las emociones


  • Las emociones cotidianas condicionan al ser humano en tal proporción que llegan a generar conductas que afectan las relaciones sociales, así como trastornos personales como son las fobias, siendo esto así por que todas las personas son propensas a padecer estas perturbaciones.

    PRIMERA PARTE

    NOTA IMPORTANTE

    Este trabajo solo pretende mostrar el diferente punto de vista de personas especializadas en el tema de las emociones y los trastornos psíquicos, trataremos un tema complejo e interesante, las Fobias, así como las posibles causas de estas.

    Ponemos en claro que nuestra investigación se basa en información adquirida de diversas fuentes, por lo que no aseguramos su completa credibilidad o actualidad.

    INTRODUCCIÓN

    Cuántas veces nos hemos sentido deprimidos, fastidiados, o incapaces de coordinar nuestras ideas!, talvez el día de ayer nos sentíamos animados, optimistas y con mucha alegría, y hoy -sin ninguna causa aparente- te sientes pesimista abúlico, irritable y fastidiado de la vida. La conciencia psicológica parece una maquina gastada, torpe y descompuesta.

    Esto, que parece tan alarmante, visto con los ojos de un endocrinólogo puede no ser mas que una pequeñísima variación en las secreciones de alguna de las glándulas internas, como la tiroides o las suprarrenales.

    Su problema se reduce a la interferencia de la máquina fisiológica con la maquina psicológica: una anomalía en el funcionamiento de aquella trae consigo notables trastornos en el funcionamiento de ésta.

    Por ejemplo, algunos hombres que en su madurez fueron perspicaces y brillantes, al llegar a la vejes se vuelven obtusos, desequilibrados y testarudos.

    Estos hechos, y muchos otros que podríamos citar, demuestran que la corriente de la vida psicológica puede ser modificada por la corriente fisiológica, en tal forma que ambas pueden ayudarse, sumando así sus potenciales, como también obstaculizarse, malgastando lastimosamente sus respectivas energías.

    Si la corriente fisiológica influye en la psicológica, no es menos notable la influencia de esta última sobre la primera.

    ¿Por qué, por ejemplo, una mala noticia acaba de postrar a un enfermo?, O, ¿por qué las preocupaciones son capaces de originar el insomnio y las ulceras gástricas?.

    La respuesta es, sola y únicamente por que la conciencia tiene un extraño poder sobre nuestro cuerpo.

    CAPITULO I

    LAS EMOCIONES O SENTIMIENTOS

    En este capitulo trataremos de explicar que son y como nos hacen reaccionar.

    Sensaciones y sentimientos: son dos cosas muy diferentes, un dolor de muela es muy diferente del dolor que se siente por la muerte del padre.

    Si un hijo mío me diera un bofetón, distinguiría muy bien entre el dolor físico, localizado en mi mejilla, y el dolor moral por la ingratitud de mi hijo.

    La depresión o decaimiento causado por una mala digestión no es igual al mismo fenómeno cuando es causado por un fracaso o por una mala noticia.

    El hambre y sed de alimentos y de bebidas no son idénticas al hambre y sed de riquezas.

    1.1 Las emociones físicas y las emociones morales (sentimientos)


    De acuerdo con lo antes citado, podemos distinguir (al menos para el uso practico) las emociones físicas, de las emociones morales o sentimientos.

    • Las primeras son causadas inmediatamente por una modificación orgánica: se reducen a las emociones cenestésicas de excitación, depresión, angustia, fatiga, pesadez, fuerza, hambre, sed, dolor corporal, etc.

    • Las segundas son causadas inmediatamente por un estado de conciencia. Siguen a una percepción sensorial o intelectual: temor, terror, sospecha, alarma, lástima, gratitud, vergüenza, rabia, nostalgia, sentimientos estéticos, alegría intelectual, etc.


    Estos son ejemplos de emociones más o menos puras: solo físicas o solo morales

    1.2 Causa profunda de las emociones

    Para adentrarnos en el tema demos un ejemplo sencillo: un ratón ve a un gato e instintivamente le tiene miedo y huye: la emoción (el miedo) es fruto del instinto de conservación.

    Veo un pastel al pasar frente a un aparador antes del desayuno, y se me hace agua la boca. Veo el mismo pastel al regresar harto de un banquete, y siento repugnancia. En el primer caso la emoción responde a la inclinación a saciar el hambre; en el segundo, a la inclinación a defender mi salud contra los excesos.

    Encuentro a un niño jugando en la calle, paso de largo indiferente: encuentra a ese mismo niño su madre y siente cien emociones incontenibles: es que para mí no significa nada especial, mientras que en su madre pone en juego hondas vivencias de ternura.

