nuestro cerebro nos engaña

Trucos de la mente





Estudios científicos han demostrado que el cerebro nos engaña cuando recordamos o pensamos en nosotros mismos, cuando soñamos y percibimos lo que nos rodea, valiéndose de cualquier estratagema para conseguirlo, ya que para él lo importante es nuestra supervivencia. Para conseguirlo debe poseer la mayor cantidad de información disponible, y en ausencia de ésta la tomará “prestada”, aunque no sea exacta. Con ello conseguirá que la realidad que nos rodea tenga sentido y sea coherente. De esta forma, creeremos que todos nuestros comportamientos están bajo control y que nuestra memoria parezca un reflejo fiel de lo ocurrido, otorgándonos una mayor seguridad.

Redes - ¿Por qué nos engaña el cerebro? - Parte 1
Los objetos que nos rodean pueden ser reales, pero lo que experimentamos como realidad son ilusiones creadas en nuestro cerebro. Cuando recordamos un suceso, el cerebro rellena los huecos con contenidos imaginados e irreales, para otorgar una coherencia. A veces, recogemos información de una forma inconsciente, que al salir a la superficie nos parece maravilloso y sobrenatural. La actitud, la emoción, la imaginación y lo vivido influyen en nuestro recuerdo. A veces nos muestras cosas que no están y otras nos elimina cosas que sí están. Se dice que cuando Cristóbal Colón desembarcó en el Nuevo Mundo, cogió desprevenido a los indígenas porque no habían visto acercarse a las embarcaciones, al no poseer ninguna lógica el que estuviesen allí, porque nunca habían visto nada parecido.

El “deja vu”, fenómeno por el que tenemos la percepción o experiencia de estar viviendo algo que ya hemos vivido anteriormente, ocurre, según una de las teorías, porque en el cerebro se produce un retraso de milésimas de segundo en procesar la información, pero no en almacenarla en la memoria. Por eso, al procesarla tenemos la sensación de que la estamos viviendo y recordando a la vez. Es decir, el presente se hace pasado en nuestro cerebro.

La sensación de unidad mental o conciencia de uno mismo también es fruto de nuestro cerebro, constituyendo una ilusión mental más. De hecho, hay estados en los que desaparece, como al estar anestesiados, cuando dormimos sin soñar, o cuando estamos muy borrachos…

Redes - ¿Por qué nos engaña el cerebro? - Parte 2

Antes de Ver el Siguiente Video, Lee el Texto con las Instrucciones

Un ejemplo de lo anterior se puede ver con el experimento que numerosos psicólogos han realizado. En ellos, se ha estudiado el cerebro evaluando la capacidad de atención, o concentración, que poseen las personas. . En el video aparecerán dos equipos de chicas pasándose una pelota de baloncesto mientras mueven de un lado para otro. Tienes que prestar mucha atención y contar el número de pases que se dan las tres chicas que visten manga corta. Para que el experimento sea válido hay que contar todos los pases en una única visualización del video.

En este experimento el resultado es irrelevante. La cuestión es: ¿has visto el gorila que se pasea entre los jugadores? Si no crees, que en el video se puede ver con absoluta claridad un hombre con una gabardina que pasa entre los jugadores, vuelve a mirarlo.




No te preocupes, es lo que sucede en la mayoría de los casos. Al estar concentrado, el cerebro de forma inconsciente descarta la información "innecesaria". Diariamente, nuestro cerebro procesa 400.000 millones de bits de información por segundo pero sólo somos conscientes de 2.000 bits, es decir, un 0,0000005 %...

Los videos pertenecen al programa "Redes", de la segunda cadena de Televión Española.

Referencias:
http://neofronteras.com/?p=36
http://www.khouse.org/articles/2000/265/
http://www.hispamp3.com/noticias/noticia.php?noticia=20040112082725

fuente:ciencia popular.com

La eficacia del diván


Científicos estadounidenses del Instituto de Neuropsiquiatría de UCLA
acaban de demostrar que las terapias cognitivas del comportamiento producen
cambios en la función cerebral similares a los que se obtienen cuando los
pacientes con trastornos obsesivo compulsivos reciben medicación.
.

