TRASTORNO PSICOLÓGICO: Causas

La conducta psicopatológica tiene dos tipos de causas: biológicas y ambientales.
Estas causas se suelen combinar en la mayoría de los trastornos psicológicos, llamándose a los modelos que la estudian "multifactoriales".

Uno de estos modelos es el llamado de "Vulnerabilidad-Estrés" (Zubin y Spring, 1977), que quizás sea el aplicado por la mayoría de los psiquiatras y psicólogos clínicos para dar cuenta de los factores causales de los distintos trastornos.

El modelo referido propone que los trastornos suponen una crisis en el funcionamiento psicobiológico de la personas con una cierta vulnerabilidad (disposición o características de personalidad) ante determinados estresores (situaciones que generan tensión y necesidades de adaptación).

La vulnerabilidad incluye predisposiciones determinadas genéticamente que a su vez influyen sobre, por ejemplo, determinados niveles de sustancias bioquímicas en el cerebro del individuo.

También incluyen procesos y habilidades psicológicas, como la capacidad atencional, los procesos de memoria, los estilos de pensamiento personales y las habilidades de conducta para afrontar determinadas situaciones.

Se supone además que esos factores se pueden consolidar y hacerse más persistentes en las épocas tempranas de la vida, donde la maduración del sistema nervioso está iniciándose y las influencias ambientales provenientes del medio sociofamilar pueden dejar una fuerte huella.

El ambiente actual de la persona (incluyendo tanto factores psicosociales como físicos) desencadena los trastornos, en función de lo vulnerable que sea el sujeto a ellos, haciendo que la reacción de la persona a estos esté mediatizada por:

sus disposiciones biológicas (p.e determinados niveles de sustancias bioquímicas cerebrales),
su reacción corporal global,
sus procesos psicológicos básicos (p.e estilo de pensamiento y capacidad atencional),
y sus habilidades de afrontamiento (p.e sus métodos para resolver problemas).

Además la existencia de recursos externos apropiados, como el apoyo familiar, de los amigos o la existencia de servicios sociales o sanitarios disponibles, va a modular el mejor o peor manejo de las dificultades.

Resumiendo, la aparición del trastorno psicológico depende de la mayor o menor vulnerabilidad o predisposición personal, y de si la accesibilidad y calidad de los recursos externos es o no adecuada.


MODELO DE VULNERABILIDAD-ESTRES

Factores causales tempranos
Alteraciones genéticas
Experiencias sociofamiliares
Vulnerabilidad personal
Factores biológicos (p.e alteraciones bioquímicas)
Factores psicológicos (p.e capacidad atencional, estilo de pensamiento y habilidades de afrontamiento)
Factores actuales desencadenantes
Psicosociales (p.e tensiones familiares)
Físicos (p.e infecciones)


Fallo en los recursos personales o de apoyo social

TRASTORNO PSICOLÓGICO


Identifica los pensamientos preocupantes. Apenas pienses en algo que te preocupa, identifícalo como una preocupación. De esta manera, estableces una clara diferencia entre la realidad y un pensamiento. Reconoce que estás obsesionado/a.
Acepta que es irracional. No la analices.: Lejeune explica que como pensamos constantemente, resulta fácil confundir los pensamientos con nuestro yo, y llegar a creer que somos lo que pensamos. El explica que debemos ver los pensamientos solo como piezas sobre un tablero de ajedrez... y comprender que no somos las piezas, sino el tablero. No somos nuestros pensamientos; estos vienen y van, tanto los buenos como los que nos aterrorizan. Míralos desde una perspectiva superior, como algo que tú has creado y que puedes, de la misma forma, borrar. Esta práctica te ayuda a ver que eres más poderosa que las ideas que pasan por tu mente.
Esta comprobado que cuanto más rechazamos un pensamiento, más vuelve, más obsesivo se hace. La única forma de disminuir una obsesión es ACEPTANDOLA (Solo es un pensamiento) esto hace que la angustia disminuya ,CORTANDOLO( parada de pensamiento) y BUSCANDO PENSAMIENTOS ALTERNATIVOS. Ejemplos que nos podrían ayudar:
"Esta idea no es útil ahora"
"No es momento de pensar en ello ahora"
"Es irracional"
"No voy a argumentar con una idea irracional"
"Esto no es una emergencia, parece urgente, pero no lo es"
"No tengo que estar perfecto/a todo el tiempo, puedo permitirme equivocarme"
"Está bien equivocarse puedo aprender de ello"
"Yo conozco por mis experiencias pasadas que este miedo es irracional"
"Estoy dispuesto a tomar riesgos para ser libre"

