Técnicas de Relajación


Técnicas de Relajación

El estrés se ha convertido en el gran enemigo de las empresas y la sociedad en general.

Una buena gestión del estrés implica la detección precoz y la prevención, buena actitud y aprender a positivizar el estrés. No se trata de eliminar el estrés en cualquier situación, sino aprovecharlo, utilizarlo para tener energía extra y así preparar alguna tarea especial: un examen, una fiesta, superar una crisis.

Los objetivos principales serían estos primeros pasos:

- Técnicas respiratorias: Muy útiles en los procesos de ansiedad, hostilidad, resentimiento, tensión muscular, fatiga y cansancio crónico.
Respira despacio durante cinco minutos, disminuye el ritmo de tu respiración hasta estabilizarlo en unas seis respiraciones profundas por minuto.
- Técnicas de relajación progresiva: Son útiles en la ansiedad, depresión, impotencia, baja autoestima, fobias, miedos, tensión muscular, hipertensión, cefaleas, alteraciones digestivas, insomnio, tics y temblores entre otras cosas.
Levántate relajado: justo antes de acostarte y cuando suene el despertador por la mañana, tómate cinco minutos para relajar todo el cuerpo. Tensa los dedos de los pies y relájalos al cabo de unos segundos. Continúa de abajo hacia arriba con los músculos del cuerpo.
- Técnicas de autohipnosis: Altamente eficaces en cefaleas, dolores de cuello y espalda, alteraciones digestivas como el colon irritable, fatiga, cansancio crónico, insomnio, trastornos del sueño.
Se compone de 4 pasos
-Auto relajación. Escoge un lugar de casa donde sepas que nada te distraerá. Repite: “estoy relajando todos los músculos de mi cuerpo…empezando por la cabeza hasta los pies…los músculos de la cabeza y el cuello se están aflojando”
-Autosugestión. La aceptación voluntaria de una sugestión es esencial para tener éxito en la autohipnosis.
-Auto análisis:Todavía en estado de relajación di que ya estás preparado para resolver su problema específico. Trata de asociar los acontecimientos y las circunstancias de tu vida que te han conducido al desarrollo de su problema en particular. Este método te permitirá darte cuenta de tus defectos, de modo que te resultará más fácil corregirlos.
-Auto Terapia: Consiste en condicionar la mente al pensamiento positivo y en crear un plan de acción positivo a través de las sugestiones posthipnóticas. Te repetirás: “yo puedo, yo debo, yo haré, conseguiré mi meta, etc.”
-Técnicas de entrenamiento autógeno: útiles en tensión muscular, hipertensión, alteraciones digestivas, fatiga, cansancio crónico, insomnio y otras alteraciones del sueño.
Ríe con ganas. Ten a la mano algo que te haga reír. Recurre a esto varias veces al día.
Deleita tus oídos. Cuando tengas que realizar una tarea muy difícil o pesada, escucha música suave.
Pasea. Sal a caminar.

-Técnicas de detención del pensamiento: útiles en ansiedad ante situaciones concretas, fobias, miedos, obsesiones, pensamientos indeseados.
Evoca alegrías. Durante un lapso de entre 15 segundos y 5 minutos, concéntrate en alguien o algo que signifique mucho para ti. Piensa en algo que te inspire.
-Técnica del rechazo de ideas absurdas: Se utiliza en procesos ansiosos generalizados, depresión, desesperanza, impotencia, baja autoestima, hostilidad, mal humor, irritabilidad o resentimiento.
Trata de ubicar tus ideas en cosas constructivas, proyectos, actividades familiares, de trabajo, culturales o recreativas. Piensa en situaciones que le generen satisfacción. Si por alguna razón tus ideas se tornan en los problemas del día a día, vuelve a retomar ideas positivas de personas o cosas que te generen satisfacción.
-Técnicas de enfrentamiento de problemas: Utilizadas en fobias y miedos y en ansiedad ante situaciones determinadas.
- Técnica de enfrentamiento asertivo:Técnicas utilizadas en obsesiones, pensamientos indeseados, en problemas de comunicación y ansiedad ante situaciones personales.
El establecimiento de conductas asertivas permitiría manifestar tus emociones, desacuerdos o decisiones de manera positiva, sin necesidad de agredir o lastimar a las personas en tu entorno.
- Técnicas de biorretroalimentación: Efectivas en procesos ansiosos generalizados, tensión muscular, hipertensión, cefaleas, dolores de cuello y espalda, espasmos musculares, tics y temblores.
Es una forma de control mental sobre el cuerpo que le permite a una persona reducir la sensación de dolor. Es una técnica que incluye el entrenamiento de la mente.
fuente:elena

ANSIEDAD


Cómo prevenir, detectar y curar este mal en alza.

Dicen los psicólogos que es una de las enfermedades que más crecen en el mundo. La preocupación constante por los problemas diarios puede amargarnos la vida pero, afortunadamente, tiene cura.

Dicen los expertos que vivimos en un mundo cada vez más necesitado de seguridad emocional. Es posible que los recientes sucesos históricos, el devenir postmoderno de la historia humana nos hayan arrojado a un escenario de creciente sensación de vulnerabilidad, de sospecha permanente. O, quizás, simplemente se trate de una percepción aberrante propia de ciudadanos occidentales con sus necesidades básicas más que cubiertas y demasiado preocupados por mantener su estabilidad. Pero lo cierto es que ahora, más que nunca, corremos el riesgo de caer en ese estado de preocupación crónica que conocemos como ansiedad.

Casi todos hemos padecido sus síntomas alguna vez. Nos desvelamos de madrugada preocupados por los estudios de nuestros hijos, por la tarea que nos queda por terminar en el trabajo, por la salud de nuestros padres, por el derrotero que está tomando nuestra vida sexual, por el bienestar de la pareja.. De nada nos sirve que al día siguiente las cosas sigan marchando igual de tranquilas que el anterior, ni que nos consuelen haciéndonos ver que nuestros padecimientos no tienen fundamento. ¿Es que acaso no se da cuenta el resto del mundo de la cantidad de peligros que amenazan al hombre y a la mujer de hoy? ¿Es que nadie puede hacer algo más que darnos una palmadita en el hombro y tratar de decirnos que no pasa nada?

Sí, sí pasa algo: ocurre que estamos siendo presa de la ansiedad, el más galopante de los males emocionales que, cuando se convierte en enfermedad, produce trastornos que afectan al 15% de la población mundial.





Es una emoción natural y universal.

En realidad, la ansiedad no es más que una emoción natural, similar a la alegría, el miedo, la tristeza y la ira. En palabras de Héctor González Ordi, psicólogo de la Universidad Complutense de Madrid y miembro de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés, “malo sería si careciéramos de esta emoción que cumple un papel supervivencial claro”. Todas las personas experimentan capacidad de reaccionar con ansiedad ante determinados estímulos externos. En concreto, esta emoción se desencadena cuando consideramos que algún peligro del entorno nos amenaza directamente. De hecho, las reacciones fisiológicas y motoras propias de este estado emocional (cambio en la tasa cardíaca, en la tasa respiratoria y en la sudoración, tensión muscular, tensión digestiva, hiperactividad, movimientos bruscos y repetitivos, tendencia a la huida o la evitación…) son comunes a muchas especies animales. El individuo amenazado empieza su defensa situando el cuerpo y la mente en estado de prevención.

