen sufrir nos encontramos con los trastornos obsesivo compulsivos. Las obsesiones son pensamientos que se repiten de forma insistente a pesar de la voluntad del individuo, y que escapan a su control.
Si los pensamientos obsesivos se convierten en gestos de conducta casi automática, devienen en compulsiones, acciones o manías que la persona se ve forzada a ejecutar para sentirse bien o, al menos, tranquila. Es consciente de lo absurdas e irracionales que son, pero se siente incapaz de eludirlas. Cuando las compulsiones se asocian entre sí, formando una cadena, se convierten en rituales patológicos.
Catálogo de rituales obsesivos
Casi siempre están relacionados con:
La limpieza. Quienes los padecen tiene pavor a quedar contaminados con lo que tocan o rozan y se lavan repetidamente las manos. Incluso llegan a evitar dar la mano o cualquier contacto físico en los saludos. Una motita de polvo en un mueble les parece algo horrible.
El orden. No soportan que alguna cosa se halle, siquiera temporalmente, fuera de su sitio. Incluso si ocupan su lugar debe ser en simetría o en conformidad con los ángulos de la mesa. Tampoco soportan que los demás no cumplan con esos cánones del orden compulsivo y las personas que conviven en la casa, sean adultos o no, habrán de cumplir estrictamente con las normas de orden y limpieza impuestas por el afectado por esta manía.
Comportamientos indecisos. Por ejemplo, comprueban una y otra vez cómo está la casa antes de cerrar la puerta. Y aun así, vuelven a entrar después de haber cerrado. Ante cualquier decisión, por nimia que sea, lo pensarán durante meses. Y, una vez adoptada, dudarán si fue acertada. Y reflexionarán incasablemente sobre si han hecho bien, o consultarán con otras fuentes.
Distinguir los pensamientos obsesivos
Todos tenemos manías, preocupaciones o pensamientos repetidos. Pero si la obsesión llega a dificultar o impedir las relaciones sociales, si la persona pierde libertad... nos hallamos ante un trastorno obsesivo compulsivo que puede requerir de la intervención de un especialista. Resultaría interminable enumerar las consecuencias que pueden acarrear los pensamientos irracionales en quienes los padecen y en quienes conviven con estas personas. El catálogo es muy amplio, desde los inconvenientes más triviales hasta los desenlaces más dramáticos. Y todo ello sólo por haber interpretado distorsionadamente la realidad. Ya en el siglo I, Epicteto, un filósofo estoico, afirmaba que «los hombres no se perturban por causa de las cosas, sino por la interpretación que hacen de ellas». En cualquier caso, lo interesante es saber cómo librarse de las obsesiones y hacer frente a estos pensamientos irracionales y distorsionados. Y, consecuentemente, cómo conseguir vencer a las conductas compulsivas.
La psicología científica, de la mano de autores como Ellis, Beck, Mahoney o Golfried, ha alumbrado la Reestructuración Cognitiva, una técnica psicológica cuyo objetivo es identificar, analizar y modificar las interpretaciones o pensamientos erróneos que las personas experimentan en determinadas situaciones o tienen acerca de otras personas.
Los pensamientos negativos
El pensamiento, en general, es un diálogo con nosotros mismos en el que terminamos haciendo afirmaciones sobre determinadas situaciones. Pueden ser positivos si nos hacen sentir bien y nos ayudan; o negativos, si nos originan emociones negativas o nos hacen sufrir. Serán racionales si se corresponden con lo que sucede objetivamente en la realidad, e irracionales si se alejan de lo que sucede.
Los pensamientos que causan más sufrimiento son los irracionales negativos. Describamos algunos:
Pensamiento filtrante. Se toman los detalles negativos y se magnifican, sin filtrar los aspectos positivos de la situación.
Pensamiento polarizado. El maniqueismo: las cosas son blancas o negras. La persona ha de ser perfecta; si no, es un fracasado. No hay término medio.
Sobregeneralización del pensamiento. Se extrae una conclusión general de un simple incidente. Si ocurre algo malo en una ocasión, se esperará que ocurra una y otra vez.
Interpretación del pensamiento. Creemos saber qué sienten los demás y por qué se comportan como lo hacen. Nos vemos capaces de adivinar lo que sienten los demás acerca de nosotros.
Visión catastrofista. Se vaticina, se espera y se teme irracionalmente, el desastre. El individuo se entera de un problema y empieza a decirse «¿y si ocurre que...?», «¿y si me sucede a mí?»
Personalización. Creemos que todo lo que la gente hace o dice es una forma de reacción hacia nosotros. Y nos comparamos con los demás, intentando determinar quién es más elegante, quién es más brillante, quién tiene aspecto más saludable.
Culpabilidad. Mantiene que los demás son responsables de su sufrimiento o adopta el punto de vista opuesto y se culpa a sí mismo de los problemas ajenos.
Cómo actuar ante los pensamientos irracionales negativos
Seamos conscientes de la influencia que tienen sobre nuestra conducta y emociones. Los pensamientos son esos monólogos que mantenemos con nosotros mismos interpretando la realidad que nos rodea y a nosotros mismos. Pero son sólo hipótesis a demostrar.
Identificar los pensamientos, determinar en qué medida son objetivas esas interpretaciones de la realidad, hasta qué punto son racionales. Y hasta qué punto son polizones que se han colado sin nuestro permiso y nos hacen sufrir sin razón. La alarma salta cuando nos producen emociones negativas como miedo, angustia o tristeza. Desenmascaremos entonces al polizón y examinémoslo sobre la racionalidad y la adecuación con la realidad.
Analizarlos, partiendo de que son sólo hipótesis a demostrar y que pensar algo no significa que sea cierto.
Cómo analizar si los pensamientos se ajustan a la realidad.
Qué datos objetivos de la realidad apoyan e invalidan ese pensamiento.
Con qué argumentos se defendería ese pensamiento ante otra persona.
Qué probabilidad existe de que suceda lo que se piensa.
Si lo tuviera otra persona, qué le diría yo para demostrarle que está en un error.
Es esa la única forma de interpretar la situación o existen otras.
Cómo analizar si influyen en los estados emocionales y en las conductas.
¿Me ayuda a conseguir mis objetivos?
¿Me hace bien o me hace daño?
¿Cómo influye en mi estado de ánimo?
¿Cómo influye en mi conducta?
Cómo analizar qué ocurriría si lo que se piensa fuera cierto.
Incluso si lo que pienso es correcto, ¿es realmente una catástrofe?
¿Qué consecuencias reales tendría para mí si ocurriera?
Si es así, ¿está justificado que me descomponga tanto?
Si lo malo ocurre, ¿será para siempre? ¿O algo temporal?

Publicado por infoansiedad

¿Qué debo saber si padezco T.O.C.?


¿Qué debo saber si padezco T.O.C.?

