del ruido mental
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ruido y pazHace unos días, hablando del teólogo y el místico, decíamos que ambas facetas, la razón y la intuición constituyen al hombre en su búsqueda de Dios, aunque en nuestra opinión le dábamos preferencia a la mística, siempre que ésta sea auténtica. Hoy vamos a hablar de la mente, no tanto como razón, sino como elaboración del ego.

El ego, el pequeño yo, el personaje que creemos ser nos está dando continuamente la tabarra. Es un soniquete que oímos al acostarnos, nada más levantarnos, durante todo el día. “Mira, fulanito, te estás haciendo viejo, el tiempo se te va y no has dado palo al agua en tu vida”. “Ayer te equivocaste, metiste la pata”. “¿Te has visto en el espejo? Cada día más arrugada”. “Menganito si que lo está haciendo bien, lo gana divinamente”. “Ese hijo de… me está pisando el puesto en el trabajo”. “¡Qué asco de vida!” “Yo no creo en el amor, en realidad no creo en nada”…”Nunca podré levantar cabeza”, y un largo etcétera.

Esta carcoma mental que nace del pequeño ego, que está continuamente comparando, que vive del pasado y el futuro y huye del momento presente nos impide conectar con el Yo profundo, que a su vez está conectado con el Todo, con Dios, con la esencia del Ser.

¿Cómo liberarse de esa tabarra? Hay dos caminos: no pensar o saltarse el pensamiento. ¿No pensar? Tenemos que pensar para vivir, para tomar opciones, para todo. Es fácil distinguir el pensamiento constructivo, por ejemplo para diseñar una casa o cocinar un plato, y esa monserga destructiva del personaje que creemos ser, con el que nos hemos identificado malamente.

Lo mejor es saltarse ese pensar negativo. Un camino es la meditación contemplativa, que lejos de darle vuelta a los temas, se conecta directamente con esa luz que somos más allá. ¿Cómo? A veces con sentarse cerrar los ojos y contar respiraciones de diez en diez basta. “No puedo, me como el coco”. Si vienen distracciones, vuelve a contar. O simplemente centrarse en la energía que somos cuando estamos relajados, a veces esperando en un médico o en la cola del autobús. Si sientes a Dios, mejor que mejor. Pero hay quienes tienen tan mala imagen de Dios que incluso les ayuda no pensar en él, no pensar, simplemente ser.

Otra manera es andar en cámara lenta, cepillarse los dientos, vestirse con tal lentitud que tomes conciencia de cada gesto por pequeño que sea. A veces así desconectas del yo pequeño. (Lo has probado cuando por ejemplo te atrapa una labor, un trabajo manual y sin darte cuenta ves que se ha limpiado tu mente) El caso es desidentificarnos con ese ruido que nos impide gozar de la plenitud que somos sin saberlo. Bien es verdad que mucha gente no quiere apartarse de ese ruido que le droga porque no quiere dejar su yo pequeño que cree ser algo. Y así les va.

Ojalá os sirvan estas sugerencia este verano para “conectar”…
http://blogs.21rs.es/lamet/2010/07/27/como-liberarnos-del-ruido-mental/