“El problema aparece –comenta González Ordi- cuando este estado aumenta en intensidad, frecuencia y duración, empieza a ser incapacitante para el individuo y éste deja de controlarlo.” Es decir, cuando se cronifica situando al sujeto en una sensación permanente de temor y alerta. Es entonces cuando nos encontramos ante un trastorno de la ansiedad, un mal muy común que se manifiesta en una gran variedad de síndromes –hasta 13-, desde los trastornos del pánico a las fobias, pasando por el síndrome de estrés postraumático o el conocido como trastorno generalizado de ansiedad.

La ansiedad patológica está en la base del miedo a hablar en público, de la fobia a las arañas, del pánico a volar, de los trastornos obsesivo-compulsivos, de la agorafobia o de las crisis de angustia, entre otros padecimientos.

A veces, existe una causa aparente para la patología. Por ejemplo, se sabe que casi dos terceras partes de la población estadounidense piensa hoy todavía con angustía en los ataques del 11 de septiembre varias veces a la semana. En otras ocasiones, sencillamente no acertamos a saber cuál es la causa de que nos sintamos permanentemente acongojados.




Heredamos el modo de reaccionar.

En realidad no existe sólo un factor desencadenante del mal. Los orígenes son variados en incluyen causas ambientales, genéticas, conductuales y neuroquímicas. “El modo en que reaccionamos ante una determinada señal de peligro se define, en parte, por la herencia genética”, explica Daniel Weinberger, del Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos. El programa de nuestros genes puede hacernos más o menos propensos a sufrir ataques de ansiedad pero, según Weinberger, “este trastorno es demasiado complejo para reducirlo a un solo factor biológico”.

Este neurólogo ha descubierto mediante Resonancia Magnética Funcional que existen personas predispuestas genéticamente a una mayor actividad en la región cerebral de la amígdala cuando observan fotografías de rostros amenazantes. En concreto, estos individuos son portadores de una versión corta del gen que codifica para la proteína transportadora de la serotonina, un neurotransmisor muy relacionado, entre otras cosas, con el estado de ánimo. Esta proteína, conocida como 5HTT, actúa en la membrana celular promoviendo la recaptación del neurotransmisor. El responsable de su codificación es un gen localizado en el segmento q12 del cromosoma 17. El gran polimorfismo de algunas de las regiones de este gen sería el responsable de entre un 7 y un 10% de la varianza genética de la ansiedad.





Un sesgo peligroso en la personalidad.

Pero los genes no son los únicos responsables de nuestra predisposición al mal. Héctor González nos recuerda que “existen aspectos cognitivos fácilmente identificables en la génesis de la ansiedad. Por ejemplo, se ha detectado en pacientes propensos al mal lo que los psicólogos llamamos sesgo atencional e interpretativo. Estas personas tienden a atender más a estímulos amenazantes que a estímulos tranquilizadores y a interpretar como peligrosas algunas señales que para el resto de los mortales parecen ambiguas”. En este sentido, la ansiedad sería también una consecuencia de nuestra personalidad, de nuestra forma de entender el mundo que nos rodea y tendría grandes dosis de conducta aprendida.


Más allá de esto, no puede hablarse de factores de riesgo evidentes ante este mal. Se sabe, eso sí, que es una patología que afecta más a las mujeres que a los hombres, entre otras cosas porque ellas también presentan un mayor grado de actividad de la ansiedad como emoción positiva.

Específicamente, las últimas investigaciones parecen apuntar a determinadas situaciones, profesiones o conductas que producen altos grados de ansiedad. En el IV Congreso Internacional sobre Ansiedad y Estrés (…), merecieron especial atención algunos tipos de ansiedad en efervescente crecimiento. El bournout o “síndrome de estar quemado” es un tipo de ansiedad crónica que generalmente suele conocerse bajo el nombre de “estrés laboral” y que afecta al 28% de los trabajadores de la Unión Europea.

Otro ambiente de alto riesgo si nos atenemos a las conclusiones de esta reunión internacional es la escuela. Entre un 15 y un 25% de los estudiantes en los distintos niveles educativos experimentan altas reacciones de ansiedad ante los exámenes que afectan negativamente en su rendimiento.

Por último se ha hecho también especial hincapié en el aumento de la prevalencia de la ansiedad provocada por situaciones contemporáneas como el desplazamiento de refugiados, el maltrato doméstico, la falta de hogar, las catástrofes naturales o el terrorismo.





Mujeres e hispanos agobiados en Nueva York.

Precisamente, un estudio del Centro de Estudios Epidemiológicos de Nueva York ha puesto de manifiesto una escalada en el número de atendidos por trastornos de estrés postraumático desde el 11 de septiembre de 2001. Los segmentos de población más vulnerables a este síndrome han resultado ser las mujeres, los hispanos y las personas de bajo apoyo social.





35 millones de envases de fármacos en un año.

En cualquier caso, es importante destacar que este mal es generalizado y que puede afectar a cualquier persona sea cual fuere su profesión o su estrato social. Según la Organización Mundial de la Salud, la ansiedad es la primera causa mundial de demanda de consulta a especialistas de salud mental, por encima de trastornos como la depresión y del consumo de sustancias adictivas. En España, durante el año 2001 se consumieron 35 millones de envases de fármacos tranquilizantes y ansiolíticos mediante receta médica.

¿Tienen alguna esperanza estas personas de poder dejar algún día de acudir a la farmacia con una receta médica? Ciertamente, el tratamiento farmacológico contra la ansiedad es el más popular y sencillo, pero no parece el más eficaz. Es cierto que el uso de algunos antidepresivos se ha demostrado útil para paliar los efectos de la ansiedad patológica. Los conocidos como inhibidores de la recaptación de la serotonina (SSRI) han ofrecido excelentes resultados. Tal es el caso del Prozac del que algunos médicos opinan que es mejor ansiolítico que antidepresivo. Pero realmente no se ha descubierto por qué estos fármacos funcionan y sería un error pensar que la química es suficiente para superar la ansiedad.




Píldoras que van directamente al grano.

“La terapia farmacológica, por sí sola, no suele funcionar”, dice Héctor González desde la Universidad Complutense de Madrid. “Actúa sobre los síntomas, no sobre las causas”, asegura Samuel Lepastier, experto del Hospital Pitié-Salpêtrière de París. Por ello, la mejor estrategia terapeútica es la combinación de técnicas físicas con actuaciones psicológicas que tienden a reeducar la mente del paciente para que sepa afrontar mejor las situaciones amenazantes; con terapias que exponen progresivamente al individuo a la fuente de sus fobias y temores, o con técnicas de relajación.