No existe un diagnóstico fiable para este trastorno. El diagnóstico está basado en la entrevista con el paciente por parte de un experimentado profesional de la salud mental. Quizá algún día cuando sepamos más acerca de las características biológicas del T.O.C. se podrá disponer de marcadores genéticos o patrones en escáneres cerebrales que confirmen el diagnóstico. Pero no por ahora.
Por ejemplo, veamos una persona que muestra síntomas de T.O.C. después de haber padecido un traumatismo en la cabeza a la edad de 45 años. Sería razonable suponer la posibilidad de que una herida aguda en la cabeza pueda haber ocasionado los síntomas del mencionado trastorno.
Otro ejemplo podría ser el de una niña de 10 años que de repente desarrolle una fobia hacia los gérmenes y empiece a lavarse las manos constantemente y de una forma innecesaria y que también muestre espasmos en sus brazos. Supongamos que estos síntomas aparecen después de haber tenido un problema agudo de infección en el cuello.
Aunque tales desencadenantes no son típicos de T.O.C. existen razones para creer que algunos casos pueden precipitarse por una reacción anormal del sistema de inmunidad a una infección respiratoria superior. La Dra. Sue Swedo, del National Institute of Mental Health ha definido el término PANDAS para referirse a esta variedad del T.O.C. La mayoría de los casos empiezan de modo poco llamativo y gradualmente se convierten en más aparentes después de meses o años. Es sólo practicando una retrospectiva del hecho que uno se da cuenta de alguna de las señales incipientes de la enfermedad.
Sin embargo, hay algunas pistas que pueden determinar si se padece T.O.C. En efecto, la mayoría de personas con el trastorno se diagnostican ellas mismas. El proceso de descubrir el T.O.C. a menudo empieza viendo algún programa dedicado a ello en TV o leyendo el periódico, una revista o un artículo en Internet como lo está haciendo ahora.
Muchas personas con T.O.C. se sienten únicas en el mundo hasta que oyen la historia de alguien que, como ellos, tienen el trastorno. Piensan que están perdiendo la razón hasta que se dan cuenta de que están padeciendo una enfermedad con bases bien definidas y que tiene un nombre. Finalmente tienen un punto de esperanza al saber que los científicos están haciendo progresos en este campo.
A menudo, transcurre algún tiempo hasta que encuentran ayuda para su enfermedad y saber que existe tratamiento para ésta. Cuando se les pregunta, las razones dadas pueden ser diversas y embarazosas, los síntomas del T.O.C. suelen ser tan desagradables y de índole privada que resulta difícil compartirlas, incluso con personas queridas y profesionales especializados. Un dispositivo utilizado para reducir la vergüenza de compartir material tan sensible puede ser el hacer una relación de características del comportamiento obsesivo-compulsivo. Aunque es mejor hacerlo en persona, algunas individuos prefieren rellenar un cuestionario.
En ocasiones, los ejemplos resultan absurdos y uno no puede imaginarse cómo alguien en su sano juicio podría experimentar tales pensamientos o involucrarse en esos comportamientos. En otras, las preguntas van directas al objetivo y parece que la relación fuese hecha para cada uno en particular.
Para los psicoterapeutas clínicos experimentados ninguno de los pensamientos o comportamientos parecen extraños o fuera de contexto. Son producto de la enfermedad “hipos en el cerebro” como la Dra. Judith Rapoport, los denominó una vez.
Los síntomas del T.O.C. no influencian la percepción que el clínico tiene sobre la persona y su aflicción, al igual que en el médico el pus de una herida infectada no lo hace sobre la moral de un paciente.
Por: Dr. Michael DEMITRI

PSYCHCENTRAL

fuente:infoansiedad

Aprende a controlar tus pensamientos obsesivos


Aprende a controlar tus pensamientos obsesivos

Cuando tienes una discusión, ¿te quedas repitiendo una y mil veces la escena? ¿No puedes dormirte, pensando que quizás no te despiertes a horario? ¿Sientes que tu cabeza es tomada por tus propios pensamientos y pierdes el control de su flujo?
Considera estos tips y podrás recuperar el control sobre los pensamientos que te inquietan.

Pasos
1

Activa tu cuerpo sin forzarte a dejar de pensar. Aplica tu energía hacia la realización de alguna actividad física, y tus pensamientos tenderán a reorientarse por sí solos.
2

Cambia de ambiente cuando tus pensamientos se vuelvan reiterativos: toma aire fresco en el balcón, camina por el parque, vete a realizar una compra. Al modificar el entorno, tus pensamientos tenderán a adaptarse a la nueva situación y se despejará tu mente.
3

Desacredita las ideas u opiniones resultantes de pensamientos obsesivos. La obsesión logra que percibas las cosas de manera desproporcionada y tengas una visión deformada de la realidad. No tomes decisiones a partir de ese tipo de pensamientos.
4

Respira profundamente varias veces, hasta sentir con nitidez la entrada y salida de aire de tus pulmones. Podrás "correrte" de los pensamientos obsesivos. Tú no eres tus pensamientos, ellos son sólo un subproducto de tu actividad mental.
5

Aléjate de los pensamientos obsesivos. Afirma que tú eres su creador y que ellos nada pueden hacer sin tu consentimiento. Imagina que eres un ajedrecista y ellos son piezas que deben obedecer tus indicaciones.
6

Si los pensamientos obsesivos son generados a partir de un problema real, reserva en tu agenda el tiempo necesario para resolverlo. La obsesión puede ser generada por la ansiedad que te causa tal problema, y no por una debilidad de tu pensamiento.
7

Morigera tu autoexigencia. No asumas que eres el único responsable de solucionar todos los problemas de tu entorno. Es frecuente que este modelo de pensamiento, sumado a las exigencias reales del medio, genere patrones de pensamientos repetitivos.
8

En lo posible, evita las situaciones que suelen traerte pensamientos obsesivos. Y nunca participes de ellas cuando te sientas cansado, débil o mal preparado para enfrentarlas.
Importante

* Identifica con claridad la fuente real de tus problemas, es decir, las condiciones que generan en ti emociones, pensamientos y acciones obsesivas. No es dejando de pensar como recuperarás el control, sino desarticulando esas situaciones y reencauzando tu pensamiento hacia la construcción de la realidad a que aspiras.
* No dudes en buscar ayuda. Consulta con tu médico quien te indicará como proceder, y si es necesario podrá derivarte al especialista adecuado.

fuente: cubellun,

la educacion emocional

cosas que nunca debimos aprender

Cuando un error en el diagnóstico diferencial puede ser "peligroso"


Cuando un error en el diagnóstico diferencial puede ser "peligroso": tratamiento por exposición en imaginación a las obsesiones de suicidio e inundación en vivo a los estímulos desencadenantes de las obsesiones de suicidio.
*Maldonado, A.L.; *Jiménez Pérez, M.A.; *Fernández Coello, S. y Rodríguez Pérez, E.
(*Centro de Psicología ALBORAN)


El diagnóstico diferencial entre el trastorno obsesivo compulsivo y la depresión presenta, en ocasiones, bastante dificultad para el psicólogo clínico. Cuando ese diagnóstico diferencial debe hacerse entre obsesiones de suicidio que podrían ser también ideación suicida en el marco de la depresión un error en el diagnóstico puede tener consecuencias muy negativas.