Woody Allen, no sólo estaría de acuerdo con el doctor Jeffrey Schwartz, sino
que se mostraría encantado de que la ciencia le proporcione más argumentos para
seguir defendiendo la psicoterapia. Un estudio liderado por este especialista,
del Instituto de Neuropsi-
quiatría de UCLA, Los Angeles, sugiere que este tipo de tratamiento puede
producir cambios en el cerebro similares a los que provoca la medicación en
pacientes obsesivo compulsivos. «Lo que quiere decir esta investigación es que
las terapias cognitivas del comportamiento eficaces pueden tener efectos
biológicos y no sólo psicológicos», declara el doctor Eric Hollander, de la
Escuela de Medicina del Mount Sinai, en Manhattan.
El trabajo del equipo de Los Angeles, publicado el pasado miércoles en The
Archives of General Psychiatry, irrumpe en el mundo de la psiquiatría en un
momento en el que los avances en neuroquímica estaban poniendo en entredicho la
eficacia de tumbarse en el diván del psicoterapéuta. Sin embargo, estos
expertos pudieron comprobar los efectos de la psicoterapia en nueve pacientes
obsesivo compulsivos utilizando una prueba que permite obtener imágenes del
cerebro, la Tomografía por Emisión de Positrones (PET).
Durante nueve semanas, los pacientes se sometieron a terapias cognitivas de
comportamiento. Posteriormente, los expertos comprobaron que seis de los nueve
enfermos mejoraron sustancialmente con la psicoterapia, mientras que los tres
restantes sólo mostraron un avance discreto. Las imágenes del PET revelaron dos
cambios significativos en la función cerebral. Uno de ellos se refiere al
«estrechamiento» ligado a la actividad de ciertas estructuras cerebrales.
«Nosotros sabemos que en los trastornos obsesivo compulsivos la clave está en
las estructuras que están "encerradas" de forma conjunta. Pero en los pacientes
que responden a la terapia estas estructuras pueden actuar de forma más
independiente, como sucede en el caso de las personas que no sufren este
trastorno», afirma Jeffrey Schwartz.
El segundo descubrimiento se refiere a una zona del cerebro conocida como
núcleo caudado. Dicha zona, normalmente inactiva, está activa en los pacientes
obsesivo compulsivos. «Nuestro segundo hallazgo, que confirma los resultados
obtenidos en otro trabajo realizado por nuestro equipo y que fue publicado el
año pasado, es que la actividad del núcleo caudal se reduce en los pacientes
que responden a la psicoterapia». Pero para los científicos de UCLA la
verdadera trascendencia de este trabajo reside en que se ha comprobado la
efectividad de la psicoterapia en este tipo de trastorno psiquiátrico. «Lo más
importante es que las terapias cognitivas del comportamiento pueden por sí
solas, y sin medicación, invertir los problemas que sufren estos pacientes».
No obstante, algunos expertos opinan que no todos los pacientes responden igual
a la psicoterapia. El doctor Don Black, director de la clínica de trastornos
obsesivo compulsivos de la Universidad de Medicina de Iowa, es uno de ellos.
«Para llevar a cabo este tipo de terapia se necesita que el paciente sea capaz
de enfrentarse a sus propios miedos y para algunos pacientes esto es demasiado,
y no pueden o no quieren hacerlo». Michael Jenike, director de una clínica para
el tratamiento de este trastorno en el Hospital General de Massachusetts
insiste en que, aunque está demostrado que el mejor tratamiento es el que
combina los medicamentos con la terapia, este estudio puede favorecer el que
los especialistas que sólo recurren a los fármacos incluyan la psicoterapia
como parte terapéutica de sus pacientes.

fuente: PATRICIA MATEY, el mundo suplementos

despersonalizacion


En la bibliografía varios clínicos citan ejemplos de pacientes que presentan diversas variables y grados de despersonalización- desrealización. Sin embargo, he optado por citar un breve fragmento de una novela del escritor húngaro Sandor Marai, “Divorcio en Buda”, editado en el 2002. Uno de los personajes de ésta novela (el Sr Greiner) describe sus sensaciones de esta manera: “en este momento pienso que nada tiene sentido. Miro a mi alrededor. Todo me resulta conocido, todo está perfectamente ordenado, en su sitio exacto, situado en el tiempo y en el espacio: ésta es mi casa, mi nombre figura en la puerta, mi dirección y mi número de teléfono están en la guía, estos son mis muebles, en esa habitación está descansando mi querida Anna. (...) Todo está bien y, sin embargo,, así todo junto carece de sentido. No sé como explicarlo. No lo comprendo ni yo mismo. Qué sentido tiene todo? Bueno, quizá no deba tener un sentido determinado. Es la realidad, sí

Pero entonces, qué ha ocurrido?, Salgo al recibidor, en el perchero está mi abrigo tal como lo ha colgado la criada, en la pared está el grabado con la vista de Oxford y al lado, el barómetro con la figurita del señor con paraguas y la señora con sombrilla. Ahora es el señor quien está en primer plano. Sí, sigue lloviendo. Vuelvo dentro, me gustaría despertar a Anna, más qué podría decirle? No obstante, siento que debería aclarar algo antes de que lleguen mis pacientes. En este estado no puedo trabajar, no me encuentro capaz de curar, ni siquiera de vivir. Miro la lámpara y la enciendo pensando que quizás me faltaba la luz, ya está encendida, ya hay luz, así todo adquirirá sentido. Pero la luz no ha servido de nada. Me pongo de pie de un salto, me llevo las manos al pecho, seguramente estoy muy pálido. Me invade un miedo terrible. Tengo la sensación de que ha ocurrido algo. La sensación? No, se con certeza absoluta que ha ocurrido algo.”


El señor Greiner describe la sensación de no ser uno exactamente el mismo, de que algo diferente ocurre y no puede explicarse. La desrealización consiste en producir una sensación de que las situaciones son irreales o que se vive dentro de un sueños. Greiner experimenta un alejamiento emocional de su propio entorno y sus propios actos. Sin embargo esta disminución emocional es paradojalmente asociada a un sentimiento angustioso de que “algo no está bien”.