• Desafio1: estar decidido a vencer tu problema
Este momento es el oportuno para cambiar lo que pasa, primero tienes que creer que tienes derecho a sentirte bien, es primordial. Tienes que creer que puedes superar este problema.

• Desafío 2: llegar a tomar conciencia de que sus problemas son irracionales
El trastorno obsesivo compulsivo es considerado un trastorno ansioso, esto se debe a que tienes una preocupación ansiosa por cuestiones irreales.

• Desafío 3: considera que la ritualización no es el único modo de reducir tu angustia

• Desafío 4: acepta tus obsesiones en vez de resistirte a ellas
El primer paso es hacer una relación de las cosas que a cada una nos resultan estresantes. Ante cada uno de los factores que nos producen estrés debiéramos preguntarnos: "¿puede ese factor ser cambiado o simplemente debe ser tolerado?". De este modo, aparecen dos técnicas en función de la respuesta, aunque lo ideal suele ser una combinación de ambas, según el caso:

SUPERAREMOS EL T.O.C.
• Ahora estoy decidido a vencer el problema
• Mis obsesiones son exageradas e irreales
• Existen otras opciones para reducir mi angustia
• Acepto mis obsesiones

POSICIÓN DE NO AYUDA
• Siempre estaré dominado por esto
• Mis obsesiones son exactas
• Los rituales son el único modo de reducir esta angustia que siento
• Debo poner fin a mis obsesiones



fuente: vida emocional

DESCUBIERTO UN GEN RELACIONADO CON EL TRASTORNO OBSESIVO-COMPULSIVO.

Se desconocen las causas exactas del TOC, pero existen evidencias de un componente genético en el que estaría involucrado el sistema neuroquímico de la serotonina (5HT), esencial en la comunicación entre las células, y es posible que los receptores que indican cuánta serotonina debe liberarse se hallen alterados en los pacientes con TOC.

Esta hipótesis es compatible con los resultados hallados en un estudio realizado por un equipo de investigadores de la Universidad de Toronto, publicado en el mes de septiembre de 2002 por la revista científica Molecular Psychiatry.

En dicho estudio, efectuado en familias con, al menos, un pariente afectado por trastorno obsesivo compulsivo (TOC), se ha hallado un gen receptor implicado en la patogénesis de esta enfermedad.

Los autores analizaron la secuencia genética de uno de los receptores del sistema 5HT, el 5HT1D beta, que regula la liberación de 5HT. Se observó que los padres de los afectados transmitían a sus hijos con mayor frecuencia que los demás una de las variantes del gen receptor 5HT1D beta, lo que aumentaría la probabilidad de padecer TOC.

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Las Obsesiones



Angel Enrique Pacheco, Ph.D.


Apreciado Dr. Pacheco, pienso demasiado y no lo puedo controlar, me preocupa mucho, pero hay un pensamiento que no puedo sacar de mi cabeza….


Así comenzaba la carta de una persona muy preocupada por el descontrol que sentía por los pensamientos que le atormentaban. Seguía su consulta con una detallada descripción de todo lo que le estaba aconteciendo, relacionado, en su caso, con un asunto sexual.

Este tipo de problema con las obsesiones es sumamente frecuente, por lo que he decidido hacer pública la contestación que di a esa persona, pues sé que muchas otras personas también se beneficiarán de lo aquí expuesto.

Desgraciadamente, no puedo diagnosticar su condición o problema a distancia, sin mucha más información. Un cierto número de diferentes trastornos de la salud mental podrían explicar los síntomas que usted está experimentando. Algunos de éstos son trastornos menores, pero podrían también ser el preludio de otros problemas de salud mental más significativos.