Presentamos un caso de obsesiones puras con temática de suicidio que tratamos con técnicas exposicionales.

La importancia del caso no está en las técnicas utilizadas sino en la dificultad del diagnóstico y en las dudas que puede plantear al clínico el tipo de tratamiento indicado en la literatura: exposición a las propias ideas de suicidio.

En el alta y el seguimiento de los tres meses los resultados del tratamiento son satisfactorios.

El trastorno obsesivo-compulsivo se caracteriza por la presencia de ideación obsesiva que suele aparecer acompañada de acciones y comportamientos que se realizan en forma de ritual. Este trastorno suele aparecer junto a una considerable angustia y malestar.

Las obsesiones no son experimentadas como producidas voluntariamente sino que se definen como pensamientos, imágenes, ideas o impulsos que invaden de manera persistente la conciencia. La persona no las desea ni se alegra de tenerlas sino que normalmente se resiste a tenerlas y trata de librarse de ellas. Por otro lado, las obsesiones en forma de pensamientos son más frecuentes que las obsesiones en forma de impulsos o imágenes. Cuando aparece la obsesión, la persona suele resistirse y trata de suprimirla. Si logra suprimirla, lo más probable es que vuelva al poco tiempo. En ocasiones, estas cogniciones se presentan de forma continua mientras que otras veces pueden aparecer por episodios y en relación a diversos estímulos ambientales o internos. Cuando se presentan estos fenómenos cognitivos el sujeto se siente incapaz de controlarlos o eliminarlos. El sujeto suele ser incapaz de explicarse estos fenómenos cognitivos por lo que los puede considerar repugnantes, sin sentido, amenazadores y contrarios a sus verdaderos sentimientos. Aunque en ocasiones puede existir cierta racionalidad en los miedos, el alcance de esos miedos suele ser reconocido como irracional por el mismo individuo. Algunos sujetos informan de pensamientos muy específicos (Ej. voy a matar a mi mujer) mientras que otros experimentan una vaga sensación de terror sobre algo que está ocurriendo o va a ocurrir. También puede existir una aprensión de que algún hecho terrible va a ocurrir (Ej. incendio del hogar, contraer una enfermedad mortal o causar la muerte de otra persona por contaminación o por negligencia). El sujeto no percibe que el pensamiento está originado en el exterior sino que reconoce y sabe que es su propio pensamiento.

Respecto a los contenidos de las obsesiones, (Akhtar, Wig, Verna, Pershod y Verna, 1975), encontraron que la suciedad y la contaminación eran el contenido más usual de las obsesiones. Estos temas iban seguidos, en orden decreciente, por la agresión y violencia, religión y sexo.

En las imágenes, el sujeto puede verse a sí mismo realizando un acto despreciable o ver cómo le está ocurriendo algo terrible a alguna persona cercana.

Hay que tener en cuenta que el factor crítico de las obsesiones no es su contenido sino la naturaleza intrusiva de los fenómenos cognitivos, el reconocimiento de que no tiene ningún sentido, la generación de angustia y malestar en el individuo y el nivel de creencia atribuido a ese fenómeno.

Las compulsiones son actos que pueden hacerse en público o en secreto y que en la mayoría de las ocasiones se asocian con la presencia de las obsesiones. Estos actos se suelen realizar de forma ritual o estereotipada y se les conoce como rituales compulsivos. Aunque la resistencia activa por parte del sujeto se considera esencial para el diagnóstico, en ocasiones (p. ej. en casos muy cronificados) es difícil encontrar dicha resistencia. Esto podría deberse a los nulos o escasos resultados que hayan dado los esfuerzos por controlar el comportamiento durante años.

Los rituales más comunes son: excesivo aseo y lavado de manos, limpieza, comprobación y recomprobación de elementos domésticos, puertas y ventanas, material relativo al trabajo y cuestiones relacionadas con la consecución de seguridad. Los rituales de aseo y limpieza suelen estar relacionados con miedos referidos a la contaminación. Las comprobaciones reflejan dudas sobre las ejecuciones personales o miedo de ser considerado responsable de acontecimientos catastróficos temidos.

Las comprobaciones y las conductas de aseo y lavado suelen ser graves pudiendo ocupar la totalidad del período de vigilia. En casos extremos el individuo puede permanecer todo el tiempo que puede despierto para continuar con sus rituales.

Los rituales pueden ser también cognitivos, en cuyo caso consistiría en un acto mental realizado de una forma específica y consistente en una serie de pasos concretos (Ej. recitar una oración, visualizar una imagen concreta, recitar una serie de frases o números, etc.). Los rituales cognitivos se diferencian de las obsesiones porque tienen un punto final determinado (Sturgis y Meyer, 1981). Los rituales son comportamientos finalistas. Desde el punto de vista del sujeto sirven para prevenir la contaminación, asegurarse la perfección o librarle de efectos catastróficos.



La mayoría de los rituales son vistos como una forma de evitación activa o pasiva. Por ej. el limpiado o lavado compulsivo es un tipo de evitación pasiva y la actividad puede interpretarse como una función reconstituyente (la limpieza elimina el contaminante). Los rituales de comprobación son una forma de evitación activa en que que la conducta se usa para prevenir la ocurrencia de un hecho catastrófico. Por otro lado, un sujeto puede mantener uno o varios tipos de rituales.

En la actualidad se acepta que los rituales están asociados a obsesiones concretas. Cuando aparece la obsesión, ésta provoca una urgencia incontrolable para realizar ciertos comportamientos. Desde la perspectiva conductual los rituales tienen la función de reducir la ansiedad. No obstante, Walter y Beech (1969) demostraron que en ocasiones se da un incremento de la ansiedad y el malestar tras el comportamiento ritualista. Este hecho se podría interpretar si se admite la posibilidad de que en algunos sujetos, el hecho de la falta de control sobre la conducta compulsiva sea el generador de la ansiedad. Así, inmediatamente después de realizar el ritual el individuo tiene un autoconcepto negativo. Rachamn y cols. (1985) demostraron que para la mayoría de los comprobadores y sujetos que practicaban rituales de lavado, estos se asociaban a una reducción de la ansiedad.

En ocasiones, los rituales no aparecen asociados a una obsesión sino que suelen ser autónomos. Turner y Beidel, (1988) afirman que en su práctica clínica este tipo de casos suelen aparecer aunque con poca frecuencia. Walton y Mather (1963) afirman que esos casos se pueden dar con mayor probabilidad en sujetos especialmente crónicos o en los que se da un trastorno muy grave y con cierta ambivalencia, lo que le impide establecer de qué forma están relacionadas las obsesiones con los rituales.