Por último es interesante citar un material clínico aportado por Rosenfeld en 1947 (pág 20) acerca de una paciente llamada Matilde quien describe su experiencia de despersonalización como “una manta que la separa del mundo”, sintiéndose muerta y separada de sí misma. Para Rosenfeld (1947. pág 21), este estado parte de defensas contra sentimientos de “culpa, depresión y persecución”. Para este autor, la despersonalización es un proceso esquizoide que afecta la estructura del yo, causando diferentes grados de disociación. Ésta posición fue mantenida previamente por Melanie Kein, quien en 1946 ya había planteado que en la despersonalización se produce una regresión a la posición esquizoparanoide.

Para que el lector comprenda con sencillez el concepto de intención paradójica, deberá retirar diez segundos la vista de esta pantalla durante los cuales tiene que procurar no pensar en elefantes rosas.

Difícil, ¿eh? En eso consiste la intención paradójica. Sucede cuando la mente actúa de manera contraria a lo que se pretende.

Tal efecto puede ser causa y terapia a la vez. Por ejemplo, para alguien que tiene insomnio, tratar de quedarse dormido voluntariamente le provoca una ansiedad que hace que se mantenga despierto toda la noche. La terapia, no obstante, puede consistir en dar a los pacientes instrucciones para que no se queden dormidos.

Asimismo, para el combatir el tartamudeo, no sólo no se intenta que el sujeto trate de hablar correctamente, sino que se le obliga a “tartamudear ex profeso” antes de comenzar cualquier conversación (Erikson y Frankl, 1973).


Mientras pelaba las patatas, a la mujer se le pasó por la mente usar el mismo cuchillo para degollar a su marido que leía el periódico a su lado. La reciente madre pensó fugazmente en lo fácil que sería ahogar al bebé con una almohada. El estudiante tuvo la instantánea de lanzarse a la vía del metro mientras esperaba que este llegara. El devoto católico rumió que podría tener relaciones sexuales con la Virgen María. Al heterosexual convencido se le ocurrió por un momento que podía insinuarse con el amigo de toda la vida. El pacifista se imaginó en un destello actuando como un francotirador durante una manifestación.
Si de verdad fuéramos honestos y observáramos con distancia el escándalo que nos produce, admitiríamos que con frecuencia tenemos ideas inconfesables que nos pasan volando por la mente y que no tienen nada que ver con nuestros valores y decisiones racionales. Estas ideas son tan taimadas que a veces juegan con nosotros mostrándonos un “yo” perverso que no cuadra con el “yo” coherente con nuestras creencias y nuestro sentido de lo que está bien y lo que está mal.

“Intenta no pensar en un oso blanco”.

La presencia de pensamientos no voluntarios o invasores en la mente es un fenómeno bastante universal. Muchos podríamos preocuparnos y dudar de si somos o no obsesivo-compulsivos. Lo cierto es que los rasgos obsesivos se presentan en un gran número de personas consideradas " normales”. De hecho, psicólogos ingleses investigaron los pensamientos obsesivos en una muestra de 302 personas de la población general y el 84 % informó que habían experimentado el asalto de pensamientos, imágenes o impulsos indeseados más de una vez en su vida. El contenido de los pensamientos intrusos a lo largo de los tiempos ha ido cambiando según las modas e inquietudes de cada época. Así, en épocas más oscuras de la humanidad en las que las religiones regían sin cuestión las vidas de las personas, los contenidos transgresores y pecaminosos proliferaban entre los citados pensamientos. Con el paso del tiempo, los temas referidos a la contaminación por gérmenes o por virus como el Sida, haber cometido una negligencia, atentar contra la ley, ser víctima de radiación y propagarla, sufrir enfermedades contagiosas, realizar acciones demoníacas, sufrir un descontrol de la agresividad o de la sexualidad, encallarse en dudas insolubles han ido alternándose en la florida imaginación obsesiva.
Por esta razón, no habría que preocuparse por tener ideas escandalosas de vez en cuando, sino por creer que éstas pueden hacerse realidad aunque uno no lo quiera. Solo por pensarlas. Si éste fuera el caso, estaríamos traspasando los límites de la normalidad mediante el pensamiento mágico propio de la enfermedad obsesiva.

Para entender con un fácil experimento la razón porque un pensamiento no se va de la cabeza, podemos acudir a la historia de los hermanos Tolstoy.
La historia de Tolstoy sobre el oso blanco nos cuenta que su hermano le dijo un día: “quédate en el rincón hasta que dejes de pensar en un oso blanco.” A pesar de ser una instrucción teóricamente fácil, el joven Tolstoy fue incapaz de realizarla. Se quedó horas en el rincón pensando sin parar en osos blancos.
Eso es lo que nos pasa a todos cuando queremos dejar de pensar en algo. Cuánto más luchamos contra la idea, ésta se hace cada vez más frecuente e insistente. No deja de volver y volver a la cabeza. Siempre que deseamos dejar de pensar en algo logramos el efecto contrario. Así se mantienen las ideas obsesivas.

La enfermedad secreta.

