PSICOCIRUGÍA


PSICOCIRUGÍA



La controvertida operación de la mente

La intervención más polémica de la medicina, que cauteriza una zona del cerebro para modificar la conducta, pasa días confusos en Chile. Dejó de realizarse el año 2000. Mientras una comisión delibera caso a caso la conveniencia de efectuarla, pacientes graves aguardan una respuesta. Silvia Vargas es uno de ellos.

Por Pia Rajevic

La tarde cae sobre la habitación de Silvia. La luz del sol acaricia tenue su cuerpo demacrado, de movimientos cansados, reclinado sobre su cama. De sus 39 años de vida, lleva por lo menos diez autorecluida en ese lugar, saliendo escasamente al baño, bajando rara vez al primer piso del departamento que comparte con su padre y su hermano en Ñuñoa, desde que su mamá muriera en 1995. Un trastorno obsesivo compulsivo la mantiene presa de rituales interminables, en los que irremediablemente se le va un día tras otro.

Ocupa una hora por lo menos en hacer la cama, que debe quedarle perfectamente estirada, con los estampados de sábanas cubrecamas, almohadas, cojines y hasta un par de peluches (un oso y un conejo blancos, que conserva desde pequeñita) perfectamente centrados. Necesita otro par de horas para vestirse, cuidando que todos los atuendos le queden perfectamente instalados a su manera, desde los zapatos a la polera. Claro, eso es cuando decide levantarse, porque sólo pensar que ponerse la ropa le va a robar tanto tiempo, la atemoriza, así es que hay días que se queda con pijama, pese a que sabe que eso no la eximirá de realizar algún otro ritual con la ropa de dormir puesta.

Concentra la ida al baño en una sola vez al día, porque puede tardar cuatro o más horas en eso. Por eso, para evitar tener que aumentar la frecuencia? ya que no desea quedarse ahí pegada? apenas ingiere comida y no bebe más de un vaso de agua diario. Está en los huesos: Mirar sus caderas, codos y clavículas, que despuntan filudos bajo la ropa, lastima. Con un metro y 59 centímetros de estatura, pesa exiguos 38 kilos. Sus fuerzas flaquean y se sostiene en pie con mucha dificultad. Palidísima, unas ojeras profundas le surcan el rostro.? Antes, cuando iba al colegio, podía hacer rapidito todas las cosas que ahora me cuestan tanto?, comenta.

Nos invita a sentarnos en una silla sobre la que ha puesto un pañuelo blanco, perfectamente simétrico, asunto en el que probablemente invirtió buen porcentaje de su jornada.? Me quedo pegada en todo lo que hago?, dice. Todo comenzó con una depresión en 1987.? Tenía un desgano y una pena horrible y sólo quería estar en mi casa?. Sus padres la hicieron tratar y consiguió un repunte, lo que le permitió incluso meterse al coro de la iglesia del barrio. Pero el desánimo volvió muy fuerte en 1992 y esta vez acompañado de manías que fueron en aumento y de las cuales no puede salvarse. Desde entonces está encerrada, le complica ir al médico, lo que la ha llevado a un constante cambio de psiquiatras.

?Lo que tengo sólo puedo resumirlo en que uno está presa de esto. Sólo puedo oír la radio, porque al ser algo que no se ve ni se toca, puedo ocuparme de eso sin involucrarme. Ya no son muchas las cosas que puedo hacer. Ya no soy joven y no me queda tanto tiempo por delante. Hace diez años que dejé de vivir: Abro los cajones y me encuentro la ropa de hace diez años, el tiempo para mí se ha detenido?.

Después de haber probado prácticamente todos los tratamientos y fármacos que le ofrece la medicina, y de haber recurrido incluso al electroshock, por recomendación de su último psiquiatra tratante, Silvia optó por la psicocirugía como solución a su trastorno obsesivo compulsivo (TOC). Fue derivada al doctor Renzo Zamboni, el único médico que realiza este tipo de intervenciones en Chile.