    Otro ejemplo: hago hoy una broma a un amigo y se pone a reír. Se la hago mañana y se enoja conmigo. Ayer que le hice la broma se había quedado pensativo, tratando de encontrar qué es lo que en él atrae siempre las bromas de sus amigos. Es que hoy se apoderó de la su tendencia a la simpatía; mañana se apoderara de ella su mal humor; ayer se hizo cargo de la misma su curiosidad y su afán de entenderse a sí mismo.

    Por tanto, podemos decir en la base de cada emoción está una inclinación o tendencia biológica y que, con el continuo variar de estas tendencias, varían nuestras emociones

    CAPITULO 2

    FACTORES FISIOLOGICOS Y PSICOLOGICOS

    En toda emoción hay que distinguir un fenómeno fisiológico y un fenómeno psicológico.

    • El primero consiste en los gestos, las lagrimas, los gritos, el acelerarse, o retardarse la respiración, el rubor, la palidez, el sudor la hipertensión arterial, el tartamudeo y, en general, en todas las secreciones internas y externas que se verifican aun en nuestras emociones más elevadas, por ejemplo, el detector de mentiras, usado en algunos tribunales, es un aparato eléctrico que registra los cambios fisiológicos sufridos por el sujeto como respuesta a una lista de preguntasen la que, con algunos temas neutros e inofensivos, se intercalan cuestiones relacionadas con el delito. La validez del detector queda condicionada a la habilidad de quien lo interpreta y, desde luego, la interpretación es falible.

    • El segundo fenómeno (el psicológico) consiste en la alegría, el miedo, la angustia, la ira, etc., propiamente en cuanto a estados de conciencia.


    2.1 ¿Cuál de los dos fenómenos es esencial?

    Si se nos pregunta qué es más importante o necesario para un automóvil, el motor o las ruedas, nos encontraremos en un dilema para responder. Tan esencial es el primero como las segundas.

    Muchos psicólogos se han perdido en discusiones sobre el elemento esencial de la emoción: unos afirman que es psicológico (anímico), y otros, que es el fisiológico (somático. La solución ésta en la analogía con las ruedas y el motor del automóvil.

    Ambos elementos son esenciales y necesarios.

    2.2 La naturaleza de las emociones

    ¿Huimos por que tenemos miedo o, más bien tenemos miedo por que huimos?,

    ¿Lloramos por que estamos tristes o estamos tristes por que lloramos?

    Dicho en términos generales: ¿la reacción corporal precede al fenómeno psicológico, o viceversa?

    Pues parece claro que es el fenómeno psicológico el que precede a la reacción corporal:

    Primero veo un tigre, y luego me asusto y echo a correr, primero escucho la mala noticia, y luego me abato y rompo a llorar.

    Es indudable que el sentido común no se equivoca en la apreciación de estos hechos.

    Pero hay muchos otros en el que el orden es inverso: la reacción corporal parece preceder al fenómeno psíquico.

    Pongamos algunos ejemplos:

    Si mientras estudio plácidamente en mi recámara, retumba un cañonazo, tiemblo y, al temblar, siento miedo: no hay ningún motivo serio para el miedo, pues no corro peligro, pero la descarga nerviosa que se irradia hacia todo mi organismo, produce en mi la emoción del miedo. El fenómeno fisiológico ha sido causa del fenómeno psicológico.

    Cuando usted va a hablar en publico sin estar seguro de sí mismo, trata de vencer el miedo reaccionando con energía, irguiéndose, haciendo la voz gruesa y dando manotazos en la tribuna. Es que los movimientos corporales de dominio y serenidad comunican a los correspondientes sentimientos. Lo fisiológico es causa de lo psicológico.

    CAPITULO 3

    EFECTOS NEGATIVOS DE EL ESTADO PSICOLOGICO EN EL CUERPO

    La vida si emociones seria monótona, incolora, aburrida.

    Somos emocionales cuando la vida nos coloca bajo emociones notablemente fuertes y bajo constantes bruscos: El ansia ente el desenlace del grave problema, el fracaso del sueño largamente acariciado, él jubilo ante la inesperada desaparición de los obstáculos, la ira ante las injusticias de los poderosos.

    Mucha gente sabe, por experiencia, que las fatigas y agotamientos nerviosos son los más persistentes y difíciles de reparar. Su convalecencia puede durar largos

    años.

    Pues bien, decir disturbios nerviosos es casi lo mismo que decir disturbios emocionales, pues ya vimos que la emoción, desde el punto de vista fisiológico, es una descarga nerviosa que conmueve nuestro organismo, emoción etimológicamente significa conmoción o sacudida.

    Así como la impetuosidad de una corriente de agua es tanto mayor cuanto mayor sea el dique con que se pretende contenerla, así también la fuerza de la descarga emotiva es, tanto más ruda tanto más tensas las resistencias que halla. Por eso la naturaleza nos pide que bajemos la tensión nerviosa mediante el desahogo de nuestras emociones. Y, en general cumplimos bien este oficio:

    La gente del pueblo desahoga su mal humor diciendo palabrotas.