La enfermedad obsesivo- compulsiva va saliendo poco a poco de su vida secreta gracias a películas y series como “El aviador”, la película de Scorsese que narra la lucha del millonario Howard Hughes contra su enfermedad obsesiva, “Mejor imposible” donde el actor Jack Nicholson borda la tipología de un obsesivo y “Monk” el detective privado obsesivo-compulsivo que resuelve casos de asesinato con facilidad, pero se encalla ordenando sus calcetines.
En tiempos, el Trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) se consideraba un trastorno relativamente infrecuente, pero con el tiempo esto resultó no ser cierto ya que era un problema infra diagnosticado por el secretismo de los afectados. Actualmente se sabe que muchos pueden tardar hasta 17 años en consultar y, en consecuencia, recibir diagnóstico y tratamiento. Tanto es así, su estimación llega casi a un 3% de la población general.
También se sabe que es la cuarta enfermedad mental más frecuente en los Estados Unidos y en el Reino Unido.
El ocultamiento de la enfermedad se debe a que el obsesivo es totalmente consciente de su problema y teme darlo a conocer por temor a no ser comprendido y ser considerado loco. En muchas ocasiones el inicio ocurre en la infancia o en la adolescencia.

Obsesiones, compulsiones y miedo

Lola tiene las manos dañadas por el uso excesivo de la lejía que utilizaba para librarse de todo posible germen. Su temor era que pudiera contagiar a su familia con el cáncer a pesar de saber que esto no era factible. Los actos que llevaba a cabo para evitarlo, su compulsión, era lavarse escrupulosamente con lejía cada dedo repetidas veces, y hasta cuarenta veces al día durante 20 minutos.
Su obsesión era tan exagerada que había implicado a todos los miembros de la familia. El marido y los hijos debían quitarse los zapatos al entrar en casa y cambiarse toda la ropa. Cualquier indicio de contaminación le suponía un sufrimiento enorme y la incapacidad de controlar el avance de los gérmenes por la casa la sumía en un estado depresivo constante. Su actividad en casa era febril y se centraba solamente en limpiar, frotar y volver a empezar. Tenía la sensación de que le faltaban horas al día y nunca estaba satisfecha.
Tomás podría parecer a primera vista un chico meticuloso, cuidadoso y pendiente de los detalles. Sin embargo, sólo él sabía lo mal que lo pasaba cuando volvía al coche repetidas veces (hasta seis o siete) para cerciorarse de que había cerrado bien las puertas.
Cuando tenía que mandar alguna carta, su empeño era cerrarla y volverla a abrir no fuera que hubiera hecho algo mal o hubiera olvidado algún detalle. En la oficina repasaba el trabajo hasta diez veces y se detenía a mirar continuamente si los papeles importantes aún estaban allí. Miraba varias veces la papelera para ver si algo importante se había caído inadvertidamente. Al cerrar nunca se fiaba que la secretaria apagase las luces y las estufas y llegaba a volver dos y tres veces al despacho a ver si todo estaba en orden. En casa las dudas se centraban en la llave del gas y su familia no podía entender que no acabara de confiar en sus propios sentidos al verlo repetir una y otra vez el camino a la cocina para repasarlo todo tantas veces.
Su temor u obsesión era el ser responsable de un posible daño a sí mismo o a otros por su falta de atención. Sus actos o compulsiones eran verificar y comprobar.

Para Víctor todo el problema estaba en su cabeza. Él era consciente de lo absurdo de sus preocupaciones, pero esto no lo libraba de aquellos incómodos pensamientos que a veces lo aterraban y a veces le causaban verdaderas crisis de angustia. Pero nada podía hacer ya que cuanto más los deseaba alejar más se repetían impidiéndole trabajar, leer, estudiar e incluso mirar la tele. Además todo lo que oía o leía se encadenaba mágicamente con ellos dándole la sensación de que estaba atrapado. Su estado de ánimo estaba muy decaído y a veces creía que no valía la pena vivir de ese modo.

Cada uno de estos pacientes pertenece a un tipo característico de trastorno obsesivo compulsivo, aunque es frecuente que se mezclen diversos aspectos en la misma persona:
compulsión por la limpieza.
compulsión por la comprobación.
pensamientos, imágenes e impulsos obsesivos.
lentitud y prolijidad excesivas.
Las obsesiones se definen como ”pensamientos, impulsos o imágenes recurrentes y persistentes que se experimentan, al menos en algún momento mientras dura el trastorno, como invasores e inapropiados y provocan malestar o ansiedad en un grado importante”. Las ideas son vividas como algo que no es voluntario, que no tiene que ver con la voluntad de la persona y, peor aún, muchas veces son contrarias a sus valores. Se reconocen como irracionales y poco realistas, aunque no siempre eso se tiene tan claro. Las obsesiones pueden desencadenarse a partir de desencadenantes internos o externos. Entre los internos: ciertas sensaciones físicas o estados de ánimo y entre los externos, objetos, situaciones, personas o información. La angustia que provocan las obsesiones impulsa al afectado a buscar estrategias diversas para escapar. El significado que la persona le da al pensamiento es la causa del malestar intenso que padece. El pensamiento no es lo más preocupante en las obsesiones, sino la importancia que adquiere para la persona. Si el afectado cree que el pensamiento se puede hacer realidad con solo pensarlo, por ejemplo, su angustia será inmensa. Por eso es importante identificar qué significa para él ese pensamiento, es decir, las supuestas consecuencias de pensar en él. Esto es lo que diferencia a una persona con trastorno obsesivo-compulsivo de otra que solo tiene pensamientos intrusos.
Si el temor al pensamiento obsesivo crea demasiada angustia, la persona puede sentirse llevada a desplegar una serie de movimientos supuestamente protectores y defensivos que constituyen las compulsiones. Su acción produce alivio a corto plazo, mientras que al mismo tiempo incrementa la probabilidad de la aparición de más obsesiones.