La operación, llamada estereotaxia, actúa sobre las funciones del cerebro y no sobre las lesiones. Con esta técnica también se operan otras dolencias funcionales como el Parkinson o el dolor intratable. La psicocirugía es considerada una intervención poco invasiva y su práctica es aceptada para casos de TOC severos y depresiones mayores refractarias a los tratamientos con medicamentos. La operación consiste en una cauterización de una zona del lóbulo frontal del cerebro, cortando un camino por donde transitan los impulsos. La interrupción selectiva de conexiones cerebrales provoca un cambio de conducta, disminuyendo la influencia hacia el lóbulo frontal, que es el que determina en las personas el quehacer.

Renzo Zamboni inició su trabajo en esta técnica en el Hospital Psiquiátrico en los años `60, de la mano del doctor Mario Poblete, hoy retirado, con quien llegó a practicar unas 400 intervenciones de este tipo, incluyendo enfermos mentales agresivos. En los años `70 viajó a Alemania para adquirir mayores destrezas quirúrgicas. Desde 1980 ha realizado unas 80 capsulotomías frontales (técnica muy precisa desarrollada en Suecia por el Instituto Karolinska), cirugía que se usa especialmente para tratar los TOC. Aunque sólo en el último tiempo el doctor Zamboni ha iniciado un seguimiento minucioso de todos los pacientes que ha intervenido, señala que la gran mayoría de sus operaciones ha tenido buenos resultados.

Silvia Vargas estaba a punto de entrar al quirófano en octubre del año pasado, cuando a la dirección de la Clínica Dávila llegó la copia de un instructivo legal que recordaba la existencia de una reglamentación del ministerio de Salud desde el año 2000 respecto de estas intervenciones. La operación se suspendió. Silvia debió iniciar entonces un proceso de evaluación por la Comisión Nacional de Protección de las Personas con Enfermedad Mental, que la obliga a cumplir con un acucioso protocolo de evaluación, incluido el someterse al veredicto de un grupo médico especializado. Fue el último proceso que cumplió: Una comisión del Hospital Salvador compuesta por varias decenas de facultativos y presidida por el doctor Christian Osorio estudió su caso y en mayo de 2003 concluyó: Silvia Vargas padece? de TOC grave y resistente a numerosos tratamientos farmacológicos y psicológicos efectuados hasta ahora?. Advirtió:? La condición clínica de la paciente es grave y presenta riesgo vital a futuro?. Y propuso como? correcta y necesaria la realización pronta de la psicocirugía?.

Pero la instancia resolutoria del ministerio de Salud encargada de dar el visto bueno sigue sin darle el pase. Ha puesto nuevas exigencias: Debe someterse a una terapia cognitiva y volver rápidamente al tratamiento psiquiátrico que la paciente, en su desánimo, abandonó (?prefiero apagarme a seguir viviendo así, es la única forma de no seguir esclava de este problema yo y mi familia?). Ella se niega a más tratamientos, dice que en su estado de salud seis meses de prueba en una terapia cognitiva -tiempo mínimo requerido para ésta- le pueden costar la vida.

La historia de la psicocirugía es polémica. Tuvo su punto de partida en los años ï30, cuando el médico portugués Egas Moniz (Premio Nobel 1949) incursionó en el lóbulo frontal humano, rompiendo caminos del cerebro en los que circulaban ideas que se repetían con algunos estímulos, liberando así a los enfermos de actividades fijas que los afligían. Pero fueron los norteamericanos Freeman y Watts a mediados de los `40 quienes promovieron la operación con nuevos aportes y surgió la controvertida lobotomía frontal, que también mediante trepanación del cerebro provocaba un cambio en el estado afectivo y la conducta.

Como se contaba con escasos psicofármacos, la lobotomía se realizó a destajo y sin diagnósticos claros. Sólo en Inglaterra fueron sometidas a ésta más de 10 mil personas entre esquizofrénicos, obsesivo compulsivos, depresivos y agresivos. Y se llegó a practicar incluso en reos violentos, usados para experimentar so promesa de rebajar sus condenas. Tuvo férreos detractores: Fue definida como? el cuchillo del alma?, y apuntada como técnica para controlar la mente y ser potencial mutilador de todo aquel que escapa a la norma establecida.