Mientras tanto, la ciencia sigue avanzando en la creación de nuevos fármacos específicos más poderosos capaces de actuar en concreto sobre las variedades de receptores neuronales que intervienen en la creación de un estado permanente de angustia o de inhibir la actividad reguladora de ciertas partes de la amígdala cerebral.

No cabe duda de que la ansiedad es un mal en alza. Psicólogos y psiquiatras se han decidido a ponerle cerco.


fuente:Jorge Alcalde.
Muy Interesante nº 259


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De la mente al cuerpo.

Una de las consecuencias más temidas de los episodios de ansiedad crónica es lo que vulgarmente se llama somatización, es decir, la aparición de males físicos relacionados con el mal mental. Los psicólogos conocen con el nombre de “tríada de emociones negativas” al equipo que forman la ansiedad, la ira y la depresión. Todos los datos demuestran que la presencia de una o varias de estas emociones en grado patológico es un factor de riesgo para padecer multitud de enfermedades físicas entre las que destacan los trastornos cardiovasculares, síndromes digestivos como el colon irritable o la úlcera, trastornos respiratorios como el asma, males dermatológicos como la psoriasis o el eczema, cefaleas, dolores cervicales y disfunciones sexuales.

Está también documentado que un alto grado de ansiedad puede ser responsable de los casos de infertilidad atópica que afecta a algunas mujeres y que las angustia cronificada repercute de manera directa en la capacidad de afrontar el dolor y de asumir los efectos secundarios de ciertas medicaciones.

En resumen, podría decirse que padecer ansiedad patológica es un factor que pone en riesgo nuestra salud similar a otros más conocidos como la mala alimentación, el consumo de tabaco y el alcohol o la vida sedentaria.

Pero la relación contraria también es posible. Un tratamiento adecuado de la ansiedad puede conducir a una mejora de patologías concretas. Los pacientes de cáncer aceptan mejor la terapia y presentan mejores perspectivas de recuperación si se dejan asesorar psicológicamente para afrontar las situaciones ansiógenas de su tratamiento. La superación del dolor no sólo depende de una correcta aplicación de medicamentos sino de un adecuado apoyo reductor de la ansiedad. Incluso existe un interesante estudio llevado a cabo por el gabinete de psicología ElDOS de Alicante en el que se demuestra la utilidad del empleo de técnicas de hipnosis en programas de intervención cognitivo-conductuales para el alivio de la sintomatología de un mal tan esquivo y en alza como la fibromialgia, un cuadro de dolor articular crónico que afecta, sobre todo, a mujeres.



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ASÍ FUNCIONA LA ANSIEDAD.

La ansiedad es un estado provocado por la sucesión de estímulos y respuestas que afectan al cuerpo humano ante una situación de peligro. Ésta puede desencadenar dos tipos de reacción, una más larga y consciente y otra más corta y rápida.

A)El camino más corto.
En ciertas ocasiones, el cerebro necesita enviar una señal rápida de alerta al cuerpo. Ante determinados acontecimientos alarmantes, como el gruñido de un perro, el tálamo se salta todo el protocolo previo y manda un mensaje urgente a la amígdala, que se encarga de activar la respuesta inmediata. Antes de que lleguemos a ser conscientes del peligro, nuestro cuerpo ya está reaccionando para defenderse. Este tipo de tareas rápidas es responsable, por ejemplo, de que saltemos aterrados ante la visión de lo que creemos que es un serpiente antes de darnos cuenta de que en realidad se trata sólo de una rama tirada en el suelo.

B)El camino más largo
Después de activarse los mecanismos del miedo, el cerebro comienza a procesar la información de manera consciente. Parte de la información recibida del exterior no viaja directamente a la amígdala, sino que es procesada en el córtex, la capa exterior del cerebro. Allí se analizan los datos recibidos y se decide cómo y cuándo debe enviarse la señal de alarma a la amígdala para que ponga en marcha la reacción corporal. Es en ese momento cuando el olor, el color, el tacto y otros estímulos nos permiten calibrar el grado exacto de peligro que corremos.


1.-Información audiovisual.
Las imágenes y los sonidos son procesados en el tálamo. Esta estructura filtra la información y decide si se activa el circuito rápido de la amígdala o el análisis más sosegado del córtex.

2.-Olfato y tacto
Algunos estímulos, como el olfato y el tacto, tienen más propensión a saltarse el filtro del tálamo y estimular directamente la amígdala. Son responsables de respuestas más fuertes y primarias.

3.- Tálamo.
Es capaz de catalogar las imágenes según el tamaño, el color o la forma y los sonidos según su volumen y timbre para decidir el grado de peligro que sugiere una determinada señal.

4.-Córtex.
Gracias a él se produce el análisis consciente de todo aquello que vemos o escuchamos.

5.-Amígdala.
Esta pequeña estructura con forma de almendra es el centro de control de nuestras emociones y de las respuestas primarias.

6.-Núcleo basal de la estría Terminal.
Las últimas investigaciones demuestran que esta parte del cerebro prolonga el estado de alarma y es la responsable de la aparición de la ansiedad patológica.

7.-Locus ceruleus.
Al ser estimulado por la amígdala produce algunas sensaciones propias de la ansiedad, como el aumento del ritmo cardíaco, la subida de la tensión sanguínea y la dilatación de las pupilas.

8.-Hipocampo.
El centro de la memoria es vital para almacenar la información sensorial que sirve para interpretar los estados de alerta en relación con otros vividos anteriormente.



Se activa la hormona del estrés.
Las glándulas suprarrenales, siguiendo órdenes del hipotálamo y de la pituitaria, liberan grandes cantidades de cortisol, la hormona del estrés. Si se reciben dosis demasiado altas de esta hormona, la memoria queda afectada.

El corazón se acelera.
El sistema nervioso simpático, responsable del mantenimiento del ritmo cardíaco y respiratorio, se muestra hiperactivo. El pulso y la presión sanguínea aumentan y los pulmones se hiperventilan. Crece la sudoración.

Bajón digestivo.
Los recursos del cuerpo deben centrarse en identificar el peligro externo y producir una respuesta adecuada a él. Por eso, se reduce la actividad en otras funciones no directamente relacionadas con la alerta, como la digestión. A veces, se vacía el tracto digestivo de manera brusca provocando la defecación involuntaria o el vómito.


Máxima tensión.
Los sentidos se hiperactivan buscando cualquier mínimo estímulo que permita identificar el peligro. La adrenalina liberada sirve para tensar los músculos preparándolos para una posible reacción.



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CUANDO SE DESBOCA.

Éstos son algunos trastornos de la ansiedad conocidos

Ataques de pánico.
Qué es: Reacción de ansiedad muy intensa acompañada de falta de control sobre la misma e, incluso, de la sensación de que uno puede llegar a morir en dicho episodio. Suele ocurrir en situaciones que objetivamente no son amenazantes.
Qué no es: Una respuesta atemorizada a una amenaza concreta y real no puede catalogarse como ataque de pánico.
Síntomas: Palpitaciones, sacudidas del corazón, sudoración, temblores, sensación de ahogo, opresión o malestar torácico, inestabilidad, mareo, miedo a enfermar, parestesias, escalofríos, miedo a morir repentinamente.


