El trastorno obsesivo compulsivo
El trastorno obsesivo compulsivo es la cuarta enfermedad mental más común de los países desarrollados. Su aparición en la niñez o juventud y el hecho los síntomas empeoren sin terapia refuerzan la necesidad de su detección precoz. Este es uno de los fines de la recién creada asociación para el trastorno

Jaime tiene 25 años. A los 16, no le quedaba tiempo para estudiar porque casi todo lo invertía en ordenar su carpeta y limpiar su cuarto. A Denise Hedmond, de 32, le atormentaba la idea desde que nació su hijo de que ella le iba a prender fuego. Llegó a pensar que estaba poseída por un demonio.

Sus pensamientos violentos se volvieron cada vez más frecuentes y sanguinarios, por lo que acabó pidiéndole a un sacerdote que le hiciera un exorcismo. Ocho años después, solicitó ayuda médica. Pedro dedica siete horas al día a lavarse las manos. Cada vez que toca un objeto, siente el impulso irrefrenable de asearse para no contagiarse de ninguna enfermedad infecciosa.

Jaime, Denise y Pedro no son peligrosos para los demás pero sí se hacen daño a sí mismos, ya que, aunque a cada uno le obsesiona una cosa distinta y dos de ellos viven ejercitando un ritual diferente, los tres están bajo el dominio de una enfermedad casi desconocida por la sociedad y hasta ahora poco estudiada por la comunidad científica.

El cuarto desorden mental más frecuente

Se trata del Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC), un desorden mental que, según la OMS, es el cuarto más frecuente entre la población. Se estima que afecta a entre un 2% y un 3% de la población. Incluso es más común que la anorexia nerviosa en la adolescencia y tanto o más incapacitante que la esquizofrenia.

Este mismo mes, ha surgido en España la primera Asociación de Trastornos Obsesivo-Compulsivos (ATOC). Su fin: dar a conocer esta patología y favorecer así su detección precoz. Máxime si se valora que la media de tiempo desde que aparecen los síntomas hasta que se diagnóstica puede ser de nueve años, y si se tiene en cuenta que las terapias ayudan a que dos tercios de los enfermos evolucionen favorablemente.

La imagen de Jack Nicholson en la gran pantalla, como protagonista de la película Mejor imposible, ilustra claramente cómo es la vida de un enfermo de TOC y en qué consiste la enfermedad. Su necesidad de lavarse constantemente las manos y usar para cada ocasión una pastilla de jabón diferente, andar por la calle sin pisar ninguna de las rayas de la acera y, sobre todo, el sufrimiento que lleva emparejado ser consciente de sus limitaciones y de su trastorno.

El enfermo es consciente

«Una de las razones por las que esta patología es tan grave es, precisamente, porque el enfermo, a diferencia de otros como el esquizofrénico, sabe que lo que le está pasando no es normal y por ello aumenta su desesperación», argumenta Jerónimo Sáiz, jefe del Departamento de Psiquiatría del Hospital Ramón y Cajal de Madrid.

Ellos piensan de sí mismos que se están volviendo locos, los demás opinan que son unos maniáticos y que no evitan su comportamiento porque no quieren. Julio Vallejo, jefe del Servicio de Psiquiatría de la Ciudad Sanitaria y Universitaria de Bellvitge (Barcelona) y presidente de ATOC, explica «que el trastorno obsesivo-compulsivo no es nuevo (los primeros casos descritos se remontan al siglo XIX), pero no ha tenido el eco social ni se ha difundido en los medios de comunicación como otras enfermedades mentales.

Es el caso de la anorexia o la ludopatía. Por eso, los afectados no acuden al especialista- además de porque ocultan lo que les sucede-y se encuentran con la incomprensión de la sociedad. Además, muchos médicos desconocen su existencia».

Un rosario de síntomas

El relato de Jaime, un madrileño que ahora trabaja y tiene novia, también sirve para conocer el via crucis de estos enfermos. «Mis primeros síntomas empezaron con mi necesidad de ser meticuloso, ordenado. No te das cuenta de lo que te está sucediendo. Pero las cosas se van complicando y tus manías se acentúan. Aguantas con tu obligación de hacer todo lo que tu cabeza te pide. Arreglar y limpiar constantemente. Pero un día, por cualquier motivo, estallas, cuando piensas que te estás volviendo loco y no puedes más. Fue entonces cuando fui al médico. Todo el mundo cree que es muy fácil controlar tu problema, pero la verdad es que es dificilísimo, hay algo malo en tí que te dice qué es lo que tienes que hacer y cómo, y no puedes evitarlo», explica Jaime a SALUD.

Los miedos, las dudas, las supersticiones forman parte de la mente de todos los seres humanos, pero cuando éstos interfieren en la vida diaria y se convierten en algo patológico estamos ante un TOC.

Las personas con este trastorno viven atadas a un esquema de pensamientos inquietantes, desagradables y constantes (obsesiones) o a conductas repetitivas (compulsiones) que no pueden controlar y que se efectúan como respuesta a una obsesión.

Una resistencia casi imposible

Así, cuando ésta es la del miedo a la contaminación, la solución será la de asearse de forma repetida. Los afectados tratan de resistirse a estos rituales, porque saben que su actitud es excesiva e irracional. Reconocen, incluso, que no obtienen ningún placer cuando los llevan a cabo, pero con ellos pueden paliar la angustia que les provoca, precisamente, el hecho de no hacerlos. Incluso, para muchos es la forma de prevenir algún suceso o situación temida.

Un ejemplo: si la imagen que obsesiona es la de que pueden hacer daño a alguien o a sí mismos, ejecutan compulsiones, como comprobar incesantemente si el gas está apagado o si las puertas están cerradas, para evitar la catástrofe que dibuja su mente.

Ocho de cada 10 pacientes desarrolla conjuntamente obsesiones y compulsiones, como Jaime y Pedro, y menos del 20% tiene sólo ideas obsesivas o realiza únicamente comportamientos compulsivos. «Las obsesiones y las compulsiones pueden cambiar, al igual que en ocasiones sólo se realizan en un marco determinado, donde empezaron a llevarse a cabo, como en casa. Cuando unas desaparecen se sustituyen por otras, sobre todo en pacientes que sufren rebrotes de la enfermedad o en los que ésta se vuelve crónica», aclara Sáiz.

Los inicios y su desarrollo.

Un 80% de los enfermos desarrolla la enfermedad en la infancia. Se trata de una patología de aparición precoz, en la que existen dos periodos donde se incrementa la posibilidad de padecerla.

Uno de ellos es entre los ocho y los nueve años, única etapa en la que la enfermedad es más frecuente en un sexo que en otro (afecta a dos niños por cada niña), mientras que el segundo se sitúa entre los 15 y los 18 años. «Se trata de la única patología psiquiátrica que afecta por igual a hombres y mujeres», añade Jerónimo Sáiz.

Sin un diagnóstico precoz, los síntomas se agravan hasta incapacitar completamente al paciente para hacer su vida diaria. Y sin un tratamiento, se favorece la aparición de otras enfermedades. De hecho, el TOC raras veces se manifiesta solo. «Padecí una depresión, se me cambió el humor y me volví agresivo. Ahora que estoy mejor pienso en todo lo que me he perdido por mis obsesiones. No fui al viaje de fin de curso porque me daba terror pensar en que tenía que ordenar la maleta. No salía los fines de semana por la noche porque sólo pensaba en que se mancharía mi ropa y tendría que lavarla», aclara Jaime.

La depresión, un trastorno acompañante

El 70% de los obsesivo compulsivos sufre, además, depresión. Otras patologías psiquiátricas menos frecuentes que pueden aparecer en estos pacientes son: el síndrome de Tourette (desarrollo de tics motores y vocales), que afecta a entre el 20% y el 30% de la población infanto-juvenil con TOC; trastornos de ansiedad (pánico o fobia social); anorexia; trastorno dismórfico corporal (preocupación excesiva por defectos imaginarios o exagerados del cuerpo); hipocondria; tricotilomanía (arrancarse compulsivamente el pelo del cuerpo) y trastorno del déficit de atención e hiperactividad.