Explica el neurólogo Arnold Hoppe que en los años? 60 comenzaron a conocerse los efectos adversos de este tipo de cirugías: trastornos cognitivos, apatía, epilepsia, desinhibición, incontinencia y obesidad. Al mismo tiempo, se revolucionó el tratamiento con psicofármacos que dieron buenos resultados. No obstante, se comprobó su eficacia para los TOC graves y depresiones mayores y la técnica se refinó. El doctor Hoppe añade que el procedimiento es considerado mundialmente? de absoluta excepción?, debe contar con el consentimiento del paciente y la aprobación, además de los médicos tratantes, de una entidad fiscalizadora independiente.

Por eso, en los pocos países donde se realiza, está sujeta al cumplimiento de un estricto protocolo ético? como sucede en Chile desde hace dos años?, que exige agotar todo tipo de alternativas no quirúrgicas antes de indicarla.

La Comisión Nacional de Protección de las Personas con Enfermedad Mental no da explicaciones sobre Silvia Vargas. Admite que es el caso más grave que tiene en sus manos, pero lo considera confidencial. La doctora Angélica Monreal, que encabeza la instancia, no obstante, explica sus directrices: Velar por los derechos del paciente y poner el acento en la regulación de los tratamientos complejos y polémicos, como el electroshock, la esterilización quirúrgica de enfermos psiquiátricos y la psicocirugía. Cuenta que desde 2001 la comisión revisa 200 casos y afirma que desde su creación, en 2000, no ha autorizado ninguna operación de psicocirugía.

Asegura que están muy preocupados por la salud de Silvia y que detrás de su caso? no hay buenos y malos?. Y aunque acepta que la psicocirugía muestra rendimientos en TOC y depresiones gravísimas, matiza que? hay que aclarar a los pacientes que sólo modificará la evolución de su problema y que no constituye un tratamiento único y curativo, pues debe combinarse siempre con una atención psiquiátrica y un acucioso seguimiento.? El problema no es de riesgos, sino de una correcta aplicación y eso es lo que protegemos?. Mientras, el doctor Zamboni acusa a la instancia de? talibanes fundamentalistas contrarios a la psicocirugía, que no permiten la operación de esta grave paciente?.

El doctor Otto D”rr, quien formó hace un tiempo parte de la comisión, aclara que nunca tuvo inclinación por este tipo de intervenciones, pero? es un método legítimo, que se justifica en algunos casos severos? e incluso él mismo lo ha recomendado en dos oportunidades. Opina que es muy positivo que se haya creado una comisión especial? porque evita abusos e intervenciones exageradas?. Pero como ex miembro de la instancia, sostiene:? Desgraciadamente percibo una suerte de politización en una línea de rechazar todas las intervenciones?. Y añade que están primando consideraciones ideológicas por sobre las técnicas.

En la habitación de Silvia se ha hecho la noche y ella está pronta a iniciar su enésimo ritual. ¿Qué manía la ocupará? Eso tal vez le impida tenderse a descansar hasta altas horas de la madrugada. Cuando nos despedimos, comenta:

?¿Usted me preguntó por la tristeza? Sí, estoy muy triste. Tenía esperanza en la operación, como una última salida y todo se para. Yo creo en esa operación, hay gente que dice que no es la panacea, pero yo tengo derecho a pensar que es una oportunidad para mí. Así como estoy, lo único que quiero es morirme, no he hecho nada importante en mi vida. La comisión que no me deja operarme, dice que defiende los derechos del paciente, pero de qué derechos me hablan, si así como estoy me puede pasar algo grave. Ellos no me han visto nunca, no saben cómo soy y qué siento, todo lo que conocen de mí lo saben a través de papeles. Obligan a trámites y más trámites. Parece que fueran ellos los que se van a operar?.

fuente:soyunamujer.com