FAMILIA CHANTAJE EMOCIONAL, SENTIMIENTOS COMO MONEDA


FAMILIA
CHANTAJE EMOCIONAL, SENTIMIENTOS COMO MONEDA
El chantaje emocional es una práctica habitual de maltrato psicológico que denota debilidad e inseguridad en quien lo practica y servidumbre en quien lo padece. La imposición se lleva a cabo utilizando los sentimientos como arma. La negación a aceptar las exigencias del otro se califica de traición a la amistad o el cariño.

El chantaje emocional es una de las prácticas psicológicas más utilizadas, pero no por ello es legítima. De una forma inconsciente o voluntaria, se presiona a otra personas, víctimas del chantaje emocional, para que actúen, digan o piensen de una determinada manera, aunque vaya en contra de sus principios.

Esta presión, no es sólo patrimonio de la pareja; en cualquier relación de tipo personal se puede ser tanto víctima como verdugo. De hecho, es un recurso muy utilizado entre padres e hijos. ¿Es que ya no me quieres? o Con todo lo que he hecho por ti, son alguna de las frases más utilizadas por aquellos que lo practican.

Perfil del chantajista
Son personas que saben cuánto se valora la relación con ellos y conocen los puntos débiles y los aspectos vulnerables de quienes les rodean. Este tipo de extorsionadores, a pesar de poder dar la impresión de ser personas maquiavélicas y enrevesadas, en el fondo esconden debilidad e inseguridad ante el criterio y la libertad de actuación de sus seres queridos.

Su espíritu posesivo, les hace mostrarse como víctimas cuando su prójimo no actúa según su capricho o antojo. Para conseguir que se acaten sus deseos, han aprendido a provocar la culpa. Susan Forward, en su libro Chantaje emocional, distingue diferentes perfiles del chantajista:


El castigador, dice exactamente lo que quiere y las consecuencias a las que a las que tendrá que atenerse si no se cede a sus deseos.


El autocastigador se dañará, a sí mismo, si no se hace lo que él quiere pero, claro, antes avisa.


La víctima “obliga” a adivinar sus deseos para, luego, dejar claro que es nuestra responsabilidad el asegurar que lo obtenga.


El provocador ofrece promesas maravillosas siempre que se acate su voluntad.

Egoismo y complacencia
Los chantajistas de emociones, se aprovechan de la mala sensación que produce estar a malas con ellos. Les da lo mismo que se acceda a sus deseos sólo para aplacar ese malestar. Se trata de una práctica encubierta que viene a decir si quieres que yo esté bien, y por lo tanto estemos a gusto; haz lo que yo deseo, aunque no te guste y te haga sentir mal.

Esta manipulación suele producirse en el contexto de una relación con muchos elementos positivos. Se sabe cómo es el otro en su mejor momento, y se permite que el recuerdo de las experiencias agradables eclipse la sensación de que algo no funciona, prefiriendo ceder a los deseos propios para que ese buen momento no se rompa. Es como si se estuviera obligado a “pagar” para obtener el amor y el respeto de las personas que se aprecian.

Síntomas del chantaje
La gente que utiliza los sentimientos y emociones como método de conseguir lo que pretenden, se sirve de técnicas como amenazar con complicar la convivencia o poner fin a la relación si no se hace lo que ellos quieren. Otra forma, es dar a entender que se abandonarán, se harán daño o se deprimirán si no se hace lo que pretenden. Siempre quieren más, por mucho que se les dé.

Habitualmente, ignoran o no hacen caso de los sentimientos y aspiraciones de su pareja. Lo más importante es que ellos se sientan bien. Para que la relación funcione, ellos tienen que sentirse a gusto, y su pareja hacer de tripas corazón.

Califican al otro de egoísta, interesado, insensible o descuidado si no se cede; y se deshacen en alabanzas cuando se accede a sus deseos. Las armas básicas que usa el chantajista emocional para conseguir lo que quiere, son el temor, la obligación y la culpa.