La introducción de las técnicas de neuroimagen, como la Tomografía por Emisión de Positrones (PET) o la Resonancia Magnética (RM), ha permitido conocer qué partes del cerebro pueden estar involucradas en el TOC, pero los científicos desconocen las razones últimas de la enfermedad.

«Existe una predisposición genética a padecer el trastorno, pero este componente no explica por sí solo su existencia. Ciertas regiones del cerebro están hiperactivas, como el córtex prefrontal, así como los ganglios basales, sobre todo en el núcleo caudado, que funciona por encima de lo normal. Además, hay alteraciones en el tálamo», explica Josep Toro, jefe del Servicio de Psiquiatría Infantil y Juvenil del Hospital Clínic Universitari de Barcelona. También se ha observado que la serotonina (un neurotransmisor) juega un papel fundamental en la patología.

Mecanismos desconocidos

Pero ¿qué es lo que provoca que estas zonas del cerebro no funcionen adecuadamente? Aún no se sabe. Se ha especulado con varios factores que van desde los genéticos hasta los medioambientales, como anomalías en el desarrollo embrionario, complicaciones perinatales e, incluso, las secuelas de un trauma en la cabeza. A mediados de los años 90, surgió una nueva teoría sobre otra de las posibles causas de estas anomalías: la respuesta autoinmune.

La infección por estreptococo en niños causa normalmente una irritación de las amígdalas, pero en ciertos afectados se produce una rara complicación que se conoce como Corea de Syndenham (movimientos irregulares, espasmódicos e involuntarios).

Susan Swedo, del Instituto Nacional de Salud Mental de EEUU, ha descrito los primeros casos de aparición repentina de TOC en niños que han pasado por una infección por estreptococo. En estos casos, la patología se define como Enfermedad Neuropsiquiátrica Autoinmune asociada al Estreptococo (PANDAS, de sus siglas en inglés) y los síntomas son similares a los que sufren los niños obsesivo-compulsivos. «Este hallazgo es muy curioso y nosotros también hemos empezado a investigar en esta línea», apunta el doctor Toro.

Desde 1970 se sabe que los menores con Corea de Sydenham producen anticuerpos contra la bacteria, que favorecen que las células del núcleo caudado del cerebro sean atacadas erróneamente por el sistema inmune. Swedo ha observado que los niños PANDAS poseen anticuerpos similares. Tratamiento

Tanto los fármacos (antidepresivos del tipo de los inhibidores de la recaptación de la serotonina, como el Prozac) como las terapias cognitivas conductuales suelen ser eficaces en un 60%-70% de los pacientes. Un 10% suele tener un peor pronóstico, mientras que un 10% no responde al tratamiento.

En estos casos se recurre a la psicocirugía, aunque ésta no proporciona resultados satisfactorios en todos los intervenidos.

¿Mi hijo está afectado? Pese a que el trastorno obsesivo-compulsivo se desarrolla la mayoría de las ocasiones en la infancia (afecta a un 0,5% de los niños y a un 1,5% de los adolescentes), suele pasar desapercibido. En parte porque los propios menores son incapaces de confesar lo que les pasa (máxime si les obsesionan ideas sobre el sexo o pensamientos violentos) o tienen dificultad para saber qué es normal y qué no y comunicar lo que les sucede, y en parte debido a que se cree que determinadas actitudes son cosa de niños. «Muchos padres no se dan cuenta de que su hijo sufre el trastorno e, incluso, llegan a formar parte del ritual. Bien porque saben que si interrumpen su acto repetitivo el niño se vuelve agresivo y se enfada -por lo que le dejan seguir con su manía- bien porque desconocen que están involucrados en él. Un ejemplo: la madre que le tiene que decir hasta 10 veces buenas noches a su hijo para que éste se duerma y no le da ninguna importancia», explica Josep Toro, jefe del Servicio de Psiquiatría Infantil y Juvenil del Hospital Clínic Universitari de Barcelona. Este especialista recuerda que una de las fórmulas para detectar la presencia de la enfermedad es notar que el menor responde de una forma excesiva a la interrupción de su compulsión, aunque se le explique y se trate de calmarle. Además, cuando el trastorno se agrava, suelen aparecer otros problemas como depresión, pensamientos suicidas, baja autoestima, fracaso escolar, aislamiento e inadaptación social. Uno de los objetivos de la recién creada Asociación para los Trastornos Obsesivo compulsivos (ATOC, 93. 495. 45. 36), en la que están involucrados más de una docena de especialistas de nuestro país en esta enfermedad, es el de dar asesoramiento a los padres y recomendarles centros de referencia para poder realizar un diagnóstico precoz y un tratamiento eficaz contra la enfermedad. Asimismo, buscan que la población conozca su existencia, así como fomentar la investigación de este trastorno


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Identifican mutaciones genéticas en un trastorno psiquiátrico compulsivo



Identifican mutaciones genéticas en un trastorno psiquiátrico compulsivo
La patología estudiada es la tricotilomanía que lleva a arrancarse de forma compulsiva el propio pelo.
Científicos de la Universidad de Duke de Estados Unidos han identificado mutaciones genéticas que causan tricotilomanía, un trastorno psiquiátrico que lleva a las personas a arrancarse su propio pelo de forma compulsiva.
Las conclusiones del estudio, que describen las mutaciones en el gen SLITKR1, se publican en la revista Molecular Psychiatry.
El trastorno afecta a entre un tres y un cinco por ciento de la población y está considerado un trastorno del control de los impulsos. Los pacientes con tricotilomanía muestran una apreciable pérdida de pelo o parches de calvicie, pero a menudo ocultan esta costumbre. Como resultado, el trastorno a menudo no se diagnostica ni se trata.
El trastorno se ve acompañado por otros problemas psiquiátricos como ansiedad, depresión, trastorno obsesivo-compulsivo o síndrome de Tourette, que son más conocidos que la tricotilomanía. En la actualidad la tricotilomanía no posee un tratamiento específico, por lo que los pacientes son tratados con fármacos utilizados en casos de trastornos depresivos y de ansiedad.
Los investigadores descubrieron dos mutaciones en un gen llamado SLITKR1 que estaban implicadas en los pacientes con el trastorno. Las mutaciones explicaban sólo un pequeño porcentaje de los casos. Sin embargo, sus descubrimientos son significativos ya que validan una base biológica para la enfermedad mental. Tales enfermedades han sido atribuidas a las experiencias vitales o educación familiar del paciente, señala Stephan Züchner, autor principal del estudio. "La sociedad continúa manteniendo percepciones negativas sobre los trastornos psiquiátricos como la tricotilomanía. Pero, si podemos mostrar que dichos trastornos tienen un origen genético, mejoraremos el diagnóstico, se desarrollarán nuevas terapias y se reducirán los estereotipos asociados con la enfermedad mental", explica Züchner.
Los científicos estudiaron a 44 familias con uno o más miembros que padecían tricotilomanía. Los investigadores estudiaron el SLITRK1 ya que fue vinculado el pasado año al síndrome de Tourette, un trastorno psiquiátrico que provoca conductas repetitivas como parpadeos, carraspeo o voceo de obscenidades. El padre de un paciente de Tourette portaba la mutación SLITRK1 pero mostraba sólo síntomas de tricotilomanía, no de Tourette.
Los investigadores estudiaron el SLITRK1 y descubrieron dos mutaciones en el gen entre algunos individuos con tricotilomanía pero no en los miembros de la familia no afectados por el trastorno. Las mutaciones son cambios en la estructura de un gen que pueden alterar cómo se comporta el gen. Los investigadores estiman que las mutaciones de SLITRK1 explican el cinco por ciento de los casos de tricotilomanía.
El gen SLITRK1 interviene en la formación de conexiones entre las neuronas o células cerebrales. Los investigadores tienen la hipótesis de que dos mutaciones de SLITRK1 provocan que las neuronas desarrollen conexiones defectuosas y que éstas a su vez produzcan el impulso de arrancarse el pelo.

fuente:infoansiedad

: Más de la mitad de los españoles tienen un trastorno mental en su vida


CIENCIA Y SOCIEDAD : Más de la mitad de los españoles tienen un trastorno mental en su vida

Más de la mitad de los españoles padece algún trastorno mental a lo largo de su vida. La cifra, válida para los habitantes de países desarrollados, la da el Colegio Europeo de Neuropsicofarmacología.


