consideradas antiguamente castigo divino o posesión demoníaca...




consideradas antiguamente castigo divino o posesión demoníaca, las enfermedades mentales son hoy un problema de salud pública que afecta a 30% de mexicanos.

Trato inhumano, discriminación y rechazo han acompañado a lo largo de la historia a quienes padecen alguna enfermedad mental, pues mucha gente ha vivido con la falsa creencia que son personas incapaces y peligrosas, pero se ha demostrado que es posible que se reintegren a la sociedad y puedan seguir vida normal. En esto, ha tenido destacado papel la Psiquiatría, especialidad médica a la que se consideró ciencia respetable a partir de 1790 gracias al médico parisino Philippe Pinel, quien decidió despojar de sus "cadenas" a enfermos mentales para someterlos a tratamiento, además de que comenzó a realizar estudios clínicos sobre los diferentes padecimientos.

Con el fin de que la gente se libere de prejuicios en torno a las enfermedades que afectan la mente y la comunidad médica intercambie conocimientos, fue proclamado el Día Mundial de la Salud Mental en 1992 por parte de la Federación Mundial para la Salud Mental y la Organización Mundial de la Salud, el cual se celebra el 3 de octubre. Su objetivo principal es influir en la opinión pública y estimular el debate sobre la manera de mejorar la situación actual.

Ahora bien, con el fin de comprender mejor la situación de estos pacientes resulta conveniente aclarar que los trastornos mentales son afecciones que causan angustia y deterioro en importantes áreas del funcionamiento psíquico, lo que afecta al equilibrio emocional, rendimiento intelectual y comportamiento social.

En contraparte, la salud mental es el estado que se caracteriza por bienestar psíquico y autoaceptación, el cual está determinado por factores sociales, ambientales y biológicos. A decir de la Dra. Lilia Núñez Orozco, jefa del servicio de Neurología del Hospital 20 de Noviembre del ISSSTE, en la Cd. de México, "esta condición ha tomado lugar preponderante, sobre todo en los últimos años, ya que 3 de cada 10 mexicanos sufre algún trastorno que afecta la mente, incluso, hay múltiples instituciones que se dedican a preservarla y actuar sobre los problemas que pueden alterarla".

¿Por qué a mi?

Vida cada vez más acelerada, desempleo, dificultades económicas, competencia laboral, pérdida de seres queridos, fracasos profesionales y escolares, así como alto nivel de estrés, son sólo algunos factores que pueden afectar el estado psicológico de muchos individuos. "La mayoría de las personas tienen deteriorada su salud mental porque se enfrentan a problemas que no pueden resolver, lo que sin duda repercute en su estado de ánimo, causándoles ansiedad o depresión; asimismo, porcentaje menor de pacientes que nacen con un trastorno de este tipo que aún no se ha manifestado, pueden tener como detonador experimentar circunstancias difíciles", explica Núñez Orozco.

La neuróloga agrega que: "También podría hablarse de factores hereditarios que, aunados a vivencias y tipo de personalidad, son capaces de hacer más sensible a un individuo a padecer diversas alteraciones, por ejemplo, cuando alguien desde la primera infancia es educado positivamente en un ambiente donde hay apoyo mutuo, comunicación, unión y confianza, desarrolla personalidad equilibrada y fuerte, lo que permitirá que enfrente situaciones adversas; de lo contrario, es posible que se deteriore su salud mental ante cualquier problema". A continuación, presentamos diversas afecciones que dañan la mente, las cuales padecen algunos mexicanos en mayor o menor medida.

Depresión

Tristeza, apatía y desánimo son los síntomas más visibles de depresión, enfermedad que en la actualidad se presenta con gran frecuencia en México. Puede ocasionar alteraciones del pensamiento, de forma que los pacientes valoran negativamente sus capacidades o su responsabilidad en los acontecimientos, y ven todo color negro. Esta es una razón por la que muchas personas que tienen este padecimiento adoptan conducta autodestructiva e intentan suicidarse, consumen drogas o caen en el alcoholismo.