Rachman (1974) describió una forma de trasorno obsesivo-compulsivo llamado enlentecimiento obsesivo primario. El trastorno se caracteriza por una lentitud extrema para realizar diversas actividades como lavarse, vestirse o finalizar alguna tarea. Al parecer, estas conductas no se asocian a ningún ritual y no van seguidas de reducción de ansiedad. No está claro si este trastorno es una variante del TOC o si se encuentra entre el TOC y el trastorno compulsivo de la personalidad. Las personas que padecen este trastorno suelen tener también otras obsesiones o compulsiones.

Las personas con TOC suelen padecer ansiedad crónica desadaptativa y ciertos niveles de depresión. La ansiedad pueden manifestarla como nerviosismo, aprensión, irritabilidad, quejas somáticas o dudas que pueden manifestarse como ambivalencia o indecisión. También es frecuente que las personas con TOC tengan ataques de pánico. Como en el trastorno de angustia, esos ataques pueden ser espontáneos o precipitados por estímulos específicos. Casi todas las personas con TOC suelen tener una preocupación persistente. Comparados con los demás sujetos con trastornos de ansiedad, los obsesivos presentan mayor ansiedad y un patrón de miedo más persistente (Turner, McCann, Beidel y Mezzich, 1986).

El TOC suele comenzar en los primeros años de la etapa adulta encontrándose la mayor frecuencia de inicio entre los 18 y 25 años. Ingram y Pollit (1975) encontraron que la edad media de inicio se situaba en los primeros años de la veintena. Black (1974) informó que aproximadamente el 50% de su muestra de pacientes con TOC inició el trastorno antes de los 25 años y el 84% antes de los 35. No obstante, se conocen casos de TOC en niños (Rapoport, 1986). Según Turner y Beidel (1988) mucho antes de manifestarse el trastorno ya existen síntomas leves del TOC. Estos síntomas ocurren de forma esporádica, son de baja intensidad y suelen ser tan insignificantes que el sujeto no les presta atención.

El TOC suele afectar de forma variable a las áreas familiar, interpersonal, social y laboral de los pacientes. Aunque todos los pacientes obsesivos no van a sufrir el trastorno en sus formas más graves, hay que tener en cuenta que el efecto sobre las áreas significativas de estas personas va a ocurrir en algún grado y que los síntomas suelen empeorar con el curso del trastorno. La evolución más frecuente de este trastorno es la progresiva cronificación y las poco frecuentes remisiones. En períodos de seguimiento de 1 a 23 años se encuentra una tasa de remisión espontánea del 23% (Marks, 1991). Una minoría de los casos se caracteriza por un curso en episodios.

Este curso discontinuo también puede interpretarse como un período de síntomas residuales seguido de una exacerbación de los síntomas, lo que constituiría un episodio. Por otro lado, una vez que el trastorno se ha implantado es improbable que los sujetos puedan liberarse por completo de todos los síntomas (Turner y Beidel, 1988).

Respecto al pronóstico, el TOC se considera uno de los trastornos de más difícil tratamiento. Además los pacientes con TOC se consideran difíciles de tratar por algunas características que suelen presentar como: rabia, hostilidad y rigidez.

Los datos iniciales sobre efectividad de los tratamientos del TOC eran francamente pesimistas. Por ejemplo, (Kringlen, 1965), con una muestra de 90 pacientes encontró que sólo el 20% habían mejorado entre 13 y 20 años después del tratamiento. Grimshaw (1940) encontró que el 40% de su muestra presentaba una gran mejoría tras 14 años de seguimiento. No obstante, la introducción de los tratamientos conductuales ha mejorado mucho la efectividad de la intervención con estos pacientes.

Steketee, Foa y Grayson (1982) afirman que los tratamientos conductuales de exposición suelen aportar tasas de éxito situadas entre el 70-80%. Kirk (1983) con una muestra de 36 pacientes encontró que con seguimientos entre 1 y 5 años el 81% de los sujetos no precisó de ninguna intervención adicional. No obstante, estos datos optimistas son matizados por Turner y Beidel (1988) quienes afirman que es muy difícil determinar qué significa una "mejora importante" para los distintos autores. Además, en los casos tratados por ellos que han obtenido una mejoría significativa tras el tratamiento observan que suelen mantener una ansiedad residual por lo que consideran probable que el trastorno pueda reaparecer en situaciones futuras de estrés.

Los pacientes con TOC suelen sufrir niveles variables de depresión. La disforia puede situarse entre un ligero malestar debido a la imposibilidad de controlar los síntomas del TOC hasta una depresión grave con ideación e intentos de suicidio. Suelen padecer de insomnio, cansancio e incapacidad para la concentración.

Los pacientes con TOC también suelen presentar diversos problemas interpersonales, conyugales y familiares además de problemas académicos y/o laborales. En muchos casos va a ser difícil determinar si estos problemas asociados son consecuencia del trastorno o si contribuyen a él. También puede ocurrir que las dos cosas son ciertas y que se refuercen mutuamente en forma de círculo vicioso. No obstante, hay que tener en cuenta que en la mayoría de las ocasiones el intervenir en estas áreas asociadas va a ser difícil antes de tratar los síntomas del TOC. Suele ser frecuente encontrar que la persona con TOC ya tenía algunas peculiaridades o características especiales antes de que se desencadenara el trastorno. Por lo general estas características no suelen interferir significativamente y no suelen producir malestar personal. Estos elementos precursores del síndrome pueden detectarse en la adolescencia o incluso en la primera infancia.

Podría suponerse, por lo explicado hasta ahora, que el TOC es un síndrome fácil de detectar y diagnosticar. Es cierto que algunos casos se pueden reconocer fácilmente pero también es cierto que otros pueden poner en duda al clínico más experimentado. Eso se debe a la similitud y el solapamiento entre el TOC y otros trastornos. Además, los pacientes obsesivos suelen ocultar información, no son capaces de exponer toda la sintomatología o restan importancia a los síntomas. Otras veces es posible que los pacientes obsesivos acudan a tratamiento pero no revelen las obsesiones y las compulsiones. Por lo general se deben examinar las obsesiones y las compulsiones en cualquier trastorno de ansiedad.

En el grupo de los trastornos de ansiedad se encuentra aquellos caracterizados por la presencia de una ansiedad desadaptativa. Entre estos trastornos suele existir cierto solapamiento. Este solapamiento ha sido descrito por Boyd y cols. (1984), quienes demostraron que la presencia de un síntoma de trastorno de ansiedad eleva la probabilidad de que se presenten síntomas de otro trastorno de ansiedad. En este sentido, Barlow (1985) informó de la existencia de ataques de pánico en casi todos los trastornos de ansiedad. Los pacientes obsesivos obtienen puntuaciones similares a otros pacientes con ansiedad en varios instrumentos psicométricos aunque con tendencia a puntuaciones más extremas (Turner y cols., 1986).

Además, los pacientes obsesivos compulsivos suelen responder de forma favorable a los tratamientos conductuales utilizados en otros trastornos de ansiedad.

El miedo al pánico en los sujetos con trastorno de angustia es muy similar al miedo a perder el control en los obsesivos.