    Un niño castigado injustamente por su padre, a quien no se atreve a rebelarse abiertamente, se desahoga maltratando a su hermanito o rompiendo con saña sus propios juguetes.

    Muchos hombres que regresan de su oficina, al cabo de una larga jornada de tensión a causa de contradicciones o reproches del jefe, descarga su mal humor en el hogar regañando y gritando a su mujer y a sus hijos.

    La imposibilidad de desahogo, debido al continuo control sobre sí mismas y a la seriedad que pretenden imprimir a cada instante de su vida, hace que muchas personas de religiosidad exaltada se tornen jansenistas, rígidas y fanáticas.

    A los que están muy afligidos por la pérdida de una persona querida, se les aconseja aliviarse llorando.

    En pocas palabras, “la alta tensión” nerviosa es tan peligrosa como la alta tensión eléctrica, y es oficio e interés nuestro disimular periódicamente con oportunos desahogos.

    Dependerá de nuestra educación civil y moral el que tales desahogos sean decentes y correcto o soeces y bajos.

    3.1¿Para qué sirven y cual es el peligro de las emociones?

    Es muy posible que alguna vez nos hemos preguntado ¿ por qué sentimos?, o tal vez, ¿para qué nos sirven las emociones?.

    Muchos creen que para nada. Que únicamente estorban.

    Que, por ejemplo la excesiva emotividad de la mujer hace que esta deba considerarse inferior al varón.

    Saben que la violencia de la disposición emocional disminuye cuando la salud aumenta, cuando la alimentación se hace más elaborada, y viceversa.

    Sienten como un problema el escaso dominio sobre las propias emociones, considerando que la inmadurez emocional es la que coloca al hombre en un estado de subdesarrollo psicológico.

    En fin, suspiran por el ideal estoico: el hombre libre de emociones: frío, apático, calculador, ¡una estatua de granito!

    Y, sin embargo, la naturaleza no se equivoca. Todo lo que hace tiene su porqué.

    Las emociones no son tan necesarias como los instintos y tendencias a los que responden.

    No nos defenderíamos suficientemente de los peligros, si no nos aguijoneara la emoción del miedo.

    Caeríamos en mil acciones torpes si no nos contuviera la vergüenza.

    Nos dejaríamos vencer por los obstáculos si no fuera por la audacia, la esperanza y el optimismo.

    La voluntad de curar, el amor a la vida, la fe en su propia misión, constituyen una inapreciable medicina para un enfermo grave.

    Pero falta el otro lado de la moneda.

    Por cuanto sea buen estímulo, la emoción esta muy lejos de ser buena consejera, por que suele ser una reacción muy exagerada:

    • La audacia: Sirve para ayudarnos a vencer dificultades, pero ¡cuán a menudo degenera en testarudez, imprudencia y temeridad!

    • La cólera: Sirve para suscitar sentimientos de defensa, pero… también nos lleva más allá de lo debido.

    • El miedo: Sirve para suscitar nuestro instinto de conservación, pero ¡cuantas

    a veces paraliza nuestros mejores recursos! …

    A base principalmente de razón y de voluntad, debemos controlar y canalizar nuestras emociones, tratando de secundar y de desarrollar las que son dinámicas e impregnadas de optimismo, y dejando morir de inanición a las que nos llevan a la

    pasividad y al pesimismo.

    CAPITULO 4

    LAS DOS EMOCIONES FUNDAMENTALES

    Las siguientes emociones: angustia, ira, miedo, depresión, fatiga, debilidad, desesperación, odio, tristeza, son afecciones desagradables: nos causan dolor.

    Por el contrario, el optimismo, la gratitud, el amor, la esperanza, etc., son

    emociones agradables: nos causan placer.

    Todos nuestros fenómenos afectivos pueden reducirse a una de estas dos categorías: placer y dolor, tanto físicos como morales.

    Nuestra vida no es mas que un girar sobre estos dos ejes, o más bien, un continuo, pero vano, aferrarnos al placer que, apenas asido por un momento, se nos suele escapar de la mano con la agilidad de una anguila.

    4.1 La emoción más radical

    ¿Cuál es la nota dominante en la vida de un hombre normal? ¿El placer o el dolor?

  • Los pesimistas dicen que el dolor. En efecto:

    La vida es un continuo esfuerzo, un continuo luchar contra obstáculos. Y chocar contra obstáculos es sufrir.

    La vida es una continua inquietud. Y la inquietud, esta hecha de insatisfacción, es decir, de penas físicas y morales.

    La vida es un continuo desear. Y quien desea es por que esta privado de algo. Y la privación hace sufrir.