Fobia.
Qué es: Estado de ansiedad producido por algunas situaciones específicas que se tienden constantemente a evitar, como montar en avión, ir al dentista, subir a un ascensor, acariciar a una cría de perro…
Qué no es: La aversión poderosa a determinadas situaciones, lugares o personas no es una fobia. Por ejemplo, se puede tener prevención al perro del vecino sin padecer fobia a los perros.
Síntomas: Búsqueda de excusas cada vez más rocambolescas para evitar el contacto con el objeto temido, temor constante ante la posibilidad de volver a encontrarse con él, consciencia de que el miedo es excesivo pero no es posible controlarlo, aparición de ansiedad espontánea con la mera mención o recuerdo del objeto de la fobia.


Trastorno obsesivo-compulsivo.
Qué es: persistencia de obsesiones en relación con la suciedad, la enfermedad, el desorden, etc. que el individuo tiende compulsivamente a evitar.
Qué no es: Un comportamiento escrupuloso no es una obsesión si no interfiere en la vida del sujeto.
Síntomas: Dedicación excesiva a evitar ciertos pensamientos, ansiedad constante, tendencia a limpiar, ordenar, confirmar que se ha apagado la llave del gas, llamar al colegio de los niños para preguntar por su estado…


Síndrome de estrés postraumático.
Qué es: Recuerdo constante de un acontecimiento traumático (un accidente, una violación, un robo…).
Qué no es: Cualquier estado de ansiedad posterior a un trauma deja de ser patológico si se supera pasado un tiempo prudencial.
Síntomas: Sueños vívidos sobre el acontecimiento traumático; irritabilidad; efectos físicos como sudoración, palpitaciones, arritmias, aumento de tensión arterial.. cuando se recuerda el suceso; tendencia a evitar lugares, personas, ropas,comidas u objetos relacionados directa o indirectamente con el trauma; problemas de insomnio, falta de apetito…


Ansiedad generalizada.
Qué es: Ansiedad intensa durante más de seis meses.
Qué no es: Preocupaciones ocasionales aunque sean duraderas.
Síntomas: Incapacidad para descansar, dificultad para concentrarse, pesadillas, tensión muscular, fatiga, irritabilidad, desconsuelo, pensamientos obsesivos…





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CINCO ESTRATEGIAS PARA CURARLA.


Tratamiento farmacológico.

Por sí solo no es suficiente para el tratamiento permanente de los trastornos de la ansiedad más graves , aunque resulta muy eficaz como complemento terapéutico sintomático. Los medicamentos más valiosos en este terreno son los llamados Inhibidores Selectivos de la Recaptación de la Serotonina (SSRI) entre los que destaca el Prozac. Se da la circunstancia de que estos fármacos son comúnmente utilizados como antidepresivos pero dan buenos resultados para el control de la ansiedad. Otros medicamentos se centran en la inhibición de la recaptación de un neurotransmisor diferente: la norepinefrina, secretada por la glándula suprarrenal.
Este tipo de medicamentos suele presentar efectos secundarios como sequedad de boca, fatiga o disfunciones eréctiles.


Técnicas psicofisiológicas.

Una de las manifestaciones de la ansiedad es la que afecta a la actividad motora. Los efectos del mal se dejan notar en la aparición de movimientos repetitivos, la tensión muscular, el nerviosismo, los estados de evitación, etc. Las técnicas de activación y reducción psicofisiológica son la mejor estrategia para reducir estos síntomas. Las más utilizadas son el entrenamiento de relajación muscular progresiva de Jacobson y el entrenamiento autógeno de Schultz. Algunos autores también emplean técnicas de hipnosis para conseguir estos mismos fines. El propósito es dotar al paciente de mecanismos de relajación poderosos para afrontar las situaciones de ansiedad más comunes. Es importante advertir que, en este punto, no suelen ser eficaces las técnicas de autoayuda, las cintas de relajación, el yoga o las estrategias caseras que, si bien producen efectos relajantes, no tienen validez para superar estados de ansiedad crónica.


Terapia conductual.

Algunos trastornos de la ansiedad producen en el paciente la constante evitación de situaciones, objetos, personas o animales que les provocan malestar. Es el caso de las fobias. El psicólogo puede ayudar a superar estos estados mediante la exposición gradual al propio agente ansiógeno. Es importante que este tipo de terapias las realice un profesional reconocido porque su mala aplicación puede aumentar la sensación de ansiedad y multiplicar las consecuencias de la fobia. En el caso de las fobias sociales, esta técnica puede aplicarse junto a la enseñanza de herramientas básicas de comportamiento en público.


Terapia cognitiva.

En lugar de exponer al paciente a las mismas situaciones que le producen el mal para acostumbrarle a ellas, la terapia cognitiva enseña al enfermo a usar el poder de su mente para superar los eventos ansiógenos. Se trata fundamentalmente de enseñarle a pensar adecuadamente, a enfrentarse de manera correcta a las amenazas del entorno, a valorar el riesgo de cada situación cotidiana y a reconocer los recursos con los que cuenta la mente para superarlo. El objetivo es educar al cerebro para que el sujeto reconfigure su visión del mundo y elabore una visión más realista y sosegada de los obstáculos y peligros a los que nos tenemos que enfrentarnos en el devenir de nuestras vidas. En algunos casos, la gravedad del trastorno es tal que se exige una combinación de este tipo de terapias cognitivas con técnicas de modificación conductual.


Prevención.

Muchos psicólogos consideran que la ansiedad puede prevenirse mediante la modificación de los hábitos de conducta. Practicar ejercicio, cuidar la alimentación, llevar una correcta higiene del sueño, ordenar adecuadamente las tareas, conocer las prioridades vitales, crear una red de apoyo social suficiente, dejarse ayudar, tener aficiones relajantes, dejar tiempo para el ocio cada día o buscar actividades que supongan un refuerzo emocional cotidiano entre el frenesí de la vida laboral son algunos trucos útiles que pueden ayudar a mantener el fantasma de la ansiedad un poco más alejado. Los expertos han llegado a pedir que estos hábitos se enseñen en las escuelas como método preventivo

Obsesiones cerebrales



Eduardo Punset entrevista a un de los más reputados psicólogos del panorama actual, Stephen Kosslyn. Kosslyn es catedrático en la Universidad de Harvard y autor de numerosas obras de divulgación. Además, es una figura muy reconocida en el campo de la neurociencia, especializado en los procesos que el cerebro emplea para visualizar el mundo que nos rodea.

Punset:
Creo que fue Newton, que parece ser que lo sabía todo, quien dijo: “me encantaría saber los mecanismos por los cuales la percepción visual del universo se transforma en la gloria de colores”. Y tu, después de muchos años de investigación, dices (y te cito): “los mecanismos que subyacen a la formación de las imágenes no parecen ser mucho más misteriosos que los que hay en la base de la percepción visual”. Lo que sugiere que hemos avanzado un poco desde Newton. ¿Es así?