A saber, usted podría estar simplemente experimentado un problema leve de ideación relacionado con una fantasía. En el otro extremo, usted podría estar presentando los síntomas del debut de un trastorno de salud mental, tal como el trastorno obsesivo-compulsivo.

Dado que el rango de las posibilidades es tan amplio, creo que usted debería proceder a consultar a un especialista en salud mental en persona. Para determinar lo que le está ocurriendo a su salud mental, si es que tiene un problema, se requiere realizar una evaluación extensa a cargo de un experto. La situación ideal es que usted consulte a un experto en salud mental cara a cara, ya que de esta manera se podrá realizar una cuidadosa evaluación y se le sugerirá el tratamiento adecuado, si es que requiere alguno.

Usted aparenta, sin embargo, estar exhibiendo los síntomas de lo que llamamos un trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), esto es, un problema de salud mental relacionado con la ansiedad y asociado precisamente a estos patrones conductuales que usted describe con tanta aptitud en su consulta.

El TOC es considerado una respuesta conductual aprendida y, por lo tanto, responde más favorablemente a intervenciones basadas en los principios y técnicas de la teoría del aprendizaje. Esta aproximación o modalidad terapéutica es llamada modificación de conducta, terapia conductual o terapia conductual cognitiva.

Sospecho que su problema es primordialmente uno de naturaleza obsesiva, más que directamente relacionado a su sexualidad. Por tanto, lo que sigue a continuación es mi consejo en caso de que el problema que usted está experimentando es un trastorno relacionado con la ansiedad, tal como un trastorno obsesivo-compulsivo. Debe saber que, dada la naturaleza del contenido envuelto, este problema puede producir en usted sentimientos e ideación depresiva.

Este proceso generalmente no depende del contenido actual de las cogniciones, esto es, de lo que usted está pensando, sino que está más bien circunstancialmente asociado a lo que usted piensa. En otras palabras, por ejemplo, usted puede tener pensamientos obsesivos acerca de una enfermedad de transmisión sexual (ETS), pero estos pensamientos se repiten de manera independiente y aún cuando usted esté enamorado de la persona con la cual está relacionada o aún cuando reciba los resultados de un laboratorio clínico indicándole que no está enfermo.

De hecho, cada vez que usted evita o escapa el encontrarse con esta persona o cada vez que se hace nuevos análisis clínicos por estos pensamientos o miedos, usted está reforzando el problema y está fortaleciendo y aumentando la probabilidad de ocurrencia de esta respuesta de miedo en el futuro. En otras palabras, usted está “aprendiendo” la respuesta que consideramos maladaptiva. Por esto no desaparecerá sin tratamiento con psicoterapia.

Le reitero, este proceso de ideación obsesiva no desaparecerá por sí mismo y no se le quitará con el tiempo. Es probable incluso que se hará más complicado o frecuente con el tiempo. Usted necesita ayuda profesional en salud mental simple y llanamente porque usted está sufriendo.

Asumiendo la posibilidad de que esté presentando un TOC, debe saber que este tipo de problema de salud mental está caracterizado por la presencia de pensamientos repetitivos e indeseados, acompañados o no por la necesidad imperiosa de producir algunas conductas parecidas a rituales.

A pesar de producir mucho malestar emocional y de implicar cantidades significativas de tensión y ansiedad, el pronóstico para el TOC puede ser favorable si usted procura ayuda de un experto en salud mental.

En el caso de que usted tenga un TOC, usted tiene que aprender técnicas cognitivas o conductuales específicas, tales como la de parar el pensamiento, procedimientos de manejo de contingencias y el entrenamiento en relajación muscular, con el fin de controlar los pensamientos indeseados y de poder cambiarlos por otros más apropiados.

Estas técnicas están disponibles para usted si consulta a un psicoterapeuta conductual o cognitivo y son consideradas las más efectivas para estos tipos de problemas.

En mi opinión, el tratamiento preferible para los trastornos relacionados con la ansiedad, incluyendo aquellos relacionados a la ansiedad anticipatoria, las fobias y los trastornos obsesivo-compulsivos, al igual que los ataques y el trastorno de pánico, es el que permite la terapia conductual. Normalmente, no recomiendo el uso de medicinas psicotrópicas para estos trastornos.