Por todo lo anterior, para diferenciar el TOC de otros trastornos de ansiedad debemos determinar si los síntomas obsesivos y compulsivos son predominantes. En ese caso es apropiado el diagnóstico del TOC aunque estén presentes síntomas de otros trastornos de ansiedad. El sistema clasificatorio actual (DSM) también permite el diagnóstico concurrente de varios trastornos de ansiedad.

Turner y Beidel (1988) admiten que existe gran confusión en el diagnóstico de los trastornos de ansiedad. Esa confusión se debería al papel predominante otorgado al trastorno de pánico y a la insistencia en el uso de los sistemas categoriales cuando es posible diferenciar aspectos dimensionales en muchos de estos trastornos.

El miedo y la ansiedad en las fobias suelen ser menores que los que existen en los trastornos de ansiedad. Varios tipos de fobias tienen gran prevalencia en los pacientes obsesivos compulsivos y en los que padecen otros trastornos de ansiedad. Rachman y Hodgson (1980) concluyen que existe una elevada asociación entre las fobias y el TOC. Además el TOC podría interpretarse como una fobia en la que la compulsión sería la conducta de escape. Kringlen (1965) encontró que más del 50% de una muestra de 90 sujetos obsesivos padecían fobias.

Las diferencias entre las fobias y el TOC son:

1. Las obsesiones se caracterizan por una preocupación continua por los pensamientos repetitivos y perturbadores.
2. El TOC se caracteriza por elevada ansiedad general y estado de ánimo disfórico.
3. Los rituales en los pacientes con TOC son necesarios aunque no se encuentren en presencia del estímulo fóbico.

Los pacientes obsesivos tienden a padecer depresiones más graves que los pacientes con otros trastornos de ansiedad. Vaughan (1976) encontró una incidencia de depresión entre pacientes obsesivos del 17 al 35%. Turner y cols. (1986) encontraron que todos los pacientes evaluados tenían un grado significativo de depresión evaluado mediante el BDI.

En la mayoría de las ocasiones la depresión suele ser secundaria al TOC. Rachman y Hodgson (1980) informaron que un 55% de sus pacientes no presentaban un trastorno depresivo antes de comenzar a padecer el TOC mientras que muchos de esos pacientes desarrollaron la depresión más tarde. Para Welner y Horowitz (1976) hay una probabilidad tres veces mayor de que la depresión siga al TOC en lugar de precederlo.

Ambos trastornos, el TOC y la depresión suelen agravarse mutuamente por lo que se produce un círculo vicioso. Por otro lado, el DSM IV permite el diagnóstico concurrente de ambos trastornos, considerándose diagnóstico principal a aquel que haya aparecido en primer lugar.

Respecto a la relación entre depresión y ansiedad encontramos posturas encontradas entre los distintos autores. Hay quienes mantienen que la ansiedad es una manifestación de un trastorno del estado de ánimo. No obstante, existen claras evidencias de que los dos síndromes, pese a su solapamiento presentan características diferenciadoras en cuanto a los síntomas, curso y pronóstico. Roth y Mountjoy (1982) afirmaron que la depresión se caracteriza por un grupo de síntomas estadísticamente diferentes de los de la ansiedad. Kendler, Heath, Martin y Eaves (1987), utilizando procedimientos multivariados encontraron características esencialmente distintas entre la depresión y la ansiedad. El pronóstico para recuperarse de una depresión es mucho mejor que para la ansiedad. Los antecedentes familiares, el curso clínico y la mortalidad en pacientes de ansiedad se pueden distinguir con claridad de un grupo apareado de pacientes con depresión (Coryell, 1981).

Turner y Beidel (1988), basándose en su experiencia clínica consideran el TOC como principal si se dio en primer lugar, con independencia de la gravedad de la depresión. No obstante, cuando concurren ambos trastornos, el tratamiento de la depresión se realiza siempre en primer lugar.

Durante mucho tiempo se ha especulado con una posible relación entre esquizofrenia y TOC. Investigaciones actuales no apoyan esta idea. Black (1974), con una muestra de 300 pacientes con TOC examinó la incidencia del desarrollo posterior de esquizofrenia encontrando cifras situadas entre el 0 y el 3,3%. Lo (1967) encontró que el 2,2% de una muestra formada por 88 pacientes con TOC desarrollaron una esquizofrenia con posterioridad.

Aunque las cifras anteriores sitúan el riesgo de sufrir una esquizofrenia entre los sujetos con TOC en porcentajes similares a la población general, la existencia de las ideas sobrevaloradas en el trastorno obsesivo sigue alimentando las especulaciones sobre la relación entre TOC y esquizofrenia.

Las ideas sobrevaloradas son muy importantes de cara al tratamiento. Los pacientes con ideas sobrevaloradas suponen un porcentaje muy pequeño de todos los pacientes con TOC. Mientras que la mayoría de los sujetos con TOC reconocen que sus pensamientos son irracionales o desproporcionados, los sujetos con ideas sobrevaloradas no consideran sus conductas sin sentido o irracionales sino que creen que sus preocupaciones están suficientemente justificadas y que sus rituales les protegerán de consecuencias desastrosas. Por otro lado, los sujetos con ideas sobrevaloradas cumplen los criterios para el TOC y normalmente reciben ese diagnóstico. Foa (1979) advierte que esos pacientes no responden bien al tratamiento cognitivo conductual. Contrariamente, basándose en su experiencia clínica (Turner y Beidel, 1988) no están de acuerdo con la conclusión de Foa (1979). Hay que tener en cuenta que el elemento clave en la ideación sobrevalorada no se centra en las diferencias en el contenido de las obsesiones sino en la validez que el sujeto otorga a esos pensamientos. Los sujetos con ideas sobrevaloradas suelen asignar una rigidez variable a esas ideas pero nunca admiten que no tengas sentido. En la forma más severa, las ideas sobrevaloradas constituyen un delirio monosintomático. No obstante estos sujetos no presentan otros síntomas de psicosis.

Aunque los delirios esquizofrénicos pueden asemejarse a las obsesiones y los esquizofrénicos pueden manifestar también conductas ritualistas, resulta fácil diferenciar ambos trastornos. Para realizar el diagnóstico diferencia entre el TOC y la esquizofrenia hay que tener en cuenta:

1. Los sujetos con TOC no manifiestan síntomas positivos como alucinaciones y trastornos del pensamiento.
2. La mayoría de los obsesivos (excepto aquellos con ideas sobrevaloradas) reconocen la irracionalidad de su comportamiento.
3. Los rituales en la esquizofrenia no parecen tener un objetivo u obedecen a alguna instrucción externa. Por el contrario, los rituales de los sujetos con TOC sirven claramente para alguna función específica.
4. Los obsesivos no experimentan la sensación de ser controlados o dirigidos por fuerzas externas y sus dificultades no se deben a la suspicacia y desconfianza característicos de la esquizofrenia.

Como ocurre con cualquier otro trastorno, los sujetos con TOC cumplen varios atributos patológicos de la personalidad. Algunos de estos pacientes cumplirán los criterios diagnósticos del trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad o del trastorno de la personalidad por dependencia.