Otros síntomas que genera son: ansiedad, insomnio o sueño excesivo, pérdida o aumento de peso, cansancio, llanto incontrolable, sentimiento de culpa, baja autoestima, incapacidad para concentrarse, falta de memoria, dolores de espalda y estómago, pérdida del interés sexual y capacidad para adaptarse a las situaciones de estrés; asimismo, el sistema inmunológico (aquel que nos defiende de infecciones) se debilita, lo que incrementa la predisposición a contraer enfermedades.

Es importante saber que en principio la depresión que se prolonga por meses o años indica que existe un problema en los mecanismos de neurotransmisión cerebral, es decir, en la conexión de unas neuronas con otras, lo que deriva en disminución de catecolamina y serotonina, sustancias que intervienen, entre otras cosas, en la adaptación de la persona al estrés y regulación de los estados afectivos.

Debe quedar muy claro que esta afección de ninguna manera es sinónimo de debilidad o errores en uno mismo, sino una enfermedad como gripe o diabetes, cuya solución no está en poner buena cara o dominarse, ni tampoco en resignarse y aceptar el sufrimiento, hay que seguir un tratamiento que incluya psicoterapia y medicamentos, el cual debe ser indicado, administrado y supervisado por un psiquiatra calificado, pues este especialista es el único que puede prescribir fármacos. En caso que un psicólogo los recomiende, rechace el tratamiento, pues éste no posee conocimientos médicos y sólo podría poner en riesgo su salud al recetar a diestra y siniestra.

Maniaco depresivo

Conocido en términos médicos como trastorno bipolar, es más que simple cambio del estado de ánimo, pues los afectados experimentan periodos donde éste se altera y otros en los que se deprime. Quienes lo padecen sufren varios de los siguientes síntomas mientras se encuentran en la etapa de euforia: exaltación, irritabilidad, hiperactividad, optimismo extremo, falta de juicio, hablan apresuradamente, saltan de un tema de conversación a otro, sus pensamientos son desorganizados y tienen menor necesidad de dormir, así como ira repentina e irritabilidad. Cuando pasan a la otra fase experimentan los síntomas de la depresión común.

En estos caso se indican medicamentos y psicoterapia, lo cual debe complementarse con el apoyo de los miembros de la familia, quienes también deben acudir a las consultas psiquiátricas, ya que ahí pueden encontrar ayuda emocional, educación y comprensión, además de que aprenden a participar en el tratamiento del paciente.

Psicosis o neurosis

Gran cantidad de personas sufre en algún momento de su vida algún episodio neurótico, en tanto que los casos de psicosis son contados; la primera condición se caracteriza por ocasionar malestar, irritabilidad y ansiedad, en tanto que en la segunda el paciente pierde el contacto con la realidad. A continuación le presentamos las variantes de la neurosis:

Trastorno por ansiedad generalizada. Estado en el que se convive con sentimientos aprehensivos, sin placer alguno, lo que supone sobrerreacción al estrés normal.

Crisis de angustia. Se manifiesta con ataques de pánico acompañados de palpitaciones cardiacas, transpiración excesiva, respiración entrecortada, temblor muscular, náuseas y desmayo.

Fobia. Respuesta de miedo incontrolable y desmedido hacia situaciones que normalmente no se consideran peligrosas.

Trastorno obsesivo-compulsivo. Persistente intrusión de pensamientos o impulsos desagradables que llevan a realizar acciones repetitivas para reducir la ansiedad consiguiente, por ejemplo, lavarse las manos muchas veces al día.

Trastorno por angustia de separación. Ocurre durante la infancia y consiste en miedo irracional a estar lejos de los padres.

Trastorno por estrés postraumático. Término que se acuñó después de la guerra de Vietnam para describir los síntomas experimentados por los combatientes cuando volvían al hogar. No obstante, este padecimiento no es exclusivo de las situaciones de conflicto bélico, ya que puede aparecer después de cualquier tipo de desastre, como accidente aéreo o catástrofe natural. Los síntomas consisten en revivir los sucesos traumáticos mediante pesadillas, insomnio y ansiedad.