Las maniobras de control (o pseudo control) llamadas rituales o compulsiones pueden tener estas formas:
Evitar situaciones, objetos, personas, lecturas, películas y demás.
Realizar conductas y actos repetitivos, estereotipados, cuidadosamente orquestados.
Dialogar en forma de contra pensamientos, esta vez intencionados y consoladores, para sortear la incomodidad y el malestar. Esta es la estrategia de neutralización. Pueden ser rezos, canciones o diálogos con las obsesiones.

Prohibido prohibir.

Retomamos el lema representativo del mayo francés para insistir en ello: Para superar las obsesiones es fundamental aceptar el pensamiento obsesivo. Cuando se acepta pensar lo impensable y se permite que las obsesiones vengan cuando quieran dejando de luchar contra ellas, solo entonces se reduce la ansiedad y se obtiene la paz mental. Cuando la ansiedad remite los pensamientos obsesivos tienden a desaparecer. La idea de pensar cosas inaceptables puede parecer escalofriante, pero se ha demostrado que es la mejor terapia. Esta técnica, concretamente, se llama en psicología “intención paradójica”. Es como si inoculáramos la enfermedad para librarnos de ella. Es como prescribir la enfermedad.
Algunas personas sienten temor a pensar los pensamientos impensables por miedo a que se hagan realidad. Pero esto es totalmente imposible. Nadie hace, realmente, algo que no quiere hacer. Y esto es lo que importa.
Existen diversas teorías que podrían explicar porqué esta técnica funciona, pero lo que sí está claro para todos los profesionales de la psicología, es que para dominar los pensamientos no podemos prohibirlos. Hay que tomar el toro por los cuernos y aceptar lo que pensamos y lo que sentimos.

Despiece

Clasificación de las obsesiones.

Según el tipo de ritual que desempeña el afectado, pueden clasificarse las obsesiones en siete categorías

Lavadores y limpiadores. Preocupados por la contaminación producida por determinados objetos o situaciones. Estos pueden ser: los fluidos corporales, los gérmenes, la enfermedad y los productos químicos. Su manera de combatir la angustia le conduce a lavarse las manos de modo excesivo, tomar duchas prolongadas o limpiar la casa durante horas. Tienen mucho cuidado de no entrar en contacto con agentes contaminantes diversos, absteniéndose de tocar muchas cosas, como objetos que hayan caído al suelo o las manillas de las puertas.

Verificadores. Inspeccionan todo de manera excesiva con el fin de que no ocurra nada malo, como accidentes o catástrofes. Lo más frecuente es revisar estufas y aparatos eléctricos para prevenir incendios, controlar que las ventanas y puertas estén bien cerradas para impedir que entren ladrones y repasar el trabajo realizado para impedir errores o críticas. La revista se hace reiteradamente porque, a menudo, poco después de haber examinado todo, vuelven a tener dudas de haberlo hecho bien y de forma adecuada. Entre la duda y la comprobación pueden pasar horas realizando sus rituales.

Repetidores. El hecho de repetir acciones tiene, para este tipo de obsesivo, la facultad de impedir que un pensamiento alarmante se haga realidad. Tiene la convicción de que está actuando de una manera eficaz para impedir consecuencias catastróficas. Detrás de estas acciones aparentemente neutras, subyace la idea de que está impidiendo que pase algo malo. En su pensamiento mágico, cree supersticiosamente que sus acciones son útiles.

Mantenedores del orden. Exigen que todo lo que les rodea esté dispuesto de acuerdo a ciertas pautas rígidas, incluyendo distribuciones simétricas. Dedican gran parte de su tiempo a cerciorarse de que las cosas estén en el “lugar correcto” y advierten de inmediato cuando se ha modificado su disposición preestablecida. Se sienten sumamente incómodos cuando las cosas se alejan de la perfección.

Acumuladores. Este tipo de obsesión lleva a la persona a coleccionar objetos que para otros no tienen ninguna utilidad ni valor. Afirma que debe conservar todos esos objetos por si algún día los llega a necesitar. En casos extremos, tiene que alquilar un espacio adicional para colocar una cantidad enorme de objetos inservibles.

Ritualizadores mentales. Estos obsesivos se dedican a repetir pensamientos deliberadamente para contrarrestar su ansiedad. Tratan de evocar ideas, discursos, listas, números, oraciones, recuerdos, palabras, canciones y todo tipo de actividad mental repetitiva, del mismo modo que los repetidores de comportamientos. La diferencia es que en este caso las repeticiones son mentales.