La mayoría, enfermedades leves, pero incluso entre los que las tienen graves, muy pocos acudirán al médico a los primeros síntomas, y de esos pocos, buena parte dirá tras la consulta: "Doctor, ¿me da un justificante? Y, por favor, ponga que he estado en el hospital, pero no en psiquiatría",
La anécdota cotidiana la refiere el doctor Celso Arango, jefe de la Unidad de Psiquiatría de Adolescentes del Hospital Gregorio Marañón, de Madrid, y coordinador de la primera Red de Investigación de Enfermedades Mentales española, presentada esta semana en Madrid.



Es el estigma del loco, que hace difícil admitir la enfermedad mental como lo que es, un desequilibrio orgánico, como cualquier enfermedad. Y este estigma sí tiene especial importancia en España, donde, según el doctor Arango, "los suicidios se siguen ocultando, y a quien acude al psiquiatra se le señala con el dedo".

En definitiva, falta mucho Woody Allen. Somos el contra ejemplo de Estados Unidos, en donde la moda es tener depresión y un adinerado que se precie tiene su psiquiatra o psicoanalista.

Aquí, no se tratan ni un 50% de las esquizofrenias y tampoco un 80% de los trastornos afectivos, de las depresiones y ansiedad.

En psicosis, el tiempo medio desde que alguien empieza a tener alucinaciones o a escuchar voces hasta que acude al médico es más de un año, pese a que su tratamiento mejoraría el pronóstico.

"Si uno está en clase diciendo que el profesor tiene antenas o que los compañeros le vigilan, ya no se quita el sambenito de loco nunca. Y si en el trabajo empieza a tener problemas e insulta a su jefe porque piensa que lo está envenenando, lo despiden. La intervención temprana, a los primeros síntomas, podría evitar esa deriva social".

"Y es que el ser humano -sigue el doctor Arango- tiene el derecho de enfermar y romperse un pie o tener un cáncer o deprimirse. No tenemos asimilado que la depresión no es falta de voluntad ni que el deprimido sea más vago que el resto. Es que el cerebro, como el hígado o el corazón, enferma. Y lo hace a través de sus mecanismos de expresión: los estados de ánimo, el pensamiento, la cognición, las alucinaciones".


MEDIO MILLON DE POTENCIALES SUICIDAS
El mayor riesgo de suicidio de un deprimido está justo al empezar la mejoría. Una persona muy deprimida no tiene ni voluntad ni ganas de suicidarse. En el momento en que mejora, sí, aunque sigue deprimido. Y si el deprimido no está en tratamiento en ese momento, el riesgo es muy alto. "Un 15% de los deprimidos se suicidan. Y un 10% de los pacientes con esquizofrenia y un 10% de los de trastorno bipolar", asegura el doctor Arango.

Es decir, salvo que un tratamiento a tiempo lo impida, medio millón de los españoles actuales, de los cinco que a lo largo de su vida tendrán depresión, están abocados al suicidio, con los porcentajes actuales.

El diagnóstico precoz es especialmente importante con los niños, pero los padres se resisten a admitir la enfermedad. "Hay niños, dice Arango, que tienen un problema durante años y hasta que no han pegado a la abuela o han intentado suicidarse o hecho algo muy gordo, no los traen".

Trastornos característicos, como la hiperactividad, son puertas abiertas a graves trastornos futuros. "La mitad de los niños con déficit de atención e hiperactividad no tratados va a tener uno de los trastornos de personalidad más grave, el antisocial. Lo cual es especialmente lamentable porque éste es de los trastornos que mejor se resuelven con el tratamiento", argumenta el psiquiatra.

Uno de los síntomas principales de trastornos infantiles es la irritabilidad. "En una depresión, el niño no dice que se quiere morir porque está muy triste. Estar irritable, contestar por todo, tener los nervios a flor de piel y estar a disgusto en cualquier situación, puede ser una depresión enmascarada".

Eso sí, con un niño no tiene sentido un tratamiento exclusivamente farmacológico, porque un niño es parte de una familia y si no se actúa con ella no se va a lograr nada.

Arango cree que no sólo el enfermo padece un estigma, también la profesión: "Se invierte muchísimo menos en investigación psiquiátrica que en otras patologías. Se hacen megacentros de enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer o el Párkinson, que son enfermedades importantísimas pero que afectan al uno por ciento".

"Mientras, en la lista de la Organización Mundial de la Salud, de las 20 enfermedades que más discapacidad produce, cuatro o cinco tienen que ver con trastornos mentales. La segunda es la depresión mayor; la 18, la esquizofrenia; y la 20 el trastorno bipolar. Y lo que se invierte en eso es poquísimo. En España, el 5% del gasto sanitario".

Eso es precisamente uno de los motivos de la red para la investigación psiquiátrica que se acaba de constituir, financiada por el Instituto de Salud Carlos III, y en la que se integran diecisiete grupos de investigación.

"Cada uno tenemos una visión sesgada de cuales son los factores de riesgo y cuales los mecanismos fisiopatológicos por los que se producen los trastornos mentales. Queremos integrar todo ese conocimiento de las bases neurológicas del trastorno psiquiátrico que se ha logrado en los últimos cuatro o cinco años".

Según Arango, los estudios neurobiológicos han mostrado que el cerebro es plástico y lo es ante cualquier agente externo, se llame droga o fármaco o se llame psicoterapia o experiencia. En pacientes con un trastorno obsesivo compulsivo, la psicoterapia ha inducido los mismos resultados que ciertos fármacos. Es la demostración de que a través de la palabra se producen cambios químicos en el cerebro.

"Al final somos química, pero una química diferente de la del resto de los animales, porque interactúa con el medio ambiente".

"Estudios con gemelos homozigotos, es decir exactamente con los mismos genes, que han vivido en las mismas familias pero uno de los cuales ha tenido un acontecimiento traumático, muestran cómo el que sufrió el trauma tiene un desarrollo patológico.

Todo eso es química, pero química modulada por el ambiente", concluye el doctor Arango.

Fuente: :alegriaaa. efe http://www.levante-emv.com/secciones/noticia.jsp?pNumEjemplar=3530&pIdSeccion=304&pIdNoticia=299401

Monstruos de la mente Transtorno Obsesivo Compulsivo


Monstruos de la mente
Transtorno Obsesivo Compulsivo

Los obsesivos están en todas partes. El orden los domina, el miedo a la libertad los hace prisioneros de delicados rituales y rutinas estrictas. Su vida no tiene imprevisiones, temen a la sorpresa y a la espontaneidad.



María tiene más de cuarenta años, la mitad de los cuales ha sufrido de trastorno obsesivo compulsivo, también llamado TOC. "Comenzaba a ordenar cosas, ya no ordenaba para que estuviera bonito. Me ponía muy nerviosa".

En el caso de María el malestar se transformaba en angustia y para calmarla recurría a los rituales o conductas compulsivas.

María representa al grupo más numeroso y típico de personas con Trastorno Obsesivo Compulsivo: aquellas que temen contaminarse el cuerpo con cualquier cosa. "Temía traspasarle enfermedades a mis seres queridos. Si había tocado algo contaminado me lavaba las manos cierta cantidad de veces y si me equivocaba repetía la acción".