CHANTAJE EMOCIONAL LÁGRIMAS QUE AHOGAN

Las relaciones humanas no son precisamente un camino de rosas. Entre flor y flor se esconde alguna espina que nos desgarra la carne. El pinchazo se agudiza cuando proviene de personas con las que mantenemos un intenso vínculo que deseamos conservar. Pero este anhelo es aprovechado por muchos, titiriteros de los afectos, empeñados en hacer sombra hasta que el amor se marchita y muere.


-M.M.M.-
Prácticamente todos nosotros conocemos a personas que se valen de mil ardides para que hagamos lo que quieren. Se trata de un chantaje en toda regla y utilizan los sentimientos como valor de cambio. Pero lo que nos deja indefensos es que estos extorsionadores son nuestros padres, hijos, parientes o amigos. Por eso nos quedamos muy aturdidos cuando nos plantean una exigencia como condición para seguir en buena armonía. Sin embargo, acceder a sus caprichos nos produce un malestar profundo que poco a poco se va enquistando hasta transformarse en rencor. Algo nos dice que somos víctimas de una manipulación intolerable, pero nos resulta aún más insoportable negarnos a sus pretensiones por miedo a levantar su ira, provocarles ese silencio helador que tanto nos angustia, o que lleve a cabo sus reiteradas amenazas.

Julia, administrativa de 45 años, se hunde cada vez que su marido apela a la sentencia: «“Con todo lo que yo he hecho por tí”. Llevo diez años casada –dice–, cuando conocí a mi marido, yo atravesaba una etapa muy difícil, y él me ayudó a superarla. Lo que nunca imaginé es que su apoyo me iba a resultar tan caro. Ahora siempre que tomo una decisión que a él le disgusta, zanja la discusión con su típica frase “Julia, qué egoísta eres, con todo lo que yo he hecho por ti, y ahora tú vas y me lo pagas de esta manera” . Él sabe que ese recuerdo me derrumba y acabo cediendo a sus deseos. Tampoco soporto que me diga lo de “Tú verás”. Cuando le anuncio que voy a quedar con unas amigas para ir al cine y luego, si se tercia, tomar algo por ahí, él sólo contesta: “Tú verás lo que haces, eres mayorcita” . Como el tono que utiliza me desagrada, intento cerciorarme de que de verdad no le importa que salga; pero él vuelve a repetir; “Ya te he dicho que tú verás...”. No sé por qué pero esas palabras me hacen sentir culpable y acabo quedándome en casa aburrida y rencorosa.»

No todos los extorsionadores tienen el mismo estilo, asegura Susan Forward, autora del libro Chantaje Emocional. Algunos son pasivos y otros muy agresivos; algunos son directos y otros extremadamente sutiles; algunos revelan las consecuencias exactas que padeceremos si los disgustamos y otros recalcan lo mucho que les hacemos sufrir, pero todos tienen algo en común: su comportamiento manipulador. Además, el chantaje emocional suele producirse en el contexto de una relación con muchos elementos positivos. Sabemos como es el otro en su mejor momento y permitimos que el recuerdo de las experiencias agradables eclipse la sensación de que algo no funciona.

Fátima, estudiante de arte dramático de 23 años, es otra víctima de chantaje emocional. Como en los últimos tiempos se notaba demasiado triste ha decidido poner fin al apagón. “Yo tengo dos madres, la biológica y la mujer que me ha cuidado durante veinte años. Mi madre biológica ha tenido una vida desdichada y cuando nací ella se sintió incapaz de sacarme adelante, así que buscó a una persona para que me atendiera. Desde los tres meses viví con una familia normal, es decir, compuesta de padre, madre y cuatro hermanos. Mi nueva familia, a la que quiero mucho, se ha desvivido por mí y me ha enseñado muchos valores, sobre todo el de lucha y aprecio por la vida.




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¿ERES VíCTIMA DE CHANTAJE EMOCIONAL?