Un estudio realizado por (Mavissakalian y Hammen, 1987) encontró que las características de la personalidad son importantes predictores del resultado del tratamiento en la agorafobia.

Se llegó a asumir que el inicio del TOC siempre estaba precedido por un trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad. Estudios recientes indican que este trastorno de la personalidad no se da siempre en el TOC.

También se indica en la literatura que algunos sujetos con TOC presentan trastorno esquizoide de la personalidad. Se afirma que estos pacientes serían los más resistentes a los tratamientos cognitivo conductuales y farmacológicos disponibles en la actualidad. En estos casos el proceso terapéutico es más dificultoso y aparentemente menos eficaz. El mantenimiento de los resultados suele ser también más problemático.

Aunque la presencia de un trastorno esquizoide de la personalidad no imposibilita el diagnóstico de TOC sí constituye una señal de pronóstico desfavorable debiéndose adaptar el tratamiento a este subgrupo de sujetos.

Las conductas obsesivas y los rituales pueden verse en otros trastornos. McKeon, McGuffin y Robinson, (1984) han descrito la existencia de obsesiones y compulsiones en sujetos que se encuentran en proceso de recuperación de traumatismos craneoencefálicos. En ocasiones esos síntomas permanecen durante años e incluso después de recuperado el daño neurológico.

Jenike y Brotman (1984) encontraron anormalidades electroencefalográficas en el 33% de una muestra de 12 sujetos con TOC. Las anormalidades se situaban en el lóbulo temporal. No obstante, en la actualidad no se considera que existan evidencias a favor de la relación entre el TOC y anormalidades electroencefalográficas. También se han identificado algunos parámetros biológicos asociados al TOC (Turner, Beidel y Nathan, 1985). Po ello, se debería hacer una evaluación rutinaria cuando existan consideraciones clínicas y, sobre todo, cuando la edad de inicio del trastorno se sitúe después de los 35 años.

También se ha relacionado el TOC con el síndrome de Gilles de la Tourette. Ambos trastornos se dan simultáneamente en algunos sujetos y se ha establecido una relación patofisiológica (Pauls y cols. 1986). Con frecuencia, los pacientes con síndrome de Gilles de la Tourette suelen tener obsesiones. También los sujetos con TOC suelen presentar en ocasiones conductas similares a tics. Rasmussen y Tsuang (1986) informaron que sólo el 4,8% de una muestra de 44 sujetos tenían ambos diagnósticos de forma concurrente. Cuando el sujeto cumple criterios de ambos trastornos pueden ser diagnosticados los dos.

En el trastorno dismórfico corporal también es frecuente encontrar síntomas depresivos y de personalidad obsesivo- ocmpulsiva.

Comparando el trastorno dismórfico corporal y el TOC se encuentran pocas diferencias entre ambos. Suele ocurrir que los dismorfofóbicos tienden a estar preocupados por una parte concreta del cuerpo que suele ser el rostro o el pecho. También suele ser frecuente encontrar características dismorfofóbicas en sujetos con trastorno obsesivo-compulsivo grave. Turner y Beidel (1988) informan que las técnicas terapéuticas y los resultados del tratamiento son muy similares para ambos trastornos.

La bulimia nerviosa también se suele caracterizar por la presencia de obsesiones. También los pacientes obsesivos suelen tener a menudo episodios de ingesta voraz, están preocupados por su funcionamiento corporal y suelen realizar rituales de ejercicio físico. En los bulímicos aparece una urgencia intensa por comer y la comida suele reducir la ansiedad. Ambos trastornos se pueden diagnosticar también de forma concurrente.

Estas dificultades que pueden aparecer en el diagnóstico diferencial del TOC tienen mayor relevancia cuando se necesita realizar el diagnóstico diferencial entre dos conductas problema: ideación suicida en un caso de depresión u obsesiones de suicidio en un caso de obsesiones puras con depresión secundaria.

La necesidad de realizar el diagnóstico diferencial correcto se debe a lo siguiente: a) Si nos encontramos con obsesiones de suicidio el tratamiento de elección es la exposición y la técnica de reestructuración cognitiva, no sólo no es efectiva sino que también puede conllevar el que el sujeto convierta las "racionalizaciones" en conductas de neutralización, agravando así el problema. (observación de un caso de obsesiones puras que había sido tratado antes por otro psicólogo con racionalización). b) Si el sujeto tiene ideación suicida en el marco de una depresión y realizamos exposición disminuiríamos la ansiedad que le producen esos pensamientos incrementando el riesgo de suicidio. Además el trastorno no mejoraría sino que la exposición a los pensamientos negativos haría empeorar la sintomatología depresiva.


METODO

Sujeto

T inició tratamiento en nuestro Centro en octubre de dos mil. Es una mujer en la década de los veinte y residente en un pueblo de la costa de unos cinco mil habitantes. En la actualidad reside en Granada donde se encuentra ocupada en realizar cursos y estudiar las oposiciones a matrona.



Resultados de la Evaluación psicométrica:

+ Inventario de Ansiedad de Beck (Beck, Epstein, Braun y Steer, 1988): 33 (9-10-00); 23 (23-10-00). (Clínicamente significativo)

+ Inventario de Depresión de Beck: 21. (9-10-00) (Depresión moderada). 12 (23-10-00) (Depresión leve).

+ Inventario de Preocupación (PSWQ) (Meyer, Miller, Metzger y Borkovec, 1990): 66. Clínicamente significativo.



Resultados obtenidos mediante la técnica de entrevista

En la primera entrevista afirma "Tengo mucho miedo porque creo que me voy a morir. Mi padre se intentó suicidar. Creo que me voy a morir pero no quiero suicidarme ni creo que sea capaz. Cuando pienso que me voy a suicidar me da la diarrea y me da un ataque de ansiedad. Cuando veo árboles pienso que me voy a colgar. Empeoré porque se suicidó una chica de un pueblo."

(16-10-00): "Antes de venir he visto a una amiga con una cuerda y me he puesto peor. Me daba mucho miedo a coger la cuerda, que fuera a hacer algo con la cuerda. Miedo de coger la cuerda y apretarme."

(23-10-00): "Ansiedad he tenido siempre. Cualquier cambio me da ansiedad. No quiero escribir el contenido de los pensamientos porque me da miedo. Los pensamientos son sólo sobre suicidio. Sólo desde mediados de septiembre. Mi padre intentó suicidarse. Ganas de apretarme en el cuello. Un muchacho se suicidó en octubre y me puse muy nerviosa. Pensaba: ¿seré yo capaz de tomarme pastillas?"