Tormentosas palabras


La depresión es una consecuencia frecuente del TOC y por mucho tiempo afectó a Rogelio. Hace unos años, pedaleando intentaba escapar de su angustia. Tenía pensamientos obsesivos, palabras específicas que le molestaban, se repetían en su mente y no lo dejaban en paz. "Me di cuenta cuando empecé a ver televisión una noche y salió una palabra que no me gustó y se me pegó. Era como un flash que se me aparecía".

Así empezó el calvario de Rogelio. Todos los días aparecían palabras diferentes que le molestaban. "Era una sensación angustia terrible no poder tener respuesta para esto".


Rogelio temía confesar su problema; y como es común entre los obsesivos compulsivos, por años ocultó lo que realmente le sucedía. "Siempre me creí inteligente y me daba vergüenza decirlo, no quería parecer un tonto o loco. Creía que era una loquera y contarlo era muy difícil, aún hasta a mi señora".

En el intertanto, los que padecen de esta enfermedad buscan combatir los pensamientos intrusos. Obligado a trasnochar y sonreír, Rogelio transformó el alcohol en su "remedio". "Llegué a tomar 19 combinados diarios".


A esto se sumó la automedicación de tranquilizantes, hasta diez diarios; pero nada impidió su obsesión con las palabras. Rogelio incluso pensó en suicidarse. "Ahí fui al primer psiquiatra, pero no le conté lo de las obsesiones de inmediato, le dije que tenía depresión y angustia. Yo no comía, tomaba, yo no quería que se notara, trataba de ser una persona normal".

Con dificultad, Rogelio dejó de beber, pero las palabras siguieron perturbándolo. A través de una terapia trató de atenuar su angustia. "En los programas, cuando se me queda una palabra pegada trato de buscarle un sinónimo y ahí me quedo tranquilo".

La angustia en vida


Leslie es parte del 60% de casos con Trastorno Obsesivo Compulsivo que se manifiestan antes de los 20 años. Tenía dudas y temores obsesivos que no le permitían vivir una vida tranquila. Varios diagnósticos errados y muchas noches en vela pasaron antes de saber que lo suyo era una enfermedad. "Cuando veía algo que me producía angustia, me afligía, sentía miedo en el pecho, me sentía responsable de evitarlo".

Otro temor de Leslie, frecuente entre quienes tienen trastorno obsesivo; es transgredir las cosas que consideran sagradas. "Por ejemplo, rezaba y le decía a Dios que me fuera bien en colegio. Si no lo hacía quedaba abierta la posibilidad que me pasara algo malo y me asustaba".


A estos rituales paulatinamente se fueron adicionando otros, como los de verificación. Todas las noches Leslie iniciaba un agotador proceso, sin el cual no podía dormir. "Tenía que revisar todas las noches las llaves del gas, pues podía producirse una fuga. Después tenía que revisar las manillas de la cocina".

A causa del TOC Leslie llegó atrasada a muchos lugares, y en reiteradas ocasiones. "Por ejemplo, tenía que caminar sin pisar las líneas de la calle. Si me pasaba, tenía que hacerlo todo de nuevo", comenta.

Los especialistas coinciden en que el tratamiento óptimo para un paciente con Trastorno Obsesivo Compulsivo debe combinar el uso de fármacos y una terapia que lo enfrente al origen de sus temores.

Hace un año que María está en terapia y aunque ha logrado avances todavía tiene trabajo por hacer. "Si yo tengo miedo de tocar algo que creo que está contaminado ahora tengo que tocarlo".


Cambiar las palabras es una práctica habitual de Rogelio que le da tranquilidad. A esto se suman el uso de fármacos y sobre todo, su nieta. "Ahora tengo ganas de vivir, aunque todavía se me aparecen palabras pero ahora les pongo sinónimo".

A través de la terapia conductual, Leslie ha sobrepasado los límites de su angustia. Es lo único que le ha servido. Hoy sabe qué hacer ante un pensamiento obsesivo.

DEFINICIÓN: El Trastorno Obsesivo – Compulsivo (TOC) se caracteriza por su inicio en la infancia, adolescencia y adultez temprana, con un curso que puede ser episódico, recurrente, pero que rara vez remite espontáneamente; lo más habitual es que tenga una evolución crónica. Clínicamente el TOC se caracteriza por la presencia de:
OBSESIONES: Pensamientos, impulsos o imágenes recurrentes y persistentes, experimentados como intrusos, excesivos, inapropiados o irracionales por lo menos en algún momento de la evolución de la enfermedad. Causan intensa ansiedad o malestar significativo, por lo que el paciente intenta suprimirlos, controlarlos o neutralizarlos, a pesar de que son reconocidos como provenientes de la propia mente. Estos pensamientos, impulsos o imágenes no se limitan a preocupaciones excesivas sobre problemas de la vida real.
COMPULSIONES: Comportamientos o actos mentales de carácter repetitivo, realizados en respuesta a una obsesión o con ciertas reglas que deben ser seguidas estrictamente. Reducen el malestar o previenen un acontecimiento negativo, pero no presentan una conexión realista con lo que pretenden prevenir.
Las obsesiones o compulsiones causan malestar clínico significativo, pérdida de tiempo o interfieren marcadamente con el curso mental y la vida diaria del sujeto.

EPIDEMIOLOGÍA Y COMORBILIDAD: Estudios en los E.E.U.U. han estimado una elevada prevalencia de vida de 1 a un 3%. La incidencia del TOC es independiente del sexo, inteligencia, cultura, raza, religión, nivel socioeconómico y tipo de personalidad. Se ha asociado con factores hereditarios, antecedentes perinatales, alteraciones de serotonina, de dopamina y otros neurotransmisores, hormonas gonadales, enfermedades neurológicas que afectan los ganglios basales, infecciones estreptocóccicas, embarazo y puerperio.

Presenta una alta comorbilidad con otras patologías psiquiátricas, la asociación más frecuente es con Depresión Mayor (43 - 70%), Trastorno de Personalidad (53%), Trastornos por ansiedad (40 - 60%), Trastornos de la Alimentación, Esquizofrenia y otros.

DIAGNÓSTICO: Clínicamente, el sujeto reconoce las obsesiones y compulsiones como insólitas, parásitas y patológicas, pero procedentes de sí mismo, aunque se oponga a ellas. El origen interno de las obsesiones configura su carácter fatalista, que el paciente experimenta con profunda desazón, ya que escapan al control voluntario e invaden progresivamente su actividad cognitiva de forma agobiante. Por otra parte, los contenidos mentales, generalmente de tonalidad negativa, son otra constante del mundo obsesivo ( p.ej. contaminación, duda, sexuales, agresivas, de orden y simetría, somáticas, religiosas, de acumulación o coleccionismo, etc.). Estos orientan al diagnóstico, pero el contenido no es parte esencial de éste. Si bien las obsesiones poseen el carácter de intrusas, inapropiadas e intensamente molestas, que les han dado la cualidad de "egodistónicas", están lejos de carecer de sentido o ser extrañas al yo. Lo que resulta "sin sentido", y por lo tanto incomprensible, no es el significado de la obsesión, sino el hecho de tenerla fuera del control de su voluntad, es el "dominar sin motivo". Otras características clínicas importantes para el diagnóstico son el carácter repetitivo y punzante de las obsesiones y compulsiones, la lucha ansiosa del psiquismo (resistencia / interferencia) y la atmósfera de duda.


TRATAMIENTO: Un adecuado manejo clínico del TOC se caracteriza por una aproximación terapéutica que combina las terapias farmacológicas de primera línea para pacientes con TOC (los inhibidores de la recaptura de serotonina (IRSs), incluyendo los inhibidores selectivos de serotonina (ISRSs) con técnicas cognitivo – conductuales, como la Exposición y Prevención de Respuesta. Lo anterior lleva a una respuesta mas eficiente que la que se observa con cada uno de los tratamiento por separado.