Una máxima en toda intervención clínica especifica que debemos emplear la técnica menos invasiva que sea efectiva en producir los cambios o resultados deseados.

Yo no favorezco el uso de medicinas en el tratamiento de este tipo de problemas, ya que considero que la terapia conductual es la aproximación más efectiva y eficiente, que además no comparte la naturaleza invasiva de las medicinas y que, adicionalmente, no produce efectos secundarios indeseados.

Los trastornos de ansiedad de este tipo, con un historial relativamente breve, son tratados frecuentemente con una alta probabilidad de éxito y en un período breve de tiempo por los psicólogos clínicos conductuales. Le sugiero que no pierda tiempo en consultar a uno de estos especialistas. El retrasar el inicio de la terapia solamente hará que usted sufra más.

Por supuesto, mientras más rápido usted inicia el proceso psicoterapéutico, mucho antes usted podrá empezar a liberarse de este TOC—si este es su caso o de cualesquiera que fuese el problema—ya que la terapia conductual es orientada a la acción, de naturaleza breve y generalmente exitosa. Recuerde que usted merece ¡Aprender a Vivir Mejor ®!

Raros e incomprendidos


Son esclavos de rarezas, manías, conductas repetitivas e ideas fijas. Mantienen unas relaciones de convivencia difíciles y sufren la incomprensión de su entorno. Son esos tipos raros, a menudo no diagnosticados, que padecen un trastorno mental conocido como obsesivo-compulsivo.

Les aterra contaminarse por gérmenes al tocar cualquier cosa. Dudan constantemente de si han apagado el gas o la luz y si han cerrado los grifos y la puerta de casa. Les asaltan pensamientos que ellos consideran prohibidos, sobre todo relacionados con la sexualidad y lo religioso. Temen de modo exagerado la pérdida súbita del autocontrol o el impulso irrefrenable de agresiones injustificadas, sobre todo verbales, hacia los demás.

Éstas son algunas de las obsesiones que más frecuentemente torturan a las personas que padecen el trastorno obsesivo-compulsivo. Tienen su correspondencia con ciertos rituales que esclavizan sus vidas. Se trata de una enfermedad mental (interpretada magistralmente por Jack Nickolson en Mejor, imposible) que ha registrado un notable aumento en los últimos años, entre otras razones porque se dispone de más conocimientos y medios diagnósticos.

“Pero es justo considerar que vivimos en una sociedad que sirve de caldo de cultivo a este trastorno al sobrevalorar los ideales de la ética protestante, como alcanzar el éxito y el triunfo en esta vida. Ahora se ensalzan la escrupulosidad, el perfeccionismo y la entrega al trabajo duro”, aclara el doctor Francisco Alonso-Fernández, catedrático de Psiquiatría de la Universidad Complutense de Madrid y presidente de honor de la Sociedad Europea de Psiquiatría Social. Si hasta hace poco más de dos décadas el trastorno obsesivo-compulsivo tan sólo afectaba a una de cada 10.000 personas, los estudios desarrollados en los años ochenta por Myers y Robins demuestran que actualmente tiene una prevalencia de hasta el 3% de la población general.

La enfermedad suele estar infradiagnosticada, excepto en sus formas más graves. Los expertos aclaran que los pacientes son tildados de raros, extravagantes e insoportables. Además de sus manías continuas e incomprensibles para los demás, a menudo se comportan de un modo desabrido, maleducado y desagradable. Construyen así un escudo para proteger la vulnerabilidad de sus sentimientos, miedos e inseguridades, con el que únicamente consiguen el rechazo de su entorno.

“A veces les asaltan ideas mágicas y de tipo supersticioso, como no pisar determinadas baldosas o ir siempre por la calle por el lado interior o exterior de la acera. Los más religiosos se ven invadidos por terribles sentimientos de culpa si han tenido algún pensamiento que consideran prohibido en relación con el sexo y lo sagrado. Todo ello les genera una gran carga de ansiedad y algunos incluso se sumergen en una depresión, que también debe ser tratada. Generalmente no son violentos ni peligrosos”, comenta el doctor Eduardo García Camba, jefe del servicio de Psiquiatría del hospital de la Princesa de Madrid.