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Para saber si eres blanco de un chantajista, previene Susan Forward, observa si las personas que consideras importantes:
• Amenazan con volverte difícil la vida si no haces lo que quieren.
• Amenazan constantemente con poner fin a la relación si no haces lo que quieren.
• Te dicen o dan a entender que se abandonarán, se harán daño o se deprimirán si no haces lo que quieren.
• Siempre quieren más por mucho que les des.
• Habitualmente ignoran o no hacen caso de tus sentimientos y aspiraciones.
• Hacen generosas promesas que están supeditadas a tu comportamiento y rara vez las cumplen.
• Te tratan de egoísta, malo, interesado, insensible o descuidado cuando no cedes.
• Se deshacen en alabanzas cuando cedes y las retiran cuando te mantienes firme.
• Utilizan el dinero como arma para salirse con la suya.

Para saber más:
Chantaje Emocional, Susan Forward. Editorial: Martínez Roca.
Cuando digo No me siento culpable, Manuel J. Smith. Editorial: Grijalbo.


Mi madre biológica siempre se ha mantenido en contacto conmigo y nos veíamos a menudo. Aunque a ella le gustaba fantasear con cuidarme, nunca se atrevió a dar el paso. Cuando cumplí veinte años me propuso que nos compráramos un piso y recuperásemos el tiempo perdido. Me despedí de mi familia con mucho dolor, pero a la vez me resultaba estimulante el reencuentro con ella. Sin embargo la experiencia no ha resultado todo lo bien que imaginábamos. Mi madre se pasa el día lamentándose por haberme dejado al cargo de otras personas. Ahora para compensar, sólo quiere retenerme y dispensarme atenciones propias de niño pequeño. Me hace sentir culpable cada vez que salgo con mis amigos porque, dice, les prefiero a ellos antes que a ella. Tampoco aguanta que hable y visite a mi otra familia, debido a sus celos. Me chantajea con la comida: si yo no estoy en casa, no prueba bocado, algo que me saca de quicio por su endeble salud. Mi deseo es que tengamos una convivencia agradable y vivir el presente en lugar de los años perdidos, como ella pretende. No soporto que sufra, por eso he acudido a un terapeuta que me ha enseñado algunas formas de tratarla. Me parece que ella sigue sintiéndose igual, pero yo he conseguido liberarme de la culpa, y eso, es mucho”.

El chantajista emocional es una persona insegura, llena de miedos, que teme perder nuestro cariño. Sin embargo, en lugar de aceptar sus temores, se las apaña para hacernos creer que somos nosotros los necesitados, los que sin ellos andaríamos perdidos por el mundo, en definitiva, llegan a convencernos de que todo lo que nos imponen es por nuestro bien. Para conseguir que acatemos sus deseos, han aprendido a provocarnos la culpa y hacernos dudar de nuestras decisiones. Se aprovechan de la inquietud que nos produce estar a malas con ellos, aunque accedemos a sus exigencias para aplacar nuestro malestar, nos quedamos con la mosca detrás de la oreja; es como si estuviéramos obligados a “pagar” para obtener el amor y el respeto de las personas que apreciamos. Con nuestra sumisión, logramos que la tormenta no estalle, sin embargo se trata de una calma que hace aguas por todas partes, ya que el resentimiento va llenando de números rojos una cuenta que debería rebosar de afectos. Si no queremos caer en la bancarrota del amor, debemos poner límites a esas relaciones tan abusivas.

Una de las claves para liberarnos de la manipulación, aseguran los expertos, es determinar dónde empiezan y terminan nuestras responsabilidades hacia los demás. La solución pasa por crear relaciones nuevas y sanas no sólo con los chantajistas de nuestra vida, sino con uno mismo. Como dice Manuel J. Smith en su libro Cuando digo NO me siento culpable podemos complacer a alguien temporalmente haciendo lo que desea, pero esa persona deberá cargar sobre sus propios hombros todo el esfuerzo, el sudor, el dolor y el miedo al fracaso necesarios para ordenar su existencia con miras a la salud y la felicidad.

Nereida Cuenca.
http://www.forosdelmobbing.info/phpBB3/viewtopic.php?f=63&t=7330