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Fármacos aprobados por la Food and Drug Administration de los EEUU para el tratamiento del TOC en adultos y *en niños y adolescentes
*Clomipramina: 200 - 300 mg / día
*Sertralina: 50 - 200 mg /día
*Fluvoxamina: 200 - 300 mg / día
Fluoxetina: 40 - 80 mg. / día
Paroxetina: 40 - 60 mg. / día
Citalopram: 40 - 60 mg / día (aprobado por la Comunidad Europea)

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PAUTAS DE TRATAMIENTO

· Seleccionar uno de los IRSs antes mencionados, según las características del paciente

· Usar dosis altas, habitualmente dosis mayores a las usadas en depresión y muchas veces se debe llegar a dosis máximas. Con aumento progresivo para determinar la dosis mínima con la cual obtenemos la respuesta esperada.

· Esperar como mínimo 12 semanas con dosis útiles (respuesta máxima a las 10 a 12 semanas, a dosis mayores que las utilizadas en depresión), para agregar o cambiar a otro IRS o bien para hacer potenciación.

· El período de tratamiento es largo y no hay consenso (pueden ser varios años), por lo tanto es importante el perfil de efectos colaterales del fármaco.

· En el período de mantención se utilizan dosis menores a las dosis requeridas para la respuesta terapéutica.

· Si se va a retirar la fármacoterapia, se debe hacer de manera muy lenta y gradual (ej. clomipramina disminuir 25 mg cada mes y volver a la dosis anterior en caso de que los síntomas reaparezcan)
Refractariedad
Refractariedad a tratamiento: falta de respuesta significativa a más de dos adecuados ensayos terapéuticos con distintos ISRSs (IRS). Algunos investigadores sugieren como criterio la falta de respuesta a por lo menos tres IRS, de los cuales uno ha sido clomipramina.
Manejo de la Resistencia y Refractariedad:



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Estrategias de potenciación de los IRSs (con acción 5HT)

Agentes Potenciadores Rango de Dosis Sugerida
Litio 300-600 mg/día
Clonazepam 1-3 mg/día
Triptofano 2-10 mg/día
Trazodona 100-200 mg/día
Buspirona 15-60 mg/día
Alprazolam 0.5-2 mg/día
Metilfenidato 10-30 mg/día
Nifedipino 10 mg
Liotironina sódica 10-25 mg/día
Clonidina 0.1 - 0.6 mg/día
Fenfluramina sobre 60 mg/día

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OTROS: En caso de fallar todos los esquemas de refractariedad, con una enfermedad invalidante y después de cinco años de tratamiento experto, se puede plantear tratamiento mediante psicocirugía (Cingulotomía, Capsulotomía Anterior, Leucotomía Límbica y Tractotomía Subcaudada). Este trastorno y sus complicaciones son de diagnóstico y tratamiento complejo y deben ser evaluados por médicos especializados en Psiquiatría. volver

Cruzar el océano sin que el cielo se entere.


Qué pensaría Ud. si le dijeran que los miedos se resuelven creando más situaciones de miedo? ¿Qué diría si ante sus obsesiones le recetaran que todos los días se recree durante 30 minutos en su peor fantasía? ¿Cómo entendería que su terapeuta le propusiera para superar su dependencia física dejar de evitar las situaciones críticas y sumergirse en ellas por completo? Pues eso es básicamente lo que propone el psicoterapeuta Giorgio Nardone para tratar todos los problemas que originan los miedos, desde el pánico pasando por las fobias, las obsesiones, los problemas de relación padres/hijos y los trastornos obsesivo-compulsivos hasta trastornos como la anorexia y la bulimia. Con excelentes resultados -afirma- en menos de diez sesiones.

