Neurosis Obsesiva


Por: Dr. Enrique Sánchez, Psicoanalista Clínico.
fuente:http://carlosdragonne.com/2009/02/07/salud-%C2%BFobsesivo-compulsivo/

Sé que les debo un texto sobre la dependencia hacia la psicoterapia y prometo tenérselos la semana que viene. Pero en esta ocasión quiero hablar de una patología que “todo el mundo conoce”, del que todos hacen referencia pero de la que en realidad se sabe poco. Me refiero a la . Esta patología está en los labios de todos. Incluso, está de moda que cualquiera que sea muy ordenado y limpio sea llamado “obsesivo”, y no sobran aquellos que, aquejados por una fuerte psicosis o un trastorno grave, van por la vida pensando que tienen TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo, según su nomenclatura psiquiátrica).

El problema de esta patología (como la mayoría de los padecimientos psíquicos), es que la gente cree conocerlos, dominarlos, entenderlos. Nada más equivocado. Los profesionales aparecen en la radio dando un par de características de la neurosis obsesiva y ahí están miles de personas buscándolo en Internet, encontrando las descripciones teóricas del TOC y utilizando sus pesquisas para ir por la vida afirmando que tienen TOC. “Tengo TOC, tengo TOC”, dicen como si fuera algo que presumir. Lo curioso es que de todos estos que usan el “tengo TOC” como una manera de defender sus deficiencias psicológicas, rara vez sufren de este padecimiento, sino de uno mucho más grave.

Porque, antes de iniciar, tengo que dejar algo muy claro. Ninguna patología se presenta pura; un obsesivo tiene siempre características y comportamientos de otras patologías. Por ello no es común ver personas sanas con comportamientos o contenidos psicóticos, o psicóticos con comportamientos obsesivos (no sobra decir que la psicosis es una enfermedad mucho más grave que la neurosis obsesiva).

Pero bueno, después de tanta introducción, voy a ello. Empecemos por el principio, la neurosis obsesiva se gesta desde los primeros años de vida. Se basa en el aprendizaje inconsciente del niño de que su madre es una mujer obsesionada por la limpieza, el comportamiento y las reglas, junto a un padre exigente. Ambos se inclinan constantemente por evitar que el niño cometa actos impulsivos… el orden por sobre todas las cosas. No seguir las reglas se convierte para el niño en un temor profundo, temor ante el castigo que los padres puedan imponerle por no someterse.

Por eso las personas obsesivas tienen una auto-exigencia brutal y se persiguen todo el tiempo para lograr la perfección. Poco menos que la perfección los hace sentirse culpables, subvalorados, merecedores de castigo. Obviamente este castigo y esta persecución vienen de dentro de la misma persona, su propio sistema psíquico crea estos castigadores internos, estos “padres” psicológicos que lo observan constantemente, buscando a toda hora el cumplimiento de las reglas.

“¿O sea que si no robo por un conflicto de consciencia eso son los padres psicológicos?”, podrían preguntarme y mi respuesta sería Sí. La diferencia es que no es lo mismo un padre psicológico que te dice que no robes a un padre psicológico que te pide que no dejes arrugas en tu cama al tenderla, o que engrapes las hojas a la misma altura, o que entregues un trabajo de 9 hojas cuando el jefe comentó que lo prefería de 10 (aunque probablemente no le importe un bledo).

Sin embargo, la persona obsesiva no se cruza de brazos, sino que lucha constantemente en contra de estos padres psicológicos, su propio deseo e inclinación hacia la obediencia. Por tanto, el obsesivo no sabe si seguir las reglas o ser revoltoso, ser obediente o ser desafiante. De aquí a la constante duda de los obsesivos, a los que una difícil elección entre dos opciones puede introducirlos en un verdadero ataque de pánico. “¿Voy de viaje o ahorro?”, “¿debería decirle algo o lo dejo por la paz?”, “¿le hago caso a mis amigos o a mi familia?” Estos pacientes no pueden invitar a varios grupos de amigos a la fiesta, porque se siente culpable de prestarle atención a unos más que a los otros.

¿Por qué se les dice “obsesivos-compulsivos” y porque se hace la diferencia entre “obsesión” y “compulsión”?

La obsesión es un pensamiento, una fantasía, un recuerdo, un deseo, etcétera que aparece en la mente todo el tiempo, a pesar de que la persona no lo desee o incluso intente llevar a cabo técnicas para evitarlo. Bueno, también puede amar esta clase de pensamientos, deseos y recuerdos, quizá el obsesivo va en su carro y fantasea sobre su muerte, o sobre salvar a alguien de un asalto, etcétera. La compulsión es, en cambio, un impulso necio que constantemente lleva a la persona a realizar rituales para eliminar la ansiedad que produjo la obsesión. Aunque la persona puede pensar que sus rituales son ilógicos, aun así los hace, como aquél personaje de la película “Los Tramposos”, que tenía que cerrar la puerta tres veces para eliminar la ansiedad de que pudiese quedar abierta; o aquellas personas que, a medio camino hacia su trabajo, empiezan con la idea obsesiva de que quizá dejaron prendida la estufa y por ello tienen que regresar una y otra vez a verificarlo. Otro caso es el de aquellos que, temerosos de que el agua se derrame sobre el piso de la cocina, tienen que probar una y otra vez que las llaves del agua estén bien cerradas.

Las personas obsesivas, más que ninguna otra, utilizan el intelecto para no estar en contacto con sus sentimientos. Los afectos les cuestan tanto trabajo, que prefieren llenarse la cabeza de razones, ideas, intelecto… no hablan sobre el sufrimiento de los niños hambrientos en África, habla del porcentaje de ayuda médica de la Cruz Roja en África. No hablan de lo mucho que les dolió ser abandonados por su novia, sino que hablan de las razones de la separación, dividiendo claramente los aspectos positivos y los negativos de la relación, como si fueran una encuesta nacional. Siempre que pueden, llevan las emociones al campo que conocen: el de la habladuría, las teorías y el intelecto.

Es por todo ello que el obsesivo está siempre lleno de dudas, escrúpulos, inhibiciones… el obsesivo observa, con impotencia, como el carro de enfrente se salta con facilidad el camellón mientras él no puede llevarse a ello. En lo consciente, es la culpa, el actuar “honrosamente” y el respetar la ley lo que se lo evita. Incluso puede vivirse como respetuoso, socialmente adaptado, respetuoso de las reglas sociales. En realidad son sus padres psicológicos, su autoridad interna, la que le evita esta clase de comportamiento. En el mundo inconsciente, el castigo sería terrible de cometer un acto tan terrible. “Ay, ¿tan terrible? Ni que mataran a alguien”, pudieran decirme. Pero así es, el obsesivo encuentra lo prohibido y castigable hasta en actos tan inocentes como no tener limpia su habitación.

¿Qué hacer? Pues antes que nada: no crean que son obsesivos compulsivos porque tienen alguno de los síntomas que leen en Internet (incluida esta página), ven en la tele o leen en el radio, vayan con un profesional de la salud mental a que les eche un ojo. Y claro, creo que sobra decir esto, pero… ser obsesivo no es “malo”, es sencillamente ser obsesivo. Si los actos obsesivos y las compulsiones no les causan sufrimiento ni dificultades en su vida, entonces no pasa nada ni necesitan ninguna clase de tratamiento.

Mientras tanto, te deseo que esta noche tengas un sueño que resulte reparador y constructivo.