Contener la compulsión


Cuando era niña, Sheila Cavanaugh
lloraba histéricamente porque
tenía miedo de perder a sus
padres y daba por seguro que la
secuestrarían. No podía colgar un nuevo
poster a menos que su habitación
estuviera inmaculada.
Siendo adulta, sus pensamientos se
hicieron aún más temerosos. Tenía
miedo de molestar a su hijo, mutilar a
su perro o cometer un asesinato. En su
trabajo como dependiente de farmacia
pasaba horas temiendo que había dado
una medicación equivocada. Finalmente
tuvo que dejar el empleo.
Tres letras que pueden
gobernar vidas
El trastorno obsesivo compulsivo (OCD)
causa una ansiedad enorme a quienes
lo padecen, que están dominados por
pensamientos obsesivos —a menudo con
la idea fija de hacerse daño o perjudicarse
Contener la compulsión
Más de 5 millones de estadounidenses sufren
de trastorno obsesivo compulsivo. Aquí
encontrarás cómo evitar que te domine.
a sí mismos o a otras personas— o por
comportamientos compulsivos, que son
acciones sin ningún sentido, pero
que se hacen necesarias para aliviar la
ansiedad causada por un pensamiento
obsesivo. Algunas personas experimentan
a la vez pensamientos obsesivos y
comportamientos compulsivos.
Pero no hay que confundir el OCD con
el hecho de ser una persona meticulosa o
supersticiosa. “Hay una gran diferencia
entre alguien que siempre comprueba que
lleva su chequera y una persona que tiene
OCD”, dice Judith L. Rapoport, M.D.,
jefa de la rama de psiquiatría infantil en el
National Institutes of Health y autora de
The Boy Who Couldn’t Stop Washing (Signet,
1991). “El trastorno obsesivo compulsivo
altera de modo significativo tu vida. Los
comportamientos no tienen sentido y los
pensamientos pueden desbocarse.”
El trastorno obsesivo compulsivo
afecta por igual a hombres y mujeres. La
mayoría de las personas experimentan
los primeros síntomas entre los 22 y 36
años de edad, dice Michael Jenike, M.D.,
psiquiatra en el Massachusetts General
Hospital y profesor de psiquiatría en la
Harvard Medical School. El OCD puede
tener vínculos genéticos, pero la causa
es aún un misterio. “La mayoría de las
veces se va desarrollando lentamente en
los pacientes”, dice el Dr. Jenike. “En
ocasiones, es desencadenado por un
suceso traumático.”
Muchos pacientes saben que sus
pensamientos y comportamientos no
son habituales y hacen lo posible por
ocultarlos. Wendy Mueller, de 50 años,
de Fullerton, Calif., dice que supo al
momento que sus acciones eran raras
cuando se desencadenó su OCD unos
días después de haber tenido su primer
hijo. “Hacía toda clase de cosas raras que
no quería hacer, como contar cosas hasta
llegar a un cierto número.” Se aterrorizaba
con la idea de que las puertas y las
ventanas no estaban cerradas, pensando
que había en la alfombra algo que su bebé
podía tragarse. Se pasaba el día entero
comprobando y volviendo a comprobar
cada cosa.
Mueller sospechó que se trataba de un
OCD, pero era demasiado embarazoso
manifestar sus pensamientos, incluso
a su psiquiatra, y en lugar de ello habló
con él de su depresión, algo por lo
que estaba siendo tratada. No mucho
después, Mueller leyó un artículo sobre
el trastorno obsesivo compulsivo y se lo
llevó a su psiquiatra: “Esto me describe
al dedillo”, le dijo. Cuando finalmente
describió sus rituales, que se habían
adueñado de su vida, la habían confinado
en casa y le habían hecho perder muchos
amigos, su doctor pudo por fin tratarla
adecuadamente.
Recuperar el control
Superar el trastorno obsesivo compulsivo
requiere a menudo una modalidad
de terapia comunicativa denominada
terapia del comportamiento cognitivo
(CBT) y, concretamente, un tipo de
CBT llamado “exposición y prevención
de la respuesta”, en el que el paciente
es expuesto repetidamente a algo que
le produce ansiedad y forzado a
reprimir el comportamiento compulsivo.
Finalmente, sus pensamientos se hacen
menos poderosos. “Debe decirse a si
mismo que sus pensamientos no son
racionales”, dice la doctora Rapoport.
Algunas personas también toman
medicación, generalmente un tipo
de antidepresivo. Otros pacientes
pueden tomar también medicación
antiansiolítica. A menudo, dice la
doctora Rapoport, “la combinación
de fármacos y terapia es mejor que
cualquiera de ambas sin la otra”. Aunque
el OCD no se cura siempre y las recaídas
son frecuentes, el tratamiento permite
a la mayoría de las pesonas recuperar su
vida normal.
Aunque aún se inquieta y se siente
ansiosa cuando ha de salir de casa, Mueller
controla la mayor parte de su trastorno
obsesivo compulsivo con la ayuda de
terapia y un antidepresivo. Ahora está
al frente de un grupo de apoyo en línea a
pacientes de OCD.
Una combinación de medicación y
terapia conductual también ayudó
finalmente a Cavanaugh. Hoy, con 39 años
de edad, es una especialista conductual
para niños en un centro de salud mental y
vive en Brownville Junction, Maine. n
Sheila Cavanaugh, que luchó desde la
infancia contra el OCD, ahora ayuda a
otros personas con problemas de
salud mental.