obsesiones



Cuando Bruce pasa con su auto sobre una protuberancia de la carretera, le invade una idea morbosa: ‘¿Habré atropellado a un peatón o un animal? ’. El sentimiento va cobrando cada vez más fuerza, hasta que no le queda otro remedio que regresar a la escena del “crimen” con el fin de verificarlo, pero no solo una vez, sino varias. Como es obvio, Bruce no encuentra a ningún peatón ni animal lastimado. Sin embargo, no queda plenamente convencido, de forma que al volver a casa pone las noticias para enterarse de si alguien se ha dado a la fuga tras un atropello. Hasta llama a la policía para “declararse culpable”.

Al igual que Bruce, muchos obsesivo-compulsivos viven atormentados por las dudas: ‘¿Le habré hecho daño a alguien? ¿Apagué la lumbre antes de salir de casa? ¿Cerré la puerta con llave?’. Aunque la mayoría de las personas puede tener ocasionalmente pensamientos parecidos, el obsesivo-compulsivo se distingue por revisar varias veces la situación, sin quedarse tranquilo. “Los pacientes que se dedican a comprobar parecen decir: ‘El conocimiento procede sólo de los sentidos’ —escribe la doctora Judith Rapoport— [...]. De ahí que haya que girar una y otra vez el pomo de la puerta; que encender una y otra vez el interruptor de la luz. Estos actos proporcionan una información inmediata, aunque no es posible ponerles fin.”

Nunca está suficientemente limpio

Charles, joven de 14 años, vivía obsesionado por el miedo a infectarse con los gérmenes. Su madre tenía que limpiar con alcohol todo cuanto él fuera a tocar. Además, a este muchacho le daba pánico que las visitas introdujeran la contaminación de la calle.

Los miedos de Fran se suscitaban cuando lavaba la ropa. “Si la ropa tocaba los laterales de la lavadora cuando la sacaba —explica—, tenía que volver a lavarla.”

Al igual que Charles y Fran, muchos obsesivo-compulsivos tienen fijación con los gérmenes y la contaminación, de manera que se duchan o se lavan las manos en exceso, en ocasiones al grado de ampollarse, pero ni siquiera así se sienten limpios.

Suplicio mental

Elaine se martiriza porque le vienen pensamientos irreverentes sobre Dios. “No se me ocurrirían ni por asomo; antes morirme que tener voluntariamente esas ocurrencias”, explica. Sin embargo, tales ideas persisten. “Hay noches que me acuesto exhausta de batallar a diario con ellas.”

Steven hace “votos” a Dios llevado por el remordimiento que le crean sus faltas. “Esta tendencia me entristece, pues parece ir en contra de mi voluntad —explica él—. Luego, los escrúpulos de conciencia me obligan a cumplir las promesas. En una ocasión tuve que destruir un objeto de gran valor sentimental.”

En el caso de Elaine y Steven, sus obsesiones se desarrollan a buen grado en un nivel mental. Aunque los síntomas no sean fáciles de detectar, los sujetos con ideas obsesivas viven encerrados en un círculo de culpa y temor.

Estos no son más que algunos síntomas del T.O.C. Ahora bien, ¿qué ocasiona este trastorno, y qué soluciones hay?

Controlar lo incontrolable

Según un especialista, la conducta obsesivo-compulsiva es fruto de “un cortocircuito cerebral”, por el cual la información sensorial no se registra y “el programa se repite una y otra vez”. ¿Qué origina este ciclo? Nadie lo sabe con certeza. Parece que entra en juego un neurotransmisor, la serotonina, aunque también se barajan otros aspectos del cerebro. Hay quienes opinan que ciertas experiencias a temprana edad pueden desencadenar el T.O.C., tal vez en combinación con una predisposición genética.

Sea cual sea la causa, está claro que probablemente no se consiga mucho diciendo al obsesivo-compulsivo que deje de lavarse o de verificarlo todo. La fuerza de voluntad no es suficiente.

En algunos casos la medicación ha dado buenos resultados. Otra terapia consiste en exponer al paciente a la situación que teme y entonces impedir la respuesta habitual: por ejemplo, exigir a quien sigue rituales de lavado que sostenga algo sucio y luego no permitir que se lave. Por supuesto, este tratamiento no da resultados inmediatos. Sin embargo, algunos creen que si se aplica con persistencia, puede ser efectivo.