Kosslyn:
El cerebro no es una sola cosa, sino un conjunto de partes que trabajan juntas. Y por ejemplo en la visión de los colores ahora sabemos muchísimo sobre lo que sucede en el ojo, en la parte posterior del ojo, y lo que sucede después, hasta llegar al cerebro. Lo que ahora también sabemos es que el color se procesa en un área cerebral diferente de donde se procesan la forma y la localización. No sólo observamos que hay áreas específicas que se activan cuando las personas ven colores, o ven formas….

Punset:
Que por cierto no están allí fuera en el universo, me has dicho.

Kosslyn:
Así es, están separados. El cerebro no sólo es una cámara que registra con precisión lo que hay en el exterior, sino que el cerebro es el que lo organiza y el que lo distribuye de maneras que no necesariamente aparecen en el universo, que sean evidentes en el mundo. Somos nosotros los que nos abrimos al mundo, y lo que percibimos en él es en parte un reflejo de cómo estamos construidos nosotros.

Punset:
Steven, lo que me dices es que nada de esto sucede en el universo, que este rojo o este azul no está ahí, sino que se fabrica en el cerebro.

Kosslyn:
¿Te has preguntado alguna vez por qué no se puede mezclar el verde y el rojo y obtener otro color? Ya sabes que se puede mezclar el azul con el amarillo y obtener verde. Si se mezcla amarillo y azul se obtiene verde, pero si se mezcla verde y rojo se obtiene un color como barro. Esto sucede porque la forma en que funcionan el cerebro y los ojos no permite que se cree un tercer color.

Punset:
O sea que el pobre Newton ahora sabría cómo surge esa gloria de los colores.

Kosslyn:
No del todo, porque entendemos muy bien el mecanismo, pero todavía falta mucho por saber sobre la conciencia. Cómo surge la experiencia perceptiva del color a partir de la acción de la red que existe entre las diferentes áreas.

Punset:
Hablemos ahora de algo que fascina a la gente: el efecto placebo. No sé si está relacionado con la conciencia, pero en este caso tenemos una conciencia de algún tipo que influye en el metabolismo, de manera que unas pastillas que se habían diseñado para nada, en realidad tienen un efecto en las personas. Tú has trabajado mucho sobre las formas en que esto es posible que funcione. ¿Cómo es posible?

Kosslyn:
El cerebro afecta sin ninguna duda al cuerpo, todo el tiempo, y también afecta a nuestro sistema inmunológico. Si estamos muy cansados, o con jet lag como tengo yo ahora, el sistema inmunológico se ve involucrado y enfermamos más fácilmente. ¿Qué es estar cansado? No sólo es el cuerpo, también es el cerebro: el cerebro afecta al sistema inmunológico. Creo que tenemos algunas fuerzas en un cierto tipo de reserva de cómo el cerebro puede afectar al sistema inmunológico…

Punset:
Nunca se gasta toda la potencia…

Kosslyn:
Siempre se guarda algo. Y el placebo lo que hace es dar permiso para poder acceder a las reservas, y por lo tanto afectar al cuerpo de una manera más fuerte de lo que se hace normalmente. Es decir, se cree que es una medicina, y se responde de la forma en que normalmente se responde cuando se toma una medicina, aunque en realidad no lo es. Pero no sólo se trata del sistema inmunológico, sino también del dolor, y de cosas como la fuerza de la histeria. Hay anécdotas como la de mujeres cuyos hijos estaban atrapados debajo de un coche y podían levantarlo: esta es una fuerza histérica, ya que daña los músculos, y no debe hacerse normalmente, no se tiene una constitución para hacer esto, pero ante una urgencia se obtiene el permiso.

Punset:
Y existe la reserva…

Kosslyn:
Y se usa la reserva. Esa es mi teoría.

Punset:
Steven, algo que me sorprende, o me fascina, es esto del “no placebo”, de que aparentemente no deberíamos estar tan seguros cuando le decimos a un paciente: “tengo que decirle la verdad, no hay nada que hacer, se acabó”. Porque parece que puede darse también una alteración del cerebro.

Kosslyn:
Un amigo mío, tres semanas antes de que se publicara el artículo sobre el “nocebo”, me dijo que su hermana tenía cáncer desde hacía dos años, y que después de la quimioterapia los médicos le habían dicho que no había nada que hacer y que le quedaban seis semanas de vida. ¿Y a qué no sabes lo que pasó?

Punset:
Que al cabo de las seis semanas se murió.

Kosslyn:
Eso es, y en mi opinión el médico hizo una estupidez, porque es evidente que ella cooperará si cree en la figura de la autoridad. Si ésta le dice que no hay nada que hacer y que se morirá, el cerebro puede regular lo que hace el cuerpo, de forma contraria a como lo hace el placebo. El placebo lo que hace es agradar, hace sentir mejor. El “nocebo” lo que hace es empeorar, de manera que lo peor que pueden hacer los médicos es quitar la esperanza…

Punset:
Es una especie de apoptosis, ya que se favorece de alguna manera el propio suicidio.

Kosslyn:
Es peor que eso, porque no sólo es un suicidio, alguien te ha asistido. En mi opinión, el eliminar la posibilidad de mejorar y el ofrecer la posibilidad de empeorar es algo terrible.

Punset:
En algún sitio, no se en dónde, citas el siguiente ejemplo. Dices: si se toma un ladrillo…” –imaginemos que tu libro es un ladrillo, lo siento– …si hago esto [lo mantiene sobre su mano con el brazo extendido] normalmente podré aguantarlo durante unos cinco minutos pero tú dices que si se me hipnotiza podría aguantarlo durante veinte minutos. Entonces la gente que no lo cree dice, que si se le explica a un hombre que una mujer es capaz de aguantar así el libro durante veinte minutos, él se autoconvencerá y también lo podrá hacer. O sea que es una cuestión de superstición, no es ciencia. ¿Qué experimentos has hecho para llegar a la conclusión de que no es una cuestión que se pueda tratar a la ligera, sino que tiene un fundamento científico?

Kosslyn:
Esto guarda relación con el tema del efecto placebo: cuando se te dice que una mujer puede sostener el ladrillo, te das a ti mismo permiso de forma consciente para aguantarlo aunque los músculos estén al límite. La diferencia reside en el mecanismo por el que se actúa, pero en el caso de la hipnosis también se acude a las reservas, el concepto es el mismo.

Punset:
Cuando imaginas algo, cuando cierras los ojos e imaginas un cierto objeto – por ejemplo ahora estoy viendo a una persona en particular – tu dices, tú has descubierto, que se activa es el mismo substrato neuronal que cuando la ves físicamente. En cierta manera es como si al cerebro le importase un cuerno el que tú estés mirando realmente una cosa o sólo imaginándola.

Kosslyn:
Cuando conocí al Dalai Lama, le hice tres preguntas: ¿Sabes que forma tienen las orejas de los gatos?

Punset:
Y el respondió a su vez: ¿qué tipo de gato?

Kosslyn:
Es verdad, me sentí fatal. Pero ¿ tú sabes la respuesta?