(2-11-00): "Pienso en suicidarme. Esta mañana me venía el pensamiento. Siempre imágenes. Veo la cuerda. Cuando voy a tomar pastillas pienso que a lo mejor me da el impulso de tomármelas todas. Me viene el pensamiento. Pienso que me veo muerta en un ataúd. Tengo imagen de estar encerrada en un nicho o debajo de la tierra. Algunas veces me daban ganas de coger una cuerda y apretarme el cuello. Al lado de mi casa hay un sitio donde lo hizo mi padre. En la ducha me da miedo de cerrar la puerta para que no me vaya a dar el impulso ese. Algunas veces he pensado ¿y si me corto las venas? Eso tiene que doler mucho. Intento quitarme esos pensamientos."



Diagnóstico diferencial entre depresión y obsesiones

Para el diagnóstico diferencial en este caso han resultado de ayuda las siguientes cuestiones:

* La ansiedad es el síntoma principal: "siempre he tenido ansiedad".
* Según la premisa anterior, el trastorno de ansiedad es el trastorno primario ya que apareció antes que los síntomas del estado de ánimo y es el que más preocupa a la cliente al ser el motivo de consulta.
* No se detecta la presencia de "desesperanza".
* No tiene deseos de morir.
* Los pensamientos le producen ansiedad e intenta evitarlos.
* Los estímulos relacionados con el inicio del problema (intento de suicidio del padre, suicidio de dos personas de su entorno) es más probable que actúen como desencadenantes de obsesiones que de ideación suicida.
* Evita exponerse a los estímulos desencadenantes de las obsesiones.
* No presenta pensamientos depresivos.
* No presenta síntomas propios de depresión.
* Acude a consulta preocupada por esos pensamientos (lo que en un paciente suicida sería impensable).
* Los pensamientos le "asaltan".
* Tiene impulsos e imágenes.
* Considera los pensamientos como irracionales: "¡Qué tontería!



Estímulos desencadenantes de la obsesión

* Ver: cuerda, cordón de bata, árboles, cables de teléfono, barra de cortina, una funeraria, armas de fuego.
* Conversaciones sobre: muertos, suicidios, etc.
* Noticias de muertos en el telediario o en el periódico.



Tratamiento

Mientras continuamos la evaluación vamos intentando mejorar el estado de ánimo mediante el Programa de Actividades Agradables.



Exposición a los pensamientos mediante el uso de grabadora y la instrucción de mantener los pensamientos todo el tiempo que pueda cuando "le vengan".

Después de obtener todos los datos posibles sobre el contenido de la obsesión se elabora un relato que incluya todos los estímulos posibles.

Una vez elaborado el relato se le pide que lo lea en voz alta para grabarlo. Va repitiendo el relato hasta que rellena una cara de media hora.

Con la grabadora se realiza la exposición en la consulta, primero en la consulta con el psicólogo y después de tres sesiones está ella sola en uno de nuestros despachos con la puerta cerrada.

La duración de la exposición fue de una hora diaria durante unas cuatro semanas.

Mientras está realizando la técnica se le instruye para que cuando le vengan los pensamientos obsesivos intente mantenerlos durante todo el tiempo posible.

Inundación en vivo a los estímulos desencadenantes de las obsesiones

La mayoría de los estímulos reseñados en párrafos anteriores se expusieron en la consulta. Se colocaban los estímulos encima de la mesa y se le pedía que permaneciera en su presencia concentrándose en la observación de los mismos durante aproximadamente una hora. Se le instruía para que los cogiera y tocara. Los estímulos utilizados fueron: cuerda, cable eléctrico, cable de teléfono, cordón de bata, diversas cajas de medicamentos, cuchillo, cuchilla y tubo flexible de la ducha.



Autoexposición

Una vez que la ansiedad que produce la exposición a los pensamientos mediante grabadora disminuye se le manda dicha autoexposición como tarea para casa pidiéndole que varíe horas, situaciones, etc.

Se le instruye la autoexposición a. observar árboles, escuchar noticias sobre muertes, leer noticias sobre muertes y suicidios en el periódico.

Por sí misma comienza a exponerse a ducharse con la puerta cerrada y a cerrar la puerta de su dormitorio.



Técnicas de manejo de la ansiedad

Una vez terminadas las técnicas de exposición y dado que sigue experimentando niveles relativamente intensos de ansiedad se entrena en consulta la relajación progresiva de Jacobson y la respiración diafragmática lenta.



RESULTADOS

Las técnicas aplicadas disminuyeron progresivamente la ansiedad producida por los pensamientos obsesivos. Posteriormente disminuyó la frecuencia de dichos pensamientos. En el seguimiento de los 3 meses se mantienen los resultados.



CONCLUSIONES

En un caso como el descrito el diagnóstico diferencial correcto es de gran importancia para diseñar un tratamiento apropiado.

El conocimiento detallado de las características de los trastornos es fundamental para realizar un diagnóstico diferencial correcto.

El diagnóstico diferencial y derivar los tratamientos a partir de la realización de un análisis funcional es fundamental para los psicólogos.

Desde el modelo médico no habría sido necesaria la diferenciación entre ambos trastornos pues los dos se suelen tratar con antidepresivos. No obstante, las intervenciones psicológicas requieren de un análisis detallado de los trastornos al, según nuestra experiencia, puede ayudar mucho la realización de un análisis funcional, a partir del cual se deriva el tratamiento y el orden de aplicación del mismo.

DISCUSION

El interés del caso se encuentra en el contenido poco frecuente de las obsesiones. Las obsesiones puras son poco frecuentes y aún menos frecuente es que esas obsesiones tengan como temática el suicidio.

Estos casos pueden plantear al psicólogo dudas y nos enseñan la importancia de evaluar los trastornos psicopatológicos con detalle.

El caso plantea la diferencia entre los pensamientos automáticos negativos y los pensamientos obsesivos. Ambos pueden aparecer al clínico como muy parecidos pero el tratamiento de uno y otro es totalmente diferente: reestructuración cognitiva y exposición, respectivamente. El error, en cualquiera de las direcciones, en la aplicación de ese tratamiento puede ser muy negativo.

fuente:psicologia online


13 de octubre: Día del Psicólogo
Por la licenciada Gabriela Martínez Castro (*), especial para Agencia NOVA.


La psicología fue mutando al compás de los cambios de las personas. Durante el siglo pasado eran más frecuentes los diagnósticos del estado de ánimo. Por el contrario, en esta última década, es usual diagnosticar en la mayor parte de las consultas, trastornos de ansiedad, como ser trastorno de pánico, trastorno por ansiedad social, trastorno obsesivo-compulsivo, trastorno por ansiedad generalizada, trastorno por estrés postraumático, y fobias específicas.



La inseguridad cotidiana, la presión en el ámbito laboral, las consecuencias del cambio climático, el cansancio, las guerras, las catástrofes naturales, son una constante en la vida de muchos argentinos. Actualmente vivimos expuestos a una vorágine de stress que nos agobia y aturde, por eso cada vez hay más pacientes con trastornos de ansiedad.



Los trastornos de ansiedad son considerados el mal de este siglo, los motivos principales de su aparición son básicamente tres:



* Genéticos: Desde el punto de vista biológico, herencia familiar de primer grado (madreo/y padre)



* Factores del desarrollo social: Haber crecido en un medio social (cuidadores que se hacen cargo del niño) en el cual prima la ansiedad, la sobreprotección, el temor y la timidez.