La prevalencia de dicho trastorno, según este especialista, es levemente superior en las mujeres y tiende a exacerbarse en este grupo de población cuando descienden los niveles de estrógenos (en el periodo premenstrual y durante el embarazo). En el sexo femenino suele debutar a partir de los 20 años, precedido generalmente por acontecimientos vitales desfavorables, y se manifiesta en crisis episódicas de variable intensidad. En los hombres suele aparecer más precozmente, de forma menos acusada y manteniendo un curso continuo.

Entre las posibles causas, se observa un déficit de serotonina y una hiperactividad de dopamina, dos neurotransmisores directamente implicados en este tipo de trastorno. También se pueden hallar, mediante técnicas de diagnóstico por imagen, alteraciones en la comunicación entre la corteza orbitaria –situada en la parte frontal del cerebro– y los ganglios basales, que son estructuras más profundas.

Tratamientos para una vida normal. El hospital público Ramón y Cajal de Madrid cuenta con un programa monográfico de acceso libre a pacientes con trastorno obsesivo-compulsivo (número de teléfono para solicitar cita: 913 36 83 92). El doctor Jerónimo Saiz, jefe del servicio de Psiquiatría del centro, insiste en que este mal “está bastante infradiagnosticado, es incomprendido y genera mucho sufrimiento, tanto en el propio paciente como en sus familiares, amigos y cualquier tipo de relación social”. Este experto, en colaboración con un grupo de psiquiatras, ha fundado la asociación TOC (Trastorno Obsesivo-Compulsivo; www.asociaciontoc.org). En palabras de Saiz, los actuales tratamientos farmacológicos y de psicoterapia están dando resultados muy satisfactorios.

El doctor Rafael García de Sola, jefe del servicio de Neurocirugía de La Princesa, ha sido pionero en España en tratar desde hace dos años varios casos con un tipo de psicocirugía menos cruenta, publicados en Revista de Neurología. “Demuestran una clara evidencia científica de mejora en los pacientes”. En todo el mundo se han practicado, por el momento, pocas operaciones de este tipo. En breve empezarán a acometerse en otros centros españoles, como el Ramón y Cajal, de Madrid, y el hospital de Bellvitge, de Barcelona.

Síntomas y consecuencias

Según el doctor Francisco Alonso-Fernández, pueden establecerse tres tipos de conductas en el trastorno obsesivo-compulsivo: el lavado constante de manos y el miedo a ser contaminados o a contraer una enfermedad infecto-contagiosa, la comprobación y verificación continua de ciertos actos, y la precisión, lentitud y parsimonia en multitud de rituales.

Suelen ser muy reservados con relación a su problema y esperan una media de siete años y medio antes de solicitar ayuda médica. Sufren en silencio la enfermedad, implicando en sus rarezas y conductas incomprendidas a los más próximos a su entorno. “A veces les asaltan ideas mágicas y de tipo supersticioso, como no pisar determinadas baldosas o ir siempre por la calle por el lado interior o exterior de la acera. Los más religiosos se ven invadidos por terribles sentimientos de culpa si han tenido algún pensamiento que consideran prohibido en relación con el sexo y lo sagrado. Todo ello les genera una gran carga de ansiedad, y algunos incluso se sumergen en una depresión, que también debe ser tratada. Generalmente no son violentos ni peligrosos”, concluye el doctor Eduardo García Camba, jefe del servicio de psiquiatría del hospital de la Princesa, de Madrid.

querer es poder



Querer es poder
La impresionante plasticidad del cerebro abre infinitas posibilidades a la transformación humana
Cada persona puede, si quiere, transformarse a sí misma y a su realidad. Es una enseñanza que procede no sólo de la tradición oral (querer es poder), sino del budismo. Recientes investigaciones científicas corroboran además la validez de esta capacidad humana: somos libres para decidir qué tipo de persona deseamos ser. La piedra filosofal para la transformación es una mezcla de la voluntad, la intención y de la impresionante plasticidad del cerebro. La meditación permite cultivar cualidades nuevas que poco a poco se van incorporando de forma natural a la vida cotidiana. Por Angela Boto.