Las neurosis antes descritas se tratan mediante psicoterapia, modificación de la conducta, hipnosis, relajación y, como complemento, algunos medicamentos.

Ahora bien, el padecimiento psicótico más común es la esquizofrenia, el cual normalmente inicia en la adolescencia y se manifiesta con agudas perturbaciones en pensamiento, percepción y emoción, las cuales afectan la forma de interactuar con los demás, así como pérdida del sentido de la realidad e inadaptación social.

No menos importantes son los trastornos que afectan a las personas de edad avanzada, el más común y representativo es el mal de Alzheimer, veamos cuáles son sus principales características.

Demencia Senil

El olvido normal, también llamado benigno, es parte del proceso de envejecimiento, incluso, la mayoría de las personas lo ha experimentado alguna vez; sin embargo, difiere del mal de Alzheimer, pues en éste el paciente se pierde en lugares conocidos, no recuerda nombres de familiares cercanos, no sabe cómo vestirse ni abrir una puerta, siente confusión, desorientación en tiempo y espacio, presenta cambios en la personalidad y conducta, alteraciones en el juicio y dificultad para encontrar palabras y para seguir instrucciones.

Es importante saber que cuando se presenta este padecimiento las neuronas que controlan memoria y pensamiento están deterioradas, lo que interrumpe el paso de mensajes entre ellas, asimismo, la corteza del cerebro (donde se originan las funciones intelectuales) se atrofia.

Los síntomas antes descritos normalmente se presentan en adultos mayores de 65 años (aunque también puede afectar a personas de 40 y 50 años).

Trastornos paranoides

Su principal manifestación son ideas delirantes (creencias falsas, firmemente asentadas y resistentes por ello a la crítica), siendo las más características las de persecución (se considera víctima de una conspiración), grandeza (el sujeto se cree de ascendencia noble, principesca, santa, genial o divina) o celotípicas (celos desmedidos). En cualquiera de estos casos, la personalidad es defensiva, rígida, desconfiada y egocéntrica, por lo que la persona se aísla y puede llegar a ser dramáticamente antisocial.

Alteraciones de la personalidad

Duran toda la vida y ocasionan que determinados rasgos de la personalidad del enfermo sean tan rígidos e inadaptados que llegan a causar problemas laborales y sociales, así como daños a uno mismo y, probablemente, a los demás. A continuación los principales trastornos:

* Paranoide. Se caracteriza por ser suspicaz y desconfiada.
* Esquizoide. Se pierde capacidad y deseo de amar o establecer relaciones personales.
* Esquizotípica. El comportamiento, pensamiento, habla y percepción son extraños.
* Histriónicas. Actitud teatral ante cualquier incidente.
* Narcicista. Demanda admiración y atención constante de los demás.
* Antisocial. Conducta irresponsable y aislada.
* Dependiente. Incapacidad para tomar decisiones.
* Compulsiva. Predomina perfeccionismo extremo e inhabilidad para manifestar afecto.

Trastornos mentales infantiles

Algunas alteraciones se hacen evidentes por primera vez durante la infancia, entre ellas se encuentran:

* Retraso mental. Caracterizado por incapacidad para aprender con normalidad y llegar a ser tan independiente y socialmente responsable como otras personas de la misma edad y cultura.
* Hiperactividad. Desorden que parte de un déficit en la atención y concentración que se traduce en exceso de ímpetu en el sujeto que la padece, haciéndole incapaz de organizar y terminar su trabajo.
* Invasivo. Se identifica por distorsión simultánea y/o progresiva de varias funciones psíquicas, como atención, percepción y evaluación de la realidad; un ejemplo es el autismo.

Como puede ver, cualquier tipo de trastorno mental puede ocasionar disminución del rendimiento ante cualquier actividad, deteriorando la capacidad de confrontación y atención. De ahí la importancia de atenderse a tiempo, pues los tratamientos actuales han demostrado ser eficientes y capaces de devolver la calidad de vida mermada.