  • Pero seremos más realistas si somos más optimistas:

    No es cierto que la vida sea continua inquietud, ni es cierto que todos nuestros esfuerzos y nuestros deseos sean dolorosos. El deportista goza con sus esfuerzos musculares; el que fabrica castillos en el aire, goza con sus deseos irrealizables…

    La cenestesia trabaja incesantemente para avisarnos si todo marcha bien en nuestro organismo, tanto que, por su misma monotonía, ya no reparamos en ella: la advertimos solo cuando algo anda fallando. Pero esto ultimo es el caso excepcional y anormal, no la regla ordinaria.

    Por tanto, si a alguno hubiera que dar la precedencia, este seria el placer no el dolor.

    Pero parece más equilibrado no pronunciarse a favor de ninguno, y admitir que tanto el placer como el dolor son las formas originarias de nuestra emotividad y los dos polos sobre los que gira la vida humana.

    4.2 Placer y dolor. ¿Qué lo causa?

    Si me pincho el dedo con un alfiler, es obvio que la causa inmediata de mi dolor es el alfiler.

    Pero puedo indagar también cuál es la causa última (filosófica) de este dolor; el motivo profundo por el cual el ser humano percibe dolor y, respectivamente, placer.

    Orientarán la respuesta las consideraciones que siguen:

    ¿Por qué él tener que atravesar corriendo un patio, causa placer al niño y molestia al anciano?, ¿Por qué los alimentos más sabrosos son intolerables al que tiene una fiebre de cuarenta grados?, ¿por qué a un rico, acostumbrado a viajar siempre en automóvil de lujo, y venido hoy a menos, le duele hasta el alma tener que viajar en Metro?

    La respuesta es sencilla:

    Causa placer toda actividad (o pasividad) que satisface alguna de nuestras inclinaciones; y ya sabemos que nuestras inclinaciones corresponden a nuestros impulsos y necesidades biológicas, tanto naturales cuanto artificiales.

    Causa dolor toda falta de armonía ente nuestras inclinaciones y lo que hacemos o nos hacen; todo conflicto de instintos entre sí o con las realidades externas.

    Por eso al rico del automóvil le causa dolor el ir en metro. Esto va contra la inclinación a la comodidad, creada artificialmente.

    Por eso un paseíto a pie causa placer, pero una caminata es dolorosa. En el primer caso satisfacemos nuestra inclinación a movernos; en el segundo, pasamos la medida justa… y la naturaleza protesta.

    Ya decía Aristóteles que el placer es el acompañante nato del acto perfecto.

    De todo acto perfecto y solo del acto perfecto.

    El placer y el dolor dependen de nuestras inclinaciones, y éstas de nuestros impulsos y necesidades biológicas, y estas, a su vez, varían constantemente, no podía ser de otro modo: somos, por constitución, variables y antojadizos.

    Por si fuera poco, nuestra civilización del siglo XX que tantas necesidades artificiales nos han creado, ha contribuido no poco a hacernos más difícil el problema de la felicidad.

    4.3 La finalidad del dolor y el placer

    El dolor de muelas me lleva al dentista, y el dentista me cura. La función del dolor es, avisarme oportunamente sobre un peligro para mi salud.

    De la misma manera, el disgusto que me causa un alimento alterado, me advierte el peligro.

    El dolor que me causa el frío del invierno, me obliga a cubrirme y en esta forma, a defender la integridad de mis tejidos y la regularidad de mis funciones.

    El placer que experimenta el niño al moverse, lo lleva a desarrollar debidamente sus órganos y sus miembros.

    El placer de la mutua atracción de los sexos, garantiza la propagación de las especies biológicas.

    El alimento que se toma con más gusto, es por lo general, el que mejor se digiere.


    Entonces la finalidad del placer y el dolor es indicarnos lo que nos conviene y lo que nos es dañoso: es la voz de la naturaleza que nos incita a llevar al cabo los actos convenientes a nuestra vida, y que nos aparta de la que habría de redundar en nuestro mal.


    Hay que notar, que lo que advertimos de la finalidad de la emoción en general, se aplica por derecho al dolor particular: no hay que fiarnos de ellos como si fueran infalibles guías seguros. Podrían engañarnos.

    A menudo nos será muy doloroso tomar una medicina o someternos a una operación que van precisamente encaminadas a devolvernos la salud. Por el contrario, el borracho encuentra placer en actos dañosos a su organismo; el canceroso tiene por largo tiempo la sensación de bienestar; el glotón no siempre se da cuenta de los perjuicios que se causa, etc.

    Es que la naturaleza quiere, por medio del dolor y del placer precavernos contra los peligros más comunes, pero no contra todos los peligros.

    Quiere que se conserve la especie humana, y las varias especies animales, pero no parece importarle que perezcan los individuos.

    Por eso no nos dio en el placer ni en el dolor (ni en ninguna otra cosa) una guía que sirve para precaver las causas de la destrucción y de la muerte.