Cuando era pequeña mi abuela me repetía “querer es poder”. Aquello me ponía furiosa porque me daba la impresión de que no comprendía mis dificultades para lograr algunas cosas y que no veía los obstáculos que me encontraba en el camino. Después de los años y de alguna que otra lectura, he tenido que admitir que aquella dulce mujer que apenas había pisado una escuela, se había, con su rica sabiduría popular, adelantado a las conclusiones de las investigaciones neurocientíficas del nuevo milenio y al mismo tiempo, estaba describiendo los principios básicos de una tradición filosófico-espiritual que ni siquiera sabía que existía, el budismo. La enseñanza profunda que trataba de transmitirme mi abuela era que cada uno de nosotros puede, si quiere, transformarse a sí mismo y por extensión, su realidad. Del mismo modo, desde hace siglos los budistas sostienen que tenemos la capacidad de convertir el dolor en sabiduría, la envidia en compasión, la angustia en esperanza; que tenemos en nuestra mano la posibilidad de borrar las heridas del pasado y esculpir un futuro. Podemos aprender a ser felices y plenos. En los reinos de la ciencia, sin embargo, siempre se había pensado lo contrario. El cerebro, el capitán general de nuestro comportamiento y nuestro sentir, es inamovible, decían. No sólo no se puede cambiar, añadían, sino que a lo largo de la vida vamos perdiendo neuronas que nunca más se vuelven a recuperar. Fatalidad irreal Pero los últimos años de investigación neurocientífica demuestran que semejante fatalidad no es real. Más bien todo lo contrario. Y he ahí que la ciencia demuestra los principios del budismo: con la intención, con la voluntad, con el deseo se cambia lo que antes se consideraba escrito en piedra: la arquitectura cerebral. Desde hace dos décadas el Dalai Lama se reúne periódicamente con neurocientíficos occidentales con el objetivo de aunar dos aproximaciones con orígenes muy diferentes, pero con el objetivo común de comprender la mente humana, su realidad y los caminos para alcanzar el bienestar. De estos encuentros han salido infinidad de proyectos y datos muy valiosos. El Dalai Lama ha insistido desde el principio en que la fuerza de la mente puede cambiar el cerebro y con él nuestra manera de vivir y de crear el mundo que nos rodea. Sin embargo, ésta era una hipótesis difícil de aceptar para los científicos. La reunión de 2004 en Dharamsala (India) entre ciencia y budismo tuvo como tema de discusión la mencionada propuesta de Su Santidad. Parece que los investigadores han tenido que plegarse a las evidencias de los estudios y dar la razón al budismo. La periodista científica Sharon Begley ha recogido el encuentro en el libro Train your mind, change your brain (entrena tu mente, cambia tu cerebro), que acaba de publicarse en Estados Unidos, y en él se puede leer la siguiente cita de Michael Merzenich, un neurocientífico de la Universidad de California-San Francisco (EEUU), que testifica el cambio de pensamiento: “cada momento elegimos y esculpimos cómo va a trabajar nuestra siempre cambiante mente, elegimos quién seremos en el momento siguiente”. O dicho de otro modo, somos libres para decidir qué tipo de persona deseamos ser. La piedra filosofal La piedra filosofal para la transformación mental es una mezcla del querer es poder, es decir, de la voluntad, la intención o la fuerza de la mente y de la impresionante plasticidad del cerebro. Al igual que el entrenamiento físico fortalece los músculos, el entrenamiento mental modifica los circuitos del cerebro en la dirección que deseamos. Si uno se empeña y lo desea puede construir y potenciar los circuitos de la felicidad, de la armonía, de la empatía y todo el etcétera que se quiera. Para los budistas el entrenamiento mental por excelencia, la herramienta para cambiar el cerebro y la realidad, es la meditación. Así, el Dalai Lama habla del arte de la felicidad y cuenta su propio cambio gracias a la meditación. Explica que cuando era joven se enfadaba con mucha frecuencia y sentía rabia. Ahora, tras muchos años de meditación, esas emociones se han esfumado y no es porque pueda controlarlas, sino porque ni siquiera se