El pasado mes de Octubre el conocido psicólogo Giorgio Nardone, creador de la llamada Terapia Breve Estratégica, pasó por Madrid para impartir un seminario clínico en técnicas avanzadas con las que tratar los problemas del miedo, el pánico, las fobias, las obsesiones y los trastornos alimentarios (anorexia y bulimia). Se trata de uno de los investigadores clínicos más relevantes formados en el MIR de Palo Alto (California) de la mano de Watzlawick y Weakland.
Profesor de Técnicas de Psicoterapia Breve en la Escuela de Psicología Clínica de la Universidad de Siena y director de la Escuela de Terapia Breve Estratégica de Arezzo sus investigaciones en el campo clínico han conducido a innovadores y eficaces modelos de terapias. Autor de numerosos trabajos sobre psicología y psicoterapia es miembro de la dirección científica y de la redacción de la revista Ciencia de la interacción. Aprovechando su visita a España hemos hablado extensamente con él.
-¿Podría decirnos en qué se diferencia su método de las demás terapias psicológicas?
-Verá, durante años estuve buscando soluciones efectivas para tratar las patologías del miedo más frecuentes. Para lo cual profundicé en la psicología conductista, en la terapia sistémica, la hipnosis e incluso en otras vías no relacionadas directamente con la psicología como la filosofía de los sofistas, las estrategias del arte de la guerra y las artes marciales chinas, la lógica aristotélica... hasta seleccionar lo mejor de cada una de ellas. Y de esa síntesis surgió la Terapia Breve Estratégica.
-¿Y en qué consiste?
-La terapia trata de inducir al cambio de forma natural. La idea es que la persona experimente situaciones aparentemente casuales que, sin embargo, están perfectamente planificadas de antemano por el terapeuta. Para lo cual se crean una serie de estrategias personalizadas y focalizadas no en el problema sino en el objetivo que se pretende alcanzar. Esa es la diferencia fundamental con las otras terapias: trabajamos sobre la idea de que lo que hay que hacer es construir soluciones porque es desde ahí como se descubre el verdadero problema.
-¿Por qué la califica de "breve"?
-Porque, a diferencia de otras terapias, es muy rápida. Piense que normalmente no se precisan más 10 sesiones. A veces, incluso varias menos.
-¿Y cómo se desarrolla?
-En dos pasos. Primero hay que crear experiencias concretas de cambio mediante estrategias en las que tiene gran importancia el uso del lenguaje, la utilización de la capacidad que tenemos los seres humanos para comunicar y sentir. Es nuestro "sexto sentido" en realidad. Tiene efectos perceptivos-afectivos. En este punto el terapeuta trata de inducir en el paciente experiencias internas transformadoras. Es la fase más larga pues en ella el paciente tiene que llegar a ser consciente de su problemática descubriendo el autoengaño en el que se halla inmerso. El segundo paso consiste en llevar a la persona a ser consciente de sus potencialidades, de sus recursos... y activarlos.
Es decir, primero hay que conseguir que se sienta responsable de sus cambios para luego, con la ayuda del terapeuta, despertar sus recursos naturales.
-¿Implica eso que en su terapia es el paciente el que toma las riendas del proceso de sanación?
-La terapia tiene como columna vertebral devolver al individuo la responsabilidad de su existencia. Y en ese sentido es muy importante la consideración de que un trastorno es un problema, no una enfermedad. Un problema tiene solución; en cambio, una enfermedad necesita curación. La percepción es muy diferente.
Nosotros llevamos al paciente a actuar y sentir para que aprenda a ver su realidad de forma diferente. Y no se trata de enseñarle a vivir otros mundos sino de que cambie su percepción de lo que ve. La idea básica es diseñar estrategias para solucionar los problemas. El remedio consiste en usar la misma dinámica del incidente que causa el problema pero desplazando la atención del miedo a una tarea aparentemente más extraña, más complicada. A esa estrategia la llamamos Cruzar el océano sin que el cielo se entere.
-¿Y qué efectos se consiguen?
-Los efectos son muy claros: primero se produce el desbloqueo de la sintomatología, después se libera a la persona de su problema y, por último, se la acompaña mientras construye un nuevo equilibrio reconstruyendo lo que se ha destruido. El terapeuta es durante el proceso sólo un acompañante, un consejero. Siempre es el paciente el que da los pasos. Hay que sembrar en él la idea clave de que si fue capaz de crear el problema es igualmente capaz de resolverlo.
Para ello le hacemos preguntas sobre cómo se siente y cómo se manifiesta lo que siente. Y cada dos o tres preguntas parafraseamos sus respuestas para corroborar. Así el paciente siente que es él quien hace la terapia, es él quien descubre cómo funciona su problema. El terapeuta sólo abre ante él posibilidades diferentes, escenarios que le permitirán ponerse a prueba.
Al final de las preguntas resumimos y le damos las prescripciones. Se trata de establecer una relación constructiva con el paciente, empática. Así aseguramos que las prescripciones serán seguidas al pie de la letra, lo que es fundamental para los buenos resultados de la terapia.
-¿Y cómo son esas "prescripciones"?
-Se trata de desviar la atención, como antes dije, y pedirle que siga al pie de la letra las pautas que le marcamos o prescribimos aunque le parezcan absurdas. Son muy repetitivas y van unidas a un ritual. ¿Y por qué un ritual? Porque induce a la persona a creer en el poder de la magia. Aunque en realidad se trata de tecnología avanzada si lo miramos desde el punto de vista de la mente. Es un trabajo estratégico para que la magia se produzca. El cambio de la persona no lo da la consciencia adquirida sino las estrategias realizadas. Pero no se trata de que sea interiormente consciente de sus problemas y de conocer la causa para tratar de cambiar la situación; en la Terapia Breve Estratégica se parte de la base de que el cambio no necesita la consciencia sino que es, incluso, contraproducente (lea el lector cómo se desarrolla paso a paso la terapia en el recuadro adjunto) .
-¿Qué tipo de trastornos se pueden tratar con su terapia?
-Normalmente todos los trastornos del miedo tienen una sintomatología común: un efecto paralizador. Ahí se encuadran los ataques de pánico, fobias generalizadas o locales, obsesiones, depresión... Y también se aplica en los casos de anorexia, bulimia, problemas de relación padres/hijos, trastornos obsesivo-compulsivos, conflictos de empresa y organización, etc.
Además da buenos resultados en otros problemas. Por ejemplo, una paciente que resolvió en pocas semanas sus ataques de pánico me pidió ayuda para adelgazar. Muy bien -la dije-, escoge una de las dietas que conoces, una que no sea restrictiva. Y haz un trato conmigo: cada vez que comas algo fuera del régimen tienes que tomarlo cinco veces a continuación. Por ejemplo, si tomas un bombón a continuación tienes que tomar 5, si es un bocadillo habrás de tomar otros 5 iguales. En tres meses había perdido 12 kilos. Me dijo que alguna vez había transgredido el régimen pero que hacerlo 5 veces más era una tortura. Se tomó un bombón y dijo: "¡Qué bien, ahora a tomarme los cinco restantes!".
Pero, claro, el segundo le supo rico, el tercero menos, el cuarto aún menos y el quinto le pareció ya insoportable.
-¿Y para qué tipo de trastornos no es válida su terapia?
-No tratamos psicodependencias, drogas, alcoholismo, etc. También está contraindicado en problemas que no presentan sintomatología fuerte. Si se trata de pequeñas crisis puntuales o problemas existenciales no se puede reutilizar la energía del propio trastorno y el paciente no sigue las prescripciones. Podríamos decir que no está recomendada para casos sencillos sino para los muy graves. Recordemos que la terapia estratégica utiliza la energía y la fuerza del trastorno contra el trastorno mismo. Si el trastorno es débil la energía también lo es.
-¿Se tratan igual todos los trastornos? ¿Se aplica el mismo protocolo a distintos pacientes?
-La terapia ofrece estrategias específicas para problemas específicos. Existen protocolos para cada patología, abiertos y adaptados a cada paciente.
-¿Y con qué resultados?
.Las estadísticas son muy buenas. Se resuelve el 88% de los casos en apenas 7 sesiones como media. Se ha tratado ya a 1.500 personas en Europa a las que se hizo un seguimiento durante seis meses comprobándose además que no hay recaídas ni desplazamiento de los síntomas.
-¿Y en otros sitios?
-En los últimos años han sido tratadas más de 6.000 personas en todo el mundo con el mismo porcentaje de resultados. Hay un 88% de resultados positivos en los casos de agorafobia y de un 90% en los trastornos fóbicos.
El modelo es eficaz y científico. Y puede ser transmitido, se puede enseñar a otros para que lo apliquen; de hecho, ya hay más de 500 terapeutas formados en Italia y Europa.
-¿Por qué cree Ud. que las psicoterapias rápidas son más efectivas?
-Las psicoterapias rápidas garantizan un modelo más eficiente porque tienen una duración limitada en el tiempo. Las largas, en cambio, al durar tantos años fallan porque se producen cambios en la persona, en su vida y cuando acaba la terapia no puedes saber si realmente se ha curado la persona por la aplicación de la terapia o por los cambios significativos que se han producido en su vida.
-¿Funciona tanto para tratar miedos psicológicos como físicos?
-Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el ataque de pánico es la patología que más está creciendo en el mundo. Un alto número de personas lo ha padecido ya o lo padecen. Podría decirse incluso que hay dos trastornos que son producto de nuestro tiempo y de nuestra manera de vivir: la depresión y los ataques de pánico.
Piense que el miedo es la emoción más antigua y primordial del ser humano, tanto si es dirigido al interior como si va dirigido al exterior. Y al miedo tenemos que verlo desde dos vertientes: los aspectos sanos y los aspectos patológicos. A fin de cuentas, es un mecanismo que nos pone alerta ante las amenazas y nos coloca en la mejor disposición para resolver los problemas ya que activa el organismo para lograr una mejor reacción. El miedo puede ayudarnos a salvar la vida. Sin embargo, se convierte en algo patológico cuando supera un determinado umbral ya que entonces nos bloquea e incapacita para dar la respuesta adecuada y necesaria. Miedo a la pérdida de un ser querido, a subir en un avión, a perder el control, a hablar en público, a sonrojarse, a perder el control de los esfínteres, a los espacios abiertos y a los reducidos, a la soledad, a determinados insectos... Hay tantos miedos como personas. Miedos que además se pueden convertir en fobias, ataques de pánico, fijación hipocondríaca...
Hay que concretar pues lo que desencadena el miedo hasta convertirse en pánico. Y después se trata de ayudar al paciente a afrontar todas las situaciones que ha estado evitando por miedo.
-¿A qué tiene miedo hoy la humanidad basándose en la experiencia de los casos que le llegan a la consulta?
-Pues el miedo más extendido es a perder, el control en todas sus variantes: el segundo, a subir en avión; el tercero, a la altura (acrofobia); el cuarto, a perder a los seres queridos. Es la primera entre las fobias relacionales: el quinto, a los espacios abiertos (agorafobia); el sexto lugar lo ocupan los trastornos de pánico por soledad; el séptimo, la aracnofobia o miedo a las arañas; y el octavo, la dismorfofobia (fijación por someterse a cirugía estética constante para no tener defectos físicos). Requiere su propio tratamiento.
-Dice que los síntomas derivados del miedo se solucionan con su terapia pero éstos normalmente esconden problemas psicológicos y emocionales. ¿Se tratan después con otra técnica o se tratan también con su terapia?
-La verdad es que en ocasiones se elimina una fobia y aparece un trastorno obsesivo. Es como esas muñecas rusas de madera: abres una y hay otra después. Y así sucesivamente. Lo importante es centrarse en abrir la primera y después, cuando se haya resuelto completamente esa, abrir la segunda y se tratarla como si fuera una nueva terapia, un nuevo problema.
En todos los casos se pretende siempre desbloquear, eliminar el problema que paraliza a la persona, la incapacidad de hacer algo por sí mismo... y activar su máximo potencial
-¿Y si alguien se niega a seguir sus "prescripciones" (veáse el recuadro con la descripción de las mismas)?
-Casi nadie lo hace. Se crea desde el principio un doble vínculo terapéutico, les llevo paulatinamente a esa situación. Algunos llegan a la consulta diciendo: "Doctor Nardone, ya he leído sus libros y conozco las estrategias así que no me van a funcionar". Y yo les digo: "No, no, al contrario; como las conoce funcionará mejor".
Tenemos que recordar que leer algo o pensar en algo, es decir, conocerlo a través del pensamiento, del intelecto es algo muy diferente a experimentarlo, vivir nuevas sensaciones. Mi terapia no se basa en el pensamiento sino en la percepción. Por eso es tan efectiva, porque la percepción va antes que el pensamiento y sus efectos también van por delante.
-Por último, ¿a qué cree Ud. que se deben los excelentes resultados de su terapia?
-Creo que es a la forma en que se induce al cambio. Nosotros hacemos que el paciente experimente reacciones diferentes ante la misma situación y esas nuevas percepciones inducen al cambio.
Hay dos formas de cambiar, la primera es dentro del sistema. Ahí encuadraríamos la psicología conductista: se cambia el conocimiento o la conducta y normalmente se producen recaídas.
La segunda es romper con el sistema. Y las percepciones pueden cambiar el sistema. Mi terapia es radical, sencillamente, porque trabaja con las percepciones.
Hasta aquí nuestra charla con Giorgio Nardone, creador de la Terapia Breve Estratégica. Es evidente que cada día surgen nuevas terapias más respetuosas con el ser humano. Terapias que intentan que las experiencias vividas se conviertan en conocimiento y sabiduría, terapias que potencian el despertar de los recursos de la persona para permitirle una manifestación más completa en todos sus niveles de expresión: físico, energético, mental, emocional y espiritual. Nos congratula.