* Factores desencadenantes: Sucesos estresantes, que dan lugar a la aparición del cuadro, como ser problemas económicos, laborales, familiares, haber pasado o presenciado situaciones traumáticas en donde se puso en riesgo la integridad psicofísica de la persona o de un ser querido.





Trastornos de ansiedad, una especialidad psicológica



Los trastornos de ansiedad son toda una especialidad en sí misma, que no cualquier psicólogo o psiquiatra está capacitado para tratar adecuadamente, dado que un correcto tratamiento, daría lugar al alta del paciente en pocos meses, pudiendo retomar sus actividades habituales.



La psicología y la psiquiatría son aliadas a la hora de tratar dichos cuadros, dado que es necesario evaluar la condición de cada paciente, para decidir o no, la aplicación de pequeñas dosis de medicación, siempre con el objetivo de retirarla.



A la hora de decidir qué y con quién someterse a un tratamiento, es necesario tener en cuenta la especialidad del profesional, preguntar con qué técnicas se maneja, si proporciona o no el nombre del diagnóstico a cada paciente, cuánto tiempo estima que dura el tratamiento, etc.





Más pacientes con trastornos de ansiedad



En los últimos años se ha registrado un considerable aumento de pacientes que padecen los denominados trastornos de ansiedad, enfermedad que hoy se conoce con nombre y apellido.



Actualmente los casos con trastornos de ansiedad van en aumento pues “como país, a partir de 2001, nos hemos visto enfrentados a situaciones de mucho stress que son desencadenantes de los más diversos trastornos de ansiedad y eso inevitablemente hace crecer el número de enfermos.



Lo que ocurre es que no es malo sentirse ansioso, ya que todos tenemos ansiedad, porque es algo corriente y normal en los seres humanos. Sin embargo, esta ansiedad debe establecerse dentro de determinados parámetros para que sea considerada como benévola, cuando supera límites normales, la ansiedad comienza a ser un problema. Cuando la ansiedad produce un deterioro en la calidad de vida de la persona, ahí estamos frente a un trastorno que no puede ser resuelto sin ayuda externa.



Lo cierto es que se consideran a estos trastornos como una patología y sus pacientes, si bien “se recuperan”, cargan con estos toda su vida, ya que son crónicos.



Sin embargo, la gente que los presenta suele no darse cuenta de tal situación. El psicólogo es el último profesional al que llega el paciente, ya que previamente hace el recorrido por todas las otras especialidades médicas. Hasta que se cansa de que todos le digan que ‘está sano y no tiene nada’, es ahí donde consulta a un terapeuta, ya sea psicólogo o psiquiatra”.





Los tipos



Entre los trastornos de ansiedad se encuentran: ataques de pánico; trastorno obsesivo compulsivo (TOC); fobia específica; stress post traumático; trastorno por ansiedad generalizada y trastorno por ansiedad social. Cada uno con sus características particulares, síntomas y efectos.



Respecto de los ataques de pánico, la edad aproximada de manifestación es a partir de los 18 años, cuando la persona está en la edad madurativa y se ve enfrentada a la toma de decisiones importantes. Esta patología presenta síntomas físicos: El paciente experimenta la sensación de estar cerca de la muerte, o la locura, sufre taquicardia, falta de respiración, ahogo, entre otros efectos.



Por lo general el primer episodio de pánico no se olvida jamás, a partir de allí es normal que el que lo ha sufrido tenga la sensación de que pronto volverá a ocurrirle. Quienes tienen ataques de pánico no pueden quedarse solos, porque a partir de que viven el primer ataque, su conducta cambia completamente; evita lugares donde sufrió la crisis, procura no realizar la acción que realizaba al momento de manifestarse el pánico; en fin, su conducta se ve limitada y la vida del paciente se restringe hasta el aislamiento”.



Esta tipología en particular de trastornos de ansiedad, suele avanzar rápidamente y tiene consecuencias graves.



El Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) suele manifestarse espontáneamente o bien después de que la persona atraviesa un evento específico que lo desencadena. Los pacientes que lo sufren hacen que una cantidad considerable de rituales y pensamientos obsesivos imposibiliten el curso de una vida normal. Según la especialista “es el trastorno de peor diagnóstico” y siempre necesita la complementación con psicofármacos para tratarlo.



Otra de las psicopatologías es la fobia específica, que generalmente se gesta en la niñez. En este caso el enfermo reacciona a elementos que no tienen por qué ser fobígenos. Suele ser el de más rápida solución y no requiere la ingesta de psicofármacos”.



El stress post traumático también es otro trastorno de ansiedad cuya causa es una situación que pone en riesgo la integridad psicofísica de la persona (ya sean robos, accidentes, toma de rehenes, etc.) y lo pone en una situación de mucho stress. Lo curioso acerca de este trastorno es que “suele disparar otros”. Además una vez vivida la situación desencadenante, “el paciente acostumbra a revivirla continuamente con todos los sentidos, de modo que su rutina se ve interrumpida y sufre.



En cuanto al trastorno por ansiedad generalizada es común que se manifieste cerca de la vida adulta. En esta patología la persona se preocupa excesivamente por cuestiones de la vida cotidiana y no puede priorizar, pues le resulta igual de importante la operación de riesgo de un familiar que llegar impuntual a una cita.



Y por último, el trastorno por ansiedad social que suele desarrollarse en la adolescencia, y cuyo rasgo distintivo es el temor a ser rechazado o criticado negativamente, por lo cual el paciente evita situaciones sociales y se aísla.





La solución



A pesar de este panorama desalentador de aumento de estos trastornos de ansiedad, los profesionales especializados ofrecen una solución a este problema.



Es recomendable realizar terapias cognitivas conductuales que se caracterizan fundamentalmente porque son breves: De 6 meses a 1 año con una alta participación del paciente, con tareas para el hogar y acompañamiento del enfermo en la situación de dificultad.



Trabajar sobre los patrones de conducta que están distorsionados y que por lo tanto no son acordes a una vida saludable, como así también sobre el aspecto cognitivo, es decir, sobre las formas que adquiere el pensamiento de la persona, que en caso de ser enferma está alterado al realizar conclusiones erróneas. Dicha terapia se realiza en conjunto psicólogo-paciente, con la participación eventual de un acompañante terapéutico o co-terapeuta, por lo general alguien del círculo familiar.



Lo importante es que es necesario tratarlos ya que con un trastorno de ansiedad es imposible vivir. Ninguno permite el curso normal de la vida, y la persona no puede solucionarlo sola, debe recurrir a ayuda profesional.



En este tipo de tratamientos se provee las herramientas necesarias para que quien lo padezca se sienta recuperado y pueda continuar una vida saludable.





(*) Especialista en Trastornos de Ansiedad y directora del Centro Especialista en Trastornos de Ansiedad (CEETA) con asiento en Pilar.