Punset:
No, no.

Kosslyn:
Bueno pues pensemos en Micky Mouse: ¿de qué forma tiene las orejas?

Punset:
Sí … son redondas.

Kosslyn:
Sí, sí, perfecto. Sigamos. ¿Y en qué mano sostiene su antorcha la Estatua de la Libertad?

Punset:
¿En la izquierda?

Kosslyn:
En la derecha, y el Dalai Lama lo contestó bien. Esto me sorprendió porque muchos americanos no lo saben. Y la última ¿Qué verde es más oscuro, un árbol de navidad o un guisante congelado?

Punset:
Un árbol de navidad.

Kosslyn:
Muy bien, gracias. Lo interesante de estas preguntas es que en todas se necesita la imaginación para poder contestarlas. O sea que si te miro a los ojos, se mueven lateralmente cuando intentas responder – intentando visualizar la entrada visual – pero lo que no es nada obvio en la introspección es que haya tres sistemas cerebrales diferentes a los que se acude. Uno se usa para las formas: tanto en la percepción como en la imaginación; otro para la ubicación – la percepción está aquí y la ubicación aquí [05:40]–; y el otro se usa para el color, y está aquí debajo. De modo que la misma división del cerebro –divide y vencerás–, con el color, la forma y la ubicación que se usa para la percepción, se usa también para la creación de imágenes mentales. Y resulta que las capacidades no están relacionadas unas con otras: personas que son muy buenas en la imaginación espacial, que saben como orientarse en una ciudad…. no importa lo buenos que sean en lo espacial a la hora de visualizar las caras, o los objetos: no están relacionadas; o los colores: tampoco están relacionados, son sistemas diferentes.

Punset:
Déjame que te haga una pregunta imposible. Tú mismo has mencionado todo el fantástico progreso que se ha experimentado en el conocimiento de las funciones del cerebro, y la percepción y las técnicas de neuroimagen. Si hace veinte años hubiéramos sabido lo que ahora sabemos sobre el funcionamiento del cerebro, ¿habríamos tratado las cuestiones importantes de otra manera¿ ¿Habríamos hecho algo de forma diferente, por ejemplo en el campo de la educación? ¿Si lo hubiéramos sabido habríamos hecho las cosas de una manera diferente?

Kosslyn:
Aquí hay dos temas. Uno es la palabra “conocer”. La ciencia es muy controvertida: la gente tiene ideas, pero hay que demostrarlas, y lleva mucho tiempo que sean aceptadas. O sea que hace veinte años había muchas ideas que si las estudiamos ahora eran correctas, pero en su momento no estoy seguro de que se debieran haber puesto en práctica, ya que sólo eran ideas. La plasticidad temprana es un buen ejemplo. Ahora parece que es una buena idea estimular a los bebés, el proporcionarles una estimulación temprana, pero no está claro que hace veinte años supiéramos lo suficiente para poder haber actuado, aunque podía haber sido una buena idea, pero también mala. De la misma manera, si pensamos de aquí a veinte años, entonces podremos decir que se había descubierto que el cerebro está organizado en diferentes sistemas que se utilizan para mantener, almacenar y procesar la información, y todo el razonamiento y la memoria y la percepción. ¿Por qué no os aprovechasteis de este conocimiento para ponerlo en práctica en la educación y hacerla verdaderamente eficaz para cada persona? Creo que el futuro será personalizado. En mi opinión, cuando necesitemos zapatos, pondremos el pie en una caja y por láser se tomarán las medidas y el día siguiente la fábrica te enviará un par de zapatos hechos a medida que te irán de maravilla, y con un coste no superior al de ahora. De la misma manera, en el futuro la educación de los niños estará personalizada según la forma de funcionar de cada cerebro. La información, y lo más importante es el contenido, estará presentada de una manera que resultará interesante a cada persona, y la metodología utilizada estará personalizada para que se ajuste perfectamente a la forma particular de funcionar de tu cerebro. Creo que ahora estamos descubriendo lo suficiente para poder hacerlo, pero se tardará un tiempo hasta que sea algo serio y sólido y se pueda aplicar en las escuelas. Si pudiera predecirlo, yo creo que esto es algo que está a la vuelta de la esquina.

la autolesión


Trastorno Obsesivo - Compulsivo

Muchos consideran que la autolesión (auotmutilación) está entre aquellos diagnosticados con Trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), y se limita a un arrancamiento obsesivo del pelo (conocido como tricotilomanía y por lo general implica las cejas, pestañas, y otros vellos del cuerpo además del pelo de la cabeza) y/o pinchazos, rasguños y/o escoriaciones obsesivas de la piel. En el DSM-IV (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, cuarta edición), sin embargo, la tricotilomanía está clasificada como un trastorno de control de los impulsos, y el TOC como un trastorno de ansiedad. A menos que la autolesión forme parte de un ritual obsesivo diseñado para rechazar alguna cosa mala que por otra parte sucedería, no debería ser considerada un síntoma de TOC. El diagnóstico del TOC en el DSM-IV requiere:

1. La presencia de obsesiones (pensamientos recurrentes y persistentes que no son simples preocupaciones sobre asuntos diarios) y/o compulsiones (comportamientos reiterativos que una persona siente de realizar (contar, comprobar, lavar, ordenar, etc.) a fin de prevenir la ansiedad o el desastre);

2. Reconocimiento en un momento dado de que las obsesiones o compulsiones son irrazonables;

3. Demasiado tiempo consumido en obsesiones o compulsiones, reducción de la calidad de vida debido a los mismos, o angustia marcada debido a la misma razón;

4. El contenido de los comportamientos/pensamientos no se confina a aquello asociado con ningún otro trastorno Eje I actualmente presente;

5. Comportamiento/pensamientos que no sean resultado directo de medicamentos u otro uso de fármacos.



El consenso actual parece ser que el TOC se debe a un desequilibrio de la serotonina en el cerebro; los fármacos inhibidores selectivos de la recapturación de serotonina (SSRIs, por sus siglas en inglés) son la opción para este trastorno. Un estudio realizado en 1995 de autolesiones entre pacientes femeninos con OCD (Yaryura-Tobias et al.) mostró que la clomipramina (un antidepresivo tricíclico conocido como Anafranil) redujo la frecuencia tanto de comportamientos obsesivos como conductas auto-lesivas. Es posible que esta reducción ocurriera simplemente porque la auto-lesión era un comportamiento obsesivo con raíces diferentes a la auto-lesión en pacientes sin TOC, pero los sujetos de estudio tenían mucho en común con ellos -- el 70 por ciento que había sido sexualmente abusado cuando niños, mostraron la presencia de trastornos alimentarios, etc. El estudio sugiere enfáticamente, de nuevo, que el trastorno auto-lesivo y el sistema serotonérgico están relacionados de alguna manera.