Obsesivos puros. Los obsesivos puros sufren su aflicción exclusivamente en el plano de las ideas. Sus contenidos suelen ser altamente angustiantes como pensar que tienen una enfermedad grave, atraparse en eventos traumáticos del pasado, imágenes de conducta sexual incorrecta, impulsos de matar y hacer daño a ellos mismos, a personas queridas o indefensas. No practican rituales de conducta. Creen que por el hecho de pensar esas cosas, todo se puede hacer realidad. Sus rituales suelen ser del ámbito mental o cognitivo. Es decir, otros pensamientos que neutralizan los anteriores. Entre estas estrategias se encontrarían:
Elaborar el pensamiento.
Buscar elementos tranquilizadores.
Sustituir el pensamiento por otro.
Realizar una acción mental específica para ahuyentar el pensamiento.
Emplear actividades distractoras
Enfocar a atención al entorno y detener el pensamiento.

Despiece.
“Son las cuatro de la tarde de un sábado. He recogido la cocina y la ropa. Todo está ordenado. Necesito tenerlo así para poder disfrutar de una película que me interesa ver por televisión. Mi hija pequeña me avisa que dará comienzo en unos instantes. Me siento tranquilamente en un sofá que está situado al lado de la ventana. De repente aparece el pensamiento: ¿Y si te tiraras por la ventana? ¿Por qué no te tiras? Este pensamiento me paraliza; me pongo rígida; comienzo a sudar; el corazón me late muy aprisa; me cuesta respirar; tengo frío, un frío muy intenso; tengo náuseas...

Pienso que no podré resistir y acabaré tirándome por la ventana y como vivo en un cuarto piso me mataré. Sin embargo, sé que no quiero hacerlo, que solo es un pensamiento. Dudo. No puedo asegurar que no lo haré. Vuelvo a dudar. Intento mirar la película, pero el pensamiento me machaca el cerebro y no me deja en paz. Bajo la persiana; quizá así no lo haga, pienso. La persiana me lo impedirá.

Observo a mis hijos y me digo que tengo mucha suerte con estos hijos, por lo tanto, ¿ por qué voy a querer tirarme por una ventana?. No quiero hacerlo, sin embargo este razonamiento no me sirve para nada. Sigo encontrándome mal y necesito ir una y otra vez al cuarto de baño. Me coloco de espaldas a la ventana intentando parar este pensamiento que me tortura. Finalmente no puedo aguantarlo más y me marcho de la habitación. Pero en los días siguientes el pensamiento sigue torturándome hasta el punto de tenerlo presente incluso en mis sueños. El miedo a hacer aquello que no quiero invade cada instante de mis días." (Testimonio ofrecido por una paciente).

Despiece
Temática más habitual de las ideas intrusas.

Agresión y violencia: Temor a matar a un ser querido; a atacar físicamente a una persona; a atropellar a alguien mientras se conduce sin darse cuenta; a haber escrito o dicho algo inadecuado inadvertidamente, a insultar a un jefe; a enviar una carta ofensiva a un amigo.
Sexuales: Temor a poder abusar de un niño. Actuar como homosexual cuando se es, en realidad, heterosexual.
Blasfemias y sacrilegios Tener relaciones sexuales con Cristo o Satán o con la Virgen María. Hacer gestos o conductas inapropiadas en una iglesia.

Despiece
Forma de pensar del obsesivo-compulsivo
Creer que sus pensamientos están unidos de forma automática a las acciones. A esto se le llama pensamiento mágico. Pensar que solo el hecho de pensar algo, este algo puede hacerse realidad. Al sobreestimar la importancia de los pensamientos se da la fusión pensamiento/ acción en la imaginación del afectado.
Pensar que se es responsable de que todo salga bien o mal. Exagerar su responsabilidad propia sobre los hechos.
Exagerar su control sobre el entorno y necesidad de estar seguro de todo. Gran intolerancia a la incertidumbre.
Interpretar exageradamente las probabilidades de consecuencias negativas derivadas de sus pensamientos y acciones. Establecer relaciones supersticiosas (atribuir arbitrariamente unas causas a unas consecuencias.)

fuente: psicologa isabel larraburu

El trastorno obsesivo compulsivo provoca una alteración en la vida de las personas, en su comportamiento social y laboral. Los especialistas investigan para encontrar mejores vías de tratamiento.





El Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) cons-tituye un trastorno de ansiedad crónico que generalmente comienza en la adolescencia y tiene un curso oscilante a lo largo de la vida del paciente. Quienes lo padecen se ven atrapados en un esquema de conductas y pensamientos repe-titivos que carecen de sentido, y le son angustiantes y muy difíciles de dominar.



De acuerdo con la definición del Diagnostic Stadistical Manual (DSM-IV), está caracterizado por la aparición de obsesiones, que son ideas persistentes, pensamientos, sonidos o imágenes experimentadas como intrusas o inapropiadas, y causan una marcada ansiedad o estrés. Generalmente el paciente las reconoce como propias y no como impuestas por otras personas o influidas externamente.



Las obsesiones son egodistónicas, es decir, que son vividas, por lo menos al comienzo, como pensamientos repugnantes y sin sentido, que el enfermo intenta denodadamente ignorar o suprimir (ideas de contaminación, orden/simetría, dudas repetitivas, entre otras).