presentan en su vida. Pero por supuesto no hace falta ser un monje budista para disfrutar de los efectos transformadores y creativos de la meditación. David Lynch, el siempre sorprendente director de cine, en su libro Catching the big fish (Atrapar el pez grande), explica cómo esa técnica ha influido en su creatividad y en su consciencia: “cuando buceas en tu interior, el auténtico ser está ahí y la verdadera felicidad está ahí. Hay un océano enorme, sin límites, de ella”. Nuevas cualidades La meditación permite cultivar cualidades nuevas que poco a poco se van incorporando de forma natural a la vida cotidiana. En un principio hay que tener la voluntad para dirigir la mente hacia el lugar que deseamos y de este modo se comienzan a formar nuevas conexiones cerebrales que son primero caminos y con el tiempo se convierten en autopistas cerebrales para la alegría, la compasión, la empatía… Para eliminar los pensamientos o emociones negativas no hay que luchar contra ellas sino reemplazarlas por otras positivas. Decir “no a la guerra” es seguir dando protagonismo al conflicto, afirmar “sí a la paz” crea un nuevo circuito y borra la huella de la guerra. Numerosos experimentos han demostrado que la práctica de la meditación altera la geografía neuronal de modo que se potencia la actividad en áreas relacionadas con las emociones positivas, el bienestar y la felicidad. “Lo que estamos viendo es que la felicidad no es simplemente un estado, sino que es un producto de habilidades que se pueden mejorar con entrenamiento mental”, afirma Richard Davidson de la Universidad de Wisconsin-Madison (EEUU), uno de los primeros investigadores en llenar el cráneo de los monjes budistas de electrodos. Y de nuevo no es necesario ser un monje budista o pasar horas en estado meditativo: se ha visto que incluso las formas más básicas de entrenamiento mental producen efectos positivos. Se puede considerar como si se educara a un niño jugando, pero en este caso el niño es nuestro propio cerebro. Es lógico que los efectos en el cerebro de los monjes sean mucho más significativos, pero con tan solo una semana de meditación ya se pueden observar cambios en el cerebro de personas que nunca antes habían practicado esta técnica. La diferencia es que están más activas las áreas asociadas con el bienestar y el pensamiento positivo. Una clave muy importante para la transformación es la observación de uno mismo, ese buceo interior del que habla David Lynch. Experimento de Schwartz Un ejemplo clarificador de esta mirada interior es un experimento realizado por Jeffrey Schwartz, neuropsiquiatra de la Universidad de California-Los Ángeles (EEUU), con personas que padecían trastorno obsesivo compulsivo – la patología de las manías como el personaje de Jack Nicholson en Mejor Imposible que no dejaba de lavarse las manos y cada vez estrenaba una pastilla de jabón. Schwartz, budista y practicante de la meditación, quiso comprobar el potencial terapéutico de ésta. Siguiendo la idea de lo que se conoce como meditación consciente, es decir, observar lo que ocurre en el interior sin juzgar, enseñó a sus pacientes a separarse de su enfermedad; a observar los síntomas con la parte más lúcida de ellos mismos reconociendo que sólo eran manifestaciones de su trastorno. Una semana de entrenamiento fue suficiente para que los pacientes afirmaran que sentían que la enfermedad había dejado de controlarlos. Pero lo más extraordinario y sorprendente para los científicos fue que las pruebas de imagen cerebral demostraban que sus redes neuronales habían cambiado. La simple educación mental había reducido la actividad en los circuitos cerebrales que causan la enfermedad. Se han obtenido resultados similares en casos de depresión, pero no hace falta sentirse mal para comenzar a entrenar la mente y modificar nuestras vivencias. De hecho, otro de los principios fascinantes del budismo es que afirma que la realidad exterior es el producto de nuestras proyecciones. De modo que si se modifica el interior, el resto también cambiará. La influencia del entorno Hay quienes aseguran que todos deberíamos hacernos preguntas sobre nuestros conflictos internos a la vista