María Pinar Merino
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Fases de la Terapia Breve Estratégica
1ª FASE
Hay que crear en la consulta una atmósfera sugestiva y saber que la relación va dirigida siempre al cambio. En esta primera fase el terapeuta toma una parte muy activa y usa un lenguaje casi hipnótico formulando preguntas estratégicas que permitan al paciente descubrir aspectos que no conocía. Esta fase de indagación e investigación provoca ya el primer cambio.
El terapeuta usa en ella diversas técnicas de comunicación como redefiniciones, parafrasear, metáforas, aforismos, etc., a fin de concretar y redefinir el contenido de lo que va saliendo.
El paciente suele sentirse a gusto, comprendido, convencido de que es él quien lleva las riendas. Todo el proceso es suave e indirecto, sin dirigismo. El paciente se siente el protagonista de la relación.

2ª FASE
Una vez entendido el problema se aplica la estrategia adecuada (vea el recuadro adjunto) para desbloquear la situación aunque a veces es necesario encadenar varias estrategias. Es esta fase el paciente comprueba sesión a sesión cómo se producen cambios notables en sus hábitos y en su comportamiento.
La terapia posee aquí un estilo diferente ya que en las primeras era más sugestivo e hipnótico. Y si bien normalmente las sesiones tienen lugar cada quince días en ese tiempo se mantiene el efecto sugestivo y es un buen plazo de tiempo para que la prescripción manifieste claramente sus efectos. De ese modo también se potencia la independencia del paciente que nota cómo va mejorando sin la presencia constante del terapeuta. Eso le da confianza y aumenta su autoestima.

3ª FASE
Una vez que se ha producido el cambio y con objeto de que el paciente se responsabilice el tono se vuelve menos sugestivo, más confrontado. Se discute para que emerja la confianza en sus recursos activos. Se le reta y se le provoca para que surja la consciencia hasta que, finalmente, él mismo declare que ha superado los problemas que tenía. Le pedimos entonces que evalúe su progreso de sanación en una escala de 0 a 10. Cuando declara 10 se considera que ha sido totalmente superado.

4ª FASE
El paciente nos dice lo que nosotros deberíamos decirle. Se ha convertido en su propio terapeuta, capaz de encontrar sus mecanismos para resolver las situaciones que antes le atenazaban. A partir de ahí se fijan citas a 3 meses, 6 meses y 1 año como sesiones de mantenimiento. Se mantiene así un fino vínculo entre paciente y terapeuta aunque la independencia es total. Permanece de esa forma entre ambos un vínculo afectivo. Y es que es importante que el paciente reciba reconocimiento por sus cambios, algo que cuando viene del terapeuta lo potencia.
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Estrategias utilizadas en la terapia
1ª) La conjura del silencio.
Consiste en pedir al paciente que no hable de su problema con nadie porque si lo hace "riega" la planta de su problema y éste crece. Es decir, le genero un miedo. Un nuevo miedo que enfrento a su miedo. Es lo que hacen las artes marciales: usar la energía del contrario para aumentar la propia. Ahora bien, la terapia intenta aumentar el miedo en sentido positivo. La conjura del silencio va dirigida a cortar el círculo vicioso que produce el hablar una y otra vez del problema. El miedo a hablar es, pues, la base de la conjura del silencio.
En el caso de un hipocondríaco se le recomendó que mantuviera la conjura del silencio todo el día pero después de cenar, todas las noches, debía reunirse en el salón son su mujer, coger un despertador, marcar media hora y durante ese tiempo quejarse hasta que se acabara el tiempo. Ella debía estar callada sin intervenir. Normalmente a los pocos días se agota y cada vez le resulta más difícil encontrar cosas de que quejarse.

2ª) La evitación.
Se trata de no pedir ayuda a quien esté cerca porque cuando es ayudado en el fondo recibe el mensaje de que no es capaz de hacerlo por sí mismo. Eso le patentiza que no puede resolver su problema. Así que se le induce a una reflexión sobre la petición de ayuda. Es conveniente romper la dependencia. "Cada vez que pides ayuda -le decimos- alimentas tu problema. Piensa en ello". Y a veces se le somete a una provocación paradójica como la de: "No te esfuerces en no pedir ayuda pero piensa que cada vez que lo haces crece tu problema". Enfrento así el miedo a empeorar al miedo a pedir ayuda. No se le dice que deje de pedir ayuda pero sí que piense en lo que ocurre cuando lo hace. Y al colocarle en esa situación el cambio es inevitable.

3ª) La concreción de la fantasía.
Esta prescripción juega con la creencia en la magia y la sugestión hipnótica. Por ejemplo, se le dice al paciente: "Imagínese cada mañana, al despertar, que su problema ha desaparecido. ¿Qué ocurriría entonces? Pregúntese: ¿qué cambiaría en su vida si ya no tuviese este problema?, ¿cómo sería su vida si resolviera esto?, ¿cómo le verían los demás?, ¿cómo lo notarían?, ¿qué haría?, ¿qué otros problemas aparecerían? Piénselo". Es decir, inventamos una realidad y la convertimos en algo concreto. El paciente cree así ya desde esa primera sesión que la magia es posible, encontrándose en un cierto trance mágico/hipnótico.

4ª) Llevar un "Diario de a bordo".
La prescripción en este caso es: "Tiene que llevar siempre consigo un cuadernillo y cada vez que tenga un ataque de pánico o cualquier sintomatología relacionada con el miedo apuntar en él el día, la hora, el hecho que se produjo, su estado, cómo se sintió y en qué medida le afectó. Es importante hacerlo en el mismo instante en que se produce el trastorno. Como si tomara una foto de todas las situaciones críticas que ocurren durante las dos semanas. Cuanto mejor ejecute esta tarea más le ayudará porque nos ayudará a entender su problema y podremos ayudarle mejor". Esta estrategia es especial para los ataques de pánico aunque también se usa en los hipocondríacos porque desplazan su atención al cuaderno, dejan de buscar el apoyo de los demás. La hipocondría se asocia con un trastorno de pánico e interacciones patógenas a su alrededor. Con esta estrategia desaparece el miedo porque al preocuparse por llevar un registro completo de lo que sienten y cuándo lo sienten su atención se desplaza de la lucha contra el síntoma a intentar simplemente describirlo.