Las compulsiones son conductas repetitivas, causan intenso malestar y se ejecutan según determinadas reglas, en forma estereotipada y como respuesta a una obsesión. Ejemplos: lavarse las manos, ordenar, revisión, o actos mentales como rezar, contar y repetir palabras en silencio.



El sujeto se siente obligado a realizar el acto de compulsión para reducir el estrés que acompaña a su obsesión, o para evitar algún evento o situación aterrorizante.



La incidencia del TOC es muy difícil de determinar, pues a pesar de la angustia que esta enfermedad provoca, los pacientes temen comunicar los síntomas a sus familiares, y con poca frecuencia buscan ayuda especializada, con lo cual ocultan sus manías y pensamientos repetitivos, lo cual ha llevado a subestimar el número de personas que padecen la enfermedad.



Hasta la década de los años 80 del siglo pasado se pensaba que el TOC era una entidad rara, poco frecuente y con insuficiente respuesta al tratamiento; sin embargo, una encuesta realizada por el Instituto Nacional de Salud Mental de los Estados Unidos demostró que afecta a más del 2 por ciento de la población estadou-nidense, lo que significa que es un trastorno usual, frecuente y más común que enfermedades mentales más severas, como la esquizofrenia, el trastorno bipolar o el trastorno de pánico, en uno u otro sexo.



Con relativa frecuencia se asocian al Trastorno Obsesivo-compulsivo otros trastornos psicopatológicos, y se ha encontrado que las dos terceras partes de los pacientes con TOC tuvieron en el curso de la vida un trastorno psiquiátrico comórbido. La depresión constituye el síndrome comórbido más frecuente, y en ocasiones resulta difícil distinguir su origen, aunque algunos pacientes piensan que, de no tener el trastorno obsesivo, no estarían deprimidos.



También son frecuentes los trastornos por ansiedad, incluyendo el trastorno de pánico, ansiedad generalizada, fobias sociales y específicas, así como los trastornos por estrés post-traumático y los de personalidad, principalmente los de Cluster de ansiedad (evitación, dependencia, obsesivo-compulsivo).



Se relaciona además con el riesgo para el consumo de alcohol y abuso de otras drogas, con el Síndrome de Gilles de la Tourette, y otros múltiples desórdenes por tic, con esquizofrenia, con desorden esquizofreniforme o con el trastorno bipolar.



La etiología del TOC es hetero-génea, al igual que en otros trastornos psiquiátricos, como por ejemplo la esquizofrenia, y con una amplia combinación de factores etioló-gicos, aunque los avances en imágenes cerebrales han dado un mejor entendimiento de su neuroanatomía y patofisiología, con fuertes evidencias de que circuitos cerebrales subcorticales frontales, y otras regiones cerebrales están implicadas en la patogénesis del trastorno. Por otra parte, dichos estudios han conducido a teorías que explican cómo el cerebro media en la sintomatología del TOC.







Pacientes en estudio

Se estudiaron un total de 15 pacientes, 6 (40 por ciento) del sexo femenino y 9 (60 por ciento) del masculino, 12 de la raza blanca y 3 mestizos, con una edad promedio de 30 años y una escolaridad media superior. Ellos acudieron a la consulta externa de Psiquiatría del Centro de Investigaciones Médico Quirúrgicas, entre el año 2000 y el 2003. Como criterio de inclusión se tuvo en cuenta que el TOC fuera idiomático, y no secundario a otra patología de origen neurológico, como epilepsia o traumas craneales.



Los pacientes fueron evaluados por una psiquiatra y una psicóloga, y mediante una entrevista se realizó el diagnóstico, siguiendo los criterios de inclusión del DSM-IV para este trastorno, así como de otras manifestaciones sintomáticas.



La intensidad de la sintoma-tología obsesivo-compulsiva fue medida con la aplicación de la Escala de Yale-Brown, específica para la patología, que arrojó un puntaje promedio de la evaluación inicial muy elevado (24,7 puntos). Fue explorado además el contenido de las obsesiones y compulsiones. Estas eran motivadas por contaminaciones (4), chequeos (3), conteos (3), dudas (3), ideas de desastre (1), simetría (1) y muerte (1).



El inventario de Beck se utilizó para cuantificar la depresión, y el de Spielberg para la ansiedad. La depresión fue ubicada en un nivel de moderada a severa, con 34 puntos, y la ansiedad muy elevada, con 56,7.



Para el estudio de personalidad se empleó el Cuestionario de Trastorno de la Personalidad PDQr (Personality Disorder Questionnarie revised), que registra alteraciones y confirma la presencia de trastornos.



Adicionalmente se realizaron otros estudios, como electroencefalograma de vigilia (EEG), una tomografía axial computarizada simple de cráneo (TAC) y pruebas neuropsicológicas, para descartar u obtener información acerca de posible daño orgánico.







Conclusiones

Un análisis demográfico de la muestra estudiada indica la mayor incidencia de la enfermedad en el sexo masculino y la raza blanca. La edad promedio es de 30 años y el nivel escolar medio superior.



Al tratar de caracterizar el Trastorno Obsesivo-compulsivo corroboramos que no es una entidad única y aislada en cuanto a su sindro-mología. Al estar implicadas varias estructuras neurales en la base de este trastorno, las áreas que están afectadas son responsables de la presencia de diferentes síntomas neuropsiquiátricos.



Se observa que en cada uno de los pacientes coexiste más de una patología, conjuntamente con el diagnóstico inicial de TOC. La depresión es una condición predominante en la totalidad de los casos, incluso muchos de los pacientes fueron atendidos la primera vez por depresión, como motivo principal de consulta.



La TAC no reveló alteraciones, y la posible base orgánica del trastorno se confirma al encontrarse alteraciones electroencefalográficas funcionales en todos los sujetos registrados, las que, a pesar de ser cualitativas, muestran una relación con los hallazgos de las pruebas neuropsicológicas en cuanto al compromiso de áreas fronto-temporales. Fueron consistentes todos los resultados en el análisis intrasujeto.



Todos estos datos permitieron la aplicación de un esquema terapéutico adecuado, tanto para el TOC como para los trastornos comórbidos.



El Trastorno Obsesivo-compulsivo provoca una alteración en la vida cotidiana, en el funcionamiento social, laboral y en lo personal, y esas consecuencias indeseadas para el individuo nos motivaron a realizar este estudio para profundizar y buscar mejores estrategias de tratamiento para quienes lo padecen.


“Yo me doy cuenta que esos pensamientos son absurdos, son ilógicos, y tampoco quiero pensarlos. Pero no puedo evitar pensarlos, y para contrarrestarlos me pongo a pensar o invento un remedio mental, que sólo me aleja temporariamente de ellos, pero al poco tiempo vuelven a aparecer y esto ya me está perjudicando en mi trabajo, porque ocupo mucho tiempo en esto y no logro cumplir con mi tarea”
El TOC es una enfermedad caracterizada esencialmente por la presencia de obsesiones y/o compulsiones. La edad más frecuente de comienzo del TOC es la adolescencia tardía o la adultez temprana. La edad de inicio en el varón, respecto a la mujer, suele ser más precoz, existiendo una mayor frecuencia de presentación en la pubertad.

¿Qué son las obsesiones?

Las obsesiones son pensamientos, ideas o imágenes mentales persistentes, repetitivas e inapropiadas que se imponen en la conciencia, difíciles de hacer desaparecer aunque la persona trate voluntariamente de evitarlas.
Su contenido es inquietante y/o desagradable, por lo que la persona afectada intenta resistirse mediante la imposición voluntaria de otro pensamiento o un acto mental o motor.

¿Cuáles son las obsesiones más comunes?

Contaminación: temor a contagiar o ser contagiado o contaminado.
Agresivas: miedo a realizar una acción violenta, como lastimar a un ser querido o bien a uno mismo.
Sexuales: pensamientos o imágenes acerca de tener relaciones sexuales, con niños o animales, incestuosas, o de tener conductas aberrantes o volverse homosexual.
Somáticas: estar extremadamente preocupado y obsesionado por diversas funciones corporales, como la frecuencia cardiaca, aspectos de la imagen corporal o anatómica o el temor a desarrollar una enfermedad amenazante para la vida.
Religiosas: necesidad de confesar pecados inexistentes o ínfimos que se supone haber cometido y estar preocupado por la culpa consiguiente.
Necesidad de simetría y precisión: obsesión de colocar los objetos de manera simétrica o de tener los sucesos ordenados, o hacer y deshacer ciertas acciones motoras de una manera exacta, por ejemplo, caminar hacia adelante y luego hacia atrás de la misma manera para entrar o salir de un lugar.
Duda o responsabilidad patológica: preguntarse repetidas veces si se ha realizado una acción. Por ejemplo, ¿cerré la puerta?, ¿apague la luz?, ¿cerré la llave de gas? etc.
Coleccionismo o acumulación: pueden ser cartones, papeles, trastos inútiles, envases, bolsas de compras, revistas o periódicos viejos apilados, etc.

¿Qué son las compulsiones?

La compulsión es un comportamiento de carácter repetitivo y excesivo, esta acción compulsiva se repite muchas veces, invirtiendo un tiempo exagerado en su realización y obstaculizando el desarrollo de las actividades cotidianas. Por ejemplo; lavarse las manos durante media hora varias veces al día.
A través de la compulsión se intenta calmar la ansiedad que generan las ideas obsesivas. Al igual que en la obsesión, estos comportamientos se viven como absurdos, pero si no se lleva a cabo el acto compulsivo, la ansiedad aumenta de tal manera que la persona se ve “obligada” a realizar el acto para sentir un alivio, aunque sea transitorio.
Estos actos compulsivos, que se repiten siempre de una forma determinada, se denominan rituales obsesivos.

¿Cuáles son las compulsiones mas frecuentes?

Lavado de manos: relacionado con el temor a la contaminación y a la suciedad
Contar objetos de unas determinada manera
Comprobar o chequear hechos o situaciones, se relaciona con la duda

¿Cuándo hablamos de Trastorno Obsesivo-Compulsivo?

Cuando las obsesiones y compulsiones se presentan más de una hora por día, todos los días interfiriendo en las actividades cotidiana, agobiando o imposibilitando la vida familiar, social, académica y/o laboral de las personas.


fuente:hemera centro de estudios del estres y la ansiedad