Bases biológicas del trastorno obsesivo-compulsivo


Bases biológicas del trastorno obsesivo-compulsivo
José Francisco Navarro y Araceli Puigcerver
Universidad de Málaga (España)
El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) es una patología etiológicamente heterogénea y multidimensional. En el presente trabajo revisamos los hallazgos genéticos, neuroanatómicos y neuroquímicos que apoyan claramente la existencia de un substrato biológico para esta enfermedad. Aunque los resultados no son siempre consistentes, la mayoría de los estudios genéticos realizados sugieren la presencia de un componente familiar en el TOC. Por otro lado, las investigaciones con técnicas de neuroimagen estructural (TAC, RM) y funcional (SPECT, PET, RMf) señalan la existencia de una hiperactividad del circuito prefrontal-estriado-talámico en los pacientes con TOC. Asimismo, la evidencia proviniente de los estudios neuroquímicos/neuroendocrinos, junto con la demostrada eficacia de los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina en el tratamiento del TOC, indican que el sistema serotoninérgico podría estar implicado en esta enfermedad. Finalmente, se describen diversos estudios que demuestran la existencia de una alteración de los movimientos oculares en el TOC.

fuente: psicologia conductual

"raritos" y extravagantes genios,


Genialidades y rarezas.

Los extravagantes y creativos genes de los genios.

Isaac Newton fue capaz de trabajar sin pausa durante tres días. Einstein se empleó en una oficina de patentes porque le interrumpían demasiado en la universidad. H. G. Wells era tan pasmado e inseguro en la escuela que sólo tuvo un amigo. ¿Son trastornos psiquiátricos que deberían tratarse o genios que deberían ser mimados?


En el libro Genius Genes, el psiquiatra irlandés Michael Fitzgerald argurye que las formas especiales de creatividad están asociadas con una curiosa variedad de trastornos cognitivos. Se centra en el síndrome de Asperger, una forma leve de autismo que Fitzgerald ve en los extraños caracteres de Newton y George Orwell. También asocia la creatividad musical de Kurt Cobain con el trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH).

En una reciente conferencia en el Colegio Real de Psiquiatría, en Londres, Fitzgerald describió cómo el síndrome de Asperger de Charles de Gaulle fue esencial para su éxito político. Era distante, tenía una memoria fenomenal, carecía de empatía con los demás y era extremadamente controlador y dominante. También mostró signos de reiteración autística y fue similar en muchos aspectos a otros políticos que, según Fitzgerald, también tenían Asperger, como Thomas Jefferson en Estados Unidos y Enoch Powell en Gran Bretaña.

El poder del análisis genético está ahora invadiendo algunas de las partes más privadas de la humanidad, no sólo las funciones de nuestros organismos y los orígenes de las enfermedades hereditarias, sino también características complejas que no pueden ser atribuidas a genes individuales.

Muchos trastornos de la emoción o del intelecto, no sólo esquizofrenia y depresión, sino también condiciones más sutiles como autismo, Asperger, TDAH y dislexia, tienden a ser familiares. Pero ninguna de estas situaciones ha sido asociada a una única mutación genética. Algunos arguyen que no son trastornos genéticos; otros, que mutaciones genéticas diferentes o combinaciones de mutaciones pueden conducir a estas condiciones; y hay quien dice que dependen de un entrelazamiento de genes y experiencias personales. Avshalom Caspi y su equipo del Instituto de Psiquiatría de Londres han explicado por qué ciertos episodios estresantes de la vida hunden a algunas personas en la depresión pero no a otras. La diferencia en la resistencia depende de variaciones en genes específicos.

Correlación persistente

La correlación entre la creatividad y la enfermedad mental es un tema persistente en psiquiatría, analizado muy elocuentemente por Kay Jamison, un eminente psicólogo clínico de la Universidad Johns Hopkins, y él mismo un maniaco depresivo, en su libro Touched With Fire.


Las rarezas de muchos grandes escritores están bien documentadas y una sorprendentemente alta proporción de poetas, en particular, tenían síntomas que indican depresión maniaca. Si nos esforzamos en identificar los genes asociados a la depresión maniaca, autismo y esquizofrenia, y confirmamos que están relacionados con la creatividad, ¿Qué podría suponer?


Hay un paralelo provocativo en una enfermedad física, la anemia de células falciformes. El premio Nobel Linus Pauling descubrió en 1949 que el gen defectivo responsable de esta condición produce hemoglobina, la proteína de los eritrocitos que transporta el oxígeno por el organismo. Fue la primera enfermedad genética relacionada con un defecto proteínico concreto.

La anemia de células falciformes es una debilitante y a veces fatal enfermedad, común en África Occidental. Muchos idiomas africanos tienen nombres extraños para ella: Chwecheechwe, Nuidudu, Nwiiwii; las sílabas repetidas reflejan los episodios de terrible dolor que caracterizan a la enfermedad. ¿Por qué entonces no ha sido eliminada por la selección natural darwiniana? La respuesta es que las personas con el gen falciforme están protegidas contra la malaria, un ejemplo de manual de texto de una enfermedad genética que sobrevive porque implica algunas ventajas.


A diferencia de la enfermedad de células falciformes, no tenemos conocimiento cierto de los genes implicados en los trastornos cognitivos ni de los cambios resultantes en el cerebro, que pueden producir tantos síntomas extraños como esta especial capacidad creativa. Sin embargo, esta especulación plantea una importante cuestión. A medida que avanzan nuestros conocimientos de la genética humana y nuestra capacidad para modificar la función genética, tendremos que enfrentarnos a la cuestión de lo que constituye la normalidad y lo que define la enfermedad.


La riqueza de la humanidad y el poder de nuestra cultura son en gran medida atribuibles a la diversidad de nuestras mentes. ¿Queremos un mundo en el que la creatividad asociada a la extravagancia y en los márgenes de la normalidad tenga que ser siempre medicalizada?

Colin Blakemore, profesor de Neurociencias en las universidades de Oxford y Warwick, Reino Unido.


fuente:PSIQUIATRÍA INFANTO-JUVENIL
Ana Medina Silva.

Yo soy mi enemigo


Yo soy mi enemigo
Desde el miedo a los espacios abiertos hasta la necesidad de lavarse las manos todo el tiempo, cada vez son más los que transitan por el calvario cotidiano de las conductas fóbicas


¿Alguna vez tuvo que bajarse del micro porque el chofer tomó una calle que a usted le provoca mareos? ¿O le pidió a alguien que no usara las manos en los bolsillos porque sino no podría seguirle hablando? ¿O experimentó en alguna ocasión la necesidad imperiosa e inevitable de salir corriendo si alguien lo miraba muy de cerca? Tal vez alguna vez. Tal vez nunca. Si le ocurrió o si por el contrario jamás le pasó algo siquiera parecido, sepa que a casi al 10% de la población le sucede muchas más veces de las que cualquiera quisiera soportar.

"Es que llega un momento que nadie lo puede soportar -dice Estela Serafini-. Ni los que padecen la fobia ni el entorno que los acompaña".