5ª) La pregunta diaria.
Esta estrategia permite al paciente romper sus propios límites. Le planteamos: "Si Ud. quisiera no mejorar voluntariamente su situación sino empeorarla, ¿qué tendría que hacer o dejar de hacer, pensar o dejar de pensar? Sólo imagíneselo, reflexione. No lo haga, sólo plantéeselo. Deberá escribirlo en su cuaderno si son muchas las cosas que le surgen pero si no con expresarlo verbalmente en la siguiente sesión de terapia es suficiente". Esta estrategia se basa en el axioma"Si quieres enderezar algo aprende primero todas las formas de torcerlo aún más".

6º) La peor fantasía.
La prescripción es: "Tiene que fijar media hora cada día, siempre a la misma hora, para aislarse en una habitación a oscuras y recrear sus peores miedos, los pensamientos más negativos. Evoque sus más terribles fantasías, todo aquello que le produce pánico, situaciones, personas, etc. Pondrá un reloj despertador que sonará a los 30 minutos. Si le da por gritar, grite; si por llorar, llore. Hasta que suene el despertador. Cuando eso suceda saldrá de esa habitación y continuará su vida normal".
Normalmente nos pasamos la vida intentando evitar lo que ésta nos depara. Sin embargo, al forzarle a imaginar las peores situaciones normalmente la persona se relaja; eso sí, le cuesta hacerlo de forma voluntaria y algunos, incluso, se duermen. Ese es el objetivo. Experimentar que la mejor forma de superar un miedo es provocarlo conscientemente. Llamar al fantasma, provocarle, tocarle e ir tras él hasta hacerlo desaparecer. Después, si los resultados han sido satisfactorios, en la siguiente sesión le pediremos: "Ahora deberá hacer eso mismo cada 3 horas. Es decir, 5 veces al día durante 5 minutos en lugar de hacerlo media hora diaria. Sin aislarse, donde quiera que esté, piense en las peores fantasías mientras sigue con su actividad normal. Si surge algún problema fuera de los momentos preestablecidas lo afronta igualmente. Mirará el reloj y durante 5 minutos intensificará esa sensación de miedo". Con ello se pretende entrenar a la mente para que voluntariamente aumente la sensación de miedo durante esos cinco minutos a fin de controlarlo y vencerlo también voluntariamente. El efecto es que desaparece. Se basa en la idea de "echar más leña para que el fuego se apague". Los antiguos decían que el miedo enfrentado se convierte en valor y desaparece; y que si intentas evitarlo se hace más fuerte. Esta técnica enseña a erradicar el pánico definitivamente.
Ahora bien, se trata de una estrategia que no puede utilizarse con paranoicos, borderline o psicóticos.

7ª) El ritual matinal
Viene muy bien para los depresivos. Lo llamamos Discurso desde el púlpito y está especialmente indicado para aquellas personas que se quejan siempre. La idea es dejar que el paciente hable durante media hora seguida pero prohibiendo el diálogo. Es decir, su interlocutor debe guardar un religioso silencio. De esa forma le damos espacio para que se exprese pero le quitamos el soporte para romper su modelo de comunicación que está muy viciado.
A los hipocondríacos también se les aplica esta técnica en conjunción con la de la conjura del silencio. Es decir, por un lado se les dice que no pueden hablar de su problema durante todo el día... pero se les concede hacerlo en los 30 minutos prefijados.

8ª) El sabio que finge ser estúpido.
Normalmente esta estrategia se aplica en las últimas fases de la terapia. A veces, cuando el paciente ve una cierta mejoría intenta desplazar la atención hacia otro problema, otra preocupación. Dejan de hablar del problema que les atenaza e intentan sacar otros conflictos psicológicos. El terapeuta debe estar atento para no caer en la trampa y mantener las prescripciones a pesar de todo. Se le pregunta al paciente: ¿cuál es su valoración del cambio?, ¿ha observado una gran mejoría entonces?, ¿qué puntuación le daría en una escala de 0 a 10?

9ª) El mapa con los límites (especial para agorafóbicos)
La prescripción es "Coja el coche todos los días y desde su casa aléjese en dirección a uno de los cuatro puntos cardinales hasta donde llegue, hasta donde se sienta seguro, sin superar su límite de miedo; márquelo entonces en el mapa, de la vuelta al coche 180º y vaya marcha atrás despacio durante 50 metros. Al día siguiente haga lo mismo en otra dirección, llegue al punto en que siente miedo, márquelo, de la vuelta al coche y circule marcha atrás 50 metros."
Con ello se le somete a una tremenda contradicción: se le dice, por un lado, que no supere su límite; y después que debe superarlo... pero marcha atrás. Es un truco muy sugestivo.
Cuando haya ido a los 4 puntos cardinales debe volver a empezar por el primer trayecto y repetir los mismos recorridos mirando hasta donde puede llegar (normalmente rebasan el límite anterior). Las distancias se van ampliando considerablemente hasta que el miedo desaparece por completo.

10ª) El secreto perturbador.
Esta estrategia se aplica en las obsesiones que sufren las personas que tienen miedo a hablar en público (trastorno de evitación). En este caso el "diario de a bordo" no sirve porque no le permite afrontar la situación. Así que se le propone afrontarlo como un experimento: "Al entrar en una sala donde se celebra la reunión o la conferencia se disculpa y dice lo que le podría ocurrir, es decir, lo que le da miedo que ocurra. Si no tiene bastante miedo no lo diga. Se trata de reconocer públicamente esa dificultad. Si lo hace se convierte en un acto de coraje que es valorado por los demás. Por ejemplo, si dice: 'Discúlpenme pero en estos días estoy muy estresado y dentro de un rato podría sonrojarme, bloquearme o incluso olvidar algo importante'. Declarando un secreto perturbador usted demuestra más valor".
El obsesivo lo admite si se le convence de que puede escoger entre dos opciones: afrontar la situación temida y resolverla -es decir, callar, pasar sin declararlo- o atreverse a decirlo y los demás le verán como un valiente y le entenderán.
Con esta estrategia la persona deja de evitar. Su atención se desplaza a lo que debe hacer, tiene que decidir hacer una cosa u otra pero va a afrontar la situación. Es crear de la nada una estrategia. Con ello pierde el miedo y la vergüenza a quedar mal ante los demás y al poder elegir se siente más libre.
Si siente más miedo que vergüenza confesará su límite, verá la disposición de la gente, descargará su tensión y será terapéutico de igual manera. Si tiene más vergüenza que miedo nunca confesará su secreto pero no por ello su nivel de miedo subirá. En este caso enfrenta la vergüenza al miedo y también es terapéutico.


fuente:discoveri salud

Hechos vitales que conducen al TOC


Hechos vitales que conducen al TOC
El origen neurobiológico del TOC no significa que no haya factores vitales que puedan contribuir a desencadenarlo en los sujetos predispuestos. Así, Zohar se ha referido a dos hechos biográficos que favorecen la aparición del trastorno: un episodio traumático y el embarazo. Durante este último y después del parto, se produce un aumento del riesgo de desarrollar conductas obsesivo-compulsivas.

"Es menos conocido, y también menos frecuente que la depresión postparto, pero también se produce; al parecer con el aumento de la oxitocina, una hormona que se ha relacionado con el trastorno".

En cuanto al trastorno por estrés postraumático, se calcula que un 30 por ciento de los afectados desarrollará el TOC. "El estrés postraumático es uno de los cuadros psiquiátricos donde se puede realizar tratamiento preventivo, evitando en el afectado la memoria emocional que lo desencadene".