¿SOY OBSESIVO COMPULSIVO?


Título: ¿SOY OBSESIVO COMPULSIVO?
Objetivo: Explicar en qué consisten la obsesión y compulsión, así como detectar sus principales manifestaciones y consecuencias.
Investigadora(s): Elena Cantú González
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La obsesión es una idea o pensamiento repetitivo e irrefrenable; la compulsión es una acción en contra de la voluntad del sujeto.

El psicólogo Arturo Ortiz explica: “para comprender el origen del trastorno obsesivo- compulsivo debemos entender que dentro de cada persona coexisten dos impulsos básicos: vida y muerte. El primero promueve la creatividad; el segundo, la destrucción. Ambos constantemente buscan la forma de salir. El truco es que cada persona aprenda a manejar ambos impulsos armónicamente. En este sentido, la persona obsesiva tiene la intención de dominar los impulsos que surgen por medio de pensamientos repetitivos en torno a un objeto real, pero es el objeto el que finalmente controla a la persona. La realidad sigue igual y cada vez hay mayor presión para manejar el impulso; entonces, la compulsión se dispara por un deseo irrefrenable de repetir incesantemente una conducta que se da en automático, es decir, sin planearla previamente. Aunque la persona esté consciente de que esta acción no tiene sentido, no puede pararla y empieza a sufrir las consecuencias”.

Si bien la obsesión y la compulsión se dan en cualquier individuo y bajo distintas circunstancias, cuando obstaculizan la adaptación en el sujeto, le impiden relacionarse y evitan que realice actividades cotidianas podemos estar frente a un caso patológico. Hasta cierto nivel, los rasgos obsesivo-compulsivos son positivos y necesarios para algunas profesiones, por ejemplo, para aquellas que implican presión, entrega, tenacidad, tiempo y constancia.

Aunque hay un sinnúmero de pensamientos y acciones obsesivo-compulsivas que se manejan a través de rituales, algunas suelen ser más representativas:


ü Rituales de limpieza: se evitan posibles focos, reales o imaginarios, de suciedad o contaminación: pasar al lado de la basura, junto a un hospital o un baño público, sintiendo posteriormente la necesidad de realizar complicados rituales de higiene y limpieza, como lavarse las manos o bañarse varias veces al día.

ü Rituales de repetición: pueden repetirse las más extrañas secuencias, por ejemplo, repetir un determinado número ante un pensamiento, seguir una secuencia de números pares en cualquier situación, etc.

ü Rituales de comprobación: hay multitud de posibles comportamientos, como comprobar repetidamente que se ha cerrado el gas o la puerta.

ü Rituales de acumulación: el sujeto tiene dificultad para desprenderse de cualquier cosa y acumula grandes cantidades de objetos, en su mayoría inservibles.

ü Rituales de orden: todo ha de estar en el mismo lugar, posición, de mayor a menor, etc. Cuando la persona nota un mínimo cambio en el acomodo de las cosas siente gran ansiedad y ocupa muchísimo tiempo ordenando nuevamente.

Una característica muy frecuente de los sujetos obsesivo-compulsivos es el perfeccionismo. Cuando este rasgo gobierna casi todas las actividades es probable que se convierta en una obsesión, aunque algunos niveles de perfeccionismo no caen en lo patológico y contribuyen a alcanzar un objetivo. Otras actividades ritualizadas por las personas obsesivo-compulsivas pueden ser: comprar, robar, comer, hacer ejercicio, desafiar el peligro, participar en juegos de azar, etc.

Independientemente del tipo de conducta o pensamiento que surja en la mente de la persona obsesiva-compulsiva, en todos los casos hay un hilo conductor. La persona se ve empujada por razones internas, usualmente inconscientes. Su comportamiento es persistente y recurrente. Usualmente, altera la continuidad de la vida personal, familiar o profesional; estas personas reiteran cierta conducta para aumentar la confianza en sí mismas, lo que les alivia el penoso sentimiento de la insuficiencia. Internamente, sus impulsos y su propia represión establecen un compromiso por el cual comparten un espíritu de desafío, no su afecto y ni un contacto genuino con los demás. Generalmente tienen cierta incapacidad para dar afecto, expresar sus emociones o entregarse a una relación.

La persona obsesiva-compulsiva parece defenderse de sus propios pensamientos y actitudes y trata de ocultarlos frente a los demás e incluso frente a sí misma, lo que conduce a uno de los mecanismos de defensa más característicos: el aislamiento emocional. Todo esto tiene un alto precio. Es posible que su conducta reste tiempo a la diversión y al tiempo libre. Esta privación puede provocar daños psicológicos y físicos: fatiga, irritabilidad, perturbación del sueño, dificultad de concentración, hipertensión, jaqueca, migraña, depresiones, problemas gastrointestinales y afecciones coronarias.

Antes que nada, es importante no prohibir determinadas conductas compulsivas. Aunque otras personas puedan sentir que la conducta compulsiva es incoherente e irracional, para alguien compulsivo estas acciones son necesarias; si no las realiza esto le genera angustia, ya que el impulso se contiene y no encuentra salida. El manejo de las obsesiones-compulsiones no es racional: sino se requiere una serie de herramientas emocionales psicoterapéuticas a fin de que el paciente logre identificar sus impulsos: cuáles son y de dónde vienen, de modo que aprenda a modularlos de una forma adaptativa.

fuente:canal once tv