Estela no sólo experimentó en carne propia el dolor cotidiano de tener un hijo que, aunque con el diagnóstico de obsesivo compulsivo, hizo de la hipocondría y de las conductas fóbicas un estilo de vida, sino que se valió de esa experiencia para contactarse con otras personas que transitaran por calvarios parecidos y fundar así la Asociación de Ayuda Mutua de Trastorno Obsesivo Compulsivo (obsesiones@hotmail.com) Hoy el grupo de autoayuda es uno de los casi 40 de este tipo que funcionan en La Plata, muchos de los cuales tienen a la fobia como uno de los principales enemigos a vencer.

Los especialistas definen a las fobias como el miedo excesivo a un objeto o situación, y quien lo padece puede sufrir un ataque de pánico si se expone a él. De ahí que sean muchos los que sufran o conozcan a una persona que potencialmente pueda ser considerada fóbica. Las llamadas fobias específicas están contempladas en el Manual de los Trastornos Mentales de la American Psychological Association, y según Fóbicos Anónimos hasta el momento se llevan registradas más de 6.500 fobias distintas.

"Muchos podemos sentir temores a las alturas, a las arañas o a dar una conferencia -dice el psiquiatra Pedro Gargoloff-, pero para la mayoría esto no interfiere con la forma habitual de afrontar los compromisos cotidianos. Es una fobia si estas situaciones afectan el desempeño diario y la calidad de vida; cuando este miedo impide llevar a cabo las tareas habituales y, además, sean reconocidos por quien los sufre como irracionales".

Sea un temor a estar en público o una imposibilidad a usar determinadas prendas, el universo de los trastornos y las fobias es algo cada vez más conocido por el común de la gente y los nombres de cada variedad se repiten como si fueran los títulos de una saga de suspenso: agorafobia, fobia social, fobia específica o, como en el caso del hijo de Estela, trastorno obsesivo compulsivo.

Cuando uno repasa las diferencias y similitudes de cada una, descubre que la agorafobia se refiere al miedo a los espacios abiertos, que la fobia social es el temor a quedar ridiculizado ante los demás y que la fobia específica no es más que el rechazo a determinados objetos, animales o situaciones puntuales.

"Es un temor infundado y exagerado hacia elementos particulares como víboras, tormentas, visión de sangre o heridas", agrega Gargoloff, para quien el tratamiento de las fobias "debe realizarse desde varias perspectivas: psicoterapéutica, en particular las cognitivo comportamentales y de exposición; algunos fármacos del grupo de los antidepresivos y las terapias grupales".

La psicóloga Laura Mariani, en tanto, suma otra visión sobre el tema: "más allá de la personalidad de base en que se asienta este tipo de reacción -dice-, es evidente que las condiciones de insalubridad que propician algunos sectores de la sociedad tienen gran incidencia. Las presiones ejercidas por los modelos actuales, la amenaza y concreción de acciones destructivas, la problemática de pertenencia o marginalidad y otros tantos factores condicionantes han logrado su objetivo de convertir al hombre en un sujeto temeroso".

Los estudios epidemiológicos, aporta por su parte Gargoloff, revelan que los trastornos de ansiedad, como grupo de enfermedades mentales, son los más frecuentes (casi el 29% de población los presentarán a lo largo de la vida). Las estimaciones muestran que entre éstas, las fobias específicas y las fobias sociales son las más usuales, con algo más del 12% cada una.

"También las fobias son las enfermedades del adulto de inicio más precoz -destaca el especialista-, comenzando la mayoría antes de los 14 años, aunque el diagnóstico se da muchos años después. Además, la fobia social habitualmente se asocia con otros trastornos mentales: alrededor de la mitad de los fóbicos sociales tienen otro trastorno de ansiedad y/o depresión y un 22% de los trastorno bipolares presentan fobia social en algún momento de sus vidas".

Lo que dice el psiquiatra encaja en la historia de Daniel A., un platense de 42 años que padece trastorno obsesivo compulsivo, estrés psicosomático y fobia social. Todo comenzó el día que Daniel cumplió diez años, a fines de la década del setenta. Esa tarde escuchó un tiroteo cerca de su casa que lo dejó paralizado. No era la primera vez que le pasaba, pero esta vez el pánico le mantuvo los ojos abiertos toda la noche. Aquel día no hubo festejo de cumpleaños. Y a partir de ese momento, recuerda ahora, el temor no lo abandonaría nunca más. Daniel estaba convencido de que tenía que estar alerta: en su casa, en la escuela, en cualquier lado. Y cuando el miedo volvía a aparecer, lo único que podía hacer era quedarse quieto y contar en silencio. Si estaba en su casa contaba las luces de una araña que colgaba del techo, y si estaba en la calle se quedaba petrificado y empezaba a contar las tejas de las casas vecinas. Una, dos, infinitas veces. Contar era lo único que alejaba los fantasmas. Su vida se hizo así más retraída y solitaria. Terminó a duras penas el colegio secundario y no pudo seguir la Universidad ni un empleo en Obras Públicas que le permitía ganarse la vida.

"No pude concretar ningún proyecto -dice Daniel-. Ni casarme ni tener hijos. Nada. La fobia que siento hace que uno se vuelva más tenso y agresivo con el entorno. Me cuesta relacionarme. Me cuesta mostrarme...ahora mismo me cuesta decir lo que estoy diciendo..."

Desde el Fobia Club se habla de "cadenas asociativas". Y cuentan el caso de alguien que no podía tomar un colectivo porque pasaba cerca del cementerio. Con sólo ver el micro sentía náuseas, mareos, taquicardia. En los consultorios locales, en tanto, se asegura que de cada diez pacientes que se atienden un 35 por ciento lo hace por fobias específicas. Y recurren a una frase popular: "El que se quema con leche ve una vaca y llora", lo que demuestra que, en líneas generales, estas fobias surgen en la infancia, están latentes y en algún momento de la vida se desencadenan. ¿Cuánto hay de componente emocional y cuánto de aspecto puramente químico? Tal vez una cosa en realidad nunca quite a la otra, y el factor químico no sea más que una reacción sólo motorizada por el costado emocional. ¿Es posible pensarlo así?

"En realidad siempre es un misterio", dice Estela con un leve dejo de resignación. De esos tiempos en los que su hijo sufría horrores por el temor a contagiarse alguna enfermedad, a ella sólo le quedan los recuerdos y el sabor amargo de saber que, aunque controlada, la pelea es algo que se debe seguir dando todos los días. Su hijo ya no se lava las manos compulsivamente como años atrás. Tampoco le pone lavandina a cualquier cosa por miedo a contraer cólera. Pero Estela rememora lo pasado y sabe que no es tan fácil de pisar: "Ahora está mejor -dice-, pero con las cuestiones de la cabeza uno nunca sabe. Si los profesionales que estudian el tema todavía no lo tienen claro, menos lo va a tener una madre que descubrió la enfermedad por el sufrimiento de su hijo".

El que no puede estar solo en espacios abiertos, el que debe contar en silencio varias veces para no desmayarse si mucha gente lo está mirando o el que le tiene fobia a determinados micros. Todas manifestaciones de un drama que, aunque poco conocido o explicable, se repiten en cientos de personas que, mal o bien, tienen una historia para contar.

¿A usted nunca le pasó?