de los que se producen en el mundo. Quizá una de las zonas donde los conflictos son más profundos es en Oriente Próximo. Y precisamente en la Universidad Bar Ilan de Israel, bajo la dirección de Phillip Shaver y Mario Mikulincer, se han llevado a cabo varios experimentos con conclusiones particularmente interesantes para esa zona del planeta. Un grupo de estudiantes israelíes judíos evaluó a otro grupo de estudiantes. Aunque los examinados eran todos judíos, Shaver y Mikulincer manipularon los datos e hicieron creer a los examinadores que algunos de ellos eran árabes. Como seguramente muchos supondrán, la percepción de los evaluadores fue mucho más negativa cuando pensaban que estaban ante un árabe. Los encontraban impulsivos, vagos, conflictivos… Pero hay esperanza. Cuando los científicos hicieron a los examinadores que recordaran momentos en los que alguien les daba amor, las calificaciones cambiaban radicalmente. Ya no había diferencia alguna en la percepción de judíos y árabes. Los experimentos se repitieron empleando distintos tipos de imágenes mentales, por ejemplo, sentirse rodeado de gente que te ama, te apoya y que está dispuesta a ayudarte y los resultados fueron siempre los mismos. Conclusión conmovedora La conclusión es conmovedora y esperanzadora. Los recuerdos de amor, de apoyo, activan circuitos mentales relacionados con la sensación de seguridad emocional, de solidez y de autoestima. Entonces el mundo y las personas que nos rodean se ven a través de ese cristal y lo que se percibe es tolerancia, comprensión, apertura y empatía. Cuando el mundo interior está en paz y armonía, el mundo exterior se contagia de esa paz y armonía. Y aquí es donde volvemos a encontrarnos con el budismo. Una de las formas principales de meditación está orientada a la compasión y su objetivo es entrenar la mente para alcanzar una profunda empatía por todos los seres vivos. Entre las técnicas que los budistas emplean para potenciar la compasión está revivir el amor de la madre. Continuando con los cuidados maternos, llegamos a la parte más extraordinaria del asunto. Con el “querer” se puede incluso doblegar la genética, burlar el supuesto determinismo del ADN. Los cambios que incorporamos a nuestro comportamiento a base de cultivar lo mejor de nosotros mismos se transmiten a las generaciones futuras igual que ocurre con el color de los ojos o de la piel. La ciencia lo ha constatado con animales de laboratorio en los que es posible hacer un estudio tan complejo. Amor maternal recuperado Los trabajos de Michael Meaney de la McGill Universitiy en Montreal (Canadá) han demostrado que ratas nacidas de madres poco amorosas repetían el comportamiento de sus progenitoras con sus propias crías. Sin embargo, cuando las hijas de las descuidadas madres eran criadas por otras cariñosas y solícitas dejaban de lado la genética y se volvían como sus progenitoras adoptivas. En la siguiente generación, aquellas que estaban abocadas por sus genes a no ocuparse de sus vástagos dieron un golpe de timón y cambiaron el curso de su descendencia. Si algo así se puede lograr con sólo el instinto animal, imaginemos hasta dónde se puede llegar con la voluntad consciente. Definitivamente “querer es poder”.

angustia

me siento desolada angustiada no quiero seguir asi tengo tanto miedo los pensamientos no paran
y no puedo continuar no tengo vida no veo la tele, no oigo la radio, tengo miedo a la prensa,me paso el dia pensando pensando creo que mi vida nunca volvera a ser la que fue mi chico dice que si que no haga caso y volvere a la normalidad. me dan tanto miedo estos malditos pensamientos
estoy cansada de comprobar de evitar estos dias estoy evitando la ritualizacion se dice asi no ?
y que? me la como la ansiedad con patatas el resumen es que no quiero vivir asi antes de que esta obsesion viniese podia vivir con mucho miedo es cierto pero 10 años de miedo sirven para saber que
de el miedo a los murcielagos y la rabia no te mueres por lo menos en los ultimos años. estoy cansada y por lo que parece nadie puede ayudarme a salir de estas obsesiones y no tengo paciencia para esperar a que venga otra